Partida Rol por web

Tombstone: Dead Lands

Capítulo 3: Ciudad fantasma

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09/06/2010, 00:45
Mexicano fantasma

 El mexicano, sin haberse percatado de que había dejado al vaquero atrás, se concentró en contar las piedras que iba viendo en el camino. Sin mirar atrás ni buscar con la mirada a su acompañante, se plantó en una esquina divisando el horizonte con la sonrisa característica de este agradable espectro. Por un momento, el fantasma empezó a parpadear, como si se le estuviera yendo la energía, y se giró hacia el vaquero, esta vez con una mirada demente y una expresión pícara, diciéndole al pistolero que había quedado unos pasos por detrás de él

Ándele, que ya no queda nada... hizo una pausa, acompañada de una leve sonrisa. Señor.

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10/06/2010, 11:07
Frank

Todo ocurre de manera irreal. Cada vez más irreal.

¿Estaré alucinando por el sol? ¡Despierta, idiota! Llevas a la sombra horas y en estos momentos no debe de faltar demasiado para que oscurezca. No señor, de alucinaciones nada. Esto es muy real. El plumilla está muerto, y este fantasma no me gusta nada.

Para confirmar sus pensamientos, el cowboy, centrado ya en la huída por la proximidad de los caballos, mira hacia atrás. El cuerpo inerte de Eckhardt permanece donde está. Boca abajo, con la cara contra el suelo, y la tapa de los sesos volada.

El vaquero se sonríe. Está a punto de escapar.

Ja!

Vamos amigo, date prisa. No quiero pasar ni un minuto más en tu compañía.

Frank avanza con el revólver en la mano.

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10/06/2010, 14:26
Director

Dakota abre los ojos, y en su línea de visión enmarca dos vagones de un desatendido tren, unos montones de tierra negra y carne putrefacta, y el principio del interminable desierto.

Sin ser demasiado consciente de haber dado la orden a su cuerpo, Dakota se levanta. Torpemente, al principio, pero en unos segundos ha recuperado el tono muscular y solo le queda cierto entumecimiento. Su cerebro y sus sentidos se demoran más en salir de la pesadilla vivida. Está confuso y adormecido, pero una sensación de alarma chilla en toda su consciencia. Mira hacia sus piernas; parecen tener un mensaje para él que no logra descifrar.

Alza la vista y ve el cuerpo inerte de Stephen Boyle, el inglés. Intenta reprimir un grito, pero su garganta seca produce una especie de rugido en su lugar. No es el cuerpo carente de vida del inglés lo que provocó esa reacción; fue que, con la certeza de una visión, Dakota había visto el peligro y la agonía rondar sobre su cabeza. Una maldición; algo peor que mil muertes.

Las piernas del indio comenzaron a correr, llevándole hacia el interior del pueblo. Dakota no piensa ahora en monstruos ni fantasmas, solo sabe que una terrible calamidad está a punto de desencadenarse, y él es el único que puede detenerla.

Las calles se suceden, pero demasiado lentamente para el gusto del apache. Cada manzana de casas parece una milla, y cada milla, un mundo. Los edificios de la Ciudad Fantasma parecen mofarse de la prisa del mestizo. Una fachada blanca se cruza en su camino.

Grita el rótulo, ya familiar para el indio. Huyendo del mensaje como si de un demonio se tratara, Dakota corrige bruscamente su rumbo para alejarse de la fachada pero seguir internándose en el pueblo. Las casas le miran con sus ventanas abiertas a medias, pero Dakota sabe que no puede permitirse el temor. Sabe a donde va, y que no debe fallar.

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10/06/2010, 18:17
Dakota

 

Dakota tenía la angustiante sensación de que la pesadilla no había terminado. Había sido distinta a la veces anteriores, mucho más real y más dolorosa. Tal vez todo aquello no fuera más que una desesperante continuación.

Andaba a tientas, tropezando a cada paso. Al menos eso creía. Todo había dejado de tener sentido. Las imágenes se sucedían sin concierto. Al parecer, Padre Oso aún tenía el control sobre su cuerpo, o quizás fuera alguien más. El caso era que Dakota no podía más que avanzar a trompicones en una dirección que desconocía.

