Partida Rol por web

Thuathza

El Templo del Infinito.

Cargando editor
06/07/2008, 20:33
Melenunde

Un fuerte estruendo seguido de un singular de baile de luces y colores la sacó de su letargo. Melenunde se removió en el lecho provocando que la fina y casi translúcida tela que la cubría se deslizara por su cuerpo desnudo.

Se incorporó y el largo cabello, de furioso color rojo, cayó por su espalda. La mirada de Melenunde, generalmente dura e impenetrable, observó con cierta complaciencia el espectáculo que adornaba la otrora inmensa negrura.

Salió del lecho y comenzó a vestirse. Ajustóse primero la parte superior, una especie de corsé y corpiño de material parecido al cuero pero de una resistencia y ductilidad aún mayor. Siguió luego con la parte inferior, colocándose una prenda, del mismo material que la anterior, pero del tamaño justo para cubrir sus partes y púsose luego a la cintura la larga y vaporosa tela que usaba a modo de falda, toque de coquetería que por muy diosa que fuera no podía faltar.

Hasta ahí Melenunde veíase como una diosa femenina, inclusive frágil, que pese a su férrea mirada, difícil resultaba imaginar que era poseedora de un temperamento al cual temer. Omitió esta vez el uso de la armadura que Durmeg había forjado para ella, no consideraba que lo que acontecía mereciera acorazarse.

Abandonó así la habitación, con paso seguro y ese aire altivo que poseía. Al llegar al salón se detuvo en el umbral y observó al interior. Allí estaban todos, o casi todos, Nerfedos y Nerhu aún no llegaban.

-Espero que exista una buena razón para haber interrumpido mi descanso... -dijo seca y sin saludar.

Ingresó del todo al salón y caminó hacia el fondo de éste, justo hacia el balcón. Se sentó en el barandal, con ambas piernas semiflectadas descansando sobre éste y la espalda apoyada en la fría piedra.

Cargando editor
06/07/2008, 20:52
Eulme

Ante el gesto de su madre, Eulme no podía sentir otra cosa que felicidad. Ella era consciente de que sus padres la querían y por supuesto, ella los amaba. Pero por circunstancias de la vida, no eran del tipo de personas que lo demostraban mutuamente.

Con gran elegancia y delicadeza posa su mano sobre la de su madre y se adelanta unos pasos. Una débil pero deslumbrante sonrisa aparece en su rostro.

Pocos segundos después Arezos aparece a su lado. Como siempre bromista. Le caía muy bien. Siempre conseguía entretenerla. Su cara de alegría se convirtió en confusión cuando oyó ese "o quizá". Sin embargo, ya estaba acostumbrada a esas frases sin acabar, que a simple vista no decían nada, pero que tenían sentido. Siempre lo tenían.

Nunca cambiarás... Dice haciendo un saludo con su cabeza al mismo tiempo que le sonreía y no dando importancia así a sus últimas palabras.

Cargando editor
07/07/2008, 04:00
Adelphos

¿Saben como se inicia el peor de lo incendios?, quizá la respuesta la tenía la persona que uno menos creería, pero Ereymos era quien podía lograr fogosas combustiones en el interior de Adelphos…

Solo un simple, tibio y delicado beso, le fueron suficientes para sentir sus venas dilatarse y abrirle paso al magma rojizo de su sangre… por ese breve instante y solo por ese instante hubiese querido tener un tiempo a solas con su mujer, pero las circunstancias, debían responder a los hechos del Dios Supremo.

Segundos, eso duró el beso entre los dos, pero él y toda esa pasión que desencadenan las llamas azuladas y blanquecinas que congela con la mirada, mirada de satisfacción que ahora llevaba su mujer le fueron conforme a la pertinencia del lugar y sus posiciones.

En la estancia entró Arezos, que sin “perder” tiempo abordó a la pareja.

Se gira para recibir el saludo y lo hace con serenidad, con esa calma de llama de una vela en el oratorio.

-Te doy mi saludos, Arezos.- respondió cordialmente y a su vez la voz se hizo escuchar en todo el lugar, ya que el silencio extinguido anteriormente generaba una perfecta ‘percusión’.

Quiso sonreírse ante las palabras de Arezos, pero a veces no se permitía esas confianzas -y menos con él claro- - Gracias, Arezos, tu siempre tan comedido, qué sería de todos nosotros sin tu presencia… y esta vez trata de tomar un lugar, que en cuanto se cierre el círculo –refiriéndose a la reunión- les contaré y empezaremos con la creación.- respondía ante el presente Dios del Caos.

A la llegada de Drenas, solo la siguió con la mirada, hasta que halló su asiento, y exigió una respuesta…

-Tranquila, esperaremos al resto, te comentaré lo que ha sucedido, tanto a ti como los demás.- dijo esperando así y modulando su voz para hacer más tranquilizadora y menos gobernante.

