Partida Rol por web

Observé a Young, alzando ambas manos cuando recibí aquella respuesta tan tirante por su parte- Tranquilo... Simplemente quería saber algunos detalles más sobre lo que acaba de exponer allí adentro... Sin todos esos sabelotodo cuestionando absolutamente cualquier cosa que no se ajuste a lo que tenían en mente, ya me entiende... - dije, torciendo el gesto, mientras señalaba hacia el interior de la sala- ¿Con una cerveza de por medio, tal vez? - pregunté, señalando hacia el pasillo por el que se iba al comedor.

Que Young parecía estresado no era un secreto y qué demonios, pobre hombre... Todos necesitábamos un respiro.

El alferez Young duda un instante, pero luego su sonrisa de compromiso acaba por ampliarse:

- ¿Pues... sabe que podría ser una buena idea? Me irá bien charlar con alguien inteligente, capaz de hacerse una idea objetiva de las cosas... así que acepto su propuesta -comenta con tono afable- Aunque vamos a tener que posponerlo un poco, ahora mismo debo dirigirme a la enfermería de la nave para "dar ejemplo como miembro de la oficialidad ante el resto de la tripulación"... órdenes directas del comandante -se excusa- Pero le veo luego, en la sala común de la tropa.

Y dicho esto, continúa caminando hacia los dominios de la Dra. Roslin.

-Está bien... Le veo por alli, en una hora máxime. - dije, despidiendo a Young, tras esbozar una ligera sonrisa al ver que al menos mi ofrecimiento habia sido bien recibido- Yo mientras... estaré haciendo esas cosas que yo siempre hago, ya sabe... investigaciones, calculos... Todo eso que tiene que ver conmigo.. - bromee, haciendo algun que otro aspaviento con las manos, mientras alzaba ambas cejas. Y, finalmente, yo mismo continue mi camino por los pasillos, dispuesto a acercarme a aquel comedor a esperar a Young.

Cuando ya se han alejado lo suficiente de la sala común de la tropa como para que nadie más pueda oírles, Ben acaba de comentarle a su socio lo que se traía entre manos:

- Hace un rato fui a hacerle una visita a la jefa... menuda zorra... se quedaban cortos con lo de Dominatrix. Verás, me colé en su camarote para explicarle que me había encargado de lo del registro de la nave, con la excusa de buscar posibles piezas de repuesto -susurra con una sonrisa pícara en el rostro, sin duda deseoso de aderezar la historia con algo más picante- Como tú no quisiste mover pieza con una de las pocas mujeres a bordo, decidí aprovechar la coyuntura para intentar mi propia jugada, nunca se me han dado mal esas cosas y desde luego me iba a hacer el viaje mucho más entretenido...

Alza las cejas y sonríe haciéndose el interesante, rememorando los tiempos en que compartíais juergas y correrías en el distrito rojo de Syrtis Major, en Marte. Y la verdad es que Ben era todo un Don Juan, claro que de eso ya hace años.

- Pues tío, el asunto no salió precisamente como pensaba -admite con una inclinación de hombros, aceptando las cosas con humor- Pero esa zorra me insinuó que no era porque le disgustase tener un buen semental moreno entre las piernas... sino porque es una tortillera, joder, te lo juro... una puta boyera -comenta con nulo tacto, haciendo un gestro grosero para enfrentar los dedos índice y corazón de ambas manos- Lo que le va a esa es la tijera... ¡Y te apuesto algo a que se lo hace con su guapa secretaria!

El bulo ya está lanzado, tenga o no fundamento...

Miles no puede evitar sonreír, cierto o no...

- ¿Será que te haces viejo, Ben? - insinúa con tono burlón - ¿todas las mujeres que se te resistan van a ser unas putas bolleras a partir de ahora? - no le doy tiempo a responder antes de continuar - No estamos en Marte, y vamos a estar encerrados durante mucho tiempo con nuestros compañeros de viaje, ten cuidado... - era un tipo listo, no cabía duda que más inteligente que Quaritch y a buen entendedor pocas palabras bastaban. 

