Partida Rol por web

Owen cabiló un momento las palabras de Ser Byron. Efectivamente ya estaba viejo para según que aventuras, muy a pesar de su voluntad. Y. sobretodo, quizá no era conveniente contradecirla opinión de Morrygen.

- De acuerdo mi señor, mi presencia en el castillo puede ser de gran valor. Permaneceré el él esperando su regreso.

Durante el combate el joven Lord se encontraba a medio camino entre el entusiasmo y el mutismo, todo reflejado en su rostro como era habitual en él. De vez en cuando comentaba algún movimiento con Yorkel, tanto hecho por su tío como por Larkyn, que a pesar de su poca experiencia creía que lo estaba haciendo bastante bien.

Al finalizar el combate se acercó a ambos, no antes de despedirse con un simple "adiós" de su amigo. Hubo felicitaciones para ambos, aunque era de esperar que el entusiasmo fuera mayor cuando hablaba con su tío, un verdadero héroe a sus ojos.

- A ver -Tomó interés por el brazo del pupilo-. No está rota, has tenido mucha suerte porque cuando se rompió el escudo... -Con las manos imitó el estallido de la madera-. ¡Lo has hecho muy bien! Seguro que Madre me dejará beber un poquito, ¿verdad, Farryn? -Se guardaría para sí que no era la primera vez-. Ya no hay dragones, Larkyn, pero sonaba muy bien -Sonrió, pero al ver marchar a lo lejos a su tío y madre, así como al maestro de armas, frunció los labios y murmuró-. Parece que...

Se encogió de hombros, era asunto de mayores.

Ser Dustin Almer, uno de los caballeros que servia como capitan en el ejercito bajo las ordenes directas de Ser Byron se presento en la sala donde estaban reunidos Lady Shiera y el resto. Toco a la puerta y entro.

- My Lady, Sers, Maestre. Hay revuelo entre los soldados, dicen que han visto a un mensajero portando el escudo de los Baratheon en su estandarte, un echo como este ha despertado la curiosidad entre los soldados, y al preguntar por Ser Byron y ser Owen y no encontrarlos nos hemos temido lo peor... ¿Movilizo a las tropas?- El soldado se mostraba preocupado ante tanto misterio y la desaparicion de los altos cargos.

Ser Owen atiende  a las explicaciones con aspecto grave.

- Gracias Ser Dustin, estamos debatiendo cierta respuesta que debemos dar. Efectivamente un mensajero ha llegado pidiendo refuerzos para los Baratheon. Es posible que algunos de nuestros hombres deban partir. Lord Morrigen le facilitará más información.

Ser Owen se gira con seriedad hacia Byron Morrigen esperando instrucciones del jefe de la guardia.

Soltó una risa alegre al imaginarse al joven Arthur bebiendo vino especiado en una fiesta. De seguro con un solo sorbo ya estaría viendo doble y con las mejillas tan coloradas como una manzana, caminando en zigzag e intentando invitar a bailar a alguna doncella como los adultos a su alrededor. Casi le daban ganas de buscarle ella una petaca de alcohol para ver esa escena, por lo que en cuanto Arthur le pregunta si su madre lo dejaría, ella asiente. Lady Shiera no era una mujer naturalmente restrictiva con ese tipo de cosas, y ella no se opondría a que lo dejara beber una copa si es que su progenitora estaba de humor para permitirlo. 

Observó el brazo de Larkyn, que aunque ya empezaba a mostrar las marcas de un buen golpe no parecía haber sufrido mayor daño. Le sonrió al muchacho, tan entusiasmada como él por el rastro de la batalla. Podía entender perfectamente lo orgulloso que se debía sentir y hasta lo envidiaba un poco. Aunque, por supuesto, no envidiaba el batirse a duelo con su tío. Era bastante más sensata que eso. Volvió a reír ante la imitación del pupilo, aunque estaba vez disimulándolo tapando su boca con la mano. De haber estado sola con ellos hubiese reído a carcajadas, pero seguían estando en un espacio público con otra gente deambulando y que la vieran burlarse de una imitación de manco no sería lo mejor visto para su imagen. 