Y así como el lugar que estaba poco a poco llenándose de las figuras divinas, hizo aparición la más divina por naturaleza -Asura-, y con un gran sentido del respeto se presento muy serena ante ellos, y su mejor aporte fue entretener a Arezos con su encanto.

Los pasos lentos, y pesados de Durmeg generaban un ronroneo en la estructura del palacio, como sin un movimiento sísmico tuviera su epicentro directamente allí.

Saludó a todos los que empezaba a entrar con el mismo respeto y lugar que se merecen en la creación, y si bien él tenía un lugar privilegiado entre todos, también es el más intenso.

-Acomódate, que hoy tardaremos más de lo usual…- dijo mientras ahora el caminaba por el recinto y le hacia una seña a su mujer para que lo siguiera.

Y si bien pudo notar la presencia de su hija, al entrar al lugar, su mirada eternamente paternal y llena de un profundo amor, la siguió hasta que cruzaron sus palabras.

-“Hola mi niña preciosa…”- pensó antes de hablar, –Eulme, me encanta verte…- hubiese querido saludarla de la mejor manera, pero así estaba bien. Le dedicó una sonrisa y luego observó de soslayo como Arezos iba y venía hablando y metiendo la espina de la incertidumbre como siempre…

Se acercó hasta Asura, mientras su encandelillada mirada, se detuvo en los ojos de ella…

-Realmente creo que la respuesta la tienes tu, mi querida Asura y por mi tienes vía libre para darle la armoniosa voz a mi creación…- su voz mantenía la claridad y reverberación afinadas para no hacerla sentir intimidada, ya que su presencia ante ella era más que una colosal escultura divina.

Se retiró dando pasos largos y fluidos, como si su corona corporal de oro y plata le pesaran en lo más mínimo, Se sentó en lo que sería la cabeza de la mesa con forma decagonal. Y espero tranquilamente a que Melenunde, Nerhu y Nerfedos cerraran de una buena vez el círculo.

Mientras escuchaba las pausadas replicas de Durmeg para con Arezos, notó que había entrado en un estado…. “Muy meditabundo”, por lo que espero unos instantes más para no interrumpirlo…

…Pero la voluminosa aparición de Melenunde y su bélico espíritu hicieron entrada en el salón dorado, y por cierto que el carácter que traía no le parecía raro, y de todos los allí residentes del palacio, de ella podía esperar ese tipo de falta de tacto…

Sin mirarla, y manteniendo la compostura…

-Bueno, lamento haberte perturbado en tu sagrado sueño, así como a los demás, pero hoy tenemos una razón de estar reunidos, que de por sí, es nuestra razón de existencia… y creo Melenunde, que tu eres la más interesada o ¿me equivoco…?- su tono no era severo, sino conciliador, y muy sugestivo.

Para su respuesta, si la miró no sin antes contemplar la perfección y frialdad de Ereymos.

Cargando editor
07/07/2008, 05:01
Arezos

Melenunde entro en la sala, pero más aun entro en el campo visual del propio Arezos. El cual no tardo en acercarse a ella con un 3 o 4 cabriolas (Si, tres o cuatro, puesto que no se sabia a ciencia cierta donde finalizaba una y comenzaba la nueva) se planto ante la Diosa de la guerra, pero justo cuando iba a pronunciar una de sus frases, la Diosa le miro a los ojos fulminándole con una firme mirada.

-Juju… -Arezos simplemente la saludo al mas puro estilo militar, aunque aun no estaba inventado y tal vez nunca lo estaría, por lo que tan solo pareció otro de los excéntricos gestos de Arezos que levanto la risilla que algún que otro Dios.

A pesar de su vitalidad y su exceso de movimientos innecesarios procuraba no parar demasiado cerca del Gran Adelphos, alguna vez había presenciado su ira y no era plato de gusto de nadie de los presentes.

Y de pronto….Silencio, Arezos desapareció en un estallido de la sala, y comenzó a aparecer y desaparecer por instantes cerca de cada uno de los Dioses que ya estaban en la sala.

-O quizás…O quizás...O quizás…O quizás… -Repetía el final de su profecía una y otra vez, al principio como un leve susurro pero poco a poco su voz iba ganando mas y mas fuerza.

Hasta que finalmente su “intermitencia” finalizo junto a las que mas atención habían prestado a la profecía.

Primero apareció frente a Eulme, la joven Eulme, agarrándola con su brazo por la cintura y obligándola a inclinarse hacia atrás, como si un tango estuvieran bailando.

-O quizás si…O quizás no… Pequeña mia. –Fue lo único que dijo antes de volver a desaparecer dejando a la Diosa Menor en una posición un tanto incomoda a punto de perder el equilibrio.

Esta vez apareció junto a Asura, también la agarro por la cintura pero de una forma mas suave, mientras con su otro brazo elevaba el de la diosa por encima de la cabeza y le hizo dar vueltas como una bailarina en una caja de música, quizás alguna que otra vuelta de mas..

