Partida Rol por web

Cuando todos se hubieron marchado y quedó solo con los Crownguard, Jarvan dejó ir el aire que guardaba en un larguísimo resoplido, pellizcándose de nuevo el puente de la nariz.

Con los Crownguard se sentía en familia. No tenía madre y ahora tampoco padre, pero Garen había sido como su hermano, o al menos uno de sus mejores amigos, incluso se barajó la posibilidad hacía algunos años de un matrimonio político con Luxanna al ver que su relación era de muy buena amistad, y Tianna, pese a no ser tan sentimentalmente cercana, le había tutelado junto a su padre durante su crecimiento y maduración como gobernante.

Esa influencia y cercanía de los Crownguard era la que había despertado tanta animadversión hacia la familia guardiana de la corona.

Tianna... He de hacer algo, la espero en mi despacho en una hora, por favor consígame el listado de leyes acerca de los magos, tengo mucho que pensar al respecto, y voy a necesitar su consejo para sobrellevar esta crisis.

 Así lo haré, Majestad.

 Luego miró a Garen. Garen, habla con la Dama de las Nubes Cithria, que salga con un grupo pequeño en dirección a la cantera y compruebe el estado y alcance de esa oscuridad que avanza hacia Demacia.

 Sí, Majestad.

 Luxanna, voy a hablar con la capitana Durvan. Le daré indicaciones expresas de que tú sí puedes hablar con Dardigan de ser necesario, pero sólo en persona y que no se lo diga a nadie más. Por tanto si has de hablar con él tendrás que dirigirte primero a Durvan. Te tendré lo que hablamos a mi regreso, en menos de una hora, si todo va bien.

Jarvan se levantó y se fue marchando tras despedirse con menos protocolo del habitual.

Cuando hubo salido por la puerta, Tianna y Garen miraron a Luxanna. Ambos parecían dispuestos a retrasar unos minutos los trabajos encargados por el Rey con tal de escuchar de primera mano de qué iba todo aquéllo.

 Y bien? ¿¡Qué quería!? Los nervios van a matarme! ¿Todo bien, hermana!? Preguntó poniéndole la mano en el hombro, zarandeándola un poco sin querer.

 Luxanna, ¿Ha salido a la luz algo que debamos saber? Preguntó con ritmo lento, como si hubiera elegido muy bien las palabras, mirándola directamente a los ojos, seria como siempre.

Lux se alegró mucho cuando todos aquellos nobles salieron de la sala tras el discurso del rey. Fue la primera vez en toda la tarde que pudo respirar tranquila, pero su agonía no iba a terminar ahí. Lo sabía bien. Garen y Tianna esperarían noticias de primera mano. 

- Todo está bien - respondió sin pensar demasiado

Un bloqueo le impedía seguir hablando. Notaba la garganta seca, como obstruida por un nudo que amenazaba con hacerla llorar. Lux tragaba con fuerza, más aún cuando escuchó las palabras que le dedicaba su tía, mirándola de aquella manera. Por un momento, le mantuvo la mirada, pero en seguida la apartó. Quería contarles, quería que la apoyasen, quería que la entendieran pero, de saber la verdad, ¿lo harían? ¿reaccionarían igual que había hecho Jarvan? No podía esperar ese trato de todo el mundo. La forma de ser del rey era diferente a la de su propio hermano y su tía. Esas palabras de Tianna la hicieron dudar si ella conocía la verdad de todo el asunto y prefirió evitar el asunto

- ¿Qué debería haber salido a la luz, exactamente, tía? - empleó un tono duro en su voz al formular aquella pregunta. Si sabía de su secreto, era el momento de que lo dijera. Todo aquello le estaba pareciendo casi más injusto que la situación vivida minutos antes. 

- Dardigan - expuso con voz monótona - nos ha informado de los movimientos de Sylas y la amenaza que supone el material del que está construido este palacio y cómo los magos podrían utilizarlo en nuestra contra. Nos ha ofrecido una posibilidad para evitar que sea usado para ese fin y es mi deber investigarla en los libros de Demacia. 

Y de descargarlo... usando mi magia... mientras trato de pasar desapercibida... - pensó con amargura. 