Al escuchar la provocación y notar que aparentaba estar absolutamente serio, tomó aquello como una ofensa directa y le dedicó una mirada fulminante, aunque aún dudaba un poco si sería capaz de decir tal cosa sinceramente. Sin embargo, tras verlo sonreír por lo que ahora ella entendía como broma su gesto se volvió amable. Sus ojos denotaban cierto resentimiento travieso, como quién acepta un desafío o declara el comienzo de una guerra de jugarretas. En su rostro se dibujó una sonrisa de muñeca, la misma mueca falsa que le dedicaba a aquellos que odiaba por dentro para que jamás notaran su repulsión hacia ellos pero que su hermano y Larkyn sabían detectar perfectamente. No sentía la necesidad de usarla ahora, pero quizás al muchacho le sorprendiera un poco verla.  

No serías rival para mí aunque te consiguieras un cerebro para acompañar ese brazo, Larkyn. - respondió antes de que una innevitable sonrisa sincera y jovial apareciera en su rostro, prueba de que no creía lo que decía. Miró hacia donde su hermano menor dirigía sus ojos por unos segundos, pero pronto devolvió su atención a sus interlocutores - Si es algo importante te buscarán, Arthur. Deja que ellos se ocupen de las cosas menores.

Cuando Arthur y Farryn se interesaron por su brazo Larkyn se lo mostró orgulloso.

-Muchas gracias Arthur, espero que me dediques un brindis con ese vino especiado que vas a tomarte. Y no, ya no hay dragones, pero estoy seguro que si los hubiese tu serías capaz de matar uno, o quizás volar sobre él como hacían los Targaryen. La atención de Arthur enseguida se fue hacia la ausencia de los mayores, era un chico muy avispado y era difícil que se le escapara algo. Además ya era un pequeño Señor, a pesar de su edad podía presumir de una gran responsabilidad y sentido del deber. Farryn tiene razón, si sucede algo importante vendrán a buscarte de inmediato, no hace falta que te preocupes. ¿Donde está Yorkel? ¿Ya se fue? Larkyn echó una ojeada alrededor, le había parecido ver al amigo de Arthur por allí. Creí que estaba por aquí. ¿Que piensas hacer el resto de la mañana?

Mientras Arthur pensaba en cuales eran sus obligaciones de aquel día Larkyn se volvió hacia Farryn. No parecía haberle sentado bien la broma, incluso le había dedicado una de esas sonrisas que tan poco le gustaba ver en ella pues sabía que no significaba nada bueno. Larkyn se sonrojó.

-Lo siento Farryn, no era mi intención ofenderte, no me hagas caso, ha sido la adrenalina del combate que me hizo decir tonterías. Tienes razón, necesitaría un cerebro nuevo. Larkyn se rascó la cabeza esperando que Lady Farryn aceptara sus disculpas. Ya sabes que haría lo que fuera por vosotros. Vuestro tío es un gran luchador y vuestro padre también lo fue, estoy seguro que vosotros habéis heredado también su coraje y su destreza, ni se me ocurriría enfrentarme a ninguno de vosotros, no tengo tan poco cerebro jajajaja.

Sentía cierto entusiasmo por beber el vino en público, y aunque las únicas veces había sido con su padre, y la última tentándolo divertido a que probara el culín de lo que quedaba en su copa, estaba casi seguro que iba a ser la comidilla de todos. Aquello le hizo recordar la impresión que su padre dejó en muchos. No era el más amable, más bien estricto y parco de afectividad; pero nadie, absolutamente nadie, borraría de su memoria los buenos momentos pasados junto a él.

No le dio más importancia a la ausencia de los mayores, era habitual y entendía que aún le faltaban años para ocuparse de su primera intervención seria como Lord.