-O quizás, el buen día será para ti Asura, o para mi, o quizás todo sea una broma y sea un día nefasto para todos… -Dijo poniendo una exagerada cara de asombro. Aunque antes de volver a desaparecer guiño un ojo a la Diosa en señal de complicidad.

Y se quedo sentado en el centro de la gran mesa, todo el mundo sabía que como todos los dioses Arezos tenia su propia silla, pero también todo el Panteón al completo sabia que no la había usado ni una sola vez.

-¿Tu que crees será un mal día? –Dijo preguntando al aire- A mi se me antoja entretenido...juju…

Cargando editor
07/07/2008, 05:43
Melenunde

-¿La más interesada? -responde a Adelphos con aire indiferente- ¿Cómo es que puedes saberlo, Adelphos?... Que yo sepa entre tus poderes no está el de leer las mentes -le responde sólo por el placer de incordiar- ni tampoco te he confiado cuáles son mis intereses...

Pero en ese instante Arezos comienza otra vez a hacer de las suyas y Melenunde se ve interrumpida. Observa a éste danzar alrededor de la habitación, haciendo de su voz un creciente murmullo hasta ya del todo hacer eco en el salón. La diosa lo siguió con la mirada y algo muy parecido a una sonrisa se dibujó en su rostro. Le divertía.

Mientras Arezos saltaba de un lugar a otro, Melenunde bajó del barandal y dirigió sus pasos hacia la que era su silla en esa gran mesa, situada justo al lado de la siempre vacía silla de Arezos.

-O quizás, el buen día será para ti Asura, o para mi, o quizás todo sea una broma y sea un día nefasto para todos... -dijo el Dios del Caos segundos antes de desaparecer y volver a aparecer sentado al centro de la mesa.

Melenunde, que ya se encontraba junto a la mesa y con el sombrero de Arezos al alcance de su mano, estiró el brazo y con rápido movimiento se hizo con éste.

-O quizás... -comenzó a decir con tono pausado mientras tomaba una manzana de la frutera que Arezos tenía justo a un lado- O quizás... -volvió a repetir tras ocupar su asiento y dejar el sombrero sobre el asiento que se supone debía ocupar su dueño haciendo sonar las especies de cascabeles que colgaban en cada una de sus puntas- es que ha llegado el tiempo que el inquieto de Arezos nos cuente qué es lo que sabe, sabrá o sabía...

Melenunde literalmente se echó sobre la silla y puso los pies sobre la mesa.

-O quizás...

Nuevamente hizo una pausa y se sacó del cinto la pequeña daga que siempre traía consigo para cortar un trozo de manzana y llevárselo a la boca.

-O quizás mi querido Adelphos sí tenga razón después de todo y yo sea la más interesada en el tema que habremos de tratar en esta reunión...

Cargando editor
07/07/2008, 09:22
Asura

Observó la llegada de la Diosa de la Guerra... su manera de hacer las cosas no le gustaba a Asura, aunque no lo hacía notar, siempre sonreía. Al fin y al cabo a la bella Diosa tampoco le interesaba tener conflictos con Melenunde, sus conocimientos de la guerra eran mínimos, para no decir nefastos... y dudaba mucho que la otra Diosa aceptara un duelo de voces... por eso Asura seguía sonriendo mientras la observaba...

Hasta que Adelphos le habló, sonrió complacida - No hay nada que me haría más ilusión que cubrir de música todos los rincones de su Creación... - respondió con un brillo de emoción en los ojos.

Al llegar Arezos una vez más junto a ella, hace que de un par de vueltas sobre ella misma, se ríe divertida cuando él le guiña el ojo... y le devuelve el guiño, sonriendo.

Se sentó en su sillón y vuelve a fijar la atención en Melenunde... pone las manos junto delante de ella, entrelazando los dedos - Ya sabes, Melenunde... que Arezos nunca habla de lo que sabe, sabrá o sabía... - la miró, solo unos instantes, con una penetrante y fija mirada... pero volvió a sonreir con ternura.

Al sentarse Arezos en el centro de la mesa, Asura apoya la cabeza a la mano, mirándolo - A mí se me antoja que va a ser un divertido y bello día... - responde sin pensárselo demasiado.

Cargando editor
07/07/2008, 10:09
Drenas

Tras la actuación de Arezos suelta una leve y suave risita, nunca le había gustado hacerse mucho de notar, ella era feliz observando todo lo que ocurría a su alrededor, sin meterse nunca en lo que no le incumbia.

