Partida Rol por web

Tributo de Sangre (II)

Heraldos de Paz

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12/01/2009, 11:41
Director

Las tierras de Imledyr abarcan desde las Montañas Grises hasta donde el Mar de los Espíritus delimita su inestable silueta. Están compuestas por un ir y venir de colinas y bosques cuyo clima es agradable en verano pero extremadamente duro en invierno. Se encuentran divididas en una gran variedad de condados, ducados y baronías sobre los que sus respectivos nobles ejercen un férreo control feudal. La rivalidad entre ellos es continua y los enfrentamientos tan habituales como las nevadas, sin embargo ninguno consiguió nunca unificar bajo su dominio las tierras de Imledyr y alzarse ante sus rivales como rey, estableciendo una monarquía. Varios de ellos, los más poderosos, ejercen como soberanos sobre otros, quienes les juraron vasallaje a cambio de más tierras, hombres o simplemente obligados bajo coacción o amenaza. Sin embargo, cada uno de esos frentes, cada uno de esos señores, se considera a sí mismo como el mejor candidato para ostentar una ilusoria corona y unificar las tierras de Imledyr.

Si que existe, sin embargo, algo que todos ellos comparten y tienen en común: el yugo de la Torre Negra de Ybress. En lo más recóndito del Pantano de las Pesadillas se alza la construcción más temida y a la vez odiada de estas tierras. Desde la Torre Negra, Sarcess, una temible hechicera, una bruja que domina los poderes oscuros, siembra el terror entre nobles y vasallos por igual. Sus sirvientes, malignas criaturas que se asemejan a los Trolls de las leyendas y cuentos populares, y que le profesan una lealtad que roza el fanatismo, se encargan de cobrar a los nobles el diezmo estipulado. Éste pago, tres mil escudos de oro anuales, es lo único que les garantiza verse libres de las maldiciones, plagas y enfermedades que cuentan que Sarcess es capaz de crear.

Vuestro deambular nómada por el mundo os condujo hasta el Paso de las Nieves Eternas, donde tras un más que entretenido regateo, acabasteis aceptando el que pensabais sería un lucrativo acuerdo con un comerciante de marfil que se dirigía a Imledyr. Su caravana, compuesta por tres carros y sus respectivos conductores de mulas, necesitaba protección, gente valiente y con experiencia como vosotros. Atravesar aquellas montañas era siempre un viaje peligroso y Dalherin, que así se llamaba el supuesto comerciante, no quería correr ningún riesgo con tan valiosa mercancía. Sin embargo, el que parecía un trabajo más que interesante, acabó convirtiéndose en un gran fiasco. Al llegar a vuestro destino, la ciudad costera de Nausias, Dalherin desapareció utilizando ardides de la más baja calaña, dejándoos en una posada con las habitaciones a cuenta y sin entregaros la segunda parte del pago acordado. Las bolsas de monedas que formaban la primera parte de vuestro pago y que os fueron entregadas al inicio del viaje, resultaron ser dinero falso. Así, sin apenas recursos económicos, con unas habitaciones pendientes de cubrir y acusados como falsificadores y ladrones, tuvisteis que utilizar las últimas monedas reales que os quedaban en hacer frente a tales deudas y, de paso, en un pírrico plato de sopa aguada, fría como la noche, y un trozo de carne reseca.

Tras varias semanas recorriendo los caminos y aldeas de Imledyr siguiendo la pista del bribón de Dalherin os encontrabais en una situación bastante apurada. Necesitabais que algo ocurriera, un golpe de suerte u os veríais en serios apuros. Y éste llegó a través de un anuncio público, en la forma de un bando del Conde Nesvind de Riaghul. En él se solicitaban hombres valientes para un servicio al Conde que sería recompensado con diez escudos de oro por cabeza. Una situación complicada y un pago demasiado bueno como para pasarlo por alto se unieron, dando lugar a una decisión que no podía ser ni discutida. Antes incluso de tener tiempo de pensarlo os encontrabais ya en el castillo del Conde hablando con su secretario... y hechicero.

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12/01/2009, 11:41
Ashadir

El secretario del Conde era un hombre de corta estatura y complexión delgada, vestido con ropas demasiado gruesas para aquella época del año y cuyo embriagador olor a perfume podía percibirse desde varias salas de distancia. Tenía un acento extraño en el habla, de pronunciación ruda y basta, pero en cambio haciendo uso de un vocabulario noble, aristocrático y extenso.

