Partida Rol por web

El nuevo día había amanecido frío y gris, las nubes provinientes del sur se habían ido aproximando durante la noche y al amanecer ya habían tomado la ciudad amenazando con descargar la tormenta en cualquier momento. El viento racheado avanzaba por las todavía poco transitadas calles, donde alguna mujer se atrevía a salir de casa para ser de las primeras en llegar al horno de la ciudad, pudiendo de este modo evitar las largas colas que se formaban para comprar el pan caliente. Un joven envuelto en su abrigo recorría las calles apagando los candiles a medida que los primeros rayos de sol se adivinaban tras las nubes.

En poco tiempo, el silencio reinante daría paso al habitual ajetreo de la ciudad, con los niños jugando a matar draconianos, el carruaje de algún noble recorriendo la avenida, los mercaderes llevando mercancía de un local a otro o los pasos de los caballeros de solamnia, tratando de que su autoridad sirviera para que todo estuviera en orden. Para aquellos que iban a quedarse en Kalaman, parecía que iban a disfrutar de un día como otro cualquiera, ajenos a las preocupaciones de un pequeño grupo que se disponía a abandonar aquella aparente calma, para quizá viajar hasta el mismo epicentro de la tormenta.

Tras una noche llena de emociones, se levanta de la cama. Se despereza y libera del sopor. Mira por la ventana. Las primeras luces del alba empiezan a asomar en el horizonte. Se levanta de la cama y se dedica a hacer el equipaje. En una mochila mete todo lo que cree de interés para poder realizar la misión con un mínimo de éxito. Preparando algo de comida para el viaje.

Posteriormente baja a desayunar. Lentamente come, mientras observa el sillón y la habitación dónde suele recibir a la gente. Que le sirve de recepeción, sala de estar y cocina a la vez. Puede que sea la última vez que lo vea.

Decidido, termina de desayunar y se enfunda en sus ropajes. Al enfundar la espada, posa sus dedos lentamente sobre el filo y lo repasa, como acariciando una amante. De cuantas muertes me has librado y cuantas has llevado contigo. Fiel compañera. Enfunda a su compañera. Se ciñe el cinto y decidido parte de la casa en dirección al punto de encuentro. Esperemos que nos hayan podido conseguir algo más que esperanza. Solía ser muy puntual para las citas, por lo que se dió prisa para llegar a la hora acordada.

Tajpuk se despierta, se viste y se arma completamente. Deduce que, ya que se ha despertado solo, el elfo y el kender siguen en su cuarto durmiendo, ya que si no habrían ido a despertarle. Así que sale de su habitación y va a la golpear su puerta para despertarles.

Entre el elfo y el kender se habran quedado hablando de cazar mariposas de colorines hasta la madrugada.

Blom blom blom ¡Arriba va!, ¡que tenemos que ir a una misión asquerosa que ha de ser la causa de convertirnos a todos en cadáveres! ¡¿Es que no estáis impacientes?! Blom blom blom ¡Arriba nenas!

Tras asearme un poco y vestirme como es debido, escucho que Tajpuk entra como un huracan en la habitación haciendo ruido y pegando golpes, tipico de los enanos ,los modales no son sun fuerte.

Buenos dias Tajpuk te veo muy animado ,seguro que pasastes mejor noche que yo, porque la mia fue horrible, Tavin preparate es hora de prepararse  para partir el destino nos espera

Protegiéndote del viento gélido que sopla, te encaminas por la principal avenida hacia la parte oeste de la ciudad donde se encuentran las puertas de Kalaman. Por el camino saludas cortésmente a algún aldeano que te reconoce y en apenas diez minutos llegas al lugar de encuentro. Desde la distancia ves que Mirko, el guerrero que acompaña normalmente a Alyena, conversa con un veterano caballero de solamnia. Junto a ambos ves tres caballos y un poni que dan buena cuenta de algo de forraje y pienso. No ves a ninguno de tus compañeros, por lo que deduces que eres el primero en acudir a la cita. Al verte llegar, Mirko da por finalizada la conversación con el caballero de solamnia, que vuelve hacia la entrada para dar instrucciones a unos hombres que trabajan en la reconstrucción de la muralla.

-Buenos días, -te saluda Mirko lanzando algo de vapor sobre sus manos con el fin de calentarlas mínimamente-, sois el primero en llegar. Espero que el resto no tarde demasiado, o nos quedaremos helados aquí esperando, ten, -el guerrero te entrega una pequeña bolsa de piel cerrada con un cordón, por el peso y el sonido deduces que contiene monedas. A los pies del guerrero ves que hay otra bolsa, ésta más grande-, lady Alyena me pidió que te entregara esta bolsa como pago por tu trabajo en las montañas.

Llegó al lugar del encuentro. Siempre había sido puntual y sonrió al ver que era el primero. Sólo Mirko esperaba en el lugar. Buenos días. Saluda cortésmente. Puede que el enano tarde más en llegar, tiene cara de dormilón y rezongón. Comenta sarcásticamente. El caballero le ofrece un saquillo con monedas. Tordek lo coge, abre ligeramente la bolsa y observa su interior. No es que desconfíe, pero un rápido vistazo puede más o menos darle un idea de la cantidad recibida. Tras observar unos breves segundos. Asiente con la cabeza y guarda la bolsita. Podrás comer al menos una temporada, amigo. ¿Y vos, váis a acompañarnos? Dice dudosamente al observar que sólamente tres caballos y un pony aguardan.

