Partida Rol por web

Valerian mira con renovado respeto el escudo que sostiene, y piensa en cómo añadirle el escudo heráldico de su casa lo antes posible. Un escudo mágico debe llevar la imagen de la casa a la que pertenece. 

Muchisimas gracias maestra. Estoy seguro que este escudo le prestará bien servicio a la orden del Libro y a la casa de Farlar.

El grupo se despidió de Zadia y de su fiel guardaespaldas Espinela, tras lo cual se dirigieron a explorar el nivel inferior del que una vez había sido el monasterio de los monjes de Nébula. Con la ayuda de algunos de los lacayos de Shá-kiak, los supervivientes de la Orden del Libro apartaron el montón de piedras que bloqueaba la puerta de piedra de acceso des del vestíbulo, la cual descubrió una escalera de marmol que se adentraba en la oscuridad. 

Uno a uno, el grupo fue descendiendo por las profundidades a través de los gastados peldaños de piedra en fila india hasta llegar a una fría y oscura antecámara. Lo primero que el grupo observó fueron restos de sangre negruzca que manchaban el mármol del suelo y varios cadáveres de hombres lagarto dispersos cuyo olor a carne putrefacta era muy desagradable. Sobre algunos de los cuerpos habían ratas devorando lo poco que quedaba de la carne reptiliana,que en advertir la presencia del grupo, salieron huyendo en múltiples direcciones con el sonido tan característico. 

En la pared del norte se podía observar una especie de agujero que a primera vista parecía haber sido provocado de forma natural por el movimiento de tierras. Al este de la sala se alzaba una enorme puerta de doble hoja reforzada con hierro. En el díntel podía leerse una inscripción.

Aquí descansan eternamente algunos de los ilustrados más sabios del mundo. Oremos a Nébula por aquellos que arrojaron un poco de conocimiento en forma de luz al resto del mundo. 

Aun pálido por el intento de ingestión de basura peluda, Valerian abrió la marcha escaleras abajo. el escudo de la familia de Farlar en una mano, una antorcha en la otra. Al llegar a la sala de abajo y sortear los cadáveres (mal lograda piel para pertechos.... ahi no se podía aprovechar nada...) buscó un asidero en la pared, o a falta de él una grieta en la que asegurar la antorcha y observar el entorno. 

Parece que alguna trampa o resistencia de los monjes dio buena cuenta de muchos doblones en piel de primera calidad. Espero que fuera UNA trampa, pero nunca se puede estar muy seguro. El agujero lo tendremos que mirar después, pero esa uerta y sus incripciones me da peor espina. ¿Ratera comerratas? ¿puedes decirnos si detectas algun mecanismo que pueda churruscar ex-lagartos? 

Mientras pregunta eso a Nariya, alza el escudo de manera protectora para la compañía frente a la puerta.

Valerian se la mira. No ve nada raro en esa puerta. Parece una puerta vulgar, como la de cualquier despensa grandilocuente

–El ciclo de la vida– pensó arrugando la nariz al ver como las ratas mordisqueaban el cadáver. A pesar de todo, era perturbador pensar que cuando muriese su cuerpo sería devorado por gusanos y ratas. Estando ya en la estancia circular, la chica tuvo una idea repentina y volvió nos metros sobre sus pasos, estirando el cuello y tratando de escuchar si los lagartos estaban volviendo a bloquear la entrada. Tras unos segundos, tratando de cerciorarse, volvió sobre sus pasos, justo cuando Valerian se dirigió a ella.

–Ten cuidado con a quién llamas comerratas, no vayas a tener que revisar tu odre cada noche además de limpiar tu espada. Y no me refiero a la metálica.– La muchacha lo miró con el ceño fruncido. Era increíble que alguien tan inútil tuviese la boca tan grande. Bueno, era lo que solía pasar. No fallaba. Cada vez que había un hombre tenía una espada se creía el rey del mundo. Pese a todo, revisó la habitación con la mirada y dio un par de pasos– Y veo que tu cerebro es tan útil como tu lengua. Lo propio sería ver si "algo" ha salido de ese agujero antes de hacer nada. ¿Qué opinas, Jarsen?

Al fin y al cabo, nadie mejor que el explorador para saber si había algún rastro en aquel agujero que llamaba la atención. La chica volvió a mirar la puerta, intentando vislumbrar si había algún tipo de mecanismo.

Nariya y Valerian observaron la antecámara buscando posibles peligros o amenazas, no logrando encontrar más que los pobres cadáveres de los hombres lagarto esparcidos por el suelo, las manchas de sangre y el agujero de la pared norte que parecía poco practicable para cualquiera de ellos, a excepción probablement de un mediano.

En cuánto a la puerta de metal, esta parecía cerrada a cal y canto por una llave, siendo visible su cerradura. 

Los compañeros fueron descendiendo a la oscuridad desconocida de aquel subsuelo dónde sólo a los que murieron se les podía consultar la verdad acerca de lo acontecido entre aquellos muros.

Cuando la oscuridad les envolvió, en la pequeña eternidad que duró el minuto hasta que alguien encendió un fuego, Ösrik pudo respirar hondo y sentirse abrazado por la pétrea pared. Desde que saliera del ancestral hogar de los de su raza, el enano siempre anhelaba la oscuridad y el cálido recibimiento de los lugares subterráneos.

