Partida Rol por web

Sin aquellos guantes negros, que abandonó sobre la mesa más cercana, el Agente Bester se limitó a observar en silencio a Riddick. Si sentía algún tipo de temor, no lo demostró. Si pudiese resultar intimidado, tampoco. Más bien, parecía satisfecho con lo visto, divertido incluso. Una diminuta sonrisa, algo apenas perceptible, se dibujó en sus labios. El Agente sabía que Riddick era consciente de que pronto, muy pronto, su cuerpo se vería resentido, y necesitaba de aquellos entretenidos ejercicios con tal de mantener, en un patético intento, su potencial físico a pleno rendimiento.

Puede que para Riddick no, pero el tiempo siempre era un aliado para el Agente Bester. Sin prisa alguna, sacó una baraja de cartas, un juego de naipes franceses, normales y corrientes, que comenzó a barajar entre sus manos con tranquilidad, con una habilidad extraña e hipnótica. Tras unos segundos, dejó la baraja sobre la mesa donde había abandonado los guantes, y echó un vistazo al montón de cartas. - Es usted un hombre afortunado, Riddick. - comenzó a hablar, y llevó la mano hasta el montón de cartas, dándole la vuelta a la primera.

El rey de picas.

¿Era casualidad? ¿Azar? ¿Aquella carta había salido por caprichos del destino? ¿Era el Rey de Picas, Riddick? Bester no creía en la casualidad. Solo en la causalidad. - Pues un hombre nunca llega a conocerse a si mismo - hizo una pequeña pausa, donde se humedeció los labios. - hasta que le arrebatan la libertad. - Con total tranquilidad, giró una nueva carta.

El cuatro de rombos.

La representación de la cárcel y el encierro. Bester sonrió entonces, levantando la mirada hacia Riddick, mirándolo fijamente. - Y me pregunto... ¿Hasta qué punto, se conoce usted? - Aquella pregunta hizo que se lo quedara mirando a los ojos, aguantándole la mirada. Su mano fue al montón de cartas, volteando una carta más, pero colocando la mano sobre ella sin mostrarla.

Todavía. 

Reí, negando, ante la actitud despreocupada de mi colega- Ya veremos, Ron. Pero gracias. - le reconoci, mientras negaba de nuevo, observandolo comer en silencio.

Entonces vino aquella pregunta sobre Smith. Por alguna razon, mi mirada se dirigio durante un instante al interior, y despues de nuevo hacia Greer. Aprete los labios, pensativo, acercandome de nuevo con aire confidente- No lo sé, tio. No me gusta. Tiene pinta de ser el mayor hijo de puta de la historia. Y me parece que estamos todos de acuerdo en que, visto lo visto, no estamos aqui para lo que nos contrataron. - me limite a decirle, mirando de nuevo hacia la puerta un instante y encogiendome de hombros.

El hombrecillo se deleita de esta situación por un motivo que no soy capaz de entender. Parece disfrutar con todo esto, se toma su tiempo con cada paso o posición que adopta, incluso mientras baraja sus cartas. No puedo llegar a entender para qué lo han traído exactamente... aceleran todo el proceso de sacarme de Himalia y me dicen que necesitan mi ayuda para encontrar un carguero con unas piedras que son de suma importancia, y ahora me traen a un crupier para que haga sus juegos de cartas.

Entonces empieza a hablar, "afortunado" dice... ciertamente me siento como tal, hasta hace poco estaba condenado a pudrirme en esa prisión para los restos, ahora estoy en una bodega de carga. Sin duda mis opciones crecen por momentos... aunque visto de otro modo, también ellos deberían sentirse afortunados, al fin y al cabo siguen respirando.

Juega con sus cartas antes de soltar una frase barata, mas propia de una galleta de la suerte. ¿Que un hombre sólo se conoce a si mismo cuando le arrebatan la libertad? Entonces, según su afirmación, debo conocerme de maravilla... y él no se conoce para nada.

Miro en dirección a Adama y Rogers, únicamente durante un instante, antes de bajar la mirada al suelo con una sonrisa sarcástica en mi rostro. En serio, después de no haber conseguido sacarme nada, me traéis a un "loquero" con un ego sin duda superior a su talla, y que cree que puede jugar con el tiempo y la mente de alguien como yo. Sin ninguna duda alguien debería explicarle como funciona Himalia, tal vez se daría cuenta de que sus juegos de palabras no significan nada. Y por último, como colofón final, lanza su frase estrella... esa que debe demoler y dejar a todos anonadados. Niego lentamente, unos movimiento breves y apenas perceptibles de mi cabeza antes de volver a mirarle. Mis ojos no trasmiten nada, ni siquiera curiosidad por su figura o su juego.