-El trabajo es sencillo. Debéis proteger y transportar un cofre hasta su destino. Éste ha sido un año de malas cosechas y el Conde ha tenido problemas para reunir el diezmo acordado con la Torre Negra de Ybress. No teníamos el pago listo cuando aquellas asquerosas criaturas vinieron por él. Finalmente lo hemos logrado, aunque con algo de retraso, ¡tres mil Escudos de Oro no es cifra fácil de juntar! Lo que se precisa de vosotros es que llevéis el cofre a la Torre Negra y lo entreguéis a Sarcess en nombre del Conde Nesvind de Rhiagul. ¡Los hombres del Conde son demasiado cobardes! - aquellas palabras pronunciadas en voz demasiado alta eran una pulla hacia los soldados que os escoltaban frente a Ashadir. Éstos miraron hacia otra parte y bajaron la cabeza incómodos-. Demasiado cobardes y supersticiosos como para una tarea así, ¡malditos bufones de taberna! Hoy en día ya no se puede confiar en nadie. No es de esperar que encontréis problemas de ningún tipo, tan sólo debéis aseguraros de mantener el cofre alejado de bandidos y ladrones. Una vez allí, entregarlo será tan sólo un trámite. Por el servicio se os pagará diez Escudos de Oro por cabeza, cinco en este momento y cinco cuando regreséis.

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12/01/2009, 14:59
Alfren Niubar

Por los dioses... ¡Por fin un golpe de suerte!. Fué lo primero que penso la joven pelirroja.

Nunca había sido muy partidaria de las guerras entre nobles que estaban teniendo lugar desde tiempos inmemoriales, ya que pensaba que todos eran unos ambiciosos tiranos, cuya única importancia era ellos mismos, en lugar de preocuparse por las gentes de sus tierras. Pero esto era diferente. Solo era una simple misión, llevar un cofre de un lugar a otro y volver. Quizás en otra ocasión ni se le hubiese pasado por la cabeza ayudar a un noble, pero tampoco era un acto de guerra. Solo era llevar un cofre a la Torre Negra. Además, el Conde necesitaba ayuda, y peor hubiese sido negarsela que ayudarle, pese a ser un tiránico egoísta. Así pues, y tras la explicación de la misión por parte de su secretario, Alfren miro a los ojos al empleado.

Señor mio, en otra ocasión quizás me hubiese negado a entrometerme en los asuntos de un noble, pero dada la situación, y que negar la ayuda a alguien no me lo permite ni mi conciencia ni mi código, acepto. Solo me gustaría saber cuantos días de viaje serán, cuando partiremos, y si se nos suministrarán provisiones; ya que con 5 escudos de oro poco podremos comprar para alimentarnos

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13/01/2009, 00:29
Antor PielGris

 Antor esperó pacientemente a que Alfren terminara de hablar, tal y como había escuchado atentamente al secretario del Conde, mientras jugueteaba con uno de los múltiples anillos que adornaban los dedos de su mano izquierda (la derecha carecía de tales ornamentos pues nunca se sabe cuando puede ser necesario empuñar la espada, y en tales menesteres una joya de más puede significar un golpe de menos, o sea, la muerte). Sólo cuando la voz de Alfren se había extinguido y antes de que el secretario pudiera responderle, a lo cual dicho sea de paso no parecía muy dispuesto, alzó su voz:

- Razón no le falta a mi querida compañera - dijo mientras avanzaba para salir de la segunda fila en que se encontraba al tiempo que sonreía a Alfren - ni belleza tampoco, ¿no creéis señor secretario? - añadió volviéndose hacia él - difícil encontrar tal combinación y en tales cantidades, por eso la apreciamos tanto señor. Pero volviendo al tema que nos ocupa, ¿en cuanto tiempo queréis que llevemos el cofre a su destino? y otra cosa señor, entiendo que llevaremos un documento firmado por el Conde en persona para dar fe de la procedencia de este tributo, sería una lastima que alguien confundiera los términos y vuestro señor Conde no figurase como pagador del mismo, cuando tanto trabajo ha costado reunir este oro ¿no os parece?

 

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13/01/2009, 01:49
Bathalias de Emdelis

Bathalias sólo era rápido cuando la situación lo requería, y nunca lo era cuando de hablar se trataba, pues siempre dejaba que lo hicieran primero las razas que de manera más efímera poblaban la tierra. Nunca había entendido el afán que las otras razas sentían por lo terrenal, por el poder, por la opulencia, sin darse cuenta de que todo pasa demasiado rápido y que en el momento en que menos se lo esperan, todo se acaba.