Desde luego a Miles no le apetecía que el rumor llegara a la consejera Wray, se disgustara y arremetiera contra el único en que podía confiar plenamente en el Aurora.

- He quedado con Roslin, te veo luego... - el tono y la sonrisa que acompañaban daba a entender que era algo parecido a una cita, aunque claro, solo era para molestarle. A quien menos gracia le hacía visitar la enfermeria de entre todos los militares sin duda sería a Miles.

Camino por los pasillos del Aurora sin rumbo fijo, estirando las piernas y observando el ambiente. Muchas preguntas rondan por mi cabeza, demasiadas de ellas basadas en sospechas o conjeturas. A bien seguro que deseo encontrarme con alguien más cabal y sincero, al que preguntar ciertas cosas sin miedo a posibles mentiras y que cuente la realidad tal y como es. La imagen del asistente Joe Parker me viene en la cabeza y comienzo a andar con la firme idea de encontrar al hombre por los pasillos de la nave.

El corpulento encargado de las tareas de mantenimiento, las reparaciones menores y la limpieza de la nave aparece silbando procedente de la Sala Común de la tropa. Empuja un carrito de fregona con cierre hermético y ruedas magnéticas ante él, pero lo hace silbando alegremente y marcándose un paso de baile... con un sorprendente estilo para alguien tan voluminoso.

Cualquiera podría imaginar que estar relegado a unas funciones tan ordinarias podría resultar molesto, o incluso denigrante, para los hombres encargados de realizarlas. Pero no parece así en absoluto viendo el excelente estado de ánimo del hombretón. Puede que no le importe demasiado ser el que friega los suelos y arregla los atascos de las tuberías o en los conductos de ventilación en la nave. Hay otras muchas cosas en la vida y cuando has vivido suficiente tiempo allá abajo, en la vieja Tierra, incluso ser el último en la escala de mando de una nave estelar se antoja un destino privilegiado.

Saludo con la cabeza al fornido hombre de color y me acerco a él con confianza -Señor Parker, que alegría me da verle ¿cómo se encuentra? -pregunto sin incidir en ningún tema relevante, al menos por ahora.

Una amplia sonrisa ilumina el rostro de Parker, mostrando una hilera de dientes blanquísimos:

- Muy buenas, jefe Adama -continúa saludando de forma inapropiada- Ya ve, vamos hanciendo, la nave no es muy grande pero siempre hay algo por hacer... aunque no me quejo.

Hace un ademán sobre el hombro, señalando la sala común que acaba de abandonar, y añade:

- Ahí dentro se han montado una buena timba, ese Saúl es todo un personaje...

Sonrío afectuoso al técnico, un hombre que me ha caído en gracia desde el primer momento

- Saúl es un hombre con mucha historia y habilidades. Espero que no desplume demasiado a los soldados, no quiero que se caliente el ambiente. Usted que es una persona perspicaz y va a todos los lugares de la nave ¿ha notado algo raro? ¿algún desperfecto en la nave? Ya sabe, luces que se apagan y se encienden, fallos de presión, cualquier tipo de fallo electrónico.

Parker resopla y se rasca la cabeza antes de contestar...

- ¿Tanto se han quejado que hasta le ha llegado al mandamás de la nave? -se exclama- Parece que hay algunos problemas con los sistemas electrónicos, sobretodo en el camarote común en el que nos han metido tanta gente... todo son protestas, supongo que algo tendrá que ver con estar allí hacinados... que si la luz a veces no se enciende cuando le doy al interruptor, que si luego parpadea todo mi turno y no me deja dormir, que si la cisterna no funciona y la ducha pierde presión cuando me llega el turno... -hace un resumen de todo lo que ha oído haciendo un cómico molinete con la mano derecha, mientras se apoya en el mocho que sujeta con la izquierda- Nos han tenido horas y horas buscando esas averías, pero el cableado está bien y cuando lo hemos comprobado todo parece funcionar... ¡Nos tienen locos!