Si este sujeto solo quiere hablar conmigo, solo tiene que hacerlo... el teatro puede guardárselo para los miembros de las corporaciones y la ONUG, a mí me da completamente igual. Ahora espera que pregunte por su carta, o que me interese por ella... nada mas lejos de mi intención. Aunque supongo que, puesto que esta aquí, tal vez debería darle un muy breve margen de maniobra, sólo para ver donde quiere llegar.

Alzo la voz lo justo para que pueda escucharme:

- Según su propia premisa, me conozco mejor que usted a sí mismo.

El semblante del soldado se contrajo súbitamente en una mueca de genuina sorpresa.

—¡¿Sí?! —preguntó exaltado, dejando por un momento de lado el sigilo—. ¡No me jodas, tío! —es acojonante, porque no parece que Greer esté siendo sarcástico en este momento. Es como si no se hubiera coscado de qué coño iba la película. Y tratándose del pájaro este, tampoco es algo tan sorprendente. Desde luego no es el soldado más agudo del pelotón—.  ¿Y qué carajo se supone que hemos venío a hacer al culo del universo entonces?

Ronald bajó la vista al suelo y empezó a negar con la cabeza, visiblemente confuso.

—No sé, tronco —añadió levantando la mirada hacia Agathon, volviendo a los susurros—, no me he parao a pensar en esas cosas. Me vale con lo que nos informe el comandante. Y con qué nos paguen bien, claro. 

Bester esperó, simplemente esperó la respuesta de Riddick. Un hombre que se cree superior, simplemente, y todavía no sabe nada. Un ignorante cuya felicidad se basa en la limitación de su conocimiento. Es interesante como en aquellos casos, la ignorancia y la felicidad son proporcionales. Su desdén por la situación viene dada por la sensación de falsa seguridad. Algo que el Agente casi podía disfrutar.

No comprende, pero comprenderá.

Con su afirmación, una sonrisa aflora en sus labios. Su mano, destapa lentamente una carta, que deja junto al montón ya destapado. Y de alguna forma, parecía haber predicho las palabras de Riddick, pues cuando la carta queda al descubierto, muestra el As de Picas. Quien tuviera un poco de conocimiento sobre el significado de los números, sabría que es el número atribuido a la arrogancia, al egoísmo,  los agresivos y aquellos dispuestos a asumir riesgos.

- Correcto, desde un punto de vista en el cual usted ignora mi pasado. Pero no por ello más cierto. - Giró una nueva carta, siendo este el Rey de Corazones. Tras mirar la carta, no necesito suponer mucho más. Adama ya había tenido un encuentro con él, y por la segunda carta que sacó, el 2 de corazones, había sido poco fructífero.

Para él, todo era culpa de una falta de perspectiva, nada que no pudiera arreglarse. 

- Muchas soluciones para un mismo problema. - Abandonó las cartas sobre la mesa, acercándose esta vez hasta Riddick. - Una sociedad en decadencia, donde las grandes compañías lo están consumiendo todo, incluso la voluntad humana. Dígame... ¿Cómo actuaría usted? Con Músculo. - Clavó el dedo índice en el hombro. - Corazón. - Clavó el dedo en el pecho. - O mente. - Y finalmente, puso el dedo índice en la frente de Riddick.

No, aquellos golpes no tenían como destino hacer daño, más bien marcar o sobremarcar las palabras del pequeño hombre. Era evidente que, físicamente, pudiera perder un enfrentamiento con cualquiera de aquella nave... con excepción apenas de los ratones de laboratorio, eso estaba claro.

Lo miró entonces fijamente.

- ¿Qué me contaría de una Nave Desaparecida? - Colocó la mano sobre el montón de cartas. Aquel terrorista le estaba cayendo hasta bien.

Las cartas, las palabras, los gestos. Todos símbolos dispuestos para ser interpretados en una única dirección: condicionarle que Bester era un amigo, un aliado que deseaba ayudarle. Implantar una llave que le permitiera acceder a su cabeza sin tener que volver a tocarle... y por último, hace una lectura sobre sus ideas más básicas sobre lo que pensaba.

