Partida Rol por web

Nariya se inclinó sobre Esma, justoen el momento en el que estaba comiendo y le dijo en un susurro lo suficiente alto para ser audible por todos

–Eso fue al menos hace 100 años

Los lechosos y lupinos ojos de Espinela relucían en el albor de un nuevo día. Le había tocado hacer la tercera guardia. Justo después de Valerian y antes que Jarsen, pues el montaraz tenía trabajo revisando las trampas. Mientras hacía guardia, pudo contemplar como Nariya se agitaba, balbuceaba y resoplaba. Estaba teniendo una pesadilla.

Por su mente pasó la idea de acercarse y despertarla, pero sabía que eso podía ser peor. Conocía a Nay y ese gesto podía violentarla e incomodarla. Con todo el sigilo del que fue capaz de reunir, se aproximó hasta la pícara y la arropó como pudo. Sintió ganas de mesar su pelo dorado, pero rápidamente supo que no era buena idea.

Se apartó dejando a la muchacha con sus fantasmas, contemplando que todo el mundo estuviera bien. Mientras volvía a la apartada roca sobre la que se aposentaba en la guardia, reparó en la bella Esma. Era curioso ver como se podía reunir tanta hermosura e inocencia en un mismo ser. Espinela se arrodilló a escasos pasos de la bardo y la estudió con la mirada. Era muy diferente a Nay, pero tan bella como ella. Sonrió.

Llegó hasta el lugar donde debía permanecer despierta. La noche transcurría tranquila, aunque algún ruido lejano, lograba ponerla en tensión. Normalmente, ni se hubiera inmutado pues estaba acostumbrada a la vida rural y campestre, pero el temor de ser hallados por los fanáticos de Velex, hacía que cualquier detalle por poca cosa que fuera, lograba activar sus instintos de supervivencia más primordiales.

Al día siguiente se despertó algo cansada y entumecida. Comió un poco de carne de conejo y pan. Poco, pues a pesar de la buena intención de Jarsen, aquellas raciones eran mínimas para tantos como había allí. Preparó sus pertrechos y escuchó divertida como Nariya se burlaba de Ösrik en una escena que se repetía constantemente...

Tras levantarse y desayunar, el grupo empezó a hacer los preparativos para internarse en el oscuro bosque que se alzaba ante ellos dejando atrás al fiel caballo que les había prestado Erus y deseando que supiera hallar el camino de regreso a Robleda, algo de lo que no dudaban ya que los caballos eran animales bastante inteligentes.

Cargados con las pocas pertenencias de las que disponían, uno a uno los supervivientes de la orden fueron adentrándose entre la oscura maleza del frondoso bosque guiados principalmente por Jarsen y Espinela, hábiles en cuánto a la exploración, que trataron de seguir las zonas transitables entre toda aquella maleza y penumbra cercana al paso del río Pasoraudo, tal y como les había indicado Erus antes de partir, si querían alcanzar el aislado Monasterio de la Pluma Silenciosa dónde esperaban encontrar el asilo necesario. 

Pronto los supervivientes empezaron a notar la opresión de aquel entorno natural tan oscuro como bello, exótico y salvaje, sin duda un lugar completamente alejado de la civilización, al menos la civilización conocida. Extraños ruidos de aves y gaznidos de alimañas se oían alrededor a medida que se adentraban más entre la maleza, en algunos tramos cubierta de barro pantanoso y humedad acompañada de plagas de mosquitos y otros insectos bastante molestos. 

Tras tres horas de viaje sorteando la oscuridad y obstáculos del Gran Pantano varias figuras oscuras se movieron con rapidez entre las copas de los frondosos árboles con un aleteo rápido y frenético...

Haciendo acopio de todo aquello que podían necesitar, el grupo se puso en marcha.
Ösrik colgó el escudo a su espalda y sujetó su viejo martillo al cinto, como antaño hiciera al aventurarse fuera de su hogar. Una vez hubo comprobado que su petate contenía todo lo que debía, siguió al resto hacia lo desconocido.

Caminaba con el hacha presta y dirigiendo la mirada hacia la espesura, pues numerosos eran los sonidos que les llegaban desde la maleza que se extendía por doquier.

Nariya caminaba con cuidado por aquellas sendas, alejando de cuando en cuando los mosquitos con la mano, aún sabiendo que aquella era una labor inutil. Aquel bosque tenía algo que no terminaba de convencerla. Algo muy diferente de los bosques que había a las afueras de la Robleda. Mas peligroso. La joven avanzaba al paso del grupo, pero  siguiendo con la mirada aquellas sombras y movimientos que veía por el rabillo del ojo. No le gustaba nada y le hacía recordar la decisión que había tomado.

