Partida Rol por web

Tras el diente de Dragón

Escena II: Nieve en Irlanda

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02/07/2012, 20:09
Director

Finalmente el instinto de Harald había sido acertado. No es que no confiaran en él, pero un gran sentimiento de alivio recorrió a la tripulación de La zorra normanda (como la llamaba) al ver por fin la costa irlandesa.

Después de la tormenta habían discutido acaloradamente y al final el hacha del vikingo tuvo que poner orden. Mientras se acercaban a la orilla, Adrien pensó que le debía una disculpa. No era propio de un rey comportarse así, y así se lo habían hecho ver su hermana. El vikingo tenía experiencia en el mar, tanta como él. Debía haberle escuchado.

La travesía había sido extremadamente dura. Navegaban con habilidad, pero tuvieron demasiados accidentes: el casco se dañó en aguas de poco calado cuando hicieron escala para conseguir víveres, tuvieron que corregir el rumbo dos veces tras avistar velas normandas en el horizonte (la segunda vez los llevó directamente a los brazos de los piratas) y después la tormenta había arrancado el mástil de cuajo, afortunadamente sin heridos.

Adrien había argumentado que cerca de la costa navegarían más seguros, pero Harald insistía en que acercarse era condenar al naufragio lo que quedaba de La zorra. Ni Rhiannon, ni Nenúfar, ni Sheogorath ni Tuann sabían cuánto de lejos estaban de su destino, cual de los dos capitanes tenía razón, ni qué decisión era la más acertada. Finalmente Harald se salió con la suya, pero los dos últimos días habían sido tensos.

Harald miraba al cielo y farfullaba en nórdico, timón en mano. El barco hacía aguas pero aguantaría hasta la orilla. Sonrió.

- Eres un terco.

Rhiannon estaba detrás de él, con Nenúfar, como siempre. En aquellos días ambas mujeres se habían hecho muy buenas amigas. Si ellas no hubieran intervenido habría llegado a las manos con Adrien. Ambos se habían puesto muy tensos tras el ataque de los piratas.

Era la muchacha la que había hablado.

- Os he trraído, Vannlilje.

- Eso no lo he puesto en duda. Pero ahora mismo vas a ir a disculparte con Adrien. Tengas o no tengas razón, no puedes ir por ahí como un perro rabioso. Somos un equipo. Y lo sabes.

Harald gruñó como respuesta, pero al atardecer, y un cuerno de cerveza más tarde, Adrien y Harald estaban sentados en cubierta riéndose como los buenos amigos que eran antes de aquella tormenta.

Rhiannon los observaba mientras compartía con la muchacha un trozo de pescado salado.

- ¿Crees que volverán a discutir?
- ¿Lo dices por Harald, o por Adrien?
- Nenúfar sonrió.

Rhiannon también sonrió. Discutirían, y harían las paces, y volverían a discutir y a hacer las paces de nuevo. Pero confiaban el uno en el otro, y se defenderían con su vida.

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02/07/2012, 20:49
Director

Tuann saltó el primero.

Su agilidad en los días en el barco se había incrementado. Trepaba como un mono por el mástil (hasta que cayó), saltaba de cuerda en cuerda, y usaba la vela a modo de tobogán para bajar. Su equilibrio también era mejor. Al principio resbalaba, pero ahora podía caminar de proa a popa por la barandilla del barco, e incluso se permitía alguna pirueta.

Chapoteó. El agua no estaba tan fría como pensó al principio. Esperó a que Nenúfar bajara en segundo lugar, y se enzarzó con ella en una guerra de agua y cosquillas, a la que pronto se unieron los demás. Había sido un viaje muy duro.

Desde que partieron de Cornualles sonreía un poco más. También su maestro, cuya mano viraba por la noche a verde resplandeciente y durante el día a blanco espectral. Ambos estaban bronceados. Parecía que salir de las paredes de piedra de Philiph les había sentado bien.

Adrien y Harald empujaron el tonel con lo que quedaba de provisiones hasta la orilla. Harald llenó un odre de cerveza, pero lamentaba dejar el resto. Cuando terminaron de descargar. El casco de la Zorra se resquebrajó cuando estaban llegando a la orilla, y la nave se hundió (¡por los pelos!). El suyo no era el único naufragio en esas calas, la playa estaba llena restos de madera y gaviotas rebuscando carroña. Pero mientras pensaban en cómo repartir las provisiones, lo olieron.