Dirigió su mirada hacia sus manos, cubiertas por guantes, preguntándose cuánto tiempo de libertad más le quedaría, queriendo confiar en Jarvan, pero no en el resto de las familias nobles. 

Garen separó los labios, sorprendido de que el Rey le confiase aquél trabajo a su hermana.

Es un enorme honor... ¿Tendrás ayuda? Los Cazadores de Magos tendrán expertos en el tema, no? Dijo más tranquilo. Habrá que estar listos para lo que sea. No sabemos por dónde nos pueden salir... al fin y al cabo, son magos, de eso se trata la magia, de hacer cosas imposibles.

Tianna esperó la respuesta de Lux a Garen, pero ella misma no respondió a la pregunta de Lux. Cuando estuvo junto a ambos, miró a Garen y le puso la mano en el hombro al gigantón.

Garen, tienes trabajo. Lux, acompáñame a buscar esos documentos. Dijo con un tono que no admitía réplica... Sin embargo, cuando Garen asintió a regañadientes y se marchó, no fue a ninguna parte.

Miró a Lux de frente algunos segundos, y tomó aire.
Cuando tenías uno o dos años, en ocasiones tenías algunas rabietas de lo más... peculiares. Luego se te pasó y no supimos más de ello. Empezó a caminar un poco, incapaz de quedarse quiera en el sitio. Demasiadas cosas y asuntos debían pasarle por la cabeza para que se resquebrajase de ese modo su estoicismo habitual.

Tu hermano no es lo bastante discreto o astuto para lidiar con un secreto así. Miró hacia la puerta por donde había salido Garen y volvió a mirarla. Supuse que tu interés por Sylas tendría que ver con eso. Espero que al menos fuera fructífero. Era extraño que no hubiera preguntado ni impedido las visitas, ahora sabía porqué. ¿Quién más lo sabe? ¿Puedes seguir ocultándolo indefinidamente? Preguntó, directa por costumbre, dejando como siempre de lado la contención y el apoyo frente al deber y la urgencia de los asuntos de estado con los que estaba obligada a cargar.

Lux miró a Tiana Crownguard como si fuera la primera vez que la veía. En un principio, sus palabras habían ocasionado cierto alivio, pero en seguida aquel sentimiento fue sustituido por la ira. De modo que su tía, la mismísima Tiana Crownguard, lo sabía y en todo este tiempo no le había prestado la más mínima ayuda. Ahora que parecía que todo eran problemas, se las quería dar de entendida. 

- Bueno, no es asunto tuyo si no lo fue entonces - dijo Lux mordazmente - ya veremos cuanto tiempo puede seguir ocultándose algo así. 

Se enfureció aún más al escucharla hablar así de su hermano. Su hermano probablemente no entendiese la magia, pero desde luego era mucho más leal que toda Demacia junta y seguramente si se lo contaba, Garen haría lo posible por entenderla y protegerla, como siempre. 

- Lo sabías... - dijo ella incrédula - y aún así te has mantenido al margen. ¿Tienes idea de lo sola que me he sentido? ¿tienes idea de la carga que es soportar esto? Si he podido lidiar con esto sola durante toda mi vida... ¿Qué te hace pensar que ahora necesito tu ayuda? 

Una lágrima solitaria cayó por su mejilla. La muchacha se la limpió con furia, provocándose un ligero enrojecimiento de su rostro. 

Tianna se cruzó de brazos y levantó las cejas, sorprendida.

Los brillos 'se te pasaron' con tres años. ¿Porqué iba yo a saber que habían regresado? Extendió una mano como queriendo decir: 'explícamelo', y volvió a cruzarlos.

Por lo que a mi respectaba, nunca tuviste magia de nuevo, hasta hace unas semanas que fuiste a hablar con Sylas. Supuse, -Y supongo que me equivoqué- que confiarías en mi si había algo peligroso, y que serías lo bastante adulta como para pedir ayuda si la necesitabas.

Descruzó los brazos, gesticulando teatralmente como si tirase algo con desprecio.

¿O es que pensabas que iba a echarte a esa horrible prisión si me enteraba? Esa idea pareció hacer cambiar su rostro serio por uno... ¿Dolido? Como si se acabase de dar cuenta que ese era el motivo. Estuvo en silencio un par de segundos, y la miró directamente a los ojos antes de preguntar.