- ¿Yorkel? Pues supongo que regresó a la cocina, logré que viniera un rato conmigo -Sobre la marcha su actitud se rectificó-. Es un buen trabajador, vino porque insistí mucho y... Ahm... Estaba preocupado por regresar a su trabajo -Asintió efusivamente pues lo último que quería era poner a su amigo especial en un apuro-. Pues ahora que lo dices... No sé, se supone que tenía entrenamiento con el Maestro Blackwater, pero hasta el Maese se ha ido.

Se encogió de hombros, y antes de pensar qué iba a hacer la confusión entre Larkyn y su hermana le hizo creer que Farryn se había enfadado, pero "la sangre no llegó al río" y en nada volvieron a la normalidad. Odiaba el malestar entre ellos, entre los que se sentía a gusto.

- Pues me vencerías -Aseguró-. Padre siempre decía que un buen gobernante tiene que ser doblemente crítico consigo mismo, y Larkyn, soy más pequeño y menos diestro que tú en combate. Y Farryn es una chica -Sacó la lengua sabiendo que se iba a enfadar y presto se alejó de su alcance.

-Parece un buen chico. Respondió Larkyn. Tampoco lo conocía demasiado, pero lo había visto alguna vez con Arthur y en las cocinas trabajando. Al principio le sorprendió verlos juntos pero con tan pocos niños de su edad por allí era normal que hicieran migas. Así que entrenamiento... Si quieres puedo acompañarte yo, de momento parece que terminé con mis obligaciones esta mañana. No soy Ser Owen, pero creo que puedo darte algunas instrucciones, o podemos simular un combate, lo que prefieras te dejo elegir.

Cada vez le dolía más el brazo y la espalda pero debía aguantarse, no era un quejica, además entrenar a Arthur podría ser divertido. A él tampoco lo había reclamado para nada más así que suponía que podría ocuparse de Arthur mientras tanto.

-Nunca hay que confiarse frente al enemigo, aunque parezca cansado o débil o sea bajito. Enseguida crecerás y te convertirás en un gran guerrero como tu padre y tu tío, estoy seguro, y hasta entonces tendrás que entrenar duro. Miró a Farryn, todavía se sentía mal por la broma que le había gastado. Como sabrás Arthur, hay grandes mujeres guerreras, claro que no es lo más habitual.

Habían momentos en los que Larkyn le producía una ternura inmensa, momentos como el de ahora, en el que temía haber cometido un error y se deshacía en disculpas innecesarias invadido por culpa y vergüenza, regalando cumplidos por si surtieran efecto en la vanidad y orgullo de quién creía haber ofendido. Y la ternura no provenía de que se disculpara, pues era parte de lo que dictaba la etiqueta, sino de que usara estas técnicas y costumbres con ella, que lo sentía tan cercano y familiar como a su propio hermano.

Escuchó la breve conversación con atención antes de participar en ella, no quería mostrarse demasiado ansiosa por el tema de las mujeres guerreras ni la ausencia del Maese. Aunque no había podido evitar mirar con los ojos entrecerrados a Arthur al verlo sacar la lengua, siguiéndole el juego. Era un niño astuto, inteligente y de buen corazón, pero a veces olvidaba que era justamente eso... solo un niño. Al pobre le habían otorgado demasiadas responsabilidades a muy corta edad, y de seguro no se estaba divirtiendo tanto como debería en esa etapa de su vida. Quizás debería pasar más tiempo con él, asegurarse de que no se transformara en un viejo chico amargado. Tenía tanto derecho a ser feliz como cualquier otro, después de todo.

Vamos, Larkyn, sabes que no me podría enfadar contigo por algo así. - dice en voz bajita y guiñándole un ojo de manera juguetona e infantil, gesto imperceptible para cualquiera que no fueran sus dos interlocutores - No hay nada que disculpar. - continuó con una sonrisa - Y tu, Arthur, ¿Acaso nuestro tío no te ha contado más de mil veces la historia de Nymeria? ¿O la de Visenya? Deberías saber que subestimar a tu oponente por su género podría ser un error mortal... Suerte tienes de que sea tu hermana y te ame tanto como lo hago. - terminó de acotar, orgullosa. Para ella, ser una chica era una ventaja.