Escucho con atención las palabras de Parker y confirmo que los rumores que me han llegado son ciertos

- Sí, todo eso es lo que había escuchado. Parece que la nave está haciendo cosas raras, razón por la que he puesto a algunos de mis hombres a investigar. Hágame un favor Señor Parker, si ve o escucha alguna cosa extraña me gustaría que se pasara por mi camarote y me lo contara. También si ve relaciones extrañas entre los pasajeros. Ya sabe, hemos metido en la nave a gente tan distinta que no es raro que surjan conflictos. Además, eso nos servirá de excusa para compartir otra copa de vino y charlar tranquilamente -le pido con una amplia sonrisa, acercándole la mano para estrechársela sin importarme que la tenga sucia por su función de limpieza.

Tener a Parker de informante, una persona en la que la mayoría no se fija, me servirá para encontrar rumores e información que pueda ser de interés. Aparte de que me cae muy bien.

Parker apoya la fregona en el suelo sujetándola con ambas manos y se recuesta levemente en ella, mientras observa pensativo al comandante. Parece mentira que, con todo lo que ha avanzado la ciencia y en plena era espacial, el método más efectivo para fregar los suelos siga siendo un empleado con un mocho de felpa en el extremo de un palo.

Aunque éste empleado de la limpieza en particular está confraternizando con el mandamás de la nave. Sin duda, el corpulento hombretón es lo bastante inteligente como para entender lo que veladamente le están proponiendo. Y nadie, en ninguna parte, aprecia mucho a los membrillos, los soplones, los que le van con secretitos al jefe...

Desde luego está claro que el viejo Joe no es de esos, pero tampoco Adama es el tipo de jefe que busca enterarse de todos los tejemanejes que se traen entre manos sus subordinados, para así poder sacarles un poco más de rendimiento, desbaratar cualquier conato de protesta colectiva y mantenerlos desunidos, enfrentados y manejables.

No señor, Joe presume de saber calar bien a la gente y el tipo que tiene delante es un tío bastente decente. Lo suficiente como para agradecer en persona, hasta al último mono de a bordo, que le ayuden a detener a una rata de laboratorio escurridiza que ha montado algún fregado con sus maquinitas. Un tipo así se ha ganado su respeto. Y eso es mucho.

- Un día de estos... me pasaré para tener una charla, jefe...

Y dicho esto, continúa a lo suyo silbando por lo bajo alguna vieja tonadilla.

Steve Rogers camina lentamente por los pasillos del AURORA, en esa curiosa misión de escolta, acompañante o guardián del reo conocido como Riddick.

Ambos se mantienen alerta y se vigilan mutuamente, atentos para reaccionar ante cualquier movimiento brusco del contrario… aunque tanto uno como otro son lo bastante profesionales como para parecer relajados, incluso cómodos. Empiezan a acostumbrarse a la mutua presencia, estas cosas son automáticas, se van adquiriendo con la práctica de una manera inconsciente… es como caminar sobre una superficie oscilante, tu cerebelo lo acaba incorporando de forma casi natural, tanto que cuando por fin se detiene empiezas a echar de menos aquella inercia. Aún falta mucho para que Rogers se habitúe a vigilar continuamente a ese terrorista hasta tal extremo… y duda mucho que jamás vaya a echarlo de menos, cuando por fin lo pierda de vista. No son amigos. Pero al menos ha nacido cierta tolerancia.

Y Riddick se está portando aceptablemente, eso es algo a tener en cuenta.

- Esto igual no es el “paseo turístico” por la nave que tenías en mente, pero comprenderás que prefiera no llevarte a visitar la cámara del reactor o los silos de misiles tácticos -bromea mientras recorren los largos pasillos para estirar las piernas- Además, tengo una buena noticia para ti… por lo visto vas a disfrutar del incomparable lujo de un camarote individual, puedes estar seguro de que más de uno se plantearía incluso el asesinato para obtener un privilegio semejante en esta lata de sardinas.

Lo cierto es que la nave dispone de la más moderna tecnología pero es innegablemente pequeña para ser un Crucero de Combate, lo normal es que sean el doble de grandes… claro que eso la hará más rápida y maniobrable.