Tengo que hablar con ella a solas cuanto antes

Espinela caminaba junto a Jarsen en la avanzadilla del grupo. Ellos eran los que estaban más experimentados en el tránsito por bosques y lugares como aquellos, aunque pocas eran las personas que se adentraban en el Gran Pantano para estudiarlo o incluso mapearlo. Aquel lugar lúgubre y cenagoso era una auténtica trampa para viajeros desprevenidos.

Mientras caminaba, notaba que algo no acababa de ir bien. tenía la sensación de que algo los vigilaba entre aquella frondosa maleza, pero le resultaba incapaz determinar de qué se trataba. Entonces vio durante un impás de tiempo unas siluetas, pero como si de un juego de sombras se tratara, se desvaneció sin dejar rastro.

 - ¡¡Jarsen atento!!

Jarsen empezo a mirar a un lado y otro totalmente desorientado.

Valerian se hallaba caminando cerca de Zadia, Esma y Narya. Sospechaba que narya seria más que capaz de escabullirse (o incluso contribuir decididamente) si había problemas, pero la única maga restante de la Orden y la barda hacian aflorar todo su instinto protector. los exploradores.

Habia dormido reguleramente, pero su capa de viaje familiar, veterana ya de varias incursiones, estaba mejor adaptada que las de la Orden para la intemperie. Su armadura sin embargo, de la que sólo se habia despojado en parte, le habia hecho la noche incómoda y tenia los riñones magullados como consecuencia. 

El desayuno a base de conejo cortesía de Jarsen le había sentado de maravilla. Sabía perfectamente que una fuerza expedicionaria debia estar bien alimentada, y eso era algo que le preocupaba. El constatar que el explorador era bueno en las artes de la caza le habia agradado. Necesitaban a buenos expertos para sobrevivir. 

Sin embargo, su buen ánimo matutino se habia visto empañado rápidamente al adentrarse con sus compañeros en el ominoso terreno. La sensación de opresión ambiente, la humedad que helaba los huesos y los ruidos extraños ponían los pelos de punto hasta a un veterano del combate como él. La impresión de peligro hacia que estuviera en tensión constante. 

De repente espinela gritó y Valerian miró alrededor. No vió nada hacia donde señalaba la exploradora, pero sí otro elemento cercano....

Un ruido de aleteo y chirridos estridentes inundó el oscuro claro del bosque y varias formas aladas oscuras se precipitaron hacía el grupo sin que la mayoría pudieran advertirlas hasta que estaban casi a ras de suelo, entonces las vieron, una especie de murciélagos rojizos con la cabeza alargada en un afilado pico y cuatro alas membranosas que movían de forma frenética se abalanzaron sobre los primeros supervivientes de la orden que hallaron.

El primer estirge en atacar cayó en picado sobre Jarsen sin embargo acabó clavando su afilado pico en el pantanoso suelo ya que el explorador pudo esquivar a la criatura sin demasiado problema. Mientras tanto otro estirge trató de apresar el cuerpo de la peliroja Espinela pero durante el vuelo perdió el equilibrio al chocar con la rama de un árbol justo antes de impactar contra la arquera, cayendo de bruces al suelo y dando la oportunidad perfecta a Espinela para devolver el intento de golpe.

Una tercera estirge se abalanzó sobre Valerian quién desvió la trayectoria de la criatura con su escudo. La última estirge en aparecer pareció tener más tino que las demás dado que cayó por encima de la ladrona apresándola con sus patas desde su espalda y clavando su afilado pico en su hombro. La estrige, que debía medir 1,20,  empezó a succionar la sangre de Nariya, cuya tez palideció, completamente agarrada a ella como si de una garrapata se tratara...

Aquellas aberraciones insectoides cayeron desde las copas de los frondosos árboles con tentativa de alimentarse de ellos, pero los integrantes del grupo aguantaron bastante bien la acometida salvo Nariya, que fue apresada por uno de aquellos seres.

Espinela, rauda como un relámpago extrajo su espada corta de la cintura y lanzó un tajo en vertical intentando cercenar las alas de aquel mosquito descomunal...

Nariya gritó cuando el estirge clavó el afilado pico en el hombro. Ciertamente, parecía que la mala suerte se estaba cebando con la espigada muchachilla, que no había parado de sufrir todo tipo de percances desde que comenzaran su improvisado viaje. Sin embargo, no parecía que fuese a dejar que aquello acabase con ella.