Solo había una única certeza en su corazón. Un impulso que le atenazaba las tripas y lo arrastraba por los polvorientos caminos de aquella ciudad condenada. Un presagio, que era mucho más que una corazonada. Era algo tan palpable como el Tomahawk que llevaba al costado, como las afiladas púas de aquella serpiente endemoniada, como las incontables balas que habían extraído alguna vez de su cuerpo. Era el horror más profundo y visceral, primitivo.

En aquellos momentos en que todo su cuerpo debería yacer tendido sobre la tierra, Dakota avanzaba impulsado por un único combustible: el espanto.

 

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11/06/2010, 00:13
Director

Dakota llega, tambaleante, a la calle principal y comienza a recorrerla en dirección Sur. La estación de la Fargo, el Saloon, la oficina del telégrafo... van quedando atrás. No hay nada que detenga la mirada de Dakota en esos edificios, y su destino no está en ellos.

El aire huele a humo pestilente. Toda la calle parece borrosa, pero el indio no tiene forma de saber si es por algún tipo de bruma o por creaciones de su turbada mente. Tan cargado está el ambiente que Dakota no puede distinguir la torre del campanario de la iglesia, al fondo de la calle, ni nada que esté más allá de la oficina del Sheriff, a medio centenar de yardas.

La niebla aisla el entorno cercano al indio del resto del pueblo. Cada pocos pasos descubren un paisaje totalmente distinto al anterior, y solo vagamente familiar para Dakota. Un motel ruinoso, un viejo almacén. ¿Todo está donde debería estar? Al dar los siguientes pasos, como salida de un sueño se materializa una escena que parece pertenecer a un momento distinto en un lugar completamente distinto. Una fosa excavada; un grupo de siluetas borrosas. Hombres de ojos rasgados y mujeres ancianas de tez muy blanca, casi amarilla. Una docena de orientales lloran y musitan con gravedad, se dan aliento entre ellas, pues a sus pies hay un cadáver.

El cadáver de Danny Chang Lee.

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11/06/2010, 00:54
Medio chino

El medio chino está rígido y totalmente lívido, con un agujero de bala que hace tiempo que no sangra en la mitad de su pecho. Al menos, alguien ha tenido la atención de cerrarle los párpados y el chino parece en paz, casi descansar. Su cuerpo sin vida espera la tumba, pero sus veladores aún tienen lágrimas que derramar antes de bajarlo al hoyo y cerrar esa última puerta hecha de tierra.

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11/06/2010, 00:55
Fantasma vieja china

Shi wo, Xiao Chang.

Llora la mujer más anciana, mirando a sus acompañantes. Sin parecer percibir la aparición del indio, se arrodilla junto al fallecido y le toca los cabellos respetuosamente.

Aaaaaah èrzi wan... el llanto es sentido, pero tranquilo.

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11/06/2010, 01:08
Director

Dakota no detiene sus pasos, sino que continúa corriendo, como si cargara contra algún enemigo en la bruma pero éste siempre le evitara.

Siente la cercanía de su destino, y empieza a comprender a dónde le llevan sus pasos. Va hacia el origen de esta niebla asfixiante que le rodea, una bruma negra que empieza a parecerle el humo de un incendio. Sin embargo, no es el olor de la madera quemada lo que golpea sus sentidos. Esa peste penetrante no es producto de la combustión de algo natural. Si el propio Mal se estuviera inmolando, si un demonio se consumiera bajo sus propias llamas, éste sería el aroma.

Se dirige hacia la casa de dos pisos. La vivienda cercana a la iglesia. La casa del enterrador...

Incapaz de olvidar la escena recién presenciada, herido por el hedor nauseabundo tanto como por el peso de la muerte vista, Dakota da tumbos hasta detenerse en seco.

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11/06/2010, 01:18
"Látigo" Hank Bully

El cochero Hank Bully yace justo a sus pies. A diferencia de Danny Chang, el Látigo tiene los ojos abiertos y desenfocados. Ojos muertos y secos, como de pez.