La prepotencia de la que hace gala este "loquero" sin ninguna duda es superior a la de la hiena. Su creencia en que sus aptitudes mentales y cognitivas están por encima de las de los presentes le hacen colocarse en una posición que cree superior e insalvable... lo que indica que cuando llegue el momento de la caída ni siquiera la vera venir. Como un mago de una función barata sigue con su juego de cartas, sacando una tras otra como si fueran a darle significado a todo este teatro. Admite que estoy en lo cierto aunque desconozca su pasado... no necesito conocer su pasado para saber que si alguna vez hubiera estado encerrado, ahora mismo no estaría aquí. Los asustadizos que se esconden tras su intelecto no sobreviven demasiado en la cárcel, donde un simple e insignificante mono con una cepillo de dientes usado, puede rebanarte el pescuezo hasta el hueso, por muchas carreras que tengas.

Deja las cartas en la mesa y se acerca a mi, clava sus dedos en mi hombro, en mi corazón y por ultimo en mi frente. Por muy divertido que pueda ser su juego, no puedo evitar moverme hacia delante, en un acción lenta y calculada... cuando su dedo pasa cerca de mi boca, a la distancia justa para poder morderlo y arrancarlo si hubiera querido. Únicamente ese instante de susto me basta para clavar mis ojos en los suyos. A esa distancia, por muy bien que controle sus emociones, debería ser capaz de captar los trazos de un olor que me encanta: el miedo. Aunque lo cierto es que hasta ahora, sin ninguna duda, es el que mas pelotas tiene de todos... y eso ya es mucho decir a su favor. Sonrío al hombre que tengo delante de mí, por mi pequeña broma, ambos sabemos que de querer podría haberle hecho daño, pero esta conversación empieza a ser mas interesante de lo que quiero admitir.

- Lo que podría decirle... es que ya era hora de que alguien apareciera por aquí y se empezara a interesar por la tan desesperada misión, en lugar de por mi pasado. - El tono de mi voz denota cierto humor, puesto que hasta ahora parecía ser mas importante tener una conversación de ética y moral conmigo que llevar a cabo la susodicha misión. Lo que no llegaba a entender es por qué me preguntaba a mí, si la hiena ya había dejado claro que estando en prisión no podía haberme enterado de nada. Eso únicamente indica que no comparten la información, si este hombre ha venido con Adama quiere decir que no pertenece a la MegaCorp sino mas probablemente a la ONUG y eso implica al menos dos grupos diferentes. Dos grupos diferentes y que no comparten información... una sonrisa aparece de nuevo en mi rostro, una que no se puede definir realmente, aparte de como peligrosa. - Aparte de eso, como estoy seguro podrá darse cuenta, mantenerme encadenado al hangar de una nave en mitad del espacio limita mis opciones de conseguir ningún tipo de información.

Riddick, el famoso terrorista rebelde, el asesino de masas, también conocido con el ominoso sobrenombre de “Chacal” desde un sangriento incidente en los suburbios de la colonia minera de Syrtis Major, en Marte, en la que aparecieron despellejados y colgados en cruces toda una serie de cuerpos, primero individuos sospechosos de colaborar con los rebeldes, luego varios de los miembros de la élite de los cuerpos de seguridad del gobernador Cohagen, llamados vulgarmente Ghekos. Todo aquello fue un asunto muy turbio que no se ha querido difundir en los medios oficiales, pero que es conocido en la Umbra como el “Jueves de Cruces”.

Estáis ante un individuo que ha decidido declarar unilateralmente una guerra sin tregua al sistema, a las MegaCorporaciones que dominan el mundo. Una guerra sangrienta y salvaje, empleando para ello todos los medios a su alcance… combatiendo mediante técnicas de guerrilla urbana, extorsión, amenazas, razias y vendettas, recurriendo a actos terroristas selectivos o indiscriminados… Para el Chacal y los suyos esto es obviamente un enfrentamiento imposible, por lo desigual de las fuerzas: es pretender plantarle cara a un leviatán de proporciones sobrehumanas. Pero no por eso van a rendirse, porque la rendición simplemente nunca fue una posibilidad. No es una opción. Tanto les da enfrentarse a un ejército casi infinito...

Percibes con claridad la brutal dicotomía: la furia asesina desbocada, junto a la gélida frialdad para planificar cerebralmente sus acciones. La implacable crueldad del asesino, junto al profundo dolor por la dramática situación que viven los suyos, los parias y desposeídos, no sólo de las colonias sino de la vieja Tierra. Ves como odia y como ama, es sin duda un hombre de extremos, un temperamento terrible, iracundo pero a la vez calculador, capaz de actuar con premeditación y esperando al momento adecuado para dar el golpe…

Eso ha sido justo lo que le hace tan peligroso. Por eso ha tenido éxito donde otros no.