Lo que parecía madera de deriva era una sirena, y estaba muerta. Y no era la única.

La playa estaba llena de cadáveres. Peces de distintos tamaños, sirenas y criaturas extraordinarias, incluso lo que parecía una cría de serpiente marina. Todos estaban muertos, pero solo algunas criaturas estaban manchadas de sangre, aún fresca.

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02/07/2012, 22:05
Director

Sheogorath observó los cadáveres. Sólo las criaturas que tenían algún poder mágico estaban ensangrentadas. Cruelmente degolladas, mordidas, despedazadas.

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02/07/2012, 22:07
Director

Bennen había seguido al muchacho que olía a hierbabuena desde que lo encontró en la taberna. Parecía muy amable, y su acento resultaba divertido. Lo acompañaba otra persona, pero no hablaba nunca, o al menos, no podía escucharlo. Sin embargo a veces el chico reía y su risa era como la lluvia, fresca y antigua.
Quizá por eso lo seguía. Le recordaba a alguien.

Se detuvieron en Wexford, entre la desembocadura del río y la playa. Bennen también oyó los sollozos, el lamento en una lengua antigua. El chico que olía a hierbabuena no pareció darse cuenta, pero la persona que lloraba olía a sangre y a frío.

Luego llegaron los gritos. El chico que olía a hierbabuena aullaba de dolor. Bennen sintió el hielo que cortaba su piel, y después, el silencio.

Cuando se despertó trató de llegar tan rápido como pudo al lugar donde había oído por última vez gritar al chico que olía a hierbabuena. No sabía por qué, pero le traspasaba la urgencia por ayudarlo. A medida que se acercaba escuchaba también su respiración lenta y agonizante. Cuando llegó a su lado, sintió que alguien le agarraba del tobillo.

- Nos seguías... - dijo el chico, al tiempo que Bennen se arrodillaba a su lado.

El anciano no supo qué responder. No había reproche en la voz del muchacho, solo muerte.

- Mi hermana... - jadeó, con esfuerzo - Nosotros también seguíamos... Ella vendrá. Dale...

El muchacho apretó con fuerza la mano del anciano, y le entregó un frasco con un líquido plateado en su interior. (*)

Cuando dejó de respirar, Bennen no se atrevió a marcharse de su lado. La muerte estaba allí, en la playa. Podía sentirla a su alrededor.

Y luego, llegó la mujer a la que esperaba.

Notas de juego

(*) Al sentir la piel del muchacho, Bennen tuvo una visión, como si se hubiera impregnado de los sentimientos del muchacho, igual que le le había ocurrido tantos años atrás. Un escalofrío recorrió su cuerpo. No habían terminado, el dragón estaba vivo. Siempre lo supo. Y ahora no había tiempo.

Sintió la nieve, sintió la muerte, y sintió la tristeza.

La bruja lloraba lágrimas de plata, y el chico las recogía.

Una mujer olía a hierbabuena y reía igual que el muchacho, tan iguales, tan distintos...

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02/07/2012, 22:31
Director

Recorrieron la playa hasta llegar a la desembocadura del río. Sus rostros se habían ensombrecido, aquellas criaturas habían tenido muertes horribles. A lo lejos, las pequeñas casas de madera encendían sus hogueras. La playa parecía desierta, pero casi al llegar al río, vieron un bulto que se movía arrodillado ante uno de los cadáveres.

Nenúfar palideció.

El cuerpo no era de una criatura marina.

Llevaba una sencilla túnica blanca y una capa negra. Su cabello era rojo como el fuego, como el suyo propio.

Yo soy el viento que sopla sobre las aguas;

Nenúfar corrió. La arena se pegaba en sus pies y la entorpecían.

Yo soy la ola del océano;

Harald corrió tras ella en cuanto se dio cuenta, y también Rhiannon, Adrien, y Tuann.

Yo soy el murmullo de las olas;

"No es posible" pensaba "no venía con nosotros, no puede estar aquí, no es posible"

Yo soy el buey de los siete combates

Pero era Gwalch. El joven aprendiz de druida yacía muerto en Irlanda, y a su lado, un anciano ciego lloraba y temblaba.