Tras el corto momento de distracción se queda pensativa, mirando al suelo fíjamente, como si tubiera la mente en blanco y en realidad no se le pasara nada por su cabeza...
Simplemente se queda callada.
Al momento de llegar hasta a aburrirse alza la mirada, mirando fijamente a todos y cada uno de los dioses presentes...
Cuando todo se queda en silencio parece abrir la boca para interrumpirlo, pero no se lo ocurria nada que decir, quizás era verdad que nada rondaba por sus pensamientos..., que en ese mismo instante solo estaba impaciente por la llegada del momento..., que no podría aparentar poder esperar mas..., pero simplemente, con su mirada fija nuevamente en el suelo, se quedaba callada, sin soltar ni un suspiro.

Empieza a jugar, aburrida con un mechón de pelo que siempre se le descolocaba y acababa en su cara, incomodamente colocado en su fina cara, como si quisiera molestarla aun mas.

Alza de nuevo la mirada, y sin olvidar sus modales, no mostrados anteriormente, decide saludar.
Baja la cabeza en señal de respeto hacia todos los dioses, cosa que no le dió tiempo ni de pensar al interrumpir en la sala, molesta por haber tenido ese mal despertar.

Por cierto, buenos dias a todos.
Vuelve a salir una silenciosa risita de su boca.
Y...Arezos...¿quién sabe lo que podrá pasar en un futuro?
Quizas este dia empieze bien...y acabe mal...o quizás empieze mal...y acabe bien...o simplemente vaya todo bien...o quizás mal...¿no?

Vuelve a soltar una carcajada, esta mas sonora y alegre, intentando liar al inquieto Arezos....

Cargando editor
07/07/2008, 10:42
Durmeg

Durmeg seguia en silencio, sin saberse muy bien si seguia durmiendo o escuchando las frases incoerentes de Arezos, por si sacaba algun significado de todas ellas, y la falta de delicadeza de su hermana mas cercana en "El Nacimiento" al responder al gran dios Adelphos. Durmeg conocia el temperamento de Melenunde, replicarle lo que habia dicho y hecho no serbiria de mucho, quizas solo enfadarla, por lo que simplemente se limito a suspirar tranquilo al ver que Adelphos no le daba importancia a tal osadia, ya que el tema a tratar no era ese.

Cargando editor
07/07/2008, 12:25
Arezos

A Arezos le es sustraído el sombrero no le hace falta pensar mucho, para saber que la única Diosa que puede competir con su velocidad de movimientos es la guerrera Melenunde.

-Ciertamente es tiempo de que os cuente lo que se, mi impaciente Diosa –Dice acercándose hacia su silla quizás con intención de sentarse- pero no es tiempo de que lo escuchéis con mi voz, le corresponde a otra voz dar la nueva.

Y dando un grácil salto por encima de su silla recoge su sombrero y se queda sentado en el aire detrás de esta como si la silla estuviese en dirección opuesta a la que esta. Pero poco dura en esa posición, puesto que rápidamente da un giro hacia atrás y queda haciendo el pino con una sola mano encima del respaldo de su propia silla.

-Pero no se puede completar la profecía si no vienen los dioses que faltan. Así que si tantas ganas tienes de saber de ese revuelo… ¿Por qué no vas a traerlos tu misma de las orejas? Jujuju –Dijo a sabiendas de que eso seria una pequeña tentación para la Diosa de la discordia.

Cargando editor
07/07/2008, 18:24
Eulme

Eulme sonríe de igual manera a su padre antes de colocarse junto a su madre.

Estas reuniones serían muy aburridas sin Arezos. Piensa divertida. Diversión que no se nota en su rostro. Permanece todo el tiempo, seria pero elegante. Como hija del gran Dios que es.

Cuando Melenunde entra, la saluda con una leve inclinación de cabeza.

Junta las dos manos en su falda, pero sigue sin pronunciar palabra. Su cara no expresa nada. Siempre ha tenido esa apariencia misteriosa. Está preocupada porque no sabe qué tanto podrá aportar a la Creación, y teme no estar a la altura de la situación. A la altura de su família. Pero sabe con certeza que esta es su oportunidad y que dará lo mejor de si misma.

Cargando editor
07/07/2008, 18:39
Nerhu

En el más oscuro de todos los aposentos del palacio, situado directamente sobre los cimientos, el Dios de la Muerte despertó. En sus sueños había percibido un cambio, una luz, que antes no existía. Retiró su amplio manto negro, que cubría toda la habitación como una sombra corpórea, y lo reunió alrededor de su cuerpo, formando una túnica larga que le llegaba hasta los pies, y que impedía que se viera cualquier parte de su cuerpo. ¿Qué es esto que no solía existir?

Nerhu se aproxima a la puerta de piedra, sin manija ni cerradura, que separa su estancia del resto del palacio. Junto a ella descansa una alargada y amenazante arma, lo que en alguna lengua se llamará guadaña. Nerhu la contempla por un momento, mientras decide si puede existir alguna amenaza en el exterior. No, de otro modo, la llamada de Adelphos habría sido mucho más urgente.