Era mayor, incluso, para la edad de un elfo, y muchos eran los compañeros que había tenido a lo largo de su extensa vida; pero gracias a su privilegiada mente, no había olvidado a ninguno, y sus compañeros sabían que su lealtad no estaba nunca a prueba aunque no entrase en detalles mundanos cómo eran los compromisos y contratos que el grupo adquiría. Era siempre tras la confirmación de un trabajo cuando Bathalias comenzaba a actuar para el grupo, guiándolo, protegiéndolo, dando consejos adquiridos a lo largo de los siglos, pues pese a haber cambiado innumerables veces de compañeros, él nunca dejaba de apreciarlos a todos, y todos le apreciaban a él ahora, al igual que otros le apreciaron en tiempos ya pasados.

Observó nuevamente su variopinto grupo, y su pecho se llenó de orgullo por momentos mientras pensaba que eran un buen grupo, con suerte dispar, por lo común no muy buena, pero eran un buen grupo, muy por encima de la media para ser unos simples aventureros mercenarios, pero la suerte no les había sonreido todavía. Ya llegaría el momento en que tuvieran suerte, aunque eso era algo que a Bathalias no preocupaba en demasía.

Por un momento, prestó atención a la conversación con el secretario del Conde, pues no quería parecer difuso en el ambiente, y por fin le encontró el momento justo para poder contestar al subalterno del noble local.

Podeís contar con nosotros, pues somos exactamente lo que buscaís, pero decidme, un Conde no es un noble cualquiera cómo un simple barón o un Caballero, sino un noble con gran poder. Y sin embargo, rinde pleitesía sin dudarlo, y temeroso,  a la hechicera de la Torre; y no le importa dejar todo un tesoro en manos de unos desconocidos tras reconocer que sus propias fuerzas son totalmente inútiles para ciertos menesteres. ¿nada más hay que se nos esté ocultando?

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13/01/2009, 11:21
Ailara Sotobosque

Ailara dificilmente podía disimular el desprecio que sentía por el ayudante del conde, no solo por que en general le desagradaban los cortesanos sino por que este era un hechicero. Su mirada sobre él era fria y penetrante.

Sabía de los apuros que estaba pasando el grupo y esta misión les proporcionaría alivio además de la oportunidad de salir a los bosques durante unos días, el único sitio donde se encontraba a gusto.

Estoy preocupada por Bathalias, estos últimos días le ha atormentado la idea de vernos en apuros, espero que si acabamos con éxito recupere su buen humor. Aprovecharé para investigar si esa maldita bruja ha tenido algo que ver con la muerte de mis padres, si así ha sido deseará no haber nacido.

La joven simplemente asintió con la cabeza una vez Bathalias terminó de hablar. Era el lider y el más experimentado, el sabría que preguntar y cuando actuar.

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13/01/2009, 12:01
Ashadir

Ashadir se acercó un poco más al grupo, paseando arriba y abajo en frente suyo como un general haciendo inspección a las tropas antes de la batalla. Con las manos a la espalda y sin dejar de mirarles, esperó a que terminaran de hablar para responder a sus dudas.

-Comprobaréis que cinco Escudos de Oro, por lo menos en Nausias, dan para muchas comidas. El Conde es extremadamente generoso, podéis estar seguros. Además de eso, dentro del cofre va incluida una carta sellada para Sarcess donde se explican los motivos del retraso y se ofrecen las compensaciones necesarias. Esa parte no os incumbe.

La última parte, reservada para Bathalias, salió de sus labios con una mueca de desprecio.

-El Conde es el Señor de estas tierras, elfo -continuó, poniendo un especial énfasis en la última palabra-. Yo me andaría con más cuidado antes de insultar a alguien en su propia casa. La bruja Sarcess no es una hechicera cualquiera, cosa que averiguaríais rápidamente si fuerais lo suficientemente necios como para intentar escapar con su dinero. Los hombres del Conde tienen buena fama en cazar ladrones y el castigo suele ser... definitivo. Si se requiere de vuestros servicios es porque esperamos que no compartáis las estúpidas supersticiones locales con aquellos que dicen llamarse soldados del Conde.

Al acabar se apoyó en el macizo escritorio madera y cruzó los brazos sobre el pecho.