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03/07/2012, 23:51
Adrien

¡CIELO SANTO! - fue la respuesta de Adrien al poner el grito en el cielo y acercase a las criaturas muertas que inundaban la playa. ¿Que clase de heridas provocan la muerte de estas criaturas sin dejar marcas de sangre?

Tan absorto se encontraba observando a las criaturas de cerca que apenas percibió la presencia del druida hasta que las voces de sus compañeros llamaron su atención.
Pero... ¿Como? - fue lo que pregunto mientras seguía a su tripulación y ponía su mano con ternura sobre el hombro de Nenúfar

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05/07/2012, 02:13
Harald Sigurdrson

No era la primera vez que el vikingo desembarcaba en aquella tierra, pero el asombro le impedía recordar los pueblos que había saqueado junto a los piratas noruegos. La playa, de arena gruesa y gris, estaba salpicada de extraños cadáveres marinos. Varados en la orilla, flotando entre las olas plomizas, había decenas de fabulosos seres con escamas y aletas, monstruos tentaculados, peces con aspecto humano… e incluso lo que Harald identificó como uno de los retoños de Jormungandr. Estremecido, el gigantón rubio vadeó entre las olas hasta al fin pisar la costa de Irlanda.

-Seatrold-susurró, sobrecogido-. Los hijos de Tyr son vigorrosos y de grran poderr. ¿Qué enorrme fuerrza ha podido asesinarrles?

De repente, Nenúfar echó a correr, directa hacia lo único que se movía en aquella playa maldita. Harald la llamó, pero la muchacha ignoró su voz. Arrojando su carga, el nórdico corrió tras ella con poderosas zancadas y al verla caer de rodillas, reconoció que a sus pies tenía el cadáver de un hombre. Un hombre de pelo cobrizo, al que conocía. Al que todos ellos conocían.

Harald clavó una rodilla en la arena y una de sus manazas se posó sobre la cabeza de Nenúfar. Como dotada de voluntad propia, su mano dudó, tembló y se deslizó tosca y vacilante por la cabellera de la muchacha. Harald apretó los labios. No era un gesto apropiado. Era la Guardiana de Cornualles, era su capitana. Incómodo, retiró la mano.

-Vannlilje… -musitó. No supo qué añadir, y calló.

Unos sollozos llamaron su atención. Junto a ellos un anciano irguió su canosa cabeza y su rostro lloroso les miró sin verles.

-¿Quién erres tú, anciano? –preguntó-. ¿Sabes qué ocurrrió a este godi y a las seatrold?
 

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05/07/2012, 20:26
Rhiannon

La muchacha caminaba con la barbilla clavada en su pecho con el fin de evitar el viento frío que soplaba en la playa. La pelirroja avanzaba lentamente, evitando mirar las fantásticas criaturas que yacían muertas en la arena
“Ojalá Albruna estuviera aquí”, pensó Rhiannon mientras recordaba a la adivina que visitaba su poblado durante los inviernos y que era recibida espléndidamente, ofreciéndole el lugar de honor en cada una de las casa con el fin de que ésta respondiera, con los pies apoyados en un almohadón relleno con plumas de gallo, a los que allí vivían lo que deseaban saber acerca de lo que les depararía el destino o de cuándo sería mejor el clima para los cuidados del ganado. Esta era una antiquísima práctica que no había podido erradicar el cristianismo, por lo que mujeres que poseían el don de comunicarse con los espíritus gozaban de fortuna y de prestigio. La ardilla desenterró del cementerio de su memoria la primera vez que vio a la adivina. Albruna llegó a la aldea vestida con un manto azul en el que había engarzadas hermosas gemas y que maravilló a la por entonces niña Rhiannon.  El momento era delicado para su gente, pues unos días atrás habían partido unos jóvenes de pesca con la intención de obtener alimento con el que mitigar la hambruna que se cernía sobre el poblado y aún no habían regresado. Sus madres querían saber si estaban muertos o si todavía vivían. La adivina mandó entonar el “Ensalmo de lo Oculto” a las mujeres y consultó a las almas de los muertos. Las palabras de la adivina resonaron ahora con fuerza en la mente de la pelirroja:
“Vuestros valiente hijos están aquí presentes, ahora me son revelados claramente sus rostros. No fueron víctimas del temporal ni cayeron peleando contra salvajes piratas que intentaron hacer de ellos su botín. Tampoco murieron por falta de pericia en el manejo de su nave, sino que fueron capturados por las sirenas que pretendían convertirlos en sus amantes. Fueron arrastrados a los dominios de las criaturas, donde se ahogaron y las disas cortaron el hilo de su destino. Pero no desesperéis, pues la aparición de una sirena es un presagio y ,si bien éste puede ser maléfico o benéfico, que en vuestro caso significa el fin de las penurias”.
Como presagió la adivina la hambruna no solo finalizó llegada la primavera, sino que las cosechas de aquel año fueron abundantes.
“¿Qué significará esta terrible aparición de sirenas muertas? ¿Buen o mal augurio?”,preguntó para sí en voz alta y sin darse cuenta la ardilla, sin saber aún que la respuesta estaba esperando a tan solo unos pocos metros: junto a la orilla de un río la vida de Gwalch se había apagado.
De nada sirvieron los lágrimas de Nenúfar y de Rhiannon, que corrieron angustiadas hacia el cuerpo del joven, pues el aprendiz de druida había muerto. A la ardilla tan solo le quedaba el consuelo de poder averiguar lo ocurrido y vengar, si es que podía, a Gwalch. Sin duda, aquel anciano ciego tendría las respuestas, pero Rhiannon no tenía fuerzas para hablar y tan solo se ocupó de abrazar a la pequeña Nenúfar.

