Partida Rol por web

- La evidencia de la marea psíquica. - El término usado por él para referirse al mar de pensamientos del cual uno debía guardarse para no entrar en mentes ajenas, o que mentes ajenas entraran en la suya por error. - era la demostración científica de que la conexión entre dotados es una realidad. No era necesario este tipo de experimentos si leyeran mis informes. - No, no le había gustado lo más mínimo que se pusiera en peligro la vida de su pupila, de su pequeña, de su hija. Posiblemente aquella fuera la gota que había colmado el vaso.

- No será necesaria la escolta. Yo mismo acompañaré a Lucy hasta su habitación. - Siempre ese doble juego de diccionarios. Donde ellos la llamaban Operativo X8, él la llamaba Lucy. Donde ellos la llamaban Celda, el seguía llamándola Habitación. Algún día, todo esto cambiaría. Lo había visto.

- Que tenga un buen día, Doctor Mengele. - Lo despidió, dándose la vuelta dispuesto a marcharse con Lucy.

Emplearéis una de las lanzaderas de clase Tintorera para acercaros a la Estación Orbital Babylon-5 mientras el AURORA se mantiene en una órbita cercana. Es infinitamente más discteto, y sabes que el Dr. Mengele es muy puntilloso con la seguridad. Cuando te indicaron que para embarcar en ella era obligado que uno de los marines coloniales os escoltase, no dudaste en aceptar complacido, e incluso en sugerirle a Adama que pidiese un voluntario para hacerlo. Para no molestar.

Sabías perfectamente que sería Crichton, pues conoces su historial tras haberlo estudiado recientemente de forma minuciosa, y te consta que está acreditado como piloto. Y que sin duda se ofrecería el primero. Ya ha olido tu dinero, ahora sólo hay que agitar un billete ante su cara y saltará hasta donde le pidas. Filosofía corporativa básica...

La lanzadera es bastante cómoda, dispone de un espacio razonable a bordo. Claro que está diseñada para acoger ocho tripulantes, entonces su diseño militar debe comprimirlos bastante. Todo eso de la mentalidad espartana, ya se sabe...

Pero la cuestión es que cuando atracáis ante una cámara estanca sólo tú y la asistente sintética vais a poner el pie en la Babylon-5, mientras Crichton se queda de guardia a bordo. Mejor que tenga el menor contacto posible con lo que hay aquí dentro... ni a tí mismo te hace demasiada gracia exponerte a esos psiónicos. Has trabajado alguna vez con algún "agente asesor" del Cuerpo Psíquico y sus capacidades son asombrosas. Y muy útiles en una negociación de alto nivel. Leen la mente del negociador de la otra parte, informándoos de cuando se guardan algo en la recámara. Algunos incluso son capaces de inducir un estado de ánimo particularmente propicio para aceptar un trato, actuando como el factor que decanta la balanza en el momento crítico. Por eso son tan valiosos. Pero lo cierto es que nunca estás completamente seguro de que no puedan entrar también en tu propia mente. No puedes relajarte en su presencia. Por eso se usa tan poco este recurso, pese a resultar indudablemente útil...

La verdad es que la estación es fascinante, los "dotados", como ellos los llaman, apenas constituyen un escaso 10% de la población de esta base, la inmensa mayoría son científicos y muchos, muchísimos guardias de seguridad. Lo cual ya dice bastante por sí solo... y paradójicamente no ayuda a generar tranquilidad. Y luego están los sintéticos de la estación. Monnipenny los identifica en el acto, pues los replicantes se comunican entre ellos por wifi.

Muy práctico. Y silencioso. Ahora que te fijas, el silencio aquí es abrumador. Nadie pronuncia ni media palabra, como no sea algún bufido de un guardia. Tal vez por eso te estés empezando a poner de los nervios...