Y es un sujeto muy singular. Piensa de un modo distinto, no lineal, casi compulsivo, llevado por un instinto al que obedece sin dudar. Por eso muchos no son capaces de predecir sus planes, como el aquel que le hizo famoso por encima de cualquier otra cosa. Planificó minuciosamente el asalto a una lanzadera de transporte de personal corporativo vacía y voló hacia el espacio abierto… entonces simuló una avería, secuestró un crucero de recreo y les hizo creer que pensaba pedir un rescate por su pasaje, perteneciente a la élite de la sociedad a la que tanto detesta. Así les hizo perder un tiempo precioso regateando las posibles condiciones, intentando negociar mientras preparaban una operación que los liberase. Pero en realidad Riddick nunca tuvo intención alguna de intercambiar sus prisioneros. Nunca esperó obtener beneficio de esa situación supuestamente tan favorable… salvo darles una lección que sin duda recordarían bien.

Una que hablaba de sufrimiento y de dolor, de vulnerabilidad y de venganza.

Intentas profundizar un poco más en la torturada psique de este sujeto, pero enseguida te deslizas en un terreno casi onírico que te hace dudar por un instante de su estabilidad mental, te rodean paisajes de fantasía, en planetas ficticios en los que se enfrenta a pesadillas alienígenas con forma de bestias depredadoras. Hasta que te das cuenta de que no está loco, esto son las vivencias que le indujeron durante el sueño de la crioestasis, allá en Himalia. Aquello no era una prisión, sino una penitenciaría: un centro de penitencia, de castigo.

Las palizas físicas se continuaban con sofisticadas torturas mentales mediante la inducción de pesadillas manipuladas por una tecnología diseñada específicamente para ese cometido, intentando llevar a los presos al punto de ruptura, aquel en que sus estructuras de personalidad se derrumban definitivamente. Nunca habíais oído de nada similar, pero con gente como el Dr. Mengele al frente de los departamentos científicos de las MegaCorporaciones tampoco os resulta tan difícil de creer.

Pero este hombre en particular no se derrumbó, porque es un superviviente. Su capacidad de resiliencia es asombrosa. Su terquedad, casi absurda. Riddick nunca se rinde. Morirá luchando, pero jamás cederá.

Y eso… puede que sea incluso útil para otro tipo de rebelde que planea su propia revolución.

Miré a Greer con una mueca de incredulidad ante su reacción. ¿Pero aquel tio era tonto? ¿Cómo que no me jodas?

Me pasé una mano por la cara, en una mueca de exasperación, sin poder creérme que aquello me estuviera pasando a mí. En serio, no era posible- Déjalo, tío. Seguro que son paranoias mías.... Me he rayado pensando en el tipo ese, el preso. A lo mejor lo único que quieren es cubrirse las espaldas. - dije finalmente, abortando cualquier tipo de tentativa relacionada con poner ideas en común con él.

No, estaba claro que aquél no iba a ser su fuerte, y que saldrian mal parados si continuaba.

Riddick abre la boca hacia el dedo de Bester y, automáticamente me adelanto hacia él más rápidamente de lo el asesino había calculado. El cristal de separación de la prisión de Júpiter me había impedido interrumpir su espectáculo, pero nada parecido iba a ocurrir aquí. No mientras yo estuviese presente.

Me quedo mirando a Riddick mientras él aún mira al agente de la ONUG. Cuando desvía su mirada y me ve a su lado sigue sonriendo, a pesar de que ambos sabemos perfectamente qué habría ocurrido de haber intentado morder al otro hombre.

Bester, sin embargo, no parece haberse inmutado. Todo un punto a su favor, desde luego. El agente de la ONUG parece ser una caja de sorpresas. Por un momento me siento tentado a pedirle que mantenga las distancias, pero por algún motivo prefiero no hacerlo y dejar que Bester continúe con el método que prefiera. Desgraciadamente para el asesino, niguno de los que estamos aquí somos suficientemente impresionables como para tenerle miedo. En vez de eso, me mantengo en silencio, dejando que continúe hablando con Riddick dedicándole una sola mirada. Después de todo, no me haría ninguna gracia tener que golpear a un hombre esposado a una pared.

Lucy escucha cada palabra que sale de la boca de Riddick, y cada una de ellas, le hace empatizar con él. Ese hombre ha sido torturado por una persona sin escrúpulos. Esa persona podía haberse llamado Dr. Mengele, o de cualquier otra forma, y el lugar dónde lo machacaron, Himalia o Babylon-5, que más da... la historia se repite una y otra vez. 

Sin duda, Riddick era el salvoconducto que estaba esperando, pero hasta que llegase el momento debía aparentar normalidad.

