Partida Rol por web

Estaba muy austada cuando escuchó la clase de prueba a la que querían someterla. Recordó las palabras de Bester, y ni mucho menos se sentía como un perro. Aún menos como un lobo...

Los droides estaban delante de ella preparados para atacar, y sabía que sólo podía hacerles frente con la ayuda del agente.

- ¡Bester, ayúdame! - le dijo. La mente de la mujer buscaba soluciones a toda velocidad, hacia una comparativa entre ellas, y evaluaba cúal era la opción más probable de éxito. Entonces escuchó la voz de su mentor pidiéndole que se relajara. Hacía poco le había oído decirle eso con su pausada voz, por lo que recordaba hasta el más mínimo detalle de esa escena. Cerró los ojos. Pronto obtendría la ayuda de su mentor, pero eso no era suficiente. No se enfrentaba a una simple prueba. Era una lucha por la supervivencia.

Lucy abrió los ojos.

- Operativo X8 preparada para acabar con droides - inmediatamente, se puso en marcha con su prueba - Iniciando comprobación de fallos en el código fuente de sujeto GLaUNO y GLaDOS - Lucy se concentró, e intentó desarmar a los dos oponentes, trayendo sus armas hacia sí misma

Esta era la evidencia de aquello que Bester había dicho, lo que más le molestaba. Aquel guardia, entrando con una clara actitud de superioridad. Hasta que se encuentra frente a Bester. El Agente se limitó a observarlo en silencio, mirándolo a los ojos. Y acabó por esbozar una sonrisa satisfecha, una sonrisa superior y que delataba como estaba jugando con aquel hombre cansado. Por que no necesitaba meterse en su mente. Solo intimidarlo, infundir temor en su corazón. Hacerle creer que estaba leyendo todos sus pensamientos, que revelaría todos sus secretos a sus compañeros si se sobrepasaba.

Se giró hacia Lucy, asintiendo una sola vez con la cabeza.

Debemos acompañarle.

Fue el único susurro mental que dejó escapar hacia Lucy. Bester era un hombre que, siempre que podía evitarlo, apenas utilizaba sus cuerdas vocales. Porque con otros Homo Mentis como a él le gustaba llamarles, aquello era su lengua, su forma de comunicación. Y con los Homo Inferiore, los humanos sin capacidades, esta voz en su cabeza generaba pánico, temor, desconfianza y congoja.

Esperó a que Lucy se pusiera a su altura. No era un hombre que hiciera marchar a sus alumnos por detrás como si debieran seguirlo. Ni por delante, como si fuera un escudo humano. Gustaba que le acompañaran a su altura. Que vieran lo que él veía, que escucharan lo que él escuchaba y que juzgaran lo que él juzgaba.

David y Bishop.

Dos nombres que el Agente no esperaba escuchar, y que le extrañaron de forma extrema. Por fin tendría el "honor" de "darles la mano". Aquel fue el único pensamiento que resonó en su cabeza una y otra vez, que conseguía agitar su ánimo. Si estrechaba aquella mano, podría hacerlo, podría acceder a todas las llaves, ver todos los mapas, ver con todos los ojos.

No hubo palabras durante el trayecto. Bester se limitó a observar los mandos que llevaban los guardias que les hacían de escolta. Pero se preguntaba una realidad más importante y evidente: ¿Los escoltaban a ellos? ¿O escoltaban al resto de la base de nosotros?

Al llegar al laboratorio su vista, atención y mente se centraron en la pareja que allí los estaba esperando. No dijo nada, no abrió la boca, intentando entrar en su mente desde el primer contacto visual. Y ejecutó dos maniobras que sabía que le ayudarían a leer su mente, al obligarlos a pensar en ese mismo temor. La primera, fue sacar por fuera del uniforme aquel triangulo plateado que colgaba de la cadena.

Porque los símbolos son una de las patas esenciales de la mesa de la psiónica.

La segunda fue quitarse los guantes, gesto que sabían que identificarían. Pero aun así, nada pasó, sus mentes seguían cerradas, vacías, frías. Sin mente. No tenían mente, no eran humanos.

Son sintéticos.

Comunicó mentalmente a Lucy. Fue un error pensar que sería tan sencillo, pero la decepción no pudo consumarse cuando ambas abominaciones comenzaron a hablar. Bester siguió sin abrir la boca, limitándose a seguirlos con la mirada mientras hablaban.

No temas. Eres demasiado valiosa como para sacrificarte.

Dedicó esas palabras mentales a Lucy, mientras eran separados, mientras ella era conducida a aquella sala de pruebas, y él, detrás de la mampara.

Bester llevó sus manos a la espalda, sacando algo de pecho a pesar de lo bajito que era. Observó en silencio como Lucy era enviada a la sala de pruebas, y como aquellos dos robots aparecían por la puerta. Él estaba tranquilo, confiaba en las capacidades de Lucy, en su adiestramiento, en el tiempo que habían pasado entrenando. Aun así, siguió callado, observando.