-¿Alguna otra pregunta?

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13/01/2009, 12:34
Ailara Sotobosque

La mirada de Ailara se volvió aun más fiera después del mensaje de desprecio del consejero hacia Bathalias. Su primer instinto fué el de desenfundar su arma pero se contuvo a sabiendas de que no tenía nada que hacer contra él en su territorio.

Esperaba ansiosa a salir cuanto antes de la ciudad y solo esperaba a recibir la orden para partir.

Como se atreve este alfeñique a hablarle así a nuestro lider, si nuestra situación no fuese tan desesperada sabría lo que es bueno. Seguro que Moravius le daría un par de azotes.

Este último pensamiento hizo que asomara una pequeña sonrisa en la cara de la bella joven.

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13/01/2009, 14:43
Alfren Niubar

La joven muchacha no pudo evitar ver la mueca de enfado que Ailara mostro ante las palabras del secretario. Aunque la entendía, también comprendía la postura del secretario... Y lamentablemente sabía que tenía razón. Tras mirarla, se acercó a ella, y poniendo su mano sobre su hombro, la dijo- Aliara, este hombre tiene razón. Señor mío, -la muchacha miró al secretario, sin quitar la mano sobre el hombro de la druida- si acaso se ha sentido ofendido, señor Ashadir, o su Señor en su defecto, le pido que nos perdone. Nuestra intención no era esa, solo queríamos saciar nuestras dudas.

Y, a lo que preguntó la última vez sobre las dudas -diciendo esto, la aspirante a caballera, dio un paso al frente- si, yo tengo una duda sin resolver. ¿Cuándo comenzaremos nuestra misión?

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13/01/2009, 19:36
Bathalias de Emdelis

Si algo irritaba en demasía a Bathalias era la altanería con la que a veces se comportaban los seres que pertenecían a razas de paso efímero por el mundo. Sabía que no eran conscientes de que todo menos sus cortas vidas permanecía, y quizás por esa razón, su arrogancia iba en total concordancia con el puesto que ocupaban en su efímero escalafón. Los peores, para Bathalias, siempre eran los segundones, ese puesto intermedio que se situaba exactamente al lado de un poder que seguramente anhelaban. Y según el olfato de Bathalias, el secretario que le había hablado con cierto deje despectivo, era uno de esos segundones.

Observaba a Ailara, siempre temerosa de esa magia que no entendía, pero a la vez inquieta por entenderla. Si bien muchos la tendrían por debil, él sabía que no lo era. Algún día ella descubriría en su interior toda la fuerza que portaba, y sabía que ella sería más que capaz de domarla. Desde que se unió al grupo, ella parecía querer aprender por momentos, y él se había erigido cómo su protector, al igual que con los demás. De lo que ella no se había percatado, es de que Bathalias era a la vez maestro y aprendiz, pues todo en la vida tiene dos caras, y es esencial saberlas distinguir.

Se congratuló del arrojo de Alfren, pues siempre había visto en ella unas dotes de liderazgo natural, y poco a poco esta característica innata se iba convirtiendo en una virtud. por un lado le entristecía que la poderosa muchacha no hubiera sido ordenado Caballero de Ayris, pues sabía perfectamente que su feminidad tenía mucho que ver con que alguien tan capaz siguiera siendo aspirante. Pero tambien sabía que este tiempo de aventuras le estaba sirviendo a la muchacha para fraguar en ella unos valores y talentos que de otro modo desconocería.

Y tras una pausa, contestó al irritado secretario, con una mezcla de altanería y sabiduría propia del que se cree superior.

Perfectamente sabemos que el Conde, vuestro Señor, - poniendo especial énfasis en la subordinación del secretario al noble que ahora precisaba de sus servicios - es el Protector de estas tierras, y es por eso que me extraña que quiera contratar a una compañía externa cómo la nuestra teniendo hombres de sobra en su mesnada. Pero no voy a discutir con vos por ello, pues vuestras razones tendreís para no mandar a vuestros hombres, y a nosotros nos basta con cobrar la soldada correspondiente.

Dad por sentado, secretario, - enfatizando nuevamente un puesto de subordinación - que ninguno de nosotros ha puesto en duda la valía del digno gobernante de estas tierras, pues estoy seguro de que es un hombre generoso, valiente y preocupado por sus siervos. Si no lo fuere, no le concedería tanta importancia al traslado de estre cofre que servirá, naturalmente, para mantener pacificadas sus amadas tierras.