Percibes una corriente de empatía en tu pupila, dirigida hacia Riddick... y eso podría tener todo tipo de repercusiones. Albergas pocas dudas acerca de tu capacidad para influir sobre ella, pero no por eso debes descuidar el peligro latente que supone alguien que, lo sabes muy bien, supera en potencial tus propias capacidades psiónicas.

Lucy había dejado hablar a su mentor durante toda la primera parte del interrogatorio. Ahora que había contemplado el imperturbable comportamiento del Chacal, la mujer se decidió a hablar. La agente se acercó hasta Riddick sin mostrar ningún tipo de temor.

- Soy el operativo X8, pero puede dirigirse a mi como Lucy si lo prefiere - le indicó - He estado escuchándole todo este rato, y efectivamente nos interesaría que nos diera más detalles de la misión - la agente se giró hacia Adama, como si lo que fuera a decir se tratase de un imposible, y volvió a mirar al sujeto arriesgándose a decirlo - Quizá si se mostrase colaborador podríamos llegar a un acuerdo para  quitarle esas esposas. Está claro que nosotros le necesitamos a usted, y usted nos necesita a nosotros - la mujer se adelanta ante su posible respuesta - Sé que usted pensará que no nos necesita, pero créame cuando le digo que esta nave está protegida. Así que cualquier tipo de asalto o intento de fuga por parte de sus aliados y por la suya propia, no creo que llegase a tener éxito - parece que la mujer callada tenía muchas cosas que decir ahora - Yo soy una mandada más, pero si tiene contentos a los de arriba, creo que le lloverá algún premio - Lucy mantuvo todo el tiempo una actitud sincera hacia Riddick. Ese hombre había demostrado ser muy inteligente, y de nada servían los trucos con él.

El movimiento hacia el "loquero" es calculado y en ningún momento suponía una amenaza para él, aun así el soldadito salta como un perro bien adiestrado. Le miro mientras sus ojos se clavan en los míos ¿en una especie de amenaza velada? Absurdo soldadito, aun no has hecho nada para que deba sentir ningún tipo de respeto hacia ti, solo eres un perro amaestrado de la ONUG. Uno que ha demostrado mas miedo hacia mi persona, que el menudo hombre que tengo ante mi ahora mismo, hasta el punto de que hasta uno de tus perritos fieles no ha entendido tus ordenes. Tienes a un hombre incapaz de mover su culo a mas de cinco centímetros del metal de su espalda y aun así ordenas un reconocimiento de todo el área, una limpieza de la zona circundante y te encargas de que nadie que no pertenezca al grupo de vigilancia se acerque... demasiadas molestias para alguien que no puede moverse y eso solo se ratifica en un sentimiento, miedo a lo que puedo hacer o lo que soy... absurdo, al menos mientras tenga estas argollas.

No le dedico mas tiempo que unos escasos segundos, no los merece. En ese momento es la mujer la que decide entrar en acción. Su belleza es diferente a la de la otra mujer de una manera que no soy capaz de describir, pero sin duda es atractiva. Se acerca hasta mi quedando a escasos centímetros como ya había hecho el "loquero"... interesante, estos dos, los que menos pinta de soldados o tipos duros tienen son los que mas agallas esconden. Me gusta eso en una mujer. - ¿Colaborador? - Ladeo la cabeza para estudiarla sin ningún tipo de sutileza. - ¿Y porque debería serlo? Desde mi reciente excarcelacion, ni siquiera se me ha permitido beber, comer o ir al baño. Si quiere que yo lo sea, debería empezar por ser mas amable con la persona de la cual espera algo. - Muevo la cabeza de un lado al otro ante su comentario de fuga. - No debería preocuparse por eso, hasta el momento encuentro toda esta situación muy enriquecedora... digamos, que me estoy divirtiendo mucho. - Me rio con ganas al recordar mis conversaciones con la hiena, Adama y el soldadito.

Mas toda la risa se corta por la sorpresa de sus siguientes palabras, levanto mi rostro para poder mirarla detenidamente. Que la hiena y el "loquero" no compartan información puedo llegar a entenderlo, pero que no lo hagan ni Adama ni el soldadito, tiene menos sentido.

