Partida Rol por web

El veterano comandante Kodai asiente solemnemente:

- Es evidente que debo conceder esa autorización, están ustedes oficialmente respaldados por la autoridad del ONUG... y cuentan con la potencia de fuego de una nave militar -matiza con cierto cinismo, resaltanto la obviedad de que no puede negarse- Pueden atracar una de sus lanzaderas en la compuerta de embarque principal, les estaré esperando allí.

Tigh activa el interruptor que cierra comunicaciones para preguntar en privado:

- ¿Va a querer ocuparse personalmente, comandante? -comenta con cierta inquietud en la voz, anticipándose a las órdenes de su viejo amigo- Tal vez sería mejor idea que permanezca en la nave y delegar en otro oficial, yo mismo o quién estime más conveniente...

Resulta evidente que se preocupa por la seguridad de su superior.

- En cualquier caso, una lanzadera de clase Tintorera tiene dotación máxima de ocho tripulantes -recuerda a los presentes- Y recomendaría incluir algunos marines coloniales de escolta. Armados.

En algún lugar poco iluminado del puente de mando, se encontraba Bester. Con los brazos a la espalda, apretó ligeramente los puños creando un sordo sonido al apretar el cuero de sus guantes. Frunció el ceño, paseando la mirada y comprobando el estado en el cual la nave se aproximaba a la estación espacial. Si era así, era porque el comandante Adama debía sospechar algo. Ahora mismo, no podía mentir si decía que deseaba saber el motivo o la corazonada del viejo comandante.

Solo dio un paso al frente, la sombra recortó el perfil del pequeño hombre y ahora solo la mitad de su rostro permanecía iluminada por la luz, mientras comprobaba la actitud y rostro del interlocutor, fijando la vista en la pantalla durante unos segundos mientras hablaban ambos comandantes.

- Comandante, no podría estar más de acuerdo con el Primer Oficial. Creo que debería quedarse mientras una comitiva, designada por usted, sea acompañada por al menos de dos a cuatro marines para abordar la estación. - La mirada del Agente se clavó en la del Comandante, esperando un juicio por su parte.

Smith escucha las opiniones de los que han hablado y se decide a intervenir también.

-Yo por contra pienso que el Comandante debería encabezar la comitiva -comenta al grupo- y no considero necesaria la presencia armada -que siempre puede aparecer después si se precisa-

-Realizaría una visita cordial para hablar. Quizás ciertas palabras puedan tener más fuerza que unos cañones...

-Y le rogaría que me incluyera entre los que fuesen, comandante. 

Escucho las palabras de mi buen amigo Saúl, de Bester, el hombre al que respeto, y del agente de las corporaciones. Es obvio que las palabras del primero están muy por encima de las de los otros dos. A su vez la de Bester tiene más importancia que la de Smith.

- Gracias a todos por vuestra opinión y franqueza. Tengo información de que una nave mercenaria está en Palas o a punto de llegar. Viendo lo peligrosa que está resultando esta misión y los enemigos ocultos que creo encontraremos por distintos lados, creo que no será buena idea que bajemos ni usted ni yo, Mr Smith -respondo, denegando el acceso a Smith- Su muerte o la mía serían trágicas para la misión, a la par que ocuparemos un puesto que debía ser de los marines, hombres que si podrán y sabrán defenderse si la cosa se pone fea. Además, usted ha traído a mucha gente de confianza, delegue en ellos, dígame un nombre y lo incluiré en la misión. La dotación estará dirigida y protegida por el sargento Pentecost y los soldados Agathon, Ochoa y Ford. Me gustaría que usted, Bester, les acompañara y ayudara a Pentecost con la diplomacia. Saúl, le fiaría usted mi alma, sería un honor que completara el trío que dirigirá las negociaciones y la investigación pertinente. 

Miro con confianza y seguridad a los dos hombres a los que he dado el poder de llevar esta misión a buen puerto, especialmente a mi viejo camarada. Con esos siete queda un hueco libre, suficiente para que Smith coloque a su hombre o para llevar a alguien más que esté interesado.