Su bigote está manchado de restos de sangre, y su cuerpo presenta una colección de heridas y contusiones de distinta procedencia y antigüedad.

Justo bajo el corazón, tiene un orificio de bala. La ropa está ennegrecida alrededor. Un tiro a quemarropa al corazón.

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11/06/2010, 01:22
Director

El apache trata de cerrar los ojos ante la terrible escena que se le presenta. Se da la vuelta y menea la cabeza. Sus ojos están húmedos, sea por dolor o por el humo. Dakota reza, pero no hay respuesta. Se siente solo aunque trata de negar lo que ha visto. Se siente solo porque sabe lo que ha visto. Sabe que el cadáver de Bully no estaba solo. A su lado, antes de apartar la vista vio el cuerpo inerte de el Predicador.

Tumbado, inmóvil y boca abajo, sobre un charco de sangre.

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11/06/2010, 07:16
Dakota

Dakota se acercó al cuerpo inerte del Predicador. Aquel hombre blanco con el que había compartido tanto, y que incluso había comenzado a apreciar. No había muchos de esos, podían contarse con los dedos de una mano. Y le sobraría.

Se arrodilló junto al cadáver y posó los dedos índice y anular de sus manos en el viscoso charco de sangre que rodeaba a su compañero caído. Dejó que dibujaran extraños símbolos en el suelo, hasta que estuvieron bien empapados de aquella espesa sustancia oscura. Luego, tocó su propio rostro, marcando dos líneas paralelas y horizontales a la altura de sus pómulos, justo debajo de los ojos.

Toda la ceremonia fue lenta, solemne, como si se hallara en algún lugar fuera del tiempo, donde los instantes no transcurrían. Como si la Muerte pudiera aguardar por siempre.

Con esa misma parsimonia, se quitó los harapos que aún llevaba a modo de camisa y dejó su imponente torso al desnudo. Su mano izquierda volvió a sentir el tibio contacto de la sangre muerta, aunque esta vez sin delicadeza. Tomó puñados enteros de aquella sustancia y se los aplicó sobre el pecho y los hombros, descuidadamente y sin mayores ceremonias, hasta quedar casi cubierto por completo. Incluso su brazo derecho quedó bajo aquella coraza espiritual.

Finalmente, se puso de pie y se dirigió al edificio que había estado buscando todo este tiempo. Allí se decidiría su destino, y quizás también el de otros.

Si aquellos Diablos buscaban plasmar en la tierra el Horror más terrible que pudiera imaginarse, con Dakota habían logrado su obra maestra.

 

Notas de juego

No !!!! Esto es terrible !!!

No quería postear para no arruinar la secuencia. No aguanto más de la ansiedad por ver que pasa !!!

Me tomé algunas licencias en el ultimo post. Veras que Dakota se mueve y todo. Si te parece que no va, solo editalo y listo, no hay problema. O en todo caso podés incorporarlo a tu propio post como mejor te parezca.

Solo es una idea sobre lo que Dakota habría echo de tener todavía el control de su cuerpo (e incluso a un nivel inconciente). Pero venís llevando todo tan bien que no me puedo quejar.

Con razón tan silencioso el Off !!!

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11/06/2010, 15:34
Director

Dakota da la espalda a sus compañeros caídos para continuar el camino. Desde donde está, ya puede ver el edificio que buscaba.

Da un paso. Después otro. De repente no tiene prisa. A pesar de los terribles augurios que tiene sobre ese lugar, de la sensación de que algo horrible está a punto de desencadenarse, solo camina hacia su destino. Esa vaticinada Ruina solo le interesa a medias, pues, tras lo visto, solo se siente vivo a medias. Murió al entrar en la Ciudad Fantasma. Todos lo hicieron, al cruzar sus mismas puertas que ya anunciaban, en letras rojas, PURGATORY.

Cubierto de sangre, con el poderoso torso al desnudo y las pinturas rituales en su cara, Dakota parecía un demonio más en aquella ciudad condenada. Cuando llegó ante el edificio las llamas se reflejaron en sus pupilas, dándoles un brillo demente, pues la vivienda entera estaba ardiendo.