- Están previstas algunas modificaciones en el camarote de los suboficiales, el teniente Gaeta pasará a compartir cuarto con el Mayor Tigh y el espacio así obtenido se reconvertirá en una celda de retención -las órdenes han sido transmitidas por el estado mayor de la nave y Rogers tiene muy presente esa reciente conversación, junto con las distintas objeciones que se plantearon y fueron finalmente desestimadas- Deberías interpretar esto del modo apropiado, objetivamente… se te ha reconocido el derecho a moverte por la nave, siempre que sea bajo mi supervisión o la de un equipo de marines, pero no puedes esperar que tu condición de convicto sea obviada -hace un alto, meditando las palabras con cierto disgusto- Al menos, mientras tu colaboración en esta misión no ofrezca resultados tan espectaculares que ameriten esa revisión…

Evita conscientemente hablar de “indulto” pues moralmente lo encuentra injustificable, los crímenes de sangre deben ser pagados con el cumplimiento de la pena impuesta. No son algo que se pueda olvidar a cambio de un servicio conveniente. No se negocia con terroristas. Podría si acaso considerar una revisión de la condena, tal vez un nuevo juicio contemplando ciertos atenuantes, un arrepentimiento, el abandono de la lucha armada… pero no ha visto un ápice de remordimiento en este hombre. Sabe que sólo espera su oportunidad…

Salimos del comedor, la puerta se cierra detrás nuestro y comenzamos a caminar, lo que en mi caso significa seguir al soldadito a donde quiera llevarme. No es que me queje, las cosas han cambiado mucho, y para bien, comparado con mi último hotel. La situación durante la comida había dejado el ambiente entre los dos mas relajado, pero eso no cambiaba nada. Yo seguía siendo un perro salvaje que a la mínima oportunidad mordería su correa, o a su duro guardián... y él unicamente esperaba el momento en el que lo hiciera, para así poder impedírmelo. Pero para que eso ocurriera debía darse una oportunidad, y no una cualquiera... no tenia sentido intentar dejar K.O. a Rogers para luego no tener ni la mas puñetera idea de a dónde ir. No, sin duda mi oportunidad no se daría en la nave... al menos que algo cambiara realmente mucho y eso era algo que dudaba bastante. Así pues, yo seguiría jugando al buen prisionero, quién sabe lo que podía sacarse de una situación así.

Rogers saca a relucir un cierto toque de humor, sin duda intenta hacer toda esta pantomima más... agradable. No tiene punto, pero sin ninguna duda es algo que hay que reconocerle. Le miro con una sonrisa en el rostro. - Vaya... el último lo tenia en mi guía de visita, marcado como un punto interesante. - Me encojo de hombros. - Supongo que tendré que pasar de él... otra vez sera... - Vuelvo a mirar al frente mientras sigo caminando. Entiendo la necesidad de seguridad que exigen en la nave pero ¿que se supone que voy a hacer en esas salas? Volar la nave y a todos los ocupantes... ¿y dónde acabo yo? ¿tirado en el espacio? Sin duda toda la nave me creía un psicópata asesino, que haría cualquier cosa con tal de llevarse a gente tan importante al otro barrio... aun así, olvidaban que me gustaría poder matarlos a todos, y no solo al reducido numero de aquí. El suicidio no entraba para nada en mis planes de futuro. Me detengo cuando le escucho hablar sobre lo de tener un camarote individual. - Sabes, podrías haberme dicho eso antes, así hubiera tenido algo con lo que apostar en la timba. Si matarían por algo así, fijo que vale una buena cantidad de créditos. - Sonrió siguiéndole el tono a sus bromas. No tenia mucho mas que hacer y si así conseguía que siguiera hablando, pues algo podría escaparsele... aunque algo me decía que no seria así. - En cuanto a matar por el, no es un problema... ¿verdad? - Le miro de nuevo de reojo guiñándole un ojo antes de seguir caminando.