Deslizándose en la absoluta oscuridad que su manto genera, Nerhu atraviesa sin dificultad el portal de piedra y comienza a subir por los pasillos del palacio. Se detiene en una de las ventanas, y contempla en silencio el espectáculo que se desarrolla ahí afuera, en el vacío infinito. Así que ya es tiempo, ya se han abierto las puertas. La Creación... Desde dentro de su capucha se oye un suspiro largo y profundo, no de tristeza, sino de cansancio, como si un gran trabajo se aproximara. El rostro del Dios permanece oculto bajo la capucha mientras prosigue su camino, deslizándose con suavidad.

Una de las muchas puertas de entrada al Salón donde se reúnen los Dioses comienza a oscurecerse, como si las sombras trataran de escapar de una prisión. Al poco tiempo, la puerta se ha vuelta completamente negra, y desde esa negrura tan similar al vacío que hasta ahora rodeaba al palacio surge la figura encapuchada de Nerhu. Al entrar este, se puede percibir un cambio en la atmósfera de la habitación. Un frío, no como el frío glacial de Ereymos, que al fin y al cabo es algo, sino el frío del vacío, de la ausencia de todo lo demás. Esta sensación compite por un momento con el calor de Adelphos, pero rápidamente se asimila y se vuelva parte del aura combinada de todos los Dioses presentes.

Parado en ese lugar, la capucha oscura de Nerhu se gira hacia cada uno de los presentes, como si tratara de descubrir que ha ocurrido en la estancia solo a través de sus ojos. Al mirar a Adelphos, inclina la cabeza con respeto. Parece que su luz no le resulta demasiado placentera. -Os saludo, Hijos del Cosmos. Lamento mi demora.-

Una vez más comienza a deslizarse, mientras la oscuridad que le precedía parece reunirse bajo su túnica. En cuanto se encuentra junto a su silla, frente a Asura, Nerhu desciende y se apoya en el suelo. Con agilidad se acomoda en su lugar, y la oscuridad que le rodea, que casi parece tener conciencia propia, se enrosca alrededor de la silla y bajo la mesa, permaneciendo lo más oculta posible de la luz del Líder de los Dioses. El Dios de la Mente permanece en silencio, esperando a que llegue el último de los asistentes.

Cargando editor
07/07/2008, 20:35
Ereymos

A casi todos los presentes les agradaban y disfrutaban con las morisquetas y deslices de Arezos. Ella podría llegar a ser la excepción. Lo observó con profundidad, siguió cada paso y escuchó cada palabra que el Dios del Caos pronunció. Con la típica frialdad que la caracterizaba, la diosa no perdió detalle de nada. Ni siquiera de las respuestas que los demás Dioses le daban al Gran Bufón de aquella corte. Entrecerró sus ojos aguzando mente y vista, cual águila, y su límite fue cuando Arezos colocó sus manos sobre su hija para tratarla de manera brusca aunque jocosa.

-Ten cuidado dónde colocas tus manos Arezos. –Fue lo único que le dijo, más que seria, exigiéndole la ubicación del caso. Aquella parecía una reunión de fiesta y no la estaba tomando con el rigor y las formas debidas. Aunque obviamente todos estaban acostumbrados a su enfática forma de ser.

Dirigió una mirada escrutadora a Adelphos, que aún conservaba toda su paciencia. Tal vez hasta le reprochaba tácitamente que no impusiera el orden necesario. Cada Dios era poseedor de su propia personalidad, por estrambótica y peculiar que fuera, pero estaban en presencia de un acontecimiento que merecía el mayor de los respetos.

Tomó a Eulme de los hombros y la sujetó para que no tambaleara ante la brusquedad del zamarreo burlesco de Arezos y la atrajo hacia ella. Acto seguido hizo su entrada Nerhu, a quien saludó pertinentemente y ambas frialdades, similares pero a la vez tan diferentes, dieron a la sala un toque de frescor que alivió el calor que en el salón se estaba condensando.

Cargando editor
07/07/2008, 21:05
Adelphos

Su mirada se fue de soslayó ante la respuesta de Melenunde, y para ella simplemente él sonrió brevemente, como si fuera que las cosas no fueran a necesitar en su momento disciplina marcial.

Escuchó las palabras de su mujer cortar el ambiente en dos, y al notar la forma desubicada de comportarse con su primogénita, hizo un gran esfuerzo para molestarse... además de la forma en que ella lo miro le bastó para detener una buena vez el circo en el que se estaba transformando todo, pero no porque ella se lo dijera, sino porque había visto y escuchado lo suficiente de los allí presentes...

La mirada de Adelphos empezó a perder ese tono celeste para mancharse con uno más oscuro hasta empezar a hacer juego con la aparición de Nerhu, juego porque la mirada negra y penetrante del Dios de Fuego parecía haber invocado al Dios de la muerte allí mismo para...