Lux... ¿Eso... pensabas?

Lux no cambió su semblante serio ante las palabras de su supuesta tía. Estaba dolida por su reacción y por todo lo que había ocurrido. 

- ¿Cómo que volver? - preguntó indignada - ¡Nunca se fue! ¡Nunca! - aquel último nunca lo dijo en voz más alta de lo que pretendía. - No tienes ni idea de lo sola que he estado y de cómo me he sentido todo este tiempo. Hubiera agradecido tanto que me mostrases tu apoyo... 

Finalmente, las lágrimas de un sentimiento de abandono afloraron en sus mejillas. Aquel dolor, guardado durante años, amenazaba con salir a la superficie y casi necesitaba de toda su entereza para controlar una rabieta de niña pequeña, de aquellas de las que se quejaba Tianna.

- ¿Qué querías que pensara? - preguntó impotente - Garen, tú y toda Demacia os habéis pasado toda una vida condenando la magia, persiguiendo a aquellos que mostraban lo más mínimo fuera de lo común, tratándolos como delincuentes... ¿qué querías que hiciera? ¿ir corriendo a decírtelo? 

Por mucha magia que tenga, no soy adivina, tía. 

Las palabras de Lux fueron seguidas por un largo e incómodo silencio. Tianna miraba al suelo, seria como siempre pero con un tinte triste.

El silencio se prolongó más de lo deseable, y cuando quizá Lux pensaba irse sin más, su tía comenzó a hablar, con el tono tranquilo de quien narra una historia.

Tu abuelo estaba convencido, y nos convenció a tu madre y a mi, de que una mujer de la nobleza tiene el deber de traer hijos que hagan grande a la familia. Aquello no parecía tener nada que ver con lo que estaban hablando, pero prosiguió.

Me angustiaba bastante no ser capaz de cumplir con ese deber, pero no hay mucha gente dispuesta a compartir la vida con tu tía. Sonrió un poco, sacudiendo levemente la cabeza. Vuestros padres os tuvieron, eso lo hizo feliz, y solo remarcó mi incapacidad para con la familia. Cuando el abuelo murió, sentí que le había defraudado, aunque nunca me lo echase en cara.

Siempre quise tener mi propia familia... Pero cuando vuestros padres murieron... Miró a Lux a los ojos. Los de Tianna estaban algo enrojecidos, lo que ya era... muchísimo. ...no tardó en dejar de importarme tener o no mi propia descendencia.

Suspiró hondamente, cerrando los ojos y cogiendo aire, tragando saliva. Sé que no soy una persona accesible y cariñosa, Lux. Pero no menosprecies el amor que siento por vosotros.

Asintió a modo de disculpa. Culpa mia, por supuesto, el no haber sabido... Demostrarlo. Las circunstancias no son una excusa válida, y ahora me doy cuenta de lo mal que lo he hecho como 'madre'. Siento muchísimo haberte hecho sentir tan sola.

Sin saber muy bien cómo actuar ante todo lo que estaba ocurriendo, Lux era, quizá, demasiado consciente de su enfado. Fruncía el ceño y arrugaba la nariz, mientras se limpiaba con furia alguna lágrima aislada que caía por sus mejillas. 

- Yo no... yo... - Lux quería decirle que no menospreciaba el cariño que ella les había brindado. Un cariño frío y distante. Más servicial que otra cosa, a veces insuficiente, pero ella lo veía.

Sin embargo no pudo decir mucho más, pues su tía parecía estar sincerándose y contando algunas de las experiencias pasadas de su vida que más difíciles debían de resultarle. Lux no sabía nada acerca de los intereses de su abuelo ni de la exigencia para sus hijas, pero había cosas que no tenían porqué asumirse como una carga. Con la madurez adquirida por los años y lo que había aprendido de la gente que la rodeaba, había entendido lo suficiente como para tener claro que había unos límites y que ninguna persona debería asumir un rol que no le pertenecía.