Escuché la conversación y el devenir que estaba tomando. No pude evitar fijarme en Bester. Es como si las luces le obedecieran. Aunque sabia perfectamente que simplemente era que buscaba los puntos mas oscuros de la sala donde estuviéramos. Eso unido a su vestimenta negra le daba un toque inquietante algo que sin duda cultivaba.

Tampoco olvidaba el hecho de que teníamos una conversación pendiente.

-Estoy de acuerdo con usted Comandante. comente cuando dijo que no era apropiado que bajaran ni el ni los peces gordos de las compañías. Aunque supongo que la señorita Monypenny y yo misma seriamos unas buenas sustitutas. Al fin y al cabo aunque importantes. Somos mas...prescindibles. Mire a la preciosa rubia cuando dije esta ultima frase. Estoy segura de que mi contrapartida de las Weyland Yutani estará tan preparada como yo para cualquier cosa que podamos encontrar en esa estación. Mire al comandante. Aunque claro usted decide. Desde luego.

La verdad es que quería tener cerca al preciosidad rubia. Y que mejor manera que esta misión. Así podría evaluar si mis sospechar eran ciertas.

Escuché la conversación y el devenir que estaba tomando. No pude evitar fijarme en Bester. Es como si las luces le obedecieran, aunque sabia perfectamente que simplemente era que buscaba los puntos mas oscuros de la sala donde estuviéramos. Eso, unido a su vestimenta negra, le daba un toque inquietante... algo que sin duda cultivaba.

Tampoco olvidaba el hecho de que teníamos una conversación pendiente.

- Estoy de acuerdo con usted, Comandante -comenté cuando dijo que no era apropiado que bajaran ni él ni los peces gordos de las compañías- Aunque supongo que la señorita Monypenny y yo misma seriamos unas buenas sustitutas. Al fin y al cabo, aunque importantes, somos mas... prescindibles -miré a la preciosa rubia cuando dije esta ultima frase- Estoy segura de que mi contrapartida de la Weyland-Yutani estará tan preparada como yo para cualquier cosa que podamos encontrar en esa estación -miré al comandante y maticé mi propuesta- Aunque claro, usted decide, desde luego...

La consejera Wray asiente en silencio, aparentemente satisfecha con la intervención de su asistente...

¿Nave mercenaria?

- ¿Y esa información, Comandante?

Muchas cosas están contrariando a Smith últimamente, y eso no es de su agrado. Ha intentado comportarse, pero si todo el mundo piensa que es un cabrón, en especial Adama, van a conseguir que actúe abiertamente como tal y deje de aparentar ser un corderito.

No le gusta desprenderse de su secretaria, pero necesita ojos en la base y son los únicos de los que se puede fiar, por lo que accederá a que vaya.

Durante toda la reunión permanezco en silencio, escuchando. Cuando el comandante anuncia su resolución asiento aprobando su elección. El sargento Pentecost me parece alguien de fiar y los soldados elegidos es probable que se adapten bien en una colonia minera. Como agente de la ONUG, además, Bester será mejor recibido en la estación que Smith o Wray, al menos eso parece por los comentarios anteriores del comandante Kodai. Durante un momento, me pregunto si irá a la estación con su inseparable Lucy, a pesar de que Adama no la ha incluido en la comitiva.

- Comandante, si me permite... - digo para solicitar la palabra. Cuando Adama asiente en mi dirección, continúo hablando. - Dado que en algún momento Riddick tendrá que bajar a tierra - o ir a la estación, pero la frase me sirve para cualquier cosa que sea salir de esta nave - sería conveniente que los hombres que vayan a la estación traten de obtener algo de información sobre sus contactos allí. Tal vez el terrorista pueda sernos de utilidad en algún momento - digo mirando a Smith - pero no me gustaría que nos guiase directos a una trampa.