Lanzo un suspiro ante la idiotez de toda esta situación. - La misión... en lugar de preguntarme a mi, podría haberse ahorrado un tiempo, que creo que consideran valioso, preguntándole al viejo y al soldadito aquí presentes. Si ellos no han sido capaces de procesar la información de la hiena, entonces supongo que tendré que repetir parte de mi conversación con ella. Lucy. - Sonrió mientras niego lentamente. - He estado encerrado en Himalia durante cinco años, yo no poseo información... pero puedo conseguirla. Por eso me han sacado de allí ¿no? Aunque vista esta reunión empiezo a dudar de que ni siquiera ustedes sepan de que va todo esto. Lo que quiere decir que la hiena aun no ha dejado ver su juego.

Rio secamente ante sus ultimas palabras. - Desde que él ha hablado. - Hago un leve gesto con la cabeza señalando al "loquero" - Creo haber sido bastante civilizado, Lucy... así que si vuelve a insinuar, que al igual que algunos de los presentes, necesito un premio como un perro faldero que espera ordenes de algún amo, me veré obligado a dejar de serlo.

—Nu sé, tronco —el soldado se encogió de hombros acompañando al ademán con una expresión babalicona. O al menos más que de costumbre—. A mí me huele un poco a chamusquina lo del chacal este… y lo de don perfecto ya ni te cuento—añadió refiriéndose a Rogers—. No sé de dónde han sacao al tipacarraco ese pero no me mola ni un pelo. Quiero decir —arrugó el ceño, como si estuviera tratando de estructurar de algún modo sus pensamientos— que es to raro que embarque un único soldado de una estación que al menos yo no tenía ni pajolera idea de que figurara entre las de la ONUG. Y encima viene con esos humos —bufó y negó con la cabeza. Desde luego no parecía que le cayera nada bien.

Entrecerró a continuación los ojos y se llevó las manos a la espalda, adoptando una posición algo más relejada mientras continuaban vigilando la entrada a la bodega de carga.

—Es raro, Karl, pero de ahí a decir que estamos pa otra cosa que para la que nus han contratao… —esto último lo dijo con tono que desde luego da pie a interrumpirle y dejarle las cosas bien claras. Pero claro, tratándose de Greer, quizás no mereciera ni la pena. 

Las artes de Bester me sorprenden pero, visto sus resultados en casos anteriores, prefiero confiar en él y seguir observando. Sin embargo todo se viene abajo cuando Riddick revela que no sabe nada, al menos todavía, y que no podemos sacarle información alguna. Me siento estúpido, manipulado, utilizado e infravalorado por las corporaciones, con sus constantes secretos y argucias. Temo haber hecho un ridículo impresionante delante del reo y del resto de los presentes, algo que enciende en mi la vitalidad de la juventud, en un torrente de ira.

Gracias por sus respuestas, señor Riddick. Trataré de garantizarle un viaje lo más ameno posible -respondo, dando por terminado el interrogatorio. Poco más podemos sacar del hombre, aunque nos ha informado más de las corporaciones que de él mismo- Volveré para charlar con usted en otro momento, si no le importa.

Observo un momento a mis compañeros. Trucos de salón, promesas que no van a poder cumplir... Parece que no me he explicado suficientemente bien cuando les he descrito cómo era Riddick, pero es evidente que ese tipo de cosas no funcionan con un hombre así. Si querían algo de información, deberían haber empezado por el principio. A pesar de lo poco que me guste reconocerlo, el asesino y yo tenemos varias cosas en común y una de ellas es que preferimos la sinceridad antes que los juegos de palabras.

- Comandante, si me permite... - le digo a Adama cuando da por concluido el interrogatorio. No quería llegar a esto, prefería mantenerme en silencio antes que dejar entrever mis pensamientos a una persona a la que me han encargado vigilar, pero parece que no tengo muchas más alternativas.

- Riddick, es evidente que no está aquí por lo que ha ocurrido en estos cinco años, sino por lo que ha hecho antes - le digo dándole completamente la razón. - Sabe que puede conseguir información sobre el cargamento desaparecido - no añado nada que Smith no hubiese dicho en la prisión, pero ninguno de los dos agentes de la ONUG estaban allí - tanto si sus antiguos compañeros del MNM están involucrados como si no. Cuando le conocimos, culpó a Suther por haberle traicionado y asumió que parte de las acciones de su grupo estaban orquestadas desde los despachos de las MegaCorps, algo sobre lo que varios de los aquí presentes estarían encantados de tener pruebas.

Miro un momento a Bester y Lucy. Supongo que ellos estarán incluso mejor informados que yo mismo sobre las actividades de Riddick aunque, visto lo visto en esta nave, nunca se sabe.