Uno de los sintéticos os saluda cortesmente, pronunciando las primeras palabras que oyes desde tu llegada:

- Sea bienvenido a Babylon-5, Mr. Smith, el mismísimo Marcus Weyland nos había puesto al tanto de su llegada - comenta con voz extrañamente neutra - Ya hemos actuado para satisfacer su demanda, puede estar seguro de que los especímenes que le proporcionaremos no le van a decepcionar.

Entonces interviene un segundo sintético, que parece estar completando las frases del primero:

- Deberá disculpar al Dr. Mengele, pero no le gusta salir de su centro de mando - intenta justificar - Además, nunca entra en contacto con los dotados, sería una vulneración del protocolo de seguridad.

Se acerca a una terminal holográfica adyacente y la activa...

- Pero puede comunicarse con él desde aquí mismo si lo desea.

Desde la terminal se proyecta una imagen que aparece sutilmente deformada por el ángulo de cámara:

- ¡Mira lo que nos ha traído aquí el capricho del destino! - comenta con un tono que no acaba de gustarte - No esperaba tener visitas tan distinguidas en nuestro humilde rinconcito olvidado del universo... y menos que viniesen precedidas de las exigencias de Marcus - y comenta con evidente malicia - Dime una cosa... ¿todavía sois tan íntimos, Smith?

Smith observa el recinto y todo está impecable. Llega hasta la gran sala con algo de prisa.

Cuando Mengele aparece por la pantalla y habla no puede más que sentirse algo incómodo y enfadado, pero se reprime... de hecho da igual, leerán sus sentimientos.

-Buenas tardes Doctor. Como sabrá vamos con prisas y no tenemos tiempo para formalismos innecesarios, ni para hablar sobre... el tiempo -dijo para contrarrestar la incómoda afirmación de Mengele.

-Marcus ya le habrá notificado a quién venimos a recoger, a si que si es tan amable... No cabían rodeos ni metáforas, se sentía enormemente incómodo en ese sitio, pues si podían leerle la mente carecía de sus más preciadas armas, la información reservada... Pero resultará de un valor incalculable con la querida Consejera Wray.

La imagen holográfica se sonríe con cinismo...

- ¡Ah, el tiempo! El tiempo demuestra mejor que nada en el mundo que todo es voluble, lo que hoy crees tener, mañana desaparece... como usted y Marcus ¿no? - suelta su veneno, para después seguir filosofando - Berlioz decía que el tiempo es un gran maestro, lo malo es que va matando a sus discípulos - ríe entre dientes su propia gracia para luego continuar - Ya he dado orden de que le traigan lo que Weyland exigía, Smith, pero cuídese de que no se le indigeste el plato...

Y dicho esto, desconecta su holoproyector groseramente, sin molestarse en despedirse... por lo visto no le ha hecho mucha gracia tener que ceder a dos de sus especímenes dotados.

Los sintéticos no reaccionan ante el desaire que ese loco de Mengele acaba de hacer, sino que continúan como si nada hubiera pasado, posiblemente no son ni conscientes de ello:

- Aquí tiene los informes acerca de los dos individuos que Weyland ha requedido, son de los mejor cualificados - pasa los archivos directamente a la memoria de Monnipenny - El agente Alfred Bester es uno de los miembros más veteranos y experimentados de nuestro Cuerpo Psíquico, uno de los pocos psiónicos de primera generación que siguen en activo - probablemente eso quiera decir uno de los pocos que continúan con vida - Sus capacidades son muy remarcables y sabe sacarles provecho, es lo que definimos un telépata puro.

Os tiende un maletín repleto de embalajes que contienen cápsulas de color azulado y añade:

- Estas son muestras de su medicación, es imprescindible que se le administre como mínimo una vez por semana, aunque los dotados están habituados a recibirla diariamente - comenta - Aquí tienen suficiente para un año de tratamiento de cada especimen - y aclara - Porque, por supuesto, Lucy también lo necesita...