Sin más comentarios, doy un paso atrás para no interrumpir más conversaciones. Cuando salgamos de aquí me gustaría reunirme con Smith, puesto que no he tenido tiempo desde que llegamos a esta nave, pero eso tendrá que esperar a que termine esta reunión.

La necesidad de Smith por estar presente en todo lo que sucede no puede más que despertar la curiosidad de Bester, haciéndole crear en su mente distintas teorías del porque de esta forma de comportarse. Aunque con la animadversión que se percibe entre Adama y Smith, no es extraño suponer que las palabras de Smith tendrán más bien el efecto diametralmente opuesto.

Escuchó entonces las palabras del Comandante. Daba verdadero gusto ver que al menos alguien en aquella nave siempre parecía tener la cabeza sobre los hombros, que lo tenía todo planeado y solo buscaba lo mejor para su tripulación y para la misión. Escuchó la disección sobre el personal, Un diplomático, dos soldados que harían las veces de diplomáticos, y tres soldados de escolta. Además, llegados a aquel punto y estableciendo un quid pro quo con cierta dosis de justicia militar, ambas secretarias cerrarían la comitiva. Eso sumaban las ocho plazas que Sául había mencionado y si no había más sorpresas, sería el total de la comitiva.

- Por supuesto, Comandante. Será un placer. - Accedió cuando le pidió que acompañara al grupo.

Lucy espera instrucciones de su mentor. Lo cierto es que le gustaría bajar a Palas y seguir perfeccionando las dotes diplomáticas de las que goza Bester, pero eso sólo sucederá si él se lo pide. Posiblemente prefiera que se quede en la nave mientras él no está en ella. Como siempre su comportamiento es impecable.

A decir verdad, Bester si tenía una misión para Lucy. Una que no era bajar, ni acompañarle a Palas, una más importante a largo plazo. - En esta ocasión no me acompañarás. No te preocupes, con la distancia que hay, podremos seguir en contacto. Necesito que investigues a alguien. Vickers. Busca en su taquilla personal, asegurate de que las cámaras no te graben, ni este nadie presente. Es capaz de bloquear los sondeos mentales superficiales, y quiero saber por qué. Si la competencia a desarrollado algun metodo para bloquearnos, es un peligro para la futua nación psíquica.

Escucho a todos los que se deciden a intervenir, agrupando las temáticas en mi cabeza y preparando una respuesta conforme para todos ellos. En primer lugar decido dar respuesta a Smith, ya que parece bastante molesto

- En realidad se trata de una nave mercante independiente que lleva poco más de un año contratada por la Kompania Mondordo. Su capitán, un tal James Cole, parece una persona inteligente que siempre está buscando el mejor postor, cosa que presumo de sus constantes cambios de contrato y la buena fortuna que parece sonreirle. Respecto a la información, la Consejera Wray me hizo el favor de darme tales detalles. Como he repetido hasta el hartazgo, la cooperación de todos los que estamos implicados es vital para lograr el éxito de esta misión -mis últimas declaraciones son más un rechazo a las prácticas de ambos dirigentes que una respuesta informativa, con la esperanza de que por fin se decidan a cooperar.

- Gracias agente Bester. Estoy de acuerdo con usted, señorita Vickers. Si los representantes de ambas corporaciones están conformes las dos plazas que quedan libres en los transportes serán ocupadas por ambas señoritas -respondo, dando por zanjado el segundo tema salvo que alguien se oponga a ello.

Por último me giro al Brigada. Su respuesta se hace esperar algo más pues no termino de entender su propuesta

- Si los datos no son erróneos en Palas solo hay 18 personas y el señor Riddick lleva una década encerrado, razón por la que no creo que pueda darnos información vital. Sin embargo, como usted bien sabe, siempre es bueno ser precavido por lo que los hombres que dirijan esta misión deberán estar atentos a todo. Además me gustaría que usted preguntara a nuestro invitado por el capitán del navío y por el propio comandante Kodai. Tal vez tenga algo de información, aunque temo que estará demasiado desactualizada.