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05/07/2012, 21:07
Sheogorath ex Jerbiton

En medio de aquel mar de arena y muerte, la voz de Sheogorath sonó extrañamente tranquila, melodiosamente cariñosa. Con los hombros caídos, como si cargara con un gran peso, entonó su propio canto para los muertos.

Lux æterna luceat eis, cum sanctis tuis in æternum, quia pius es.
Requiem æternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis.
Cum sanctis tuis in æternum, quia pius es.

Libera eas de ore leonis, ne absorbeat eas tartarus, ne cadant in obscurum.

Dona eis requiem, dona eis requiem, dona eis requiem sempiternam.

Al acabar, se dejó caer de rodillas al tiempo que se tocaba la frente con esa curiosa mano mordida por el ser mágico. En silencio, oyó las olas del mar, el beso del viento, y repitió para sí, en un murmullo apenas audible, la despedida.

Allí quedó, callado al fin, en silencio.

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08/07/2012, 17:25
Bennen

Era extraño, nunca había confiado en un desconocido, pero una extraña sensación le llevaba a seguir a aquellos hombres. Quizás fuera porque algo familiar sentía en ellos, algo que le fue arrebatado tiempo atrás, algo que lo llevaba a cuando realmente había sido feliz, a su infancia. El aroma a hierbabuena lo transportaba al almacén de la congregación, donde llevaba los productos que su padre cultivaba para la orden. El no sabía muy bien quienes eran ni a que se dedicaban allí, por el pueblo decían que eran unos eruditos que se dedicaban al estudio de la religión. Pero lo único que el entendía, era que allí nadie se reía de su ceguera...

Caminando a ciegas los seguía, sin saber muy bien adonde se dirigían. Por el olor, debían estar cerca de la unión entre el río y el mar. Pero el olor se mezclaba con el aroma a muerte, un aroma que le era desgraciadamente conocido. Un grito desgarrador proveniente del muchacho que olía a hierbabuena le hicieron girar la cabeza hacia donde provenía como señalando la dirección. Comenzó a correr, tanteando con las manos para no golpearse con nada, pero algo frío como el hielo lo golpeo y perdió el conocimiento. Cuando se despertó el silencio inundaba el lugar, pero el olor a muerte era mas intenso, como si lo que percibiera antes fuera una premonición de lo que iba a pasar...

Gateando consiguió alcanzar un árbol, y se incorporó como pudo. Camino despacio hacia donde provenían los gritos del joven y allí, junto al joven, cayó de rodillas. Seguía vivo pero no por mucho tiempo, su voz era débil y sus frases eran inconclusas. Pero creyó entenderlo o al menos a medias. El muchacho dejo de respirar y Bennen el ciego golpeo su pecho. "¿Por que la muerte le perseguía por donde iba?"