Saber que Gaeta, el hombre que comentó lo relacionado con las lanzaderas y Tigh, el capullo presuntuoso del primer oficial que sabia jugar al poker, dormirían ahora juntos, no era relevante... a excepción de que eso implicaba una posible tirantez entre ambos hombres. Algo que siempre podía jugar a mi favor, según qué circunstancias. Pero cuando comenta lo de que no se puede obviar mi condición de convicto la cosa ya es hilarante, en serio se cree que pensaba que alguien en esta nave iba a obviar eso. Después de ver las reacciones de los marines en el comedor, van a tener que hacer turnos dobles en la lavandería para limpiar tanta ropa interior sucia... y se supone que son los tíos duros del lugar. Suspiro dejando caer levemente los hombros mientras me giro para quedar cara a cara, su tono de disgusto es mas que obvio y no puedo negar que eso me gusta. Poner a este pilar de moral y ética en un brete resulta... muy gratificante. - Objetivamente, solo la palabra de Adama me mantiene suelto, aunque hayáis tenido a bien construirme una bonita suite. En cuanto a esa posible revisión... dudo que semejante farsa llegase a ocurrir, pero si se diera el caso seria para mi un placer invitarte a ser testigo de semejante evento. - Le miro sin perder la sonrisa de mi cara mientras pienso qué haran para relajarse, porque si no este paseo va a ser muy aburrido, aunque eso deja tiempo libre para otras cosas. Apenas hemos avanzado unos metros cuando vuelvo a hablar. - ¿Que hacéis para matar el tiempo?

- Matar el tiempo –Rogers repite las últimas de su interlocutor con una sonrisa irónica- Curiosa elección de palabras en boca de un individuo con tu historial… pero sin embargo he de reconocer que has dado en el clavo, Riddick, ese es uno de los grandes problemas que tenemos a bordo.

No es plenamente consciente de cuándo han empezado a tutearse, pero a estas alturas no va a volver a marcar distancias con un trato “de usted”.

- Es el principal motivo de quejas por parte de nuestra escuadra de marines coloniales, de los suboficiales al mando, de los técnicos de la nave… todo el mundo echa en falta el gimnasio de a bordo, es esencial para el mantenimiento físico del personal embarcado en una misión espacial -explica sumándose a la queja- Pero ese vital espacio fue sacrificado para ubicar el laboratorio científico, una instalación ajena al diseño de cualquier Crucero de Combate al uso… y sus ocupantes, los doctores McKay, Kavanagh y Kern, o ese peculiar profesor Baltar, son los únicos que no parecen echar de menos todo lo que hemos perdido para traerlos a bordo -dedica una mirada cargada de ironía a su forzoso compañero, con las cejas alzadas en gesto de comicidad- He intentado correr por los pasillos para hacer algo de ejercicio que me mantenga en forma, pero es casi inevitable tropezarse con alguien que te obliga a parar en seco… por ahora lo único que se me ha ocurrido es ir a hacer flexiones o levantar palés de munición pesada del APC a la bodega de proa… hasta que la inesperada llegada de un nuevo ocupante me privó también de ese inestimable recurso.

Una amplia sonrisa se dibuja en su rostro. Parece evidente que, puestos a compartir tantas horas en esta forzada compañía, ha optado por establecer un simulacro de camaradería.

- Claro que ahora que le han buscado otro alojamiento más adecuado, podríamos recuperar esos hábitos, créeme, no hay ningún otro espacio tan despejado a bordo, me pasé muchas horas buscándolo tras embarcar -comenta como quién está confesando un pequeño secreto- Supongo que será eso… o ponernos a debatir pormenorizadamente acerca de lo poco adecuado que resulta el recurso a la violencia para logar un objetivo político -comenta con sarcasmo- Tú eliges.

Sonrío ante sus palabras, es bueno que no se tome en serio cada palabra con doble sentido que sale de mi boca o sino esto seria realmente aburrido... y darme cuenta de que tiene cierto sentido del humor, hace que considere que al menos las travesías no serán un verdadero aburrimiento... o no del todo.

Al fin y al cabo él me evalúa a mí, yo a él... y mientras evaluo la nave en sí... Es bueno conocer dónde esta uno encerrado, sobretodo cuando todos creen que eres una bestia sádica a la que meter en una celda. El soldado ya no usa ese tono de policía, parece que ha decidido que si vamos a estar pegados el uno al otro mucho tiempo, dejar a un lado tanto puto protocolo le vendrá bien... y yo no puedo mas que estar de acuerdo. Tanto usted, señor y demás pamplinas, para tipos como la hiena, a mí me acabaría produciendo urticaria.