Lucy sigue mirando al frente mientras los demás conversan.

- Entendido, Bester - le dice - ten cuidado ahí afuera - la mujer en ningún momento parpadea o hace algún gesto que denote la conversación mental que está llevando a cabo.

- Lo tendré, ten cuidado tu también. - bester iba pasando la mirada de persona en persona, como si siguiera la conversación pública además de aquella algo más privada. - Estaremos en contacto. -

Tras lo dispuesto en este breve consejo, el grupo que abordará la Estación Minera Orbital de Palas estará constituido por el Mayor Tigh, el Sargento Pentecost, los marines coloniales Agathon, Ochoa y Ford, así como el agente Bester del ONUG y las asistentes corporativas Meredith Vickers por la Wk y Monnipenny por la W-Y.

Eso completa la dotación de ocho pasajeros que tolera una lanzadera de tipo Tintorera.

Los seleccionados se dirigen a la zona de embarque, aunque los marines van a pasar antes por la Sala Común para recoger su equipamiento de combate en el panel de armas de la nave. A fin de cuentas, esta es una misión militar.

Muchos detalles de la navegación pasan habitualmente desapercibidos para los pasajeros de un Crucero Estelar pues viajar en una nave espacial es un proceso sorprendentemente silente, pasa casi inadvertido ya que no existen escotillas o ventanas para mirar el espacio y las fuerzas inerciales son calculadas con sumo cuidado para que apenas sean detectadas por la tripulación.

De modo que es difícil saber cuando os aproximáis a destino, sólo algunos sujetos particularmente sensibles han percibido la progresiva deceleración en las últimas horas. Pero claro, al final se acaba haciendo evidente para todos cuando la gravedad artificial generada por el impulso se desactiva, indicando que la nave se ha detenido.

Empezais a flotar libremente al igual que hace en estos momentos el AURORA, detenido en algún punto del espacio alejado de cualquier campo gravitacional significativo. Y eso sólo puede indicar una cosa: habéis llegado a vuestro destino en la Estación Minera Orbital que explota el asteroide Palas.

El mayor Tigh aparece en la sala común de la tropa dando órdenes con un tono seco y autoritario, es evidente que no se trata de una visita informal para tomar algo o echarse una partidita: esta vez hace uso de sus galones.

Y más vale responder diligentemente y a la primera.

- Marines, tenemos una misión -exclama con voz ronca- Sargento Pentecost, usted y los soldados Agathon, Ochoa y Ford me acompañarán para abordar la estación orbital de Palas, equipe a sus hombres.

El sargento Pentecost se incorpora asiéndose a uno de los agarraderos de la pared más cercana y saluda con gesto marcial al Primer Oficial. Resulta sorprendente la habilidad de este hombre para lograr una posición de firmes tan impecable en condiciones de ingravidez, cuando la mayoría de los demás están flotando por ahí con un aire muy poco castrense…

- ¡Señor! –saluda llevándose con rigidez la mano a la frente, a modo de visera, en un perfecto ángulo recto- Procedo a equipar a los hombres seleccionados.

Entonces se desplaza directamente, con la precisión que sólo pueden proporcionar los años de práctica, hacia el panel de armas de la pared de proa. Introduce una llave electrónica codificada que lleva al cuello, la hace girar un cuarto de vuelta y a continuación teclea un breve código alfanumérico. El resultado es que el panel se desliza dejando a la vista un auténtico arsenal que contiene todo tipo de armas de fuego: fusiles de asalto, subfusiles, escopetas, pistolas y hasta fusiles de precisión para un francotirador.

A fin de cuentas, esto es la Armada Colonial, aquí no iba a faltar potencia de fuego…

- Venga, muchachos -indica a los marines seleccionados- Escoged vuestro juguete para esta misión y poneos la armadura de combate.

El propio Pentecost recoge un polivalente fusil de asalto y los cargadores correspondientes.