Y en cuanto a nosotros, os puedo dar mi palabra de que pondremos todo nuestro empeño para que la misión que nos encomendaís acabe de la forma que tiene que acabar. Creedme cuando os digo que soy de palabra, y que no pararé hasta que cumpla mi parte del trato. No conozco sitio alguno donde se comente que Bathalias de Emdelis ha dejado de cumplir lo prometido, y eso es algo que podreís comprobar si quereís.

Notas de juego

 

 

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14/01/2009, 00:15
Antor PielGris

 La tensión se palpaba en el ambiente tras las palabras habidas entre Bathalias y Ashadir y además la pequeña Ailara había estado a punto de intervenir en la trifulca verbal. Nada bueno para el momento. El comienzo de una misión solía celebrarse de alguna manera especial (o sea con bebida) y con estos modos eso parecía cada vez mas lejano así que Antor hizo un último esfuerzo

- Caballeros, caballeros ¿para qué discutir lo obvio? desde los ecos de las montañas grises hasta los arrullos de las olas del mar de los espíritus todo el mundo sabe de los méritos del Conde como Señor de esta tierra, y en cada taberna de cada pueblo no hay juramento que alcance a ser respetado más que la palabra dada por Bathalias de Emdelis. Tenemos una misión que cumplir y se nos va a pagar un precio justo por ella. Basta de tanta palabrería y brindemos por el feliz desenlace de la misma para beneficio de todos.-

Y volviéndose hacia Ashadir añadió al tiempo que le dedicaba una enorme sonrisa

- Me han dicho que la cosecha de este año es magnífica, señor Ashadir, que mejor que honrarla para sellar nuestro trato !!

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14/01/2009, 00:59
Bathalias de Emdelis

Sonrío con complacencia a Antor, pues se que su fácil don de la palabra a veces llega donde mil espadas no pueden llegar.

Brindemos pues, y con el brindis sellaremos nuestro pacto. ¿no estaís de acuerdo, Ashadir?

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14/01/2009, 11:22
Ailara Sotobosque

La cabeza de Ailara no para de dar vueltas sobre los acontecimientos.

3000 monedas es mucho dinero, seguro que seremos el objetivo de bandas de criminales dispuestas a jugarse la vida aun a sabiendas de a quien está dirigido. No estoy segura de soportar que le pasara algo a mis amigos, ahora mismo son lo más parecido a una familia que tengo.

La mano de Alfren la reconfortó, la consideraba su amiga y algo así como una hermana mayor, aunque se sorprendió así misma pensando en que le hubiese gustado que la mano fuese la de Moravius.

- Tal vez deberíamos preguntar si nos proporcionarán monturas - Le susurró la joven a Bathalias aprovechando que el secretario estaba pendiente de lo que decía Antor.

 

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14/01/2009, 11:59
Conde Nesvind de Riaghul

El secretario estaba a punto de responder pero se vio interrupmpido de repente pues una puerta se abrió de pronto en uno de los accesos a la estancia y por ella entraron seis soldados, dos de ellos espada en mano, escoltando a un hombre de gran estatura y porte noble que no podía ser otro que el Conde Nesvind de Riaghul.

El Conde lucía unas vestimentas de gran calidad, en tonos azules, navegadas por hilos de oro. Mostraba numerosas joyas, así como un enorme broche también de oro que le sujetaba la capa. Llevaba suelto el largo cabello rubio y sus ojos eran apenas dos rendijas blancas sobre un rostro marcado y bien definido.

-Ah, estáis aquí. Bien, al fin os encuentro. Supongo que todo habrá sido ya acordado, ¿verdad? – el tono de sus palabras era el de aquel que estaba acostumbrado a infundir temor tan sólo con su presencia, rango y título.

Los soldados que formaban la escolta se movían a su alrededor, tratando de no estorbar su avance y de mantenerse a su vez lo más cerca posible de su señor. El conjunto resultaba por igual intimidante y cómico.

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14/01/2009, 12:01
Ashadir

El secretario del Conde echó un rápido vistazo a los seis recién llegados y se volvió hacia el noble.

-Si, señor. Tan sólo perfilábamos los detalles de la partida. Todo ha sido acordado. - el tono de voz había cambiado considerablemente del que había utilizado para dirijirse a ellos. Mantenía su expresión culta y la forma de hablar elegante, mas cubiertas con un perceptible deje de sumisión.