Mirko esboza una ligera sonrisa al ver que Tordek observa el contenido de la bolsa, y luego niega con la cabeza ante la pregunta de su interlocutor.

-No, no os acompañaré. Lady Alyena me necesita aquí en Kalaman durante su ausencia. Poco después de acabar la reunión marchó de viaje hacia el oeste, creo que a Palanthas. Además de vosotros, otros grupos de valientes aventureros están dispuestos a ayudar en lo que puedan y Alyena tiene la necesidad de supervisarlo todo... forma parte de su caracter, -concluyó el guerrero con otro esbozo de sonrisa

Después de que Tajpuk llegara a la habitación de Elendorn y Tavin, totalmente pertrechado y listo para la aventura, espera a que el elfo y el kender acaben de recoger sus enseres. Una vez listos bajais al comedor y tras desayunar algo rápido abandonais la posada para dirigiros a las puertas de Kalaman.

Caminando por la avenida os dais cuenta de que la temperatura ha bajado bruscamente y el aire viene frío del sur. Pocos son los aldeanos que se atreven a salir de sus casas y las calles están casi desérticas. Os cruzáis con una pareja de caballeros de Solamnia que parecen estar haciendo la ronda, os dais cuenta de que están algo preocupados y por lo que podeis captar de sus palabras al cruzaros con ellos, entendeis que hablan de una patrulla que salió a caballo ayer y todavía no han regresado. Sin embargo vuestras preocupaciones son otras, y dándole vueltas a lo que tenéis por delante seguís avanzando hasta divisar las puertas de la ciudad. Junto a ellas, reconoceis desde la distancia a Tordek que conversa con Mirko, el guerrero que trabaja para Alyena. Junto a ellos, veis a tres caballos y un poni que comen algo de forraje. Deducis que se trata de las monturas que os prometió Alyena.

En estas llegáis hasta ellos.

Mientras conversas con Mirko, ves por el rabillo del ojo que llegan juntos Tajpuk, Tavin y Elendorn, éste último conduce por la brida a una yegüa negra. Por lo que solo faltaría el mago.

El enano se acerca a la pareja y se queda allí de pie. Luego se siente algo incómodo por no decir nada a nada a modo de saludo, así que dice lo primero que se le ocurre.

Hace un frío que cala hasta los pelos de los huevos. Si fuérais inteligentes y viviérais en galerías como los enanos, estas cosas no os pasarían.

Desvía la mirada hacia los caballos, pensando en cual le tocaría a él.

Me equipo bien y recojo me yegüa en los establos, el viaje va a ser largo y tedioso, pero no quedaba otra.

Pero nos perderiamos las maravillas de este mundo, los bosques, los lagos, las praderas verdes, la lluvia el sol,etc... en una cueva solo se ve roca un paisaje muy triste en mi opinión, auque respeto que tu gente prefiera vivir en cuevas y aislarse del mundo exterior si no os gusta la belleza natural como mi gente.

bueno estamos listos quien falta a un por aqui¿?

El enano se queda alucinado. Mira al elfo con un ojo mucho mas abierto que el otro.

Se nota que en tu vida has admirado una ciudad enana de casas excavadas en la roca, con unas defensas de muros duros como los pilares de las montañas, ni has visto los infinitos túneles ni galerías ni impresionantes lagos que hay en el subsuelo, ni por supuesto admirado la increible orfebrería que los enanos desarrollamos con gemas en cuyo interior puedes perder la mirada y que por supuesto no se encuentran entre la hojarasca seca del los bosquecitos. Así que cuando veas todo esto podremos comenzar a comparar bellezas.

Aparta la mirada buscando al mago.

Tras tomarte la infusión y recordar una y otra vez el sueño vivido durante la noche, recoges tus enseres y te aseguras de tenerlo todo bajo control. Dedicas unos minutos a dar algo de comer a tu hurón y finalmente sales de la habitación dispuesto a abandonar la posada y dirigirte al encuentro de tus compañeros de viaje.

Por las calles de Kalaman apenas ves gente, sopla un viento frío que te obliga a frotarte las manos para que no queden entumecidas. Obligas a tu familiar a que se quede oculto en el bolsillo de tu túnica, resguardado de la inclemencia metereológica. Elevas la vista hacia el cielo y te das cuenta de que la situación no parece que vaya a mejorar, al menos durante el día de hoy, pues el cielo amenaza tormenta.

Cuando llegas a las puertas de la ciudad observas desde la distancia que el resto del grupo ya ha llegado, el guerrero, el enano, el elfo y el kender. Todos forman un círculo y conversan con Mirko, el guerrero que acompaña normalmente a Alyena. Junto a ellos ves tres caballos y un poni que dan cuenta de algo de forraje. Además de estas monturas, observas mientras te acercas que el elfo sostiene en su mano izquierda la brida de una yegüa negra, la cual deduces que es su montura particular. Te das cuenta de que Mirko te ha visto cuando a un gesto suyo, el resto se gira para observar como llegas hasta su posición.  

