Partida Rol por web

Lo primero fue el frío.

Luego el viento. Gélido, cortante como una guadaña.

El viento arrastraba hielo, eso fue lo tercero que sintieron.

Pero lo peor fue lo último: el vacío. ¡Estaban cayendo! Contaban con aparecer en otra estructura, quizás en medio de una nueva sala. No era descabellado el pensar en una construcción alienígena Vau... ¡Pero caían desde el aire! ¡Se habían materializado en medio de un valle helado y ahora mismo habían caído desde una altura de unos diez metros sobre una montaña de nieve! Incapaces de parar un descenso demencial rodaron por la ladera abajo. El que más y el que menos intentaba agarrarse a algo: una roca, un árbol... Imposible...

¿Cuánto duró la caída? No podrían decirlo, pero cuando al final se pararon en una zona de valle se incorporaron mareados, llenos de magulladuras.... maltrechos. Miraron confundidos a su alrededor. Estaban al borde de un bosquecillo de abetos. El viento azotaba ahora con toda su furia, arrastrando nieve y hielo. Sintieron frío: estaban preparados para el ambiente tropical de Limbo, pero aquello era una estepa invernal. Sintieron confusión: habían perdido cualquier noción de orientación. Sintieron una sensación extraña: hasta el ukar, que no era dado a misticismos, se sentía en paz. Bien. Pese a la confusión o el frío. Se sentían en armonía con el universo. ¿No era eso lo que decían que sentían los sathraistas en los primeros viajes? Los religiosos habían notado algo parecido al contacto con el mismo pancreator. Los otros habían percibido algo más animal, más instintivo... Como si cogieras el mayor orgasmo y lo multiplicases por mil sin que estallase tu corazón ni tu cabeza. Había sido...

Pero el efecto se iba pasando y el frío les despertaba ahora. Miraron nuevamente alrededor: un bosque ante ellos, la empinada ladera por la que habían caído tras ellos...

¿Dónde estaban?

El Hermano de Batalla fue el primero en levantarse tras sentir ese fugaz bienestar y sentimiento de calma y sosiego un sentimiento que hacia muchisimo tiempo pensaba perdido, aun confundido miro a su alrededor.

Tan solo arboles helados y hierba escarchada, no comprendia donde estaban, tampoco lo intento comprender, pero se hacia una idea que de algun modo permanecian cerca de la misma piramide y bosque, en una estacion mas fria y aterradora o tal vez su hermana gemela en otro lugar, ya habia oido hablar antes de esto pero realmente no estaba seguro de nada.
Tras comprobar el estado de sus armas, recordo a que habia venido y sus ojos se clavaron en el suelo buscando algun rastro de su hermana, huellas o algo peor.
-Si estamos aqui, espero que ella tambien lo este.

-Vicent, ¿Puede oirme? Al habla Calmidorian, espero respuesta.-Dijo apoyando su mano enguantada en su oreja derecha, mientras no dejaba de mirar el suelo y alrededores buscando algun simbolo de que Hysteria hubiera pasado por aqui.

El Hermano de Batalla no se sorprendió demasiado al escuchar tan sólo estática por el pequeño aparato...

La nieve y el viento hacían complicado el encontrar rastros. Incluso sus propias huellas eran rápidamente sepultadas por el mal tiempo. Sin embargo algo llamó la atención del ojo experto del soldado: había marcas de disparos recientes en uno de los árboles y sangre en otro. Y la sangre aún goteaba: allí había sucedido un combate hacía poco tiempo. El corazón de Calmidorian se aceleró.

Corrio con dificultad hasta aquel par de arboles apoyando su mano derecha en una de ellos y recoger una gota de fresca sangre con la otra, aquella gota roja no tardo en ser absorbida por su guante, la olio y observo aquella herida que mostraba el otro arbol, miro al frente, al camino que se mostraba entre ambos, para intentar encontrar algo mas, que le dijera hacia donde dirigirse.
-Alguien o algo se la ha debido de llevar, no hay muertos. Pero a donde... Que narices pasa aqui, maldito viento...

Sin descanso buscaba nuevos indicios que le dejiran hacia donde dar el siguiente paso, por un momento olvido que no vino solo.

La caída, por lo imprevista, había sido aterradora en un primer momento, provocando en el piloto tal desorientación que tardó unos segundos en darse cuenta que ya nada giraba a su alrededor. Todo permanecía tranquilo y el único sonido que llegaba a sus oídos era el de una fuerte ventisca.
Abrió los ojos para encontrarse con un paisaje invernal que hacía años que no veía. La nieve golpeaba su rostro con fuerza, dejándole un recuerdo húmedo y algo doloroso.

Sin embargo, se sentía bien pese a las magulladuras......demasiado bien como para no tenerlo en cuenta. Aquel lugar era peligroso. Se lo dictaba su conciencia aunque sus sentidos se negasen a aceptarlo.
Fue la voz de Calmidorian la que le trajo nuevamente la realidad, fuese esta cual fuese.