"El ultimo aun vive, durmiendo donde debía haber muerto lo hallaras"

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08/07/2012, 18:48
Bennen

Las lagrimas caían de sus inservibles ojos sobre el cadáver de aquel desgraciado muchacho. No lo conocía, pero le era extrañamente familiar. Su muerte le arrastro a sus recuerdos y en ellos rebusco hasta que unos ligeros y acelerados pasos seguidos de varios mas pesados le sacaron de ellos. Movió discretamente su mano hacia el bolsillo de su raído abrigo y allí lo guardo.

Olían a mar y a tierra, lo que le indicaban que eran viajeros, forasteros en tierras peligrosas. Pero algo le decía que ellos no eran los responsables de aquellos. Levantó la cabeza hacia los pasos como intentando escuchar con mas detenimiento. La respiración de la joven era agitada, como afligida, parecía que el muchacho le era conocido, incluso podía decir que le era amado. ¿Sería esa la joven a la que se refería ?. El no arriesgaría hasta estar completamente seguro.

Una ruda voz le hizo girar nuevamente la cabeza, enseñando su mirada vacía - ¿Quien erres tu, anciano?¿ Sabes que ocurrió a este godi y a los seatrold?"- Agacho nuevamente la cabeza y palpo el rostro del joven con mucha suavidad. - Solo soy un vagabundo, que caminaba por los alrededores y se ha encontrado con la muerte y no ha podido Controlar las lagrimas Movió las manos a ciegas dirigiéndolas desde donde procedía el lamento de la dama.- ¿Quienes sois vosotros? No sois de aquí. ¿Que os trae por esta tierra de desgracia y muerte? Toco el rostro de la dama, esperando que esta no le apartaras las manos, su rostro tenía parecido con los del muchacho caído. Bajo la voz y le habló a ella, solamente a ella...

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08/07/2012, 19:10
Bennen

- Lo querías ¿Verdad?, pero no como a un marido.- Le acarició ligeramente el rostro, ella también estaba imbuida en aquella sensación familiar.- Creo que tengo algo para ti.

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08/07/2012, 22:50
Director

Notas de juego

El druida te ha entregado un frasquito con un líquido, en principio, las lágrimas de una bruja.

No sé si estaba suficientemente claro en el post

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09/07/2012, 00:48
Tuann Oig

Tuann avanzó asustado con sus compañeros, siempre detrás de su maestro, procurando no mirar los cadáveres que poblaban la playa. Así intentando concentrarse en lo que sus compañeros decían alejaba aquel pensamiento de su cabeza, de repente un susurro proveniente del cadáver de una sirena.

-Hijo, ayúdame--.

Tuann instintivamente miró hacia el cadáver para percatarse de que no se trataba de ella, no podía ser ella, me lo he imaginado pensó Tuann. Siguió oyendo a sus compañeros, esta vez solo, su maestro quedó rezagado. Ellos hablaban al anciano y el chico intentaba distraer su mente.

Pero de repente volvió a oírla, esta vez mas nítida que la anterior.

-Hijo, ven ayudame-

Esta vez si, el niño respondió a la llamada acercándose al cadáver, jurándose que no podía tratarse de ella. Lentamente se agacho y volteó el cadáver hacía él, y allí estaba aquella mujer morena que Tuann llamaba mama. Seguía tan bella como el niño la recordaba, y desprendía aquel halo de vitalidad que infundía optimismo a su hijo. Una sonrisa se dibujo en la cara del chico, acompañada de unas lagrimas que se desprendían de sus ojos, y justo cuando el niño no podía ser mas feliz algo cambió en la cara de su madre, volvió a tornarse pálida, volvió a ser un cadáver y dejó de ser su madre para convertirse de nuevo en aquella criatura, la sirena.
Tuann la dejó allí mientras corrió asustado hacia su maestro, al llegar a él lo abrazó y le grito unas palabras entre llantos:

-La he vuelto a ver maestro...la he vuelto a ver morir-gritó entre llantos el joven Tuann.