- Espero que sus técnicas de motivación no destruya un activo tan valioso como es el Operativo X8, Doctor Mengele. - Fueron sus primeras palabras en practicamente todo el día. Y lo hacía por obligación, al verse obligado a tener que comunicarse con el holograma.

Escúchame, Lucy. Relajación, Evaluación, Situación, Ejecución.

Estoy aquí, y mientras eso sea así, no tienes nada que temer.

Comencemos.

La voz de Bester parecía tranquila. Siempre tan tranquila, tan calmada. Como si tuviera siempre todas las situaciones bajo control. Él seguía tras aquella mampara, a pesar de que preferiría estar allí, en aquella sala de pruebas.

Relájate. Escucha mi voz. Solo estamos nosotros y esas máquinas. Evalúa. Dos máquinas. Primero desármalas. Así necesitarán acercarse para hacerte daño, para herirte. Están aun lejos. Debes centrar tus esfuerzos en exterminar una. Sitúalos. Las máquinas están juntas, tu aun estas lejos. Ataca primero. Atrae sus armas, después lanza a una contra la otra, dañaras a la primera, retrasaras a la segunda. Y ahora....

....ejecución.

Yo llevaré tu carga. No desates todo tu potencial, solo lo necesario. Guárdate siempre una pequeña sorpresa, nunca sabrás cuando la necesitarás.

Fue entonces cuando Bester cerró los ojos, concentrándose. Dirigiendo toda su atención, voluntad y mente en respaldar a su joven pupila, en recibir la carga de un combate que ni siquiera estaba llevando a cabo.

Cuando percibe la aprobación de su mentor para canalizar a su través las energías que consuma, Lucy sonríe y mira de reojo a los dos sintéticos que la están monitorizando desde la cabina. Hoy van a aprender algo nuevo.

Con un solo gesto, extendiendo la mano, arranca las armas de descargas de las garras mecánicas de esos droides y las hace volar hacia sí misma, dejándolas flotanto en el aire. A su alcance. Pero todavía no las necesitará. Ni mucho menos.

Continúa el movimiento de su mano, haciendo un barrido hacia el lado, y una de las máquinas se ve elevada del suelo y lanzada hacia su compañero, impactando fuertemente contra su chasis mecánico y retrasando su avance. Por desgracia, sólo el que ha usado como proyectil parece haber sido dañado de verdad, cuando una placa salta dejando a la vista sus circuitos y engranajes internos...

Los dos Droides de mantenimiento reprogramados se recomponen como pueden, aunque el haber perdido sus armas eléctricas les fuerza a atacar con sus brazos robóticos. Sin embargo, eso no acaba de resultar tranquilizador, esas pinzas tienen todo el aspecto de ser capaces de triturar un hueso humano con un mínimo esfuerzo...

Un largo suspiro, una suave tensión en el músculo que controla el entrecejo, obligándolo a juntarse en una mueca de dolor, en un pinchazo psíquico, haciéndole cerrar los ojos, obligándolo a coger aire. Una carga que debía soportar. Pero aun así, cualquiera de los allí presentes que lo viera, o las mismas cámaras de seguridad no lo delatarían, pues siguió erguido, impasible ante lo que sucedía en su interior.

Sabía que no podía flaquear, no ahora que su pequeña pupila estaba en peligro, y que aquellos salvajes Homo Inferiore respaldado tras sus máquinas no repararían en destrozarla de ser necesario para llegar a sus objetivos. Ella era mucho más valiosa de lo que cualquier otro mono inferior pudiera comprender, que llegara jamás a comprender.

Ella debía sobrevivir, a cualquier precio.

- Continua. -

Ahora el objetivo de Lucy es acabar con el droide al que ha conseguido dañar. Para ello, sigue elevándolo por el aire y dejándolo caer sobre el otro droide. Pues aunque el otro no sufra casi desperfectos, servirá como distracción. Eso suponiendo que su programación considere eso una amenaza, y no sólo tenga como objetivo atacar y defenderse del operativo X8.

Mientras tanto, las armas estaban levitando en el aire esperando a dañar a su próximo objetivo.

- Entendido, Bester. Voy a centrarme en machacar al que está tocado. Sigo necesitando tú apoyo. Cuando haya conseguido acabar con uno, todo será más sencillo - le dice al agente.

Sintiéndose respaldada por las energías psiónicas de Bester, que está asumiendo todo el intenso desgaste estoicamente, aún a coste de quedar completamente agotado y vacío... la joven Lucy desata su poder con violencia.

Y concentra su furia de forma implacable en uno de los droides, el que ya estaba algo dañado, buscando astutamente neutralizarlo por completo en este embate. Así luego podrá centrarse en el otro.

Aunque tendrá que hacerlo rápido, pues tal demostración de poder tiene un terrible coste que incluso ella misma ya empieza a acusar, mientras las reservas de su mentor se han consumido por completo...