En ese momento toma la palabra el otro replicante:

- El segundo especimen que le será facilitado, el Operativo X8, nuestra pequeña Lucy, es algo muy distinto - asegura mientras extrae un diminuto objeto similar a un mando a distancia de su bolsillo y te lo tiende - Se trata de un psiónico de segunda generación, lo que el Dr. Mengele ha definido como un Cyber-Psiónico, pues ha sido sometida a neurocirugía para insertar en su cortex fronto-temporal un implante potenciador de ondas gamma - lo explica como si fueras a entender algo de lo que está diciendo - Este es el control para desactivar ese implante potenciador, tiene un alcance de unos cien metros y si lo activa quedará aturdida e incapaz de activar su poder en un buen rato... aunque debe tener en cuenta que su telepatía no resulta completamente anulada.

Su compañero continúa la conversación casi como si fuesen un sólo individuo:

- El especimen Lucy ha sido muy difícil de controlar, debido a que el ciberimplante cortical potencia sus capacidades lantentes hasta proveerla de capacidades telequinéticas, además de las telepáticas - explica algo que parece imposible - Por eso el Dr. Mengele tuvo que recurrir a estas medidas de seguridad, aunque normalmente la presencia del agente Bester es suficiente para apaciguarla y lograr que se muestre colaboradora - aclara la necesidad de llevar dos especímenes - Además, los dotados tienen una notable capacidad para potenciarse mutuamente, y pueden asumir el desgaste psíquico de su compañero, así que disponer de ambos es un recurso impagable...

-Muchas gracias dijo mientras con la vista indicaba que le fueran pasando todo a su secretaria... ¿todo? no, cuando le dan el control de la X8...

-Bueno, esto mejor que lo lleve yo, lo mira y se lo mete en el bolsillo interior de la americana.

-Monnipenny, mientras llegan, revise si entre lo que nos dan hay algún tipo de documentación con una tapadera para ellos, algo que haya preparado Marcus... dice discretamente, si es que puede hacerse eso aquí.

-Si no, vaya elaborando un informe falso dándoles un cargo en el cuerpo de contraespionaje de la ONUG, como algo TOP SECRET, y se lo pasas a Marcus. Fundamentalmente para que nos cubra las espaldas. Y luego se lo enseñaremos a Adama... colará.

Una vez más percibis los toscos pensamientos de los guardias antes incluso de oír sus pasos resonando en el pasillo. Como vuestra conversación es siempre telepática, el silencio de la celda es absoluto, y ambos podéis oír perfectamente como teclean un código numérico en la cerradura electrónica de la puerta.

No necesitáis ni concentraros para leer en su mente los números: 8845235. Y encima se toman la molestia de cambiarlo todas las semanas. Es absurdo que utilicen este tipo de medidas de seguridad aquí, entre dotados, pero lo siguen haciendo. Aunque habéis llegado a suponer que realmente no es por vosotros, sino para los propios guardias. Ese astuto cabrón del Dr. Mengele emplea estos sistemas obsoletos para generar una sensación de control en los guardias humanos que trabajan en su complejo de investigación. No son muy listos, de eso tenéis constancia... así que bien podría ser así.

Falsa seguridad para calmar conciencias agitadas.

Porque si quisiérais saldríais cuando os diese la gana. El problema nunca han sido los guardias humanos, aunque sean auténticas moles de más de cien Kg hinchadas de anabolizantes. Vuestro auténtico carcelero siempre ha sido el sistema de vigilancia electrónica supervisado desde la sala de control central de Babylon-5. Eso y los sintéticos.

Cuando la puerta se abre aparece un feo rostro ya conocido:

- Venga, movéos, parece que vais a salir de excursión...

Lucy mira a Bester frunciendo el entrecejo. Al parecer le ha sorprendido el comentario del vigilante.

- ¿Una excursión? ¿Tú estabas al tanto de eso? - le dice telepáticamente a su mentor.

Acto seguido sigue al guardia imaginando a qué clase de "excursión" se refiere.