La construcción de dos pisos, con ventanas semicirculares y la chimenea en lo alto, ardía con mucha más intensidad y fiereza que la achacable a su estructura de madera. Ardía como si rugiera, como si rebosara cólera. Parecía una porción de Infierno colada en el Purgatorio.

Dakota no se intimidó, y apenas necesitó usar su fuerza para derribar la puerta, ya comida a medias por el fuego. Una pequeña explosión ígnea hizo al indio apartar la cara, justo al derribar la entrada, pero en seguida se estaba internando en medio de aquél infierno. Los pulmones le ardían, y el aire era irrespirable. El fuego contagiaba las paredes pero el guerrero bravo sabía que no estaría ahí por mucho tiempo. Tenía que hacer un esfuerzo por abrir los ojos y analizar el entorno. Aún no sabía qué era lo que buscaba en ese lugar, pero tenía la certeza de que lo reconocería tan pronto como lo encontrase.

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11/06/2010, 20:20
Dakota
Sólo para el director

El humo asfixiante le nublaba la vista y le escocía la garganta. Apenas si podía respirar en aquel sofocante entorno. Cada bocanada era como tragar azufre, pero el indio continuaba inconmovible su marcha hacia el interior de las llamas.

El hollín se pegaba a su piel, mezclándose con su propio sudor y con la sangre que lo cubría. Enfundado en aquella sanguinolenta coraza realmente parecía el señor de ese infierno particular. Aunque claro, no era más que un simple usurpador.

Pateó unos maderos que encontró en su camino, quizás mesas o sillas que habían caído presa de las llamas, y procuró internarse aún más en el edificio. Solo se movía a tientas, guiado más por el instinto que por los sentidos, siempre en pos de su objetivo. Que no era más que un vago presentimiento.

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12/06/2010, 02:11
Director

La confusión y el humo no permiten apreciar la escena con detalles. El fuego se pega a las paredes como si fuera una costra. Los muebles habían perdido su forma y la escalera de ascenso al segundo piso se había desmoronado. Hay cristales por el suelo, tarros en estanterías y adornos de aspecto siniestro. El único objeto que atrae la mirada de Dakota como si tuviese voluntad propia es un cuadro. Un cuadro que arde vigorosamente, pero sin consumirse. El brillo del fuego y las llamas que lo lamen le dan un aspecto especialmente horroroso.

Pero no tenía que ver con la razón de Dakota estuviera aquí, de modo que el indio se esforzó en ignorarlo y continuar su ojeada, a pesar del escozor en sus ojos.

Su mirada baja, casi hasta sus mismos pies, y entonces la vio. Una alfombra de color oscuro con un entramado de crisantemos y espinos. Dakota mantiene un pie apoyado fuera de la alfombra mientras con el otro descarga todo su peso sobre ella. Una vez. Otra. Alguna madera cruje. Un golpe más, y la alfombra se hunde junto con una sección de suelo que debía ser una trampilla.

El apache baja uno por uno los escalones que han quedado al descubierto. La corazonada toma forma, y se encuentra con la certeza de que todo el mal de este pueblo procede del sótano al que se acerca. Escucha un zumbido, como de insectos, y pronto ve - iluminado a la luz de una lámpara de aceite - el suelo del subterráneo bullendo con la vida de un millar de deformes insectos salidos de alguna pesadilla.

Todo eso no importa, porque la desgracia ya ha caído sobre Purgatory. El Cofre ha sido abierto.

Al ver la silueta de un enorme baúl abierto, Dakota se da cuenta de que ha llegado demasiado tarde. El Mal ha sido liberado de esa caja, y ahora él y todos los hombres vivos a mil millas están mil veces malditos.

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12/06/2010, 02:33
Director

Frank gira la esquina, intentando evitar la intensa mirada del fantasma, y se encuentra con el paisaje despejado del desierto. Ha llegado a los límites de la ciudad. En seguida ve el caballo al que le ha guiado ese mexicano.