Se levantó, comprobando que no tenía nada roto, y siguió los pasos del Hermano hasta el lindero del bosque, ante el cual se debatía su compañero en una búsqueda infructuosa.
Elbrian miró al suelo, el cual parecía querer ocultar todo rastro de una presencia anterior.....pero eso quizá no ocurriera más allá de la primera línea de árboles. Puede que los propios troncos y las pesadas ramas protegieran el suelo que se encontraba a sus pies.
Si había algún rastro sería allí, por lo que se internó unos cuantos metros sin llegar a perder de vista a los demás.

Mientras caminaba, en sus sienes se marcaron fuertemente las venas, debido a un aumento del torrente sanguíneo que circulaba por ellas.
Su rostro, casi permanentemente alegre, tornó serio y se deformaron levemente sus rasgos debido a la fuerte presión que ejercían en ese momento sus mandíbulas.
El piloto casi había dejado de parecer el mismo.

Seth rodó hasta poder anclarse con las rodillas y los codos en la nieve. Buscó la escopeta antes de levantarse y al hacerlo, con una rodilla en tierra, hizo volar copos irregulares por encima de su cabeza. Ya estaba en posición de disparo, todo lo resguardado que la posición y el lugar le permitían. No esperaba un lugar tan claro, así que el ir de negro era un mal que tendría que solucionar. Se giró, observó, se volvió a girar, y repitió el mecanismo aprendido por la costumbre y la experiencia hasta que distinguió la linde de ese bosque hacia el que se dirigía el Soldado. El ukar tenía ganas de comentarle al sacerdote Meixar el ejemplo bien traído de una razón por la que la mujer no había podido regresar por la puerta aunque hubiera querido. Y ahora estaban allí, en ningún lugar, solos. Bueno, no solos a juzgar por los restos de una pelea, y no solos también por haber coincidido en la caída con el piloto que era al final el responsable de que el arma definitiva no fuera disparada.

Esperó a que Calmidonian se adelantara un poco y oteó lo que la tormenta le permitió, en aquella dirección. Sería mucho pedir ponerse a buscar ahora el sensor de movimientos, enterrado sin duda en nieve y ya oculto por la tormenta. No era probable que fuera a estar operativo en todo caso, así que se centró en el lugar y en el presente.

Dejó caer la mirada alrededor. No parecía que hubiera nadie más que sus compañeros, y no parecía tampoco que hubiera nada más donde dirigirse que aquel bosque. Dio unos pasos cautos acercándose a él, sin dejar de apuntar con la escopeta. No era un mal arma a distancia corta, especialmente en unas circunstancias como aquellas. Siguió acercándose al bosque, siempre dejando que el soldado llevara la iniciativa y sin abrir la boca.

Meixar notoó que aquello no era bueno, que las sensaciones que presintió no provenian del pancreator. Y el frio le perturbaba,hasta que su piel ya se acostumbró a él. se resintió de la magulladuras pero se levantó curios para observar su alrededor. Tras eso siguió a Calmidorian que parecia haber descubierto algo.

Mientras Elbrian intentaba encontrar alguna pista que se le escapase al Hermano de Batalla todos oyeron un grito a sus espaldas, arrastrado por el viento. Se giraron instintivamente, el Ukar apuntando ya con su escopeta. Algo bajaba a tumbos por la ladera del valle. Observaron como aquella figura desgarbada iba cayendo y golpéandose contra las piedras y la nieve, y fueron plenamente conscientes de que estaba realizando el mismo viaje que ellos habían realizado hacía escasos minutos.

Cuando acabó en el borde de la ladera el recién llegado se incorporó torpemente, echándose una mano a la cabeza. Vicent estaba confundido, medio ensimismado y evidentemente mareado. Contemplaba con un gesto de estupidez desorientada la escopeta de Seth que le apuntaba directamente a la cara.

Mientras los demás observaban al recién llegado Vicent, Elbrian intentaba encontrar alguna huella. Invocando sus poderes psíquicos Elbrian notó como su percepción aumentaba. Escuchaba el ruído que hacía el viento en las altas hojas de los árboles y notaba la densidad de la nieve. Y sus ojos se habían vuelto más sensibles. Olfateó la sangre. Se aproximó al árbol junto al que se encontraba Calmidorian y removió la nieve ligeramente. Encontró unas gotas de sangre bajo la cobertura blanca. Avanzó un par de pasos. En una roca cercana vio otra mancha de sangre. Lo que hubiera sangrado iba en dirección norte, alejándose frontalmente de la montaña. Y ahora percibía lo que debería ser un camino medio enterrado. Removió con las manos la nieve descubriendo algunas piedras que no eran naturales: un sendero o una calzada oculta bajo la nieve.

Elbrian caminó trazando un pequeño círculo, con los ojos fijos en el suelo y en los troncos que formaban el inicio del bosque.
A cada pocos pasos se detenía y observaba algún lugar situado más adelante, pero en seguida negaba con la cabeza y volvía a continuar un camino únicamente trazado en su mente.