Fueron tan solo unos instantes pero para Larkyn pasaron lentamente y con gran tensión, le tenía demasiado cariño a Farryn como para ofenderla, aunque fuera sin querer. La confesión y el guiño que siguieron hicieron que respirara aliviado.

-Me alegra saber que está todo bien. Dijo sonriendo. ¡Y estoy seguro que Arthur sabe de sobra quienes son todas esas magníficas guerreras! Seguramente solo nos estaba probando. No se le escapa ni una... ¿Y tu Farryn? ¿Que piensas hacer el resto de la mañana? Parece que hoy todo el mundo tiene algo que hacer. Espero que el Maestre Lebron siga ocupado todo el día, no me importaría poder ir fuera del castillo esta tarde, a la playa quizás. ¿Que os parece?

Hizo un mohín cuando, por supuesto, reconoció el nombre de Nymeria y Visenya; pero como bien decía Larkyn eran raras excepciones. La mayoría de las mujeres que conocía o había conocido, o más bien todas, no eran guerreras. Farryn podría ser una excepción, pero... No dudó en extender una mano y señalar el aparatoso vestido que lucía hoy, muy bonito pero poco práctico. Se mordió la lengua, no era bueno enfurecerla, así que se encogió de hombros.

- Vale, entiendo. No hay que dejarse llevar por la apariencia -Al menos podía reconocer esa parte.

Miró al cielo intentando prever si el clima iba a ser benevolente con ellos, no estaría mal corretear por la playa un rato.

- Por mi bien -Asintió con cierto entusiasmo-. Ya nos avisaran si llega... Si llegan los dornienses.

- Bien, si todo esta claro, partiré de inmediato con los dos regimientos de infanteria y los ingenieros de asedio. Si se resisten en el refugio. No les dejaremos salir- Ser Byron se ajustó el cinturón y esperó la aprobacion del resto para poder partir al patio para reclutar a los soldados y poder partir hacia refugio estival.

- Tambien me llevare a Larkyn a la batalla. Quiero que sea mi escudero en campo abierto, eso le dara lo que necesita para poder llegar a ser caballero algun dia. La guarnición y Ser Owen se quedaran en la fortaleza- Añadio como detalle, esto si que no esperaba que lo aprobase nadie, era responsabilidad suya que aquel joven se curtiese y llegase a ser alguien de probecho para su sobrino.

Ser Byron apareció en e lugar con paso rapido, guardaba su espada en ese momento, e iba enfundado en su elegante armadura negra con el cuervo en el peto- Larkyn, ven conmigo a la armeria, partimos a la batalla de inmediato- Ordeno. No estaba para bromas en ese momento. Nunca lo estaba antes de partir a la batalla.

Se detuvo ante sus sobrinos y les dedico una pequeña sonrisa- Lord Renly ha ordenado que todos los señores preparen a sus tropas para asediar refugio estival, un ejercito de bandidos lo a tomado. Vuestra madre, Arthur, y yo, hemos creido conveniente que los dos regimientos de infanteria de los que disponemos, y los ingenieros de asedio me acompañen con vuestra bandera al frente para la batalla-

Shiera asintiò, sabìa que aquello era lo mejor para Larkyn y que su cuñado sabrìa bien còmo conseguirlo. Se levantò antes que el hombre saliera y sorprendièndose a ella misma lo sujetò por el antebrazo.

-Cuidaros, vuestros sobrinos os necesitan.

Dio media vuelta y se quedò en silencio unos segundo antes de retomar la conversaciòn con el maestre y ser Owen.

-Supongo que es momento de avisar a los que quedan y redoblar la vigilancia en nuestras tierras. Yo me encargarè de poner sobre aviso a los niños...

Los niños ya no eran tan niños pero bueno, para ella siempre lo serìan.

-Maestre, disponed que esta noche haya una cena copiosa y alegre, no quiero caras largas.