- Es que no eres mi madre - terminó diciendo en un tono bastante reconciliador - no puedes haberlo hecho mal como madre porque no eres mi madre. Eres mi tía. Soy consciente de que has cuidado de nosotros todos estos años y te estoy muy agradecida por ello, pero tal vez el error ha sido querer ser una persona que no eres y yo... yo el no haber confiado en ti. Tenía miedo... no, tengo miedo. Me muero de miedo de lo que puedan hacerme si descubren mi magia. Me gustaría conocerte como Tianna, mi tía, y no como la persona que has tratado de ser para Garen y para mí. 

Lux suspiró. Parecía que aquella charla había traído algo de paz mental a la muchacha, de algún conflicto pasado. Finalmente, decidió confiar en aquella persona, aunque no sin miedo. 

- Lo sabe Jarvan. No me ha quedado más remedio - dijo finalmente.

Tianna cogió mucho aire y se acercó a Lux. Frente a ella, le pasó el brazo por la espalda y la acurrucó en su armadura, dándole un beso en la coronilla... una alegoría bastante acertada de lo que había sido su relación de tutora y tutelada.

Imagino que me equivoqué... como cualquier otra persona. Cogió mucho aire. Gracias por comprender, y de nuevo... mis disculpas. Se separó, y la mano se posó ahora en el hombro de Lux.

Hace mucho tiempo que no compartimos. Desde que era ya una mujercita y no necesitaba cuidados tan constantes, Tianna se dedicó a sus quehaceres y efectivamente habían pasado años desde que el tiempo libre con ella fuera prolongado o de calidad. Tenemos que retomarlo, tan pronto acabe esta crisis. Miró a los ojos a Lux, sabiendo que sería decepcionante, aunque lo suavizó con una sonrisita y una caricia en la mejilla. He de ir a buscar esos papeles... y tú prepara tu escritorio para una buena temporada de estudios. Iré a verte cuando acabe con Jarvan. ¿Te parece?

Lux tan solo asintió. Quería salir de allí. Aún se preguntaba cómo, después de toda esa charla, su tía aún se eximía de la culpa y del dolor que había sufrido la muchacha. Trató de no pensar en ello. Tampoco quería ocasionarle ningún mal a su familiar, pero no podía ignorar todo el tiempo que había pasado ahora siendo consciente de que la mismísima Tianna Crownguard conocía su terrible secreto. En cierta manera, se sentía abandonada. 

- Entonces te veo luego - dijo con la voz apagada

Se ajustó su ropa y sus guantes y salió de allí lentamente. Quería estar a solas, meditar sobre todo lo que había pasado y no cruzarse con nadie. Necesitaba despejar sus ideas, pero haría lo que todos esperaban de ella, como siempre. Se dirigió solícitamente hacia su habitación y se encerraría allí, rodeada de literatura, esperando a que su tía acudiera a ella como había dicho y aparentando que todo iba bien. Con suerte, tendría algo de tiempo para pensar. 

¿De puede descargar de magia un edificio? ¿Qué es exactamente la petrictita? Quizá podría probar con cosas más pequeñas hechas de ese material antes que enfrentarse al palacio y... observar las consecuencias - pensó asustada.

Lux pasó por la biblioteca a recoger unos cuantos libros con los que comenzar a investigar el asunto de la petrictita antes de llegar al hogar de los Crownguard.

Como su nombre indicaba, el hogar familiar de la prestigiosa familia guardaba una de las entradas al casco antiguo. Como toda gran ciudad, la capital de Demacia había crecido ampliando líneas de murallas a medida que se extendía en todas direcciones, por lo que la posición defensiva del hogar de los Crownguard ya no tenía el mismo valor militar y estratégico de antaño, cuando protegía la principal entrada a la ciudad.

La joven llegó con lo que puedo encontrar, y como era de esperar, no había gran cosa en firme en la biblioteca común, principalmente leyendas... La magia estaba prohibida, y cualquier libro que tratase esos temas era celosamente custodiado por los Cazadores de Magos.

El hogar de los Crownguard no estaba hecho de petrictita, pero algunos de los bustos y estatuas de la casa sí. Podría intentar algo con ellas, o pedir a algunos de los guardias o sirvientes que le trajeran una de las estatuas a su habitación para hacer pruebas en privado.