Adelphos saludó a Nerhu de forma reservada cuidando de no sobre exponerlo demasiado, y luego hablo fuerte y claro, para que los allí presentes escucharan.

-Ya es suficiente por favor, la demora de Nerfedos es como siempre objeto de desviaciones, pero ahora no, estoy acá para hablarles sobre el sueño que he tenido... y como ha nacido lo que ven afuera, esos hemosos tonos y colores que ahora juegan entre ellos a causa de Arezos, y que muy pronto cantará con propia voz... -
mientras mira a Asura - ahora, quiero que cada unos de ustedes mientras esperamos un poco más Nerfedos, empiecen a concentrarse y tener claras las palabras que vamos a usar en cuanto empecemos...-

Y así como empezó a hablar con su magnetismo natural, se encerró en un pensamiento, y sus ojos se tornaron... de un tono violeta...

-"¿Pero que es esto...?"- se pregunto mentalmente al ver lo su mente volvía a mostrarle...

Su expresión fácil era de sorpresa y algo de indignación, una vez recuperó la compostura, igualmente sus ojos regresaron a un tono oscuro, y sus cejas ahora estaban más cerca la una de la otra.

Su mirada busco lentamente la posición de Arezos en el lugar, y esta vez no solicito un favor, decreto un orden.

-Arezos, busca tu lugar y permanece allí... y solo aporta lo necesario.- su mirada era penetrante.

Nadie sabe que vió nuevamente, pero lo dejó bastante perturbado incluso ahora si se veía irritado.

Cargando editor
07/07/2008, 22:22
Arezos

Al sentir la presencia del Dios de la Muerte, Arezos brinco de nuevo quedando en el centro de la mesa nuevamente, dispuesto a saludar al nuevo Dios, pero la firme y fría voz de Ereymos le callo como un jarro de agua fría y se limito a lanzar una pequeña carcajada en voz baja y a señalar a Nerhu con el dedo, un gesto sin mayor importancia…Al menos aparentemente.

Cuando Adelphos comenzó a hablar presto toda la atención de la que era capaz, la cual era bastante a pesar de que no lo pareciese. Pero pronto el Rey dejo de hablar, perdiéndose durante unos instantes en sus pensamientos tras lo cual le busco con la mirada. Pero curiosamente antes de que este volviese hablar el propio Arezos también busco la mirada de Adelphos. Como si intuyese algo de lo que a continuación ocurriría.

Tras esos segundos el Gran Dios dicto sentencia. Extrañamente el Dios del Caos no dijo una sola palabra, giro un par de veces sobre si mismo y apareció sentado sobre el sitio que le correspondía, eso si sobre el posabrazos mas cercano a Melenunde, aunque no se le podía pedir mas a este Dios.

Una vez en su sitio se pronuncio con su dedo en índice cercano a su inexistente boca como si pidiese silencio, aunque tal vez fuera para el mismo.

-Claro… -Dijo con un tono mas tranquilo de lo habitual en el, quizás demasiado- Aunque yo siempre aporto lo justo señor Adelphos…Pero recuerda…No se puede cambiar la naturaleza de un Dios…Juju…Y por experiencia diré…Que tampoco se puede cambiar lo que un Dios ve…Mi señor…

Cargando editor
07/07/2008, 23:52
Nerfedos

Llevaba tiempo preparado, no solo para lo que en el exterior estaba pasando, eso era algo que había presentido desde El Comienzo, desde que apareció; al igual que había presentido que debía ser el “Supremo” Adelphos el que tenía que hacerlo. Estaba preparado desde hacia tiempo, para ambas cosas, la Creacion, y la reunion que estaba a punto de tener lugar.

Apoyado en la pared, mirando al exterior por una ventana, el viento le trajo la noticia de que Nerhu acaba de hacer su aparición, así que, ahora era el turno Nefredos.

Salió de sus aposentos, cerrando suavemente la puerta que ocultaba el interior y sus pertenencias, algo intimo que todos las deidades respetaban de todos los demas, todos salvo, tal vez, Arazos. Alguien a quien no le extrañeria ver en una habitación ajena. Iba a una velocidad moderada, no muy deprisa, pero lo suficientemente despacio como para que la demora se alargara. Quería ser el ultimo en llegar a lo que fuera que esperase en La Mesa.

Se había vestido con la toga azul marino, sujeta en los hombros por piezas de oro, un mineral muy valioso según Durmeg, pero aun así, la toga, dejaba ver la parte superior del pecho y los pelos blancos, iguales a los de su pelo y su cuidad barba.

Agarro con fuerza los redondos picaportes de la puerta de doble hoja que daba acceso a la sala donde ya todos esperaban, la abrió y se coló en el interior como haría una ola sobre una solitaria y partada playa, si ambas cosas existieran, claro. Al entrar y quedar justo opuesto a su silla, noto las miradas de los demás dioses en él.