No pudo sino coincidir con su hermano en que la ropa que vestía no era la más adecuada para defender la versatilidad de una mujer en el campo de batalla, por lo que solo correspondió su gesto con una sonrisa que indicaba que por esta vez se daba por vencida en la discusión.

Pensó en preguntarle por su preocupación con la llegada de Van, pero al escucharlo cambiar de tema decidió que no sería prudente seguir esa conversación en un lugar tan expuesto. Además, de seguro se le pasaría cuando lo conociera. Tenía la secreta esperanza de que desarrollara la admiración que se tiene por un hermano mayor pero que mantuviera la mente bien puesta para saber que el seguía siendo el hijo legítimo, y el heredero a las tierras. Mientras se diese la oportunidad de aprender de Van, e intentaran llevarse bien, todo iría perfectamente. De Van tener una ambición inapropiada, ella sería la primera en interponerse en su camino.

Me encantaría ir a la playa - y aunque temía arruinar el vestido antes de la llegada del dorniense, no usaría aquello como excusa - ¿Vamos ahora? 

-¡Pues claro que si! ¡Como no vas a entenderlo! ¡Eres la persona más inteligente que conozco Arthur! Pero aún eres pequeño y no puedes saberlo todo, ni siquiera el Maestre Lebron lo sabe todo...

En cuanto Arthur creciera sería el mejor señor de todas las tierras de la Tormenta, estaba seguro de ello y para él sería un orgullo sevirle. Aunque ahora su preocupación era hacerle olvidar un poco la visita que iban a recibir y que parecía inquietar tanto a Arthur.

-¿Van? Completó la frase inacabada de Arthur aposta, aunque este parecía haber querido evitar decir su nombre. Larkyn creía que podía ser franco con Arthur y quizás de una persona que no fuera su familia directa escuchara mejor algún consejo. No te veo con muchas ganas de conocer a Van, pero no te preocupes es normal, no lo conoces. Estoy seguro que cuando lo conozcas os llevaréis muy bien. No hay nada mejor que los hermanos mayores para poder jugar con ellos y pasárselo bien, yo me divertí mucho con los míos cuando vivíamos juntos. ¡Además! ¿Sabes la de historias que podrá contarte? Te aseguro que Dorne es muy distinto a esto, claro que tu seguro que lo sabes mejor que yo. Y a ti te gustan las historias ¿Verdad?

Esperaba que su intento de tranquilizar a Arthur no le molestara o lo pusiera a la defensiva, creía que simplemente el muchacho estaba algo asustado por lo desconocido. No creía que Van Arena fuera una amenaza para nadie, pero como todo cambio siempre llevaría una adaptación. Se propuso estar encima de Arthur durante los primeros días para que se sintiera apoyado y querido, seguramente todos harían lo mismo.

Espero que ese Van Arena no se haya convertido en un tipo borde y altivo, aunque por lo que se no es así. Si es un tipo cordial se llevará bien con Arthur y al final lo apreciará.

Habló bajo para que sus palabras solo quedaran entre los tres, no quería que nadie supiera de lo que hablaban. Después miró al cielo.

-¿Ahora? Pues... no se si podemos... La verdad es que quizás ha sido una mala idea. No debéis estar en la playa cuando llegue Van, ha hecho un largo viaje solo para veros y sobre todo para conocer a Arthur, sería una desilusión para él no encontraros. Miró a Farryn. Y menos con ese vestido, es muy bonito, pero creo que no es muy adecuado para bajar a la playa. Creo que sería mejor preguntar a vuestra madre, si ella os da permiso yo os acompañaré con mucho gusto, supongo que si lo ven venir nos avisen y tendremos que venir corriendo hasta el castillo. Eso sería una oportunidad para ver si habéis mejorado vuestra velocidad desde la última vez...