Sin embargo, tras algunas horas de lectura pudo encontrar una que tenía sospechosos visos de ser cierta. La Casa Westwind, una casa menor, pero muy antigua, contaba la historia de un guerrero de su casa que venció a un poderoso y -por supuesto- maléfico mago armado con un bastón que era capaz de arrebatar la luz del propio sol. Más allá de las exageraciones, si había que hacer caso a la descripción del efecto conservado en dicha leyenda, el bastón, o la gema que había en él, era capaz de absorber la luz y después desatar su poder en otras -por supuesto maléficas- formas.
El caso es que en una cena oficial, Lux recordaba haber visto en casa de los Westwind un cetro expuesto a modo de reliquia familiar con toda la pompa y orgullo, con una gran piedra negra en su extremo. Ojalá le hubiese prestado más atención entonces...

Lux estaba inquieta ante la nueva información descubierta. Si tan solo lo hubiera sabido antes... pero no era momento de juzgar su ignorancia de entonces. Se detuvo, se estiró y bostezó, mientras la mirada se le desviaba lentamente a la ventana, poniendo un dedo sobre la página que hablaba de aquel poderoso mago. 

Absorber la magia... - pensaba - ¿de verdad se puede?

A pesar de todo lo vivido, no podía evitar su parte más demaciana. Era así. Había vivido en una tierra que repudiaba la magia y algo de eso había quedado dentro de ella. Se cuestionaba si aquel mago sería de fiar y si no la estaría utilizando para su propio beneficio. No sabía muy bien por donde empezar, pero tal vez por algo pequeño...

Asomó la cabeza por la puerta de su dormitorio y buscó a alguien del servicio.

- Disculpe - dijo amablemente con educación y como el que está tratando de ocultar algo - ¿serían tan amables de traer a esta habitación una de las estatuas más pequeñas de esta casa hecha de petrictita? 

Esperaba que no cuestionase una orden directa de la mismísima Lux. Esperaría pacientemente a que le trajeran la estatua y luego pediría total intimidad. Si llegaba su tía, esta podía esperar y, aunque tenía intenciones de volver a visitar la casa de los Westmind, pensaba que ahora flaco favor le hacía a su situación. 

El guardia que hacía la ronda quedó sorprendido.

¿Una... estatua? Preguntó genuinamente, como si creyera no haberlo oído bien. Al repetírselo, asintió despacio. Claro... Le traeré una enseguida, milady... Rascándose la sien, fue a cumplir la orden.

No tardó mucho en volver con el pequeño busto de unos 45 centímetros de un antepasado Crownguard en brazos. Milady... Traigo su encargo. Dijo, y esperó a que le abriese. Pesa un poco, ¿Dónde se lo dejo? Supuso que en algún estante a modo de exposición. No se le pasó echar un vistazo a lo que estaba haciendo Lux, la curiosidad se lo estaba comiendo. Milady, ¿Hay algo m- El hombre cortó la frase y miró hacia la ventana. Lux miró allí como reacción y no vio nada.

El soldado frunció el ceño y para sorpresa de Lux, corrió hacia la ventana dejando caer el busto sobre la cama.
¡¡Alto ahí!! Y empezó a abrir la ventana a toda prisa.

Lux abrió la puerta al guardia que traía la estatua. Sonrió al ver que había traído una de las más pequeñas. Sería un buen comienzo para investigar.

- Muchas gracias - dijo amablemente - puede dejarla en el suelo si quiere 

Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar si quiera, aquel guardia dio muestras de haber visto a algo o a alguien en la mismísima ventana de su habitación. Inquieta, siguió al guarda, tratando de averiguar qué estaba pasando.

- Pero... - comenzó ante el nerviosismo de su acompañante - ¿Qué ocurre? ¿Qué ha visto? ¿Hay alguien ahí?

¿Me han estado espiando? - se preguntó a si misma. Miró a su escritorio con todos esos libros acerca de la petrictita y la magia, aunque sentía que no tenía nada que ocultar, puesto que eran libros permitidos de la mismísima biblioteca de Demacia. A grandes rasgos, no estaba cometiendo ningún tipo de delito ni había hecho nada raro. Sin embargo, la sensación de indefensión se apoderó de la muchacha, que instintivamente encogió su cuerpo y se llevó su mano derecha a su codo izquierdo. 

Aquello no estaba bien y tenía la sensación de que ni ella misma sabía la magnitud del problema.