Así que el gimnasio de la nave se ha convertido en un laboratorio para los que han estado antes hablando en la reunión. Gente con un coeficiente intelectual tan alto, que consideran que los demás somos meros simios con palos... Todo es muy bonito desde el punto teórico, me pregunto qué pasaría si fueran ellos los que tuvieran que lidiar con gente... bueno, con gente como yo. No puedo evitar sonreír de una manera sádica, no tengo nada en contra de los cerebritos, excepto que tarde o temprano todos se venden a las MegaCorps y eso les convierte en gente a la que no tendría problema en arrancar la yugular. Intento volver a la conversación y justo es en el momento en que Rogers habla sobre que fue culpa mía que se quedara sin un sitio donde entrenar. - ¿Debería disculparme? - Mi mirada y mi sonrisa le dan a entender lo retórico de la pregunta. Antes se congelarían las cuentas de una MegaCorps por abuso de las leyes a que yo me disculpara por algo en lo que no he tenido nada que ver. - Yo no elegí vuestra suite tamaño familiar con testosterona a raudales. Fue cosa vuestra... aunque ya que ha sido desalojada podrías llevarnos hasta allí tras este paseo y ver qué se puede hacer. - Joder, realmente esperaba que pudiéramos usarla para algo... no pensaba tirarme todos los putos viajes paseando de la mano con el. Fijo que en el hipotético caso de que consiguiera llevarme al catre a alguna piba, él estaría allí de carabina. Vaya, eso sí era gracioso... sin ninguna duda... e inevitablemente eso llevo mis pensamientos a las curvas de infarto de Lucy. Esa mujer tenia algo, no sabía el qué, pero algo.

Rogers vuelve a la carga reafirmando mi idea, ante lo cual asiento sin problemas, pero sin duda necesita quitarse algún tipo de espina moral con su ultimo comentario. Levanto una de las manos para pasarla por mi afeitada cabeza, la sensación al notar el pelo incipiente es relajante en cierta medida, pero no me hace olvidar las palabras del soldadito. Aunque no entiendo su necesidad de abrir un tema en el que creo haberle rebatido todos sus argumentos, decido que no tengo por qué callarme, ademas cuanto más hable, más sabre sobre él. - Te darás cuenta de que tus palabras definen un acto en el cual estoy seguro sin ninguna duda que has participado. Lo llamáis guerra, si no recuerdo mal... cuando matáis indiscriminadamente, siguiendo vuestras normas y sistemas. Pero eso no quita que miles mueran en el proceso, o tal vez decenas de miles viendo el tamaño de este juguete vuestro. Únicamente por no ceñirme a vuestras reglas, me denomináis asesino y terrorista... pero no te engañes, no eres tan diferente de mí. Sólo depende de a través de qué cristal decidas mirar. Dime ¿te atreves a mirar desde el mio? - Le miro con una sonrisa ladeada en mis labios, casi como retándole. - Mientras lo piensas, qué tal si vamos a ese "gimnasio"

Estaba conversando con Joe Parker en los pasillos cuando el ajetreo que se escucha en el cercano comedor de tropa llama mi atención y, tras concluir mi conversación me decido a entrar en la sala. Antes de poder llegar a la puerta, ésta es abierta por un Young de rostro cadavérico y un hedor que ni los propios muertos tolerarían. No puedo evitar mirarlo con sorpresa.

- ¿Young? ¿que le ocurre? Venga conmigo, vamos a que le vea la doctora Roslin -le ordeno a mi oficial.

Young parece sumamente avergonzado, un hombre que siempre había sido impecable en su elegancia presenta ahora un aspecto lamentable... y un hedor ofensivo.

- ¿S-señor? -se sorprende al toparse con Adama- L-le ruego que me conceda un momento para darme una ducha y cambiarme de uniforme... e-estoy bien, s-sólo ha sido una indisposición intestinal...