En cuanto la puerta se abrió, el guardia pudo encontrarse a un Bester que estaba apenas a unos milímetros de la plancha metálica que se elevó verticalmente, y clavó sus ojos en el guardia, ampliando la sonrisa cuando dijo que se iban de paseo. Deliberadamente, pasé por delante de sus ojos aquel colgante con forma de triangulo, mirándolo fijamente mientras él seguía aquel lento gesto, aquel amuleto.

- Excelente. ¿Preocupado por la revisión de tu contrato el mes que viene? - Le preguntó, sin borrar aquella sonrisa burlona, de superioridad, mientras alzaba el mentón. Odiaba aquellos monos con anabolizantes, pero no podía hacer otra cosa que seguir las normas.

Romper la rutina. Detestable. Pero necesario. Ahora lo importante era Lucy. - Prepárate, vamos a buscarte. - Informó a su pupila, mientras caminaba en silencio por los pasillos. Al reunirse con ella, la miró a los ojos, esperando a que se situara junto a él.

- No. Pero lo sospechaba. El último experimento no fue... arbitrario. Apártate de la marea, por ahora. - Comencé a caminar, tras aquel guardia, siguiéndolo.

Esta vez los guardias son cuatro, y os conducen por unos pasillos que no recorreis habitualmente. Hacia una sección de la gran estación orbital Babylon-5 que sólo el agente Bester y unos pocos dotados privilegiados, miembros del selecto Cuerpo Psíquico, han llegado a conocer: el acceso a los hangares de las lanzaderas. La salida al mundo exterior.

Los largos pasadizos de un blanco inmaculado acaban por desembocar en una amplia estancia en la que se ven muchas pantallas de datos, pero el personal parece haber abandonado sus puestos. Seguro que son investigadores que Mengele no desea que se crucen con vosotros, para no exponerse a que sus pensamientos revelen información sensible...

Y finalmente, os encontráis con cuatro solitarias figuras en la sala. Aunque sólo una de ellas posee una psique humana. Un hombre de mediana edad, elegantemente vestido y con aspecto de ejecutivo, que os observa llegar con curiosidad.

A su lado hay una versión femenina de los sintéticos, rubia y falsamente atractiva.

Y junto a ellos, por supuesto, están David y Bishop.

Al cabo de un rato se abre una compuerta reforzada y aparece un peculiar grupo de personas. Cuatro de ellos son guardias notablemente fornidos, que llevan porras eléctricas y pistolas aturdidoras al cinto. Y en el centro caminan con calmada parsimonía un hombrecillo de corta estatura y una muchacha joven de aspecto frágil.

Uno de los sintéticos hace las presentaciones de forma concisa y funcional:

- Estos son el Agente Bester y Lucy - anuncia con una entonación neutra y absolutamente desprovista de emoción, para luego añadir - Os presento a Mr. Smith y su asistente personal Ms. Monnipenny - y ahora viene la gran sorpresa - Deberéis acompañarles, a partir de este momento quedáis bajo sus órdenes.
 

La secretaria saluda de forma protocolizada:

- Es un placer conocerles...

No necesitó recurrir a la lectura mental del guardia. En cuanto giró la esquina supo hacia donde se dirigían. Aquel pasillo solo daba a una sección de la Estación espacial, una sección cerrada a los Homo Mentis por regla general. Reconocer aquello hizo que recordara la importancia de bloquearlo dentro de su mente. Podría originar un verdadero problema si aquel pensamiento llegaba a la marea psíquica. No ahora, que estaban tan cerca de la libertad, de conseguir el primero de sus objetivos.

- Tranquila. Pronto hablaremos. - Le dijo a su pupila de forma mental, sin variar su gesto facial.

Lo que le resultó extraño, es que normalmente, antes de abandonar la estación, antes de recorrer la milla blanca hacia las lanzaderas, pasaban semanas entrenándolo específicamente para su misión, poniéndole en antecedentes, entregándole información sobre los objetivos y personas implicadas. Pero esta vez no fue así, como si no fuera una misión en si misma, no estuviera definida, o todo hubiera sido improvisado. Fuera lo que fuera, lo averiguaría.