Así fue como llegó a situarse de nuevo al lado de Calmidorian, agachándose junto a él y apartando un pequeño montón de nieve para descubrir bajo ella unas cuantas más gotas de sangre.
En cuclillas y con los antebrazos apoyados en las rodillas giró su rostro hacia la derecha, hasta dar con algo que llamó su atención.
Era una roca casi totalmente cubierta por el manto blanco, pero que dejaba ver lo suficiente de su superficie como para poder comprobar que algo la teñía de un ligero tono carmesí.

Sea quien sea - no quiso pronunciar el nombre de Hysteria, y mucho menos indicar que ella era la que podía estar herida, aunque esa era la causa más plausible de la existencia de la sangre en el suelo - ha ido en dirección norte.

Señaló siguiendo la línea imaginaria resultante de unir las gotas de sangre. No explicó cómo sabía que allí se encontraba el norte, no era necesario, pero no cabía duda de que era complicado adivinarlo en medio de aquella ventisca.

Y han seguido este camino. - añadió agachándose de nuevo y apartando la nieve para mostrarles a los demás el empedrado, claramente artificial, que se encontraba bajo sus pies.

- Quieto Seth , soy yo que ya he llegado .- Dice Vincent con cara de estar bastante asustado , tanto por el viaje como por verse encañonado por un arma.

Una vez mas tranquilo y ya algo recuperado del viaje Vincent observa lo que estan haciendo, aunque parece claro , estan siguiendo el rastro de Hysteria y la cosa no parece ir bien .

Calmidorian miro al carroñero con seriedad, no entendia como algo que se le habia escapado a el podia haberlo descubierto con tanta facilidad un simple piloto, pero tampoco le importo, se imcorporo y miro en la direccion que señalaba.
Ya habia dado por echo de que Vicent era aquella bola rodante que caia ladera abajo y no le dio mas importancia de la que tenia, ahora solo estaba interesado por una cosa.

-Puede que tenga razon, sigamos el rasto.-Dicto antes de ponerse a la cabeza de la marcha, no le importo lo mas minimo si alguien le seguia o no, no tenia tiempo que perder en conjeturas.

El ukar apartó el cañón del arma del asustado rostro de Vincent, y le sonrió con sorna entre el velo de nieve que caía. Le ayudó a levantarse y mantuvo su posición hasta asegurarse de que todos estaban en su línea de visión.

Algo en su interior le llamó idiota por deshacerse del detector de movimientos, pero visto el éxito que tenían los instrumentos electrónicos en general, otra parte suya ignoró a la primera, y así se acabó su duda. Se acercó a los demás con la escopeta preparada, y siguió los pasos de Calmidonian al ver que éste se dirigía hacia el camino que el piloto había descubierto.

Al pasar por su lado, le sonrió con fiereza.

- ¿Te es familiar el olor de la sangre, carroñero? - dijo, como si le divirtiera, y siguió el camino, siempre detrás del Hermano de Batalla.

El padre Meixar siguió al hermano de batalla comentando mientras andaba.

- Vaya por dónde que al final todos hicieron que el Pancreator dijo, no era necesario desperdiciar ningún material.

Tras eso se acercó al rastro de sangre y lo toco con sus dedos para ver cuan fresca estaba.

Meixar comprobó que la sangre estaba fresca, muy fresca. El combate debía haber tenido lugar hacía poco tiempo.

El grupo se encaminó siguiendo el camino recién descubierto por Elbrian. Estaba claro que cada uno de los componentes de aquel equipo era una caja de sorpresas inagotable.

Tras una media hora avanzando por el bosque helado el camino volvió a descender de forma abrupta, en una nueva pendiente. Allí en lo alto se detuvieron los viajeros, mirando hacia el valle que había bajo ellos. En el fondo del mismo había una docena de construcciones de piedra, casas de una sola planta de aspecto medieval, con techos de bálago. Se configuraban alrededor de una fuente central, helada. Había una especie de corral a la entrada de aquella aldea. En ese corral había tres criaturas enormes, peludas y con colosales cuernos. Sin embargo parecían pacíficas. Pese al hiriento viento helado no parecían notar el frío.

El poblado estaba silencioso, aunque de alguna chimenea salían volutas de humo. Los viajeros se dieron cuenta de que estaba próximo el anochecer.

-Pero en qué planeta estamos???

Elbrian pensó en cómo responder a la pregunta de Meixar.....pero no podía hacerlo. Se encontraba tan perdido como los demás, puesto que en un primero momento había pensado que atravesar aquella puerta les daría acceso al interior de la construcción. Ni mucho menos que serían transportados a un ambiente invernal en un lugar diametralmente opuesta al que procedían.

Y ahora se encontraban con que allí existía una civilización. Puede que no muy avanzada, pero civilización despues de todo.

Tendremos que bajar a averiguarlo. - propuso observando las casas sin moverse ni un centímetro - Necesitamos información, pero sería mejor que no supieran cuantos somos. Propongo que sólo dos de nosotros bajemos directamente hacia las casas, mientras el resto desciende dando un pequeño rodeo que los mantenga ocultos.

Al igual que las bestias, las cuales podía ver el piloto desde donde estaba, le eran desconocidas, no podía saber qué clase de criatura sería la que acudiese a la llamada en una de las puertas.