Una vez más, aquel extraño zumbido que acusaba de haber sobrepasado sus capacidades mentales. Aquel dolor de cabeza, suave, pero que impedía pensar con claridad, aquel extraño ronroneo de la mente que no te permitía concentrarte lo más mínimo fuera cual fuera el objeto del mismo.

Seguía con los ojos cerrados, de pie, apretando con fuerza los guantes a su espalda. Hasta ahí había llegado, aquel había sido todo su esfuerzo y empeño, toda su capacidad. Y ahora estaba frío, vacio, de pie, tras aquel cristal sin poder ayudar, por más que lo deseara... por más que quisiera a su pupila. No sabía cuánto aguantaría, o si se alargaría el combate, o si este solo era el primero de varios. Necesitaba concentrarse, recuperarse por si debía escudar a Lucy una vez más.

Recurrió a su entrenamiento, a esos ejercicios de meditación y control cognitivo. Comenzó por lo más sencillo, "seguir el hilo" como a él le gustaba llamarlo.

Dos y dos, Cuatro. Cuatro y Cuatro, Ocho. Ocho y Ocho, Dieciséis. Dieciséis y Dicases, Treinta y dos. Treinta y dos y Treinta y dos, Sesenta y Cuatro. Sesenta y Cuatro y Sesenta....

Lucy sigue aguantando gracias al desgaste con el que carga su mentor. Sabe que de un momento a otro va a tener que lidiar con la situación ella sola, así que debe desactivar por completo al droide atacando a la CPU. Así que de nuevo, vuelve a lanzar al droide tocado hacia el otro intentando acabar con él.

Una vez más lanza a uno de los droides de mantenimientos reprogramados contra el otro, hasta conseguir destruir la CPU del más dañado y entorpecer de forma significativa al que aun continúa en pie.

Tras esto, el Operativo X8 recoge una de las armas de descargas que había arrebatado a sus contrincantes y dispara sin piedad sobre el droide restante, obligándole a retirarse, oculto tras la chatarra de su compañero caído.

Su victoria es incuestionable.

En la cabina, los sintéticos se afanan en recoger todos los datos posibles sobre el experimento, ayudándose de sofisticados aparatos electrónicos que van ajustando y recalibrando sin cesar... hasta que la situación llega a un equilibrio que parece estable.

- Una gran actuación del Operativo X8 - comenta con inhumana frialdad - Aunque no debemos menoscabar el apoyo prestado por el Agente Bester, ya que ha sido crucial en este interesante desarrollo.

El otro sintético observa a Bester con un interés aséptico y añade:

- Si bien parece haberle pasado factura, está completamente agotado...

Los ejercicios mentales parecían funcionar, al menos a la altura de que no había caído inconsciente al suelo en estado catatónico. Había llevado un sobresfuerzo y ahora sentía como todo a su alrededor era más propio de un mundo etéreo y lejano, que de la propia realidad. Las voces, a su lado, sonaban ralentizadas, distorsionadas, lejanas. Aunque comprensibles.

Bester intentó mantener la entereza. Apretó con toda la fuerza que fue capaz de reunir aquellos guantes que sujetaba a su espalda, mientras mantenía los ojos cerrados, buscando recibir el mínimo número de estímulos externos. Primero él. Después él. Por último él. Solo así podría recuperarse, volverse a encontrar, romper el enlace con Lucy y hacer que sus mentes dejaran de fusionarse de una manera que el consideraba peligroso e invasivo.

Él también deseaba realizar sus propios experimentos con la mente humana. Cosas que escapaban de la comprensión de los seres humanos normales. Experimentos que no lo limitarían nunca más.

- Me recuperaré. - Acabó por contestar a los segundos. - Ha sido una prueba satisfactoria, espero que no deban repetirse de forma constante. - Cogió aire, abriendo los ojos y centrando la vista en Lucy. - Este experimento no es arbitrario ¿Por qué?

La voz del holoproyector inunda la sala para dar respuesta a vuestros interrogantes:

- ¿No es evidente, Agente Bester? Debíamos saber si el Operativo X8 era capaz de afrontar un reto que sobrepasase incluso su más que notable potencial – se justifica – Pues eso nos ofrece la certeza de que la conexión entre dotados psiónicos es una realidad. Incuestionable y peligrosa.

Claro, querían saber si podía superar sus propios límites, pues si con Bester respaldando su poder latente ha logrado esto… ¿qué podría hacer si conectase con una decena de dotados? ¿O con todos los que pueda haber en esta base?

- Ahora, será mejor que os dirijáis a vuestras celdas de contención – comenta mientras los dos sintéticos reaccionan al unísono, dispuestos a escoltaros – Debo tomar algunas decisiones importantes, que ya os comunicaré en su momento…

Lucy sólo desea salir de esa maldita habitación cuanto antes, y cuando pasa por delante de sus examinadores, no dice nada. Sólo se limita a mirarles de forma fría, sería y con desprecio. Luego, gira la cara entrecerrando los ojos, y sigue hacia su celda con paso firme y sin mirar atrás.