Un bonito ejemplar negro le da la espalda, parado, con las cuatro patas como clavadas en la tierra, a la sombra de un árbol. Sobre el caballo hay un tipo de ropas igualmente negras, cabeza descubierta y las manos atadas a la espalda. Tal y como está, Frank no llega a verle la cara al jinete, pero sí nota que su cuello está rodeado por una cuerda de cáñamo que sube - sube, sube - hasta llegar a la rama más ancha del árbol. Un centenar de cencerros y pequeñas campanas adornan la soga.

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12/06/2010, 02:47
Mexicano fantasma

 Por un instante, el fantasma desaparece del lugar. Se hace el silencio.

Su caballo está preparado... Señor  

Un susurro cercano se deja oir por la espalda del vaquero, a lo que le sigue un ligero sonido que poco a poco va cobrando sentido.

Ja ja ja... ja ja... ja ja ja ja... JA JA JA JA

 

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12/06/2010, 03:05
Director

La montura relincha, aterrada por la risa estridente, y sale al galope hacia el desierto.

El hombre de ropas negras cae inmediatamente, y el lazo se aprieta en torno a su cuello. Las campanas de la soga repican y resuenan, alegremente, y cuanto más se agita el pobre infeliz, más contentas cantan ellas, como si acompañaran al mexicano muerto en su risa. Pronto no queda aire en los pulmones ni vida en las extremidades del colgado. El ajusticiado cuelga inerte, y el cadáver gira lentamente en la cuerda...

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12/06/2010, 03:10
Vaquero

Frank ve sus propios ojos muertos, observándole desde el árbol del ahorcado. El rostro está sudoroso y los rasgos de la cara están hinchados y congestionados por la asfixia.

Con la cabeza ladeada, las piernas cayendo inertes y los ojos a punto de salirse de las órbitas. El cuerpo muerto del vaquero gira - lentamente - en su cuerda, como un viejo molino.

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12/06/2010, 03:14
¿Mexicano fantasma?

La risa chillona y de una maldad sobrehumana es lo único que queda cuando las campanas callan. Desde algún lugar cercano, el mexicano fantasma mira y se regocija, aunque su cuerpo ha cambiado y su rostro ha caído, como una máscara.

¡JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA  JA!

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12/06/2010, 03:19
Director

...

Frank suda y tiembla, aterrorizado y confundido en frente del Cofre que acaba de abrir. El Cofre que, solo ahora, sabe que no debería haber abierto. En sus manos está el contenido del arca recién profanada. Con dedos humedos, el vaquero sujeta de la cabellera la horrible máscara semihumana que, por absurdo que parezca, debió ser reverenciada y adorada por gente viva en algún momento.

No le cabe duda de que el cabello usado en este grotesco símbolo es humano, pero prefiere no pensar en qué otras partes de personas se habrán podido utilizar para realzar el realismo. A pesar de que su impulso instintivo es lanzar la cabeza de madera y ónice contra una pared, el miedo paraliza a Frank. El miedo y esa sensación de que ya es demasiado tarde. De que la máscara ha mirado en su interior y, desde ahora, le vigila.

En ese momento, el pistolero se da cuenta de que hay alguien más. Dakota le mira desde unas escaleras de bajada, y el apache parece el mismísimo profano creador de la cabeza de madera, alzado de entre los muertos para impartir venganza. Los Tomahawk descansan en su cinto. El musculoso y enorme pecho del corpulento indio está al desnudo, aunque todo su torso y su brazo derecho están cubiertos por una costra de sangre negruzca que forma una aparente coraza en algunas partes y retorcidos dibujos y símbolos en otras. Bajo los ojos negros, enmarcados por un pelo aún más negro, hay sendos pares de líneas paralelas dibujadas también con sangre. Dakota luce sus pinturas de guerra, la infinidad de heridas en su cuerpo, y un Tomhawk en su mano.

De las riquezas que nutrían ese sótano solo restan algunos pequeños testigos. Monedas de plata caídas. Adornos y esculturas de cobre y bronce, abandonados por pesar demasiado. Cajas vacías volcadas, algunas baratijas por el suelo y unos pocos papeles sobre la mesa.

Aparte de eso, solo quedan los enormes insectos monstruosos y el Cofre. El recipiente de todo el Mal de Purgatory, roto y abierto.