- Espera encontrar esa información en el MNM - digo recordando con cierto disgusto las concesiones que Smith hizo al respecto - pero es probable que varios de sus contactos no estén disponibles. En estos cinco años algunos habrán sido detenidos, otros estarán muertos o habrán abandonado su lucha o, lo que puede ser más preocupante, alterado sus lealtades igual que hizo Donald Suther. Sea como sea, cuando lleguemos a Marte no queremos que ninguno de nosotros, y en eso también le incluyo, acabe metido en una ratonera - después de todo, si estoy encargado de la seguridad del preso, no es exclusivamente para que los demás estén seguros en su presencia, sino también para que él se mantenga en condiciones de cumplir su parte del trato que hizo en la prisión. - Necesitamos saber con quién tiene intención de reunirse en Marte para buscar esa información. Tal y como se le prometió, no se guardará ningún registro ni serán atacados o detenidos, pero será conveniente que busquemos algo de información sobre ellos por adelantado.

Le digo la verdad, simple y llanamente, al menos desde la visión que yo tengo de este asunto. Si todo el mundo hiciera lo mismo probablemente en Marte nadie habría sentido la necesidad de acabar con cientos de personas para hacerse escuchar.

- Lo único que le puedo asegurar es que le transmitiré personalmente todo aquello que averigüemos sobre los nombres que nos dé, siempre y cuando me autoricen a ello. Así podrá decidir mejor a quién debe dirigirse una vez entremos en la órbita de Marte.

Quid pro quo. Él nos da algo de información y nosotros lo devolvemos. Ni forzar al prisionero, ni ofrecerle ningún "premio" o tratar de engañarle, nos iba a llevar a nada... así que lo único que puede funcionar aquí es un trato en lo que todos salgamos beneficiados. Ahora está en las manos de Riddick decidir si aceptarlo, o tratarlo con el desprecio del que tan a menudo hace gala.

El soldadito vuelve a la carga, pidiendo por supuesto permiso al viejo antes. Ni siquiera tengo la intención de mirarle, porque debería hacerlo teniendo semejante monada tan cerca. Bajo de nuevo mi rostro para quedar más cerca de Lucy y aspiro tranquilamente el aroma que emite, es un aroma diferente a lo que estoy acostumbrado... tal vez sea por mis cinco años en hielo pero es un aroma que me gusta. El olor dice mucho de una persona y este no puede sino hacerme sonreír con sinceridad mientras clavo mis ojos en los suyos. La perorata del soldadito sigue de fondo, escucho sus palabras, tanto las que tienen lógica como las que no. - Un segundo Lucy, tengo que explicarle un par de cosas al soldadito. - Giro mi rostro para mirar a este.

- Sin ninguna duda la negociación no es lo tuyo, soldadito. Es mas parece que no entiendes la situación, así que déjame que te la explique. Yo no tengo ningún trato contigo. - Miro a Adama. - Ni con él. Mi trato es con la hiena, pues es el único que tenía poder para sacarme de Himalia. El me saca de allí, yo le consigo información, así de fácil. - Mi sonrisa sincera de antes se vuelve en una más agresiva y con menos humanidad. - Vosotros lo único que habéis intentado es volverme a meterme en una celda o congelarme, en tu caso particular... además mostrando una total falta de moral o ética, eso que llevas con tanto orgullo como bandera pero que olvidas cuando te conviene. Desde que he llegado a esta nave me habéis tratado como un animal, así que si en algún momento queréis negociar, vais a tener que currároslo mucho más que ese pacto de mierda que me acabas de ofrecer. - Le miro y una de mis cejas se levanta entre irónica y dispuesta a explicarse. - Que yo te doy información a ti, tus buscas sobre ellos en una base de datos de la que me prometes que no quedara registro alguno, cuando ni siquiera tienes poder para tomar esa decisión, y después me darás la información que te convenga a ese respecto o la que tus jefes consideren oportuna. Supongo que estas de broma.

Me muevo haciendo crujir los músculos de mi espalda. - Yo veo la situación de la siguiente manera. La hiena os tiene cogidos por los huevos, él me manda a Marte, yo le doy la información y el comparte la que le venga en gana. Por lo tanto los que estáis a ciegas aquí, sois vosotros. - Hago un gesto con la cabeza abarcando a los presentes. - Y esta reunión sin el carroñero y todos pidiendo información sobre una misión que se supone que es vuestra... no hace más que darme la razón. - Suelto unas breves carcajadas sin humor. - Así que no soldadito, no acepto tu trato - Clavo mis ojos en los suyos, mientras mi tono remarca claramente el posesivo de mi ultima frase.