Mirko saludó al trío cuando llegó y se quedó en silencio mirando en derredor cuando el enano y el elfo parecían dispuestos a entablar un combate dialéctico sobre la belleza en el mundo. Naturalmente él tenía su propia opinión y por un instante su mente viajó muy lejos de Kalaman. Su mente volvió inmediatamente cuando divisó a lo lejos un hombre vestido con rojos ropajes.

-Ahí viene, -os dice Mirko a la vez que os girais hasta la posición donde mira el guerrero-, ya estáis todos.

Segundos después, Alphonsus llega a vuestra posición.

Una vez que Alphonsus llega al punto de encuentro se limita a asentir en silencio y Mirko le devuelve el saludo con otro asentimiento.

-Creo que ya estais todos, -anunció Mirko mientras recogía una bolsa grande que tenía apoyada junto a su pierna izquierda. El guerrero subió la bolsa al poni atándola en la parte posterior de la grupa del animal- en la bolsa os he puesto comida suficiente para dos días, además Gadaner, el herbolista del castillo ha preparado un par de pociones de curación... aunque mejor si no teneis que recurrir a ellas. Veo que el elfo ha traido su propia montura, así que creo que ya está todo- El guerrero se detuvo un instante para comprobar que el fardo estuviera bien ajustado en el poni y volvió la vista un instante a Tavin y posteriormente al resto, -quizá sea conveniente que el kender monte el poni, el animal podrá soportar bien su peso y el de la carga, pero en fín, como vosotros veais.

Mirko emitió un hondo suspiro mirando al cielo y luego a las puertas abiertas de la ciudad, a través de ellas se divisaban las extensas praderas y el ennegrecido cielo.

-El alcázar no tiene pérdida, a poco que veais las montañas dirigíos al pico más alto, antes de llegar a él divisaréis la estructura del alcázar emergiendo entre los picos menos altos. Os deseo toda la suerte del mundo, una parte del futuro de nuestro mundo se ha puesto en vuestras manos, -Mirko hizo una pausa mirando a todos uno por uno-, los dioses os otorguen su bendición, sean quienes sean...

Tordek observa como uno a uno se van acercando. Cuando llegan a su altura inclina la cabeza de forma amable en forma de saludo.

Una vez llega el último y Mirko desea suerte, contesta mirándole: Los dioses os oigan, estimado Mirko. Muchas gracias por todo.

Girándose a sus compañeros mientras monta en uno de los corceles añade: ¿Preparados, compañeros? Es el inicio de un momento que recordaremos el resto de nuestras vidas. Será un placer compartirlo con vosotros.

Una vez montado sobre el córcel y preparado para partir, apoya sus codos sobre el lomo del animal, sujetando firmemente las cuerdas, dice: Cuando deseéis. Esperando a sus nuevos acompañantes.

No quiero ir elendorn de verdad amigo...no quiero ir...el kender seguia palido y ojeroso, jamas habia experimentado esta sensacion y todos sus compañeros parecian tan radiantes deseosos de entrar en esta aventura tan oscura...

Tavin trnaquilo si lo dices por las pesadillas que has tenido son solo eso tranquio yo estare a tu lado en todo momento vale, es el momento de los corazones valientes y de las grandes hazañas , ademas como solia decirme mi padre ,"la fortuna favoreze a los valientes" y la luz siempre venze a la oscuridad

Doy animos a Tavin ,creo que la moral le ha bajado mucho desde esas pesadillas espro que aguente pase lo que pase, y uqe tenga presente que dare la vida por el si es necesario antes de que le pase algo.

Mira sorprendido a Tavin. Parece ser que no fui el único. Dirigiéndose al pequeño hombrecillo, con gesto amable, dice: ¿Qué es lo que os encoge el corazón, maese Tavin? Sea lo que sea, confiad en las palabras de Elendorn. Todos tenemos grandes dudas. Valiente no es quien realiza grandes hazañas, sino el que teniendo miedo, lucha contra sus temores y se logra imponer.

Sonríe y mirando al elfo comenta: Sabed que no os pasará nada, vuestro amigo elfo se ocupará de ello. Le veo muy decidido a defenderos incluso ante el mismísimo Raistlin.

Miro al resto mientras espero que se preparen.

El mago apenas si había saludado a los presentes con un leve gesto de su cabeza y un quedo murmullo. Se había puesto de lleno a la tarea de montar su animal y parecía bastante concentrado en estos menesteres, sin preocuparse mucho del resto, cuando de repente su cuerpo entero se conmocionó ante las últimas palabras del guerrero.

- Roguemos a los Dioses que nunca tengamos que comprobarlo. – dijo en tono apagado. Su semblante no había cambiado, permanecía igual de taciturno que el día anterior.

Luego, dedicando una extraña mirada a sus compañeros, indicó con gesto sombrío.

- Pongámonos en marcha. Este maldito clima me hace rechinar los huesos. Cuanto antes terminemos esto, mejor. Para bien o para mal…