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14/01/2009, 12:02
Conde Nesvind de Riaghul

-Bien, bien. Así debe ser. - con un gesto displicente de la mano pasó por encima de la respuesta de su secretario casi sin escucharla siquiera y se dedicó a examinar con la mirada a los seis aventureros -. Parecéis un grupo valiente y con recursos. Espero que no me defraudéis y podamos brindar con vosotros dentro de unos días, al calor del fuego, por el buen término de esta entrega.

No esperó respuesta, no lo consideraba necesario. Se giró con un gesto elegante y se dirigió hacia la salida. Los soldados se apresuraron en rodearle, precediéndole en su salida y protegiéndole la espalda. Sin embargo, antes de alcanzar la puerta se volvió de nuevo hacia ellos. Aunque sus palabras se dirigían al secretario, los ojos estaban fijos en el grupo.

-Ashadir, ¿les has contado ya lo que hicimos con los soldados que desertaron el año pasado? – observó de reojo como el hombrecillo negaba con la cabeza y emitió un leve gruñido -. Ocho hombres fueron escogidos de entre los que sirven en mis dominios para llevar el pago, tal y como vosotros haréis este año. Cometieron el error de considerarse más listos que yo y trataron de huir con el cofre y el dinero. Tardé casi una estación entera, pero finalmente di con ellos. Aún podéis observar las maderas donde fueron crucificados en el camino del Norte, quedarán ahí para siempre como un recuerdo de lo que les ocurre a quienes me traicionan. Si pensáis que podéis escaparos con mi dinero pasaréis el resto de vuestra vida huyendo. Será lo último que hagáis. Os perseguiré hasta encontraros y os despellejaré vivos. – las bravatas del Conde habrían sonado vacías pronunciadas por otra voz, emitidas por otro cuerpo. Sin embargo, el aura de autoridad y seguridad que irradiaba, unidas a la fría mirada que ocupaba su semblante, no dejaba lugar a dudas de que aquel hombre cumpliría su amenaza aunque fuera lo último que hiciera.

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14/01/2009, 14:27
Ailara Sotobosque

El encuentro con el conde consiguió de veras perturbar a la joven Ailara, llevaba poco tiempo en una gran ciudad y la presencia de este personaje era demasiado para ella. Ansiaba el momento de partir de allí.

 

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14/01/2009, 14:44
Alfren Niubar

¿Insunuáis, Señor Conde, qué no le robemos?. Esté tranquilo noble Señor, nuestra palabra y nuestra intención siguen siendo la misma, aunque ahora ya nos haya dicho como castiga a los ladrones. No dude ni un solo momento, que ni siquiera habíamos pensado esa posibilidad. Así que ahora, Conde Nesvind, creo que nos gustaría saber el día y hora a la que hemos de partir. Y también donde poner alojarnos hasta entonces.

El tono de la joven mostraba claramente matices de enfado. El mero hecho de decir lo que pasaría si robaban al noble, la había enojado. ¿Qué pensaba que era, vulgares ladrones? Ya había dado su palabra, no hacia falta que el noble les dijese como castigaba a los ladrones. Y menos en ese tono. Ahora mismo, lo único que la joven quería era salir de allí, y, con suerte, solo volver a ver al pomposo noble a la hora del pago. Desde luego, los señores feudales no le caian bien, y mucho menos este. La idea de que el noble no tomase en serio su palabra no dejaba de rondar por la mente de la muchacha...

¡No fiarse de mi palabra! ¡Estúpido pomposo!

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14/01/2009, 21:18
Bathalias de Emdelis

Tal y cómo Bathalias había supuesto, el secretario del Conde había adoptado una actitud del todo servil en cuanto su señor había aparecido, abandonando la actitud altiva con la que les había obsequiado hasta entonces.

A Bathalias no le extrañaban para nada las advertencias que el noble les había espetado con tan poco tacto, pues encontraba lógico las reticencias que pudiera haber al dejar todo un tesoro en manos de unos desconocidos.

Sin embargo, la defensa del honor del grupo que estaba haciendo Alfren, era lo que había hecho que una ligera sonrisa de satisfacción asomara en la cara del viejo elfo. Si todos remaban en el mismo sentido, todo sería mucho más sencillo, y la misión llegaría a buen fin.

Se situó cerca de la impetuosa Alfren, por si esta precisase de su ayuda en algún momento, esperando que la situación no se complicase.