Miro a Adama, probablemente el único de esta sala que realmente tiene la autoridad para decidir algo sobre esta negociación. - Despegadme de esta pared. No hace falta que me quitéis los grilletes aun, pero permitidme estar de pie, beber algo de agua y comer... entonces negociaremos. - Esperare a que lo hagan, si pasa el tiempo y no habla lanzare un breve suspiro.- Esta es mi única concesión, si aun así no aceptáis lo dicho antes... pues suerte en vuestra misión. - Mirare al soldadito, pues las palabras de antes eran suyas. - Mi facción dentro del MNM nunca estuvo bajo el poder de Suther, solo el mio. Sus "amigos" eran demasiado suaves, mientras que yo encabezaba al grupo mas radical. Así que dudo que al tipo de hombre que me seguía se le pueda comprar... lo dudo mucho. - Y tanto que lo dudo, la mayoría de mis hombres tenían una historia similar a la mía, el único pago que podían aceptar era la sangre, mucha sangre en compensación por sus perdidas.

Aquel recluso se mueve rápido, en un gesto con el que intenta intimidar al pequeño hombrecillo. Pero en respuesta, él no solo no se mueve, si no que le dedica una larga mirada de superioridad, con una diminuta sonrisa mientras niega con la cabeza. Si esto es lo mejor que podía ofrecer aquel preso, si este tipo de amenazas e intimidaciones de parvulario le habían servido años atrás, era porque nunca se había encontrado con un hombre con los huevos bien puestos. Lo que hacía que los rumores fueran mayores, si no que aquellos que los contaban fueran aun menores.

Que decepción.

Si el verdadero Riddick quería comenzar a mostrarse como tal y dejarse de juegos propios de un crío intentando lucirse delante de las chicas en el patio del instituto, debería hacerlo ahora. A Bester la gente no le caía bien o mal, solo le decepcionaba en distintos grados.

Entonces el Agente Bester fue a por una silla, momento en el que Lucy abrió la boca. En solo unos segundos, que él pudiera contar por encima, había cometido unos ocho errores, dos de ellos graves. Era joven, e inexperta. Tenía muchísimo potencial, pero le faltaba... definición.

Y en lo que tardaba en volver, Adama decidió retirarse. Si uno prestaba atención, podía notar esa ira y decepción, ese rencor primigenio que deseaba desfogar a toda costa con lo primero que encontrara. Comprendía su furia. Pero aun, todo aquello, no había terminado.

Pero aun quedaba la parte final. Rogers comenzó a hablar, y cuando debía llevar contados al menos una docena de errores, perdí la cuenta mientras negaba lentamente con la cabeza, largamente decepcionado. Estaba claro que, allí, nadie tenía el conocimiento para negociar como era debido.

Si lo que deseaba Rogers era que aquella negociación fuera más dura y difícil, lo había conseguido. ¿No le habían prometido que estaría callado? Y a pesar de todo, Bester no mostró emoción alguna, no mostro decepción, ni interés, ni sorpresa, ni rabia, ni nada. Se limitó a sentarse, tranquilamente en aquella silla junto a le mesa, mientras los demás hablaban. Y él, se limitaba a tomar sus cartas, volviendo a barajarlas. 

- Cuando te canses de jugar, avísame. Continuaremos cuando él se marche. - Hizo clara referencia al Brigada.

Me encojo de hombros ante la respuesta de Riddick. Por la parte que me toca, ha tomado su decisión, así que poco tengo que añadir al respecto. De cualquier forma, ya ha dicho algo más de lo que pretendía. Me pregunto cuánto va a durar este juego entre nosotros, dándonos información a cuenta gotas casi sin pretenderlo cada vez que hablamos.

- Ya le dije antes que me encargaría de conseguirle su comida, Riddick. No hace falta que negocie con algo que ya tenía antes de que entrásemos aquí. - Le recuerdo al prisionero nuestra conversación anterior. Independientemente de que ahora pueda ser un punto a nuestro favor en la negociación, no tengo intención de romper mi palabra. - Entiendo que lleva cinco años esperando, pero el resto de los tripulantes tampoco a comido todavía y comprenderás que no vamos a poner un cocinero a tu servicio.

En ese momento Bester decide volver a hablar. Si tenía algo que añadir había tenido tiempo más que de sobra para hacerlo antes, pero después de todo se supone que él es el que sabe lo que se hace en esto, por mucho que carezca de la formación táctica de un militar. Asintiendo con la cabeza, doy un par de pasos hacia atrás, dejándole espacio para acercarse siempre y cuando Adama lo considere apropiado. Sea como sea, es lo más lejos que voy a estar de Riddick mientras cualquiera de ellos se mantenga aquí.