-Hola a todos- dijo sin moverse de la puerta, aun con las manos en los picaportes y estas vueltas hacia la espalda, se giro para cerrar las puertas, dando la espalda a los presentes. Una vez cerradas se puso en camino hacia su asiento.- Adelphos- dijo como muestra de respeto, con una inclinación de cabeza, al pasar a su lado.

No saludo a nadie mas en especial, pero si levanto las espesas cejas blancas a alguno que otro, como a Durmeg (con el que podría decirse que se llevaba bien). Llego al fin a su sitio, se sentó. Poso los codos en la mesa, entrelazando los dedos y extendiendo los pulgares donde apoyó la barbilla esperando a que todo diera comienzo.

Al final llego el momento, y aquí esta Adelphos, presumiendo y marcando su diferencia con los demás, como si se sintiera superior al haber sido nombrado por el Cosmos, por el injusto Cosmos, líder. Pero solo has de saber, querido Adelphos, que el agua, siempre cosnsigue apagar las llamas….

Cargando editor
08/07/2008, 10:23
Durmeg

Durmeg le devolvió el saludo a Nerfendos con una leve inclinacion de cabeza cuando este entro en la sala, se puso la palma de la mano izquierda y carraspeo un poco, mientras con la derecha mantenia su peculiar baston. Cuando Nerfendos se sentó Durmeg habrió un poco mas sus entre cerrados hojos, dejando ver lo tan claros y brillantes como el diamante eran, y miró hacia donde estaba sentado Adelphos.

Señor Adelphos, ya estamos todos reunidos, cuando guesteis empezaremos con nuestra reunion. -Durmeg habla con su caracteristico tono de respeto al gran dios, esperando que este diera principio al mayor de los acontecimientos jamas visto.

Cargando editor
08/07/2008, 19:12
Adelphos

Nadie sabría en ese lugar porque Adelphos siempre mantenía esa solemnidad, esa forma acérrima de hacer las cosas, y lo que es más raro, nunca se había visto iracundo en público...

También era de saber que siempre trataba a todos con el mismo respeto sin desprestigiar ni mucho menos, pero así mismo es poseedor de la fuerza más grande de la creación, además no podría tener la misma capacidad intelectual que Nerhu, pero su genialidad si lo hacia MÁS que capaz para manejar cualquier situación...

Recientemente Adelphos era acreedor de visiones, de una especie de premoniciones, pero al parecer no era el único... y Arezos ya tenía planes, planes que Adelphos ahora conocía.

La mirada de Adelphos perdió ese tono negro abismal, y soltó un profundo suspiro, para retomar su aliento.

Miro selectivamente a cada uno de los Dioses recordando profundamente las habilidades intrínsecas e innatas que poseían incluso observó a su hija, que el destino le deparaba junto a los Dioses Mayores, la misma tarea.

Termino su "búsqueda", y empezó a hablar, primero con Durmeg.

-Eres muy amable, Gracias.-

Su tono de voz ahora lo empezaba a modular, para solo mantener la atención de los allí presentes, más no para doblegar sus voluntades.

-Mientras dormía, tuve un sueño, el más fantástico y real sueño que haya podido tener desde los tiempos de nuestro nacimiento...- empezó lenta y pausadamente.

-Estaba caminando por un lugar de vastas proporciones terrenales...- miró a Durmeg,-pero su superficie no era lisa, era más suave y fibrosa- por un segundo no supo si mirar a Asura o Drenas, -Había una bóveda, en la parte superior llena de mi luz, y de figuras falciformes, - su mirada ahora penetro nuevamente a la de Arezos, -me encontré a mi mismo en la forma de dos inmensas luminarias, y otras menores… - le sonrió a su hija, -lo más hermoso de papá y fruto de su amor a Ereymos- - lo que me causó una inquietud fue ver a unas criaturas, muchas de ellas, con variadas formas…- lo decía y miraba nuevamente a Asura y Drenas, -incluso alguna de esas criaturas parecían agonizar en una extensión de agua - miró a Nerfedos, pero en la mirada llevaba un toque dicharachero. -de alegría claro, pero las criaturas que pisaban la textura del suelo, tenían ropas y artefactos como los tuyos Melenunde… - su mirada más que obvia, -y por lo que podía notar la discordia estallaba en la euforia de la escena…. - hizo una pausa…

Para permitirse recordar más detalles y para darle paso a sus Dioses para que comentaran algo.

Observaba a su mujer y le sonrió –esas sonrisas que se comunicaban de TODO.-

Notas de juego

Luego subo una canción que sería la banda sonora de mi Adelphos :D.