El guardia abrió la ventana y miró a Lux. El aire frío de la noche se coló en la habitación.
¡No salga! Y asomó la cabeza, sacando medio cuerpo. Había alguien! Y empezó a salir también... no teniendo muy claro que eso de pasear cornisas fuera una actividad para él. Al estar medio fuera, pudo verle. ¡¡QUIETO AHI!! ¡¡ALARMA!! ¡¡INTRUSO!! Empezó a gritar hacia abajo mientras apuntalaba los pies.

¡¡MIERDA!! No pudo evitar exclamar al ver algo, y entonces un virote de ballesta le atravesó el torso justo debajo del pulmón izquierdo. El hombre perdió pie con la fuerza del impacto...

Lux se quedó anonadada cuando aquel guardia sacó todo su cuerpo por la ventana. Quiso detenerle, no era necesario llegar a ese extremo.

- No... oiga... - gritó la joven incapaz de hacer nada - vuelva... ¡vuelva! 

La chica se precipitó a la ventana justo cuando escuchó el lamento del soldado. De pronto entendió que algo no iba bien, pero por lo visto fue demasiado tarde. Aunque intentó agarrar su cuerpo con todas sus fuerzas, fue demasiado lenta, pues tan solo logró rozar la armadura del pobre guarda que ahora se precipitaba al vacío desde su misma ventana. El bloqueo se apoderó de la joven, que asomó su cuerpo por la ventana en un intento infructuoso de traer de vuelta a su protector. 

- ¡Noooo! - gritó ignorando a su agresor - ¿está bien? ¡Por favor! ¡Diga algo!

Miró hacia el lado de donde vino el ataque a aquel guardia, buscando al asesino. Ahora el pánico se apoderó de ella. La realidad era que la habían estado espiando.

Lux llegó a la ventana. Ya empezaban a gritar los guardias y a alarmarse, aunque de momento no tenían muy claro cual era el problema. Salvo por supuesto los que habían visto caer a su compañero.

El guardia no se movía, y la mancha de sangre bajo él crecía cada segundo que pasaba, oscura, casi negra bajo la escasa luz de la luna y unas pocas farolas del patio de la mansión. Las habitaciones estaban en un tercer piso precisamente para que la mayor parte de la ciudad quedara debajo y no pudieran ser espiadas con catalejos, y fuese más difícil colarse por las ventanas. 

Por supuesto, eso no se aplicaba a la mujer armada que estaba en la cornisa un poco más allá. Mantenía un equilibrio digno de una gata, y estaba acabando de amartillar la ballesta otra vez. Su mirada se cruzó con la de Lux, pero no dijo nada.

¡Clack! 

El arma quedó lista para disparar, y mientras colocaba el largo virote, miraba a Lux y levantaba el arma. Estaba a poco más de cinco metros, cerca de la ventana de la habitación contigua, que pertenecía a Garen.

Instintivamente, Lux entró corriendo dentro y cerró la ventana. Salió corriendo hacia el otro extremo de la habitación y apoyó la espalda contra la pared. Sintió el corazón palpitante y un zumbido en el oído. 

¿qué estaba pasando? - pensó nerviosa.

No sabía qué hacer y se llevó ambas manos al pelo, donde se lo agarró con fuerza. 

- Garen - dijo en voz alta.

Se precipitó a la puerta de su habitación y fue en busca de su hermano. Con suerte, estaría en su habitación.

Lux corrió a la habitación de su hermano y trató de abrir la puerta y llamar, pero estaba cerrada, probablemente con llave. Seguramente estuviera aún cumpliendo con algún cometido, o con suerte, regresando.

Oyó ruido de cristales y dos recias botas impactando el suelo, más un golpeteo de maderas finas contra las baldosas.
En esa misma planta y ala del edificio estaban varias habitaciones que ya no se usaban: La de sus padres, y dos más reservadas para un hipotético tercer y cuarto hijo de la pareja que habían funcionado como habitaciónes de invitados.

Estaba en el pasillo, expuesta, y tendría que elegir entre subir a los altillos o seguir bajando por las escaleras, o quizá intentar esconderse en alguna de las dos habitaciones restantes. No podía enfrentarse a aquella mujer sin usar su magia... Y era una magia realmente vistosa.