Larkyn les sonrió, como era lógico corría más que ellos, pero Arthur era un niño y Farryn llevaba vestidos que le impedían correr bien, no era una competición justa, por eso de vez en cuando se tiraba en el suelo a mitad de camino diciendo que no podía correr ni un metro más y dejando a los hermanos que tuvieran su propia competición.

-Lo haremos, mi señora dijo ser Byron cuando su cuñada le pidio que se cuidara Ya no soy el mismo que lucho en el Tridente, pero mi brazo pueda sostener un hacha, el legado de mi hermano prevalecera.

Tras una reverencia, giro sobre sus talones y se fue sin una palabra mas.

Paso por el campo de entrenamiento una vez mas, buscando a Larkyn esta vez. Cuando lo encontro, estaba con sus sobrinos asi que midio sus palabras.

-Mi señor, mi señorita hizo una reverencia en direccion a Arthur y Farryn Tengo tareas para ustedes dos: Vuestra señora madre esta con el maestre, en la torre. Quiero que ambos vayan para alla, Farryn, tu deberas hablar con ella de algo importante, y tu Arthur quiero que te quedes con el maestre y entre los dos diseñen la guarda y la empuñadura de tu espada. Vayan prestos!

Espero a que reaccionaran para hacerle un ademan con la mano a Larkyn: -Chico, tu conmigo. Vamos a la armeria.

La llegada de Ser Byron dejó a Larkyn sin respuesta, aunque escuchando las palabras del caballero ya no hacía falta, estaba claro lo que cada uno tendría que hacer a partir de aquel momento, le daba la sensación que ese día no iba a haber mucho descanso para nadie y quizás los siguientes días fueran parecidos, la llegada de invitados siempre revolucionaba los castillos.
Miró a Farryn y Arthur con una sonrisa y les guiñó un ojo. Ya iremos a la playa otro día chicos, os lo prometo. No les dijo nada, pero tampoco hacía falta. Acto seguido se volvió hacia Ser Byron presto e hizo un gesto de asentimiento con la cabeza.

-Si, Ser Byron. Justo esta mañana hemos estado haciendo limpieza y desechando el equipo inservible, lo que se podía arreglar lo llevamos al herrero y el resto lo hemos limpiado, estoy seguro que todo estará de su agrado.

Seguramente como Capitán de la Guardia Ser Byron quería comprobar que todo el equipo de la armería estuviera en condiciones y no podía haber elegido mejor día pues esa misma mañana se habían encargado de ello.

Ser Owen, algo mohino, acató las decisiones de su señor. Debía asumir que tenía razón, que empezaba a tener una edad y su lugar ya no era el campo de batalla (al menos tan a menudo como quisiera) sinó en una precavida segunda fila poniendo en orden las estrategias de la tropa. Así que a pesar de ir murmurando entre dientes, Owen se dirigió a la fortaleza a pasar revista de los hombres con los que, por ahora, podía contar.

Arhur frunció el ceño sorprendido y molesto a partes iguales. Estaba claro que su intento por evitar mencionar a su hermano lo menos posible no dio resultado, pero escuchó cada una de las palabras de Larkyn, y más allá de ellas. No era fácil, su padre le recomendaba que no se quedara sólo con las palabras, pero no era fácil.

- ¿Tú crees? -Tenía los puños apretados, la mandíbula también apretada en un gesto que en un adulto se vería como duro, pero otra vez más... sólo era un niño-. ¿Crees que Van será el mismo que conociste, Farryn? ¿Crees que no me odia? Padre lo echó, esa es la verdad. ¿Y ahora regresa con la idea de contar historias a su hermano pequeño?

Siguió de pie sin saber muy bien qué hacer, pero era obvio lo que se avecinaba.

- Pues ya no quiero ir a la playa. No me apetece. No quiero.

Se puso de morros y cruzó los brazos sobre su pecho hasta que vio como su tío se acercaba a ellos, y toda rabieta y futuros planes se vieron aplacados. Lo cierto es que las distintas tareas fueron como una brisa de aire fresco para el pequeño, que sin mediar palabra salió corriendo, literalmente, al encuentro del Maese.