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09/07/2012, 02:12
Nenúfar

Su mente no había reparado en la playa llena de criaturas muertas, hasta que no vio la sirena más cercana. Sus rostros reflejaban dolor antes de morir, incluso las que no les delataban la sangre parecían haber sufrido una horrible muerte.  El avance del grupo era lento, pero el tiempo se ralentizó aun más cuando Nenúfar captó algo familiar.
Un hombre con cabellos rojos tan resplandeciente como el suyo propio…
Su túnica blanca y su capa negra…
No podía ser él…
-¡No.. No!! – tiró las provisiones que cargaba y corrió.
…pero lo era.
-¡¡No!! – Cayó arrodillándose junto al fallecido cuerpo del Gwalch – ¡¡Hermano!! –  las lagrimas difuminaban el rostro de la joven. Zarandeó su cuerpo esperando respuesta… pero no había respuesta, el sonido del  llanto se ahogó en el pecho del joven druida. Todo lo demás desapareció, la voz con acento de Harald, el tacto familiar de Rhiannon, incluso la voz del extraño que iba dirigida a ella. Estaba sola con su hermano.
-El dolor de las criaturas… - dijo casi inaudiblemente entre sollozos sin poder terminar la frase -Vuel… vuelve conmigo.. – El dolor que sintió Nenúfar al clavar la flecha en el normando en su corazón a causa del don de la empatía no era nada en comparación con el vacío que le invadía el pecho y se extendía. Quizás fuera su estado o su naturaleza la que le decía que si sacaban a Gwalch de ese escenario de horror, él volvería en si…

- Vuelve conmigo – repitió…

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12/07/2012, 07:43
Harald Sigurdrson

Harald frunció el ceño ante la ambigua respuesta del mendigo. ¿Realmente se trataba de un hombre piadoso y compasivo o aquel ciego mentía y únicamente estaba intentando robar al druida? No era momento para ocuparse de ello.

-Somos perregrrinos, igual que tú -contestó el vikingo poniéndose en pie.

Harald regresó sobre sus pasos para recoger los fardos que habían dejado atrás, y percibió el desaliento de sus compañeros como un soplo de aire gélido. Nenúfar sollozaba junto a su hermano y Rhiannon procuraba consolarla. El mago loco entonaba una extraña letanía en una lengua desconocida y su aprendiz se le aferraba a las ropas, pálido y lloroso. Adrien miraba consternado a su alrededor. Incluso el curtido noruego sentía el pesar que traía tanta muerte. Comprendió que era necesario moverse, seguir adelante, o quedarían varados para siempre en aquella playa maldita.

Al pasar junto a los magos tocó con su manaza el hombro del niño. Una sonrisa de ánimo, rara e inexperta, asomó a los labios del guerrero:

-Ven, chico, échame una mano con las prrovisiones. A todos nos llegarrá la muerrte, perro no serrá hoy. Mago -dijo después a Sheoggorath-, parrece que algo está acabando con tus amigos los alfar. Yo intentarría saberr qué lobos atacan el rrebaño de mi vecino antes de que vengan a mi rredil -añadió, señalando con un gesto su mano mordida.

Luego recogió los bultos esparcidos por la arena y los llevó al lugar en que yacía Gwalch.

-No conozco las costumbrres de vuestrros godar -dijo a las mujeres-, perro no le dejarremos aquí parra los cangrrrejos y los cuerrvos. Ayúdame, Arrdilla.

Y pasando algunas de las bolsas a la mujer, se inclinó para, con gran cuidado, levantar el cuerpo del druida y dejarlo sobre sus hombros. Sin más espera ni añadir nada más, el nórdico echó a andar con su fúnebre carga, avanzando con trabajosos pasos que se hundían en la arena oscura.

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13/07/2012, 03:29
Adrien

Adrien no era un tipo listo, apenas había aprendido lo justo que se aprende por la vida y unas nociones de etiqueta y escritura recientemente por mediación de giselle. Sin embargo si que había escuchado las historias de pescadores que se cuentan de noche a la luz de una hoguera en la playa y que siempre se dice que son exageradas o cuentos de vieja para asustar a los niños.

Sin embargo en el día de hoy esos cuentos de vieja de los que antaño se reía le parecían cada vez más reales y peligrosos mientras observaba las criaturas que permanecían sobre la arena. Criaturas y monstruos peligrosos que estaban muertos y eso solo le traía una idea a la cabeza. ¿Quien o que pudo matarlos?