Reaccionando con rapidez, la pícara relajó su cuerpo como si el animal la tuviese completamente dominada antes de impulsarse con fuerza contra un árbol. Con su espalda golpeó al murciélago contra el abeto haciendo que este se removiese y sacase el pico del cuerpo de la muchacha que aprovechó la oportunidad para dar sendos codazos a las alas y alejarse de él, mareada pero alerta. Preparada para un contraataque, la chica sacó la honda...

Valerian desvió el afilado pico de la extraña criatura con su escudo y desenfundando su espada onservó brevemente la situación. Los 2 exploradores estaban siendo atacados, pero parecían apañárselas bien. la criatura que acababa de impactar contra su escudo se hallaba ligeramente descolocada, pero volvería al ataque en breve. Sin embargo dudó un instante al ver a narya caer con una criatura sobre ella. Maldición. El peligro de su propio oponente hizo de tuviera que centrar la atención en ella. 

Osrik! Ayuda a Narya! Diciendo eso se centró en la criatura alada que le hacia frente, e intentó propinarle un espadazo descendente con Hreysti, su espada familiar. 

Hreysti trazó un elegante arco cortante, que impactó en el ala extendida de la criatura, seccionando membrana y tendones antes de impactar con el cuerpo del engendro pdel pantano. Valerian sonrió de manera dura ante el conocido canto de su compañera. Era reconfortante contar con ella en estas circunstancias. 

Espinela aprovechó el infortunio de una de las estirges para intentar matarla con su espada corta sin embargo la rápida criatura, aún derribada, se revolvió en el suelo justo un instante antes de que la arquera le clavara su afilada hoja.

Nariya, por su parte, logró hacer gala de una buena habilidad escapista liberandose de la vampírica criatura que había empezado a succionar su flujo sanguíneo. En cuánto se liberó de la presa corrió hacía Ösrik mientras que Valerian seccionó a la criatura con un tajo poderoso de su espada familiar.

Tras rebanar a la criatura, Valerian se giró para controlar el vuelo de la estirge restante, procurando interponerse entre ella y los miembros del grupo. No seria un maldito insecto gigante el que acabara con sus compañeros. no mientras él estuviera allí. 

Por el rabillo del ojo observó la carrera de la pícara. ¿Estas bien muchacha? Si estás bien, a ver si le puedes meter una pedrada al engendro volador este, para que aprenda. 

- ¡Cuidado con esas bestias!

Zadia balanceó su bastón por encima de su cabeza lo mejor que pudo, tratando de obligar a las insectoides criaturas a desviarse y acercarse a Valerian o alguno de sus compañeros con más dotes para el combate. Parece que hasta cierto punto su plan tuvo éxito, pero con tan mala suerte que una de las estirges acabó sobre el hombro de Nariya.

Se le ocurrió una pequeña idea: quitándose el manto que usaba como gruesa capa, intentaría atrapar o al menos cegar a una de ellas para que alguno de sus compañeros pudiese matarla, echándola al aire cuando la viese cerca.

Tras el devastador ataque de Valerian que había acabado con una de las estirges, Zadia hizo uso de su inteligencia para intentar atrapar a una de aquellas escabrosas criaturas voladoras lanzando al vuelo su manto el cual atrapó a la estirge más próxima que cayó a ras de suelo intentando liberarse de la misma con cierta torpeza mientras emitía chirridos estridentes.

La guerrera que había intentado acuchillar a la criatura con su espada corta, observó como nuevamente alzaba el vuelo con aviesas intenciones. Con rapidez, envainó su espada para poder usar con holgura el arco que fuertemente aferraba con su mano mano izquierda. 

Dio unos saltos hacia atrás con gran decisión y destreza, fluyendo sobre las raíces de los frondosos árboles del lugar, mientras colocaba una flecha sobre el hilo de su arco. Tensó el arma en la secuencia y después de apuntar durante un lacónico instante, dejó escapar el proyectil que impactó de pleno.

El disparo de Espinela con su arco fue tan preciso como letal. La flecha se clavó en el delgado cuello de la estirge produciendole la muerte de forma instantánea, como si aquel proyectil hubiera impactado directamente en la artería principal de la criatura que ni siquiera pudo emitir ningún sonido cayendo al suelo como un peso muerto.

Mientras tanto otra de las estirges que quedaban con vida cayó en picado sobre el explorador agarrándose como una garrapata a su cuerpo con sus espinosas patas y clavó en el pecho del mismo su afilado pico desde el que empezó a succionar la sangre de Jarsen provocandole un importante dolor.