Cargando editor
09/07/2008, 01:53
Arezos

A pesar de que Arezos estaba sentando en su sitio por orden directa del Rey de reyes, ni su firme petición puedo hacer que el inquieto Dios quedara quieto en un mismo sitio, cuando termino de hablar Adelphos, en su pausa, fue el primero en pronunciar palabra. Pero antes su postura cambio, quedando semi-abierto de piernas con estas apoyadas sobre cada reposabrazo, su cabeza quedaba posada sobre la mesa de forma que su gorro de bufón quedaba aplastado contra la misma y por una vez los cascabeles reposaban en silencio. Desde esa posición Arezos mira a el Dios del fuego, bocabajo eso si.

-¡Oh que maravilloso sueño as tenido Adelphos! Con pequeños seres que poder observar –Hablaba con un tono bastante entretenido- y rodeado todo por la discordia y el caos...Un mundo ideal desde luego jujujuju

Cargando editor
09/07/2008, 02:50
Durmeg

Durmeg meditaba las palabras de su hermano Adelphos en silencio. Tal sueño en un principio parecía bello, un mundo en el que los dioses ponían su esencia y daban forma y nombre... Crear vida inteligente asta el punto de que pudieran evolucionar, crecer y crear, posiblemente, grandes obras de artesanía, y poder prosperar en sociedad... Pero también destruirse algún día al aparecer las diferencias entre ellos, algo que no le parecería raro, ya que, incluso los 9 hijos del Cosmos discutían en algo alguna vez...

Estaba convencido de que esa escena seria de agrado para algunos de sus hermanos, entre ellos Melenunde, a la cual guerra y conflicto eran su forma de ser y actuar... El caos que Arezos esperaba encontrar después de tal catástrofe, ya que era su juego constante... Y las vidas que sin duda Nerhu pensaba reclamar de los caidos en batalla... Durmeg tendría que, con paciencia, dar en parte forma al nuevo mundo, aun sabiendo que sobre las tierras que creara se vertería sangre... Durmeg era fuerte, pero ver a sus "hijos" luchar entre ellos le doleria mucho. No sabia si convendría crear tal cosa, aunque durante sus largas meditaciones en las que pensamientos y sueños se unían, tenia hermosas visiones de como seria tal obra de arte.

Durmeg siguió en silencio pues, decir algo solo denotaría preocupación y no pretendía que los demás dioses dudaran por su culpa de La Creación, crearlo sobre unos cimientos de miedo y duda si que traerían problemas.

Cargando editor
09/07/2008, 17:03
Ereymos

A medida que el gran dios avanzaba en el relato de su maravilloso sueño, Ereymos caía en una profunda meditación de las cosas. Su mirada endurecida y fría recayó en el fondo del gran salón donde se hallaban reunidos. Sus cejas se fruncían lentamente pero no como gesto de enojo o molestia, sino tal vez de preocupación y cierta melancolía retenida a través de los eones. La diosa helada se perdía entre las palabras de su pareja, cruzada de piernas, sus manos reposadas en el posabrazos del asiento que semejaba un bello trono, la espalda recostada sobre el respaldo que ahora mostraba una singular escarcha que nacía de apoco y se pegaba al hermoso mueble, tallado con tanto esmero por las manos de Durmeg. La escarcha era el producto del semiletargo en los que se sumía la diosa. Era su inacción la que lo provocaba. Cierta humedad comenzaba a nacer en el ambiente, gracias al amalgama que producía la proximidad entre el dios del fuego y la diosa del frío.

En cierta forma Ereymos se había ‘ido’ de la reunión de dioses. ¿Qué podría ella crear que fuera de utilidad propia o ajena? Ella sólo había creado algo, con ayuda de Adelphos. Había engendrado a Eulme. Eso le daba la pauta de que podía crear, pero no sola, sino a través o con ayuda de Adelphos. Y así y todo, luego de dar vida a su hermosa hija, los hechos dictaminaron que sola no había podido criarla. Que siempre alguien había estado en medio de ella y su hija. Cuando no era Adelphos, había sido Asura. Y cuando no era ninguno de ellos, era su propia frialdad y distancia. Qué podría llegar a crear Ereymos por sí misma si no era soledad, silencio, frío, letargo…

Dejó caer suavemente su cabeza hacia un lado, y las palabras de su esposo continuaban latiendo en el recinto y ella aún perdida en su abismo personal y privadísimo. Le escuchaba, atendía su relato, pero lo hacía de manera distante.

“…Un lugar donde perderme cuando sienta deseos de estar sola… Un lugar que permita a las demás creaciones introspectarse. Mirarse en su interior. Un lugar de completa soledad, donde el silencio sea tan profundo que cuando se observe, quedar paralizado de tanta belleza. Donde se pueda hallar el sosiego necesario para meditar, para hallar el ‘templo interior’…”

¿Sería tal vez el inicio de algún tipo de credo o religión? Un sitio que para ella era ya de por sí y sin ser aún creado, Sagrado. Pero, ¿podría? ¿Sería capaz?

Sumida en sus pensamientos había sonreído casi mecánicamente a Adelphos, respondiendo a esa hermosa sonrisa que le dedicaba.