Apesadumbrado y melancólico adrien se acerco al bote para ayudar a Harald a desembarcar mientras dejaba a las dos mujeres pelirrojas juntas. Durante el viaje el lazo de unión entre ellas había crecido y aunque el viejo vagabundo no le daba buena espina confiaba en su hermana, la ardilla, para que lo vigilará.
Sin embargo al escuchar al joven Tuann mencionar que volvía enterrar a su madre se acerco hasta él para preguntarle:
Tuann, ¿Es esa tu madre? ¿Como ha llegado hasta aquí? Sheogorath, Vos sois el más versado en las artes mágicas de los aquí presentes. ¿Acaso todo esto es una ilusión?

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14/07/2012, 10:29
Director

Harald levantó el cuerpo del muchacho, y los sollozos de Nenúfar estallaron en lágrimas. Al principio no supo cómo reaccionar, pero después siguió los pasos del gigante, al principio sin rumbo, después, por un estrecho camino a través del bosque que parecía dirigirse a la aldea.

El bosque era un lugar fuerte, y antiguo, mucho más de lo que lo eran los bosques de Cornualles. El vínculo de la arquera con la madera se agudizó, como si ese espíritu verde la enlazara con todas las criaturas. Hubiera podido sentir cada hoja, cada rama, en kilómetros a la redonda. Pero estaba demasiado triste.

Nenúfar no era la única. Rhiannon también se había fundido en él, pero a su manera. Sus pasos eran más amortiguados, se sentía más ágil, mejor orientada. El peso de Gwalch se hizo más ligero para Harald, que era más fuerte; Adrien se irguió, seguro de si mismo, y Sheogorath y Tuann se sintieron capaces de hacer cualquier hechizo. Bennen, en cambio, solo sonrió levemente. Él ya pertenecía a ese bosque, y lo abrazaba después de un largo viaje. Estaba en casa.

Se detuvieron al llegar a un pequeño claro. Harald dejó con cuidado el cadáver en el suelo. Nenúfar lo miró con una última esperanza, pero su instinto había fallado. Si ese bosque no era capaz de devolverle a su hermano, nada lo haría.

- Enterrémoslo aquí.

Era su lugar.

Mientras Harald y Adrien se turnaban para cavar, Nenúfar aferró el frasquito que el anciano ciego le había entregado. El anciano ciego sólo había dicho que Gwalch se lo había entregado pero, ¿por qué? ¿qué contenía?

Rhiannon se había separado del grupo y exploraba uno de los bordes del claro, y Tuann, a quien no le gustaban los entierros, hacía lo mismo por el otro lado. Allí la vegetación era más espesa, y Adrien se sintió incómodo. Entendía al bosque, y su instinto le decía que algo iba mal. No era el único que estaba inquieto. Bennen sudaba, y Sheogorath... ¿Era algo más que un loco?

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14/07/2012, 10:57
Director

Adrien empezó a repasar mentalmente todo lo que había visto en la playa. Volvió mentalmente sobre sus pasos y se dio cuenta de que había una gran diferencia entre los cadáveres marinos que habían visto: solo aquellos que jamás eran atrapados por las redes, que sólo aparecían en los cuentos, estaban cruelmente despedazados. Los animales más comunes (peces, tiburones) que todos habían pescado alguna vez estaban simplemente varados.

Notas de juego

- Es decir, solo las criaturas mágicas estaban desangrados hasta la última gota.
- Como si alguien hubiera metido un generador de corriente gigante en la playa, hubiera matado absolutamente todo ser vivo a su alcance, y hubiera seleccionado aquellos cuya sangre tenía algún poder, abandonando el resto.

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14/07/2012, 11:02
Director

Separados del improvisado funeral, ambos parecieron relajarse. Se habían sentido hundidos en el camino. El dolor de Nenúfar era tan fuerte que parecía calarse en los huesos, pero al separarse del grupo comprendieron que su desolación no era propia, sino de la hermana de Gwalch. El bosque agudizaba sus sentidos, sus virtudes y defectos, y Nenúfar había revelado su descomunal empatía en el puerto de Cornualles.

Había algo más. A medida que el dolor desparecía, podían ver. Al principio no era más que sombras, reflejos que desaparecen cuando vuelves a mirar. Luego se hicieron cada vez más evidentes.

Al llegar al borde del bosque, lejos de la arquera, sabían que había sangre por doquier en el claro, sangre brillante y dorada.

Y que los estaban observando.