Sus ojos acostumbrados a la ausencia de luz fueron de los primeros en percibir lo que realmente se encontraba allí abajo: la muerte caminaba con sus fríos pasos sobre aquel suelo de piedra. Aferrando con fuerza el mango del hacha, se puso en guardia y se aproximó a la puerta, junto a Nariya. Sus gruesos dedos se encontraron con la pulida superficie y la recorrieron en busca de algo que pudiera suponer un peligro.

Mientras sus manos se entretenían en su cometido, comentó sin darle mayor importancia: - Por cierto, Valerian, muchacho... su nombre es Nariya, si vuelves a utilizar esos términos para referirte a ella, quizá tengamos un problema.

Jarsen observo el suelo intentando encontrar huellas o alguna pista.

- Creo que no es el momento para discutir. Guardad vuestras fuerzas para lo que nos encontremos y dejadme concentrarme. A ver ...

La chica aun miraba a Valerian con expresión retadora cuando Jarsen trató de poner calma y comenzó a mirar los alrededores del agujero. Sin añadir nada, se giró y sacó sus pequeñas ganzúas, mirando fijamente la cerradura. Tenía una abertura muy grande, demasiado para sus delicados instrumentos, pero aún así, tenían que intentarlo.

–Es posible que hagan como en la Orden–murmuró pasando la mano por el ojo de la cerradura mientras con la otra jugueteaba con los instrumentos– Y que hayan añadido una protección mágica...

Nariya se encogió de hombros y metió la mayor de sus ganzúas y otra con aspecto de gancho y comenzó a tantear los pernos, aunque por su expresión, no parecía que fuese muy bien. Aún recordaba el calambrazo que se había llevado un día probando una de un cofre. La defensa no estaba hecha para dañar de verdad a nadie, pero se le pusieron los pelos de punta y durante dos horas tuvo los brazos dormidos.

–Si es así, esperemos que no sea de las peligrosas.

Nariya inspeccionó la pesada puerta de acero cuya inscripción daba pistas sobre que albergaba su interior, las catacumbas del monasterio de los monjes de Nébula, dónde probablemente la orden de religiosos habían dado sepultura a sus miembros más destacables para honrar así sus aportaciones al conocimiento, parte del dogma de la diosa del misterio. 

La ladrona intentó jugetear con la cerradura, sin embargo, esta parecía de una manufactura muy buena, no consiguiendo forzarla.

- Si no es por las buenas será por las malas.

Jarsen coge carrerilla y golpe con fuerza la puerta, haciendose daño en el hombro.

- Buena puerta. Irrompible mediante fuerza bruta. Destrocemosla con las armas.

Nariya se apartó para evitar ser arrollada por su compañero, a quien el golpe parecía haber dejado un poco dolorido. La idea de abrir la puerta a espadazos no parecía apasionarla, pues temía que se dañasen las armas, que tan necesarias les serían.

–En todo caso, sería mejor intentar romper las bisagras... Pero ¿Pudiera ser que haya alguna clave mágica para abrir?–preguntó lanzando una mirada a Esma antes de examinar las bisagras y jambas, en busca de algún fallo o algún sitio que permitiese inutilizarla con mayor facilidad que la fuerza bruta.

Jarsen se lanzó contra la puerta metál·lica impactándose contra el duro metal, no lográndo moverla ni un ápice. Por su parte, Nariya intentó desmontar las bisagras pero dicha tarea era imposible, pues estos debían estar por dentro. 

A veces, incluso los sirvientes más mañosos fallaban. Valerian no era especialmente ducho en desmontar puertas, pero claramente los otros miembros del grupo no eran mejores. Decidió subir a ver si los pieles de bolso tenian la llave, que siempre iria bien. era sólo un tramo de escaleras.

Voy a ver si los lagartos saben como abrir esto. 

Ni corto ni perezoso (un lider da ejemplo) Valerian remontó las escaleras y pidió a los lagartos información sobre el sótano, dodne varios de sus compañeros habian encontrado un funesto fin. Tambien le preguntó a la maga si podria interceder con la lider lagarto para saber si tenían la llave de la puerta. 

Nariya puso los ojos en blanco cuando Valerian salió de la habitación a buscar a los lagartos. Pedirles que abriesen la puerta era absurdo...aunque bien pensado, utilizaban los libros como leña, lo mismo tenían la llave de rascador. 

–Esma, ¿me dejas la antorcha un momento?– con la tea en la mano, volvió a acercarse a la puerta mientras meditaba sobre las palabras "arrojar luz". "Arrojar luz", como en los cuentos. ¿Sería alguna clave? Después de un buen rato pasando la antorcha de un lado a otro de la puerta se acercó al agujero e inclinó la cabeza. Jarsen había dicho que no había ningún rastro, así que era seguro pero había algo raro. Incluso si fuese un desprendimiento, un agujero así...Pero era pequeño, muy pequeño para poder moverse con comodidad, aunque no para meter medio cuerpo.– Voy  ver si veo algo dentro. No creo que pueda avanzar mucho, pero si hay alguna pista la veré.

Dicho y hecho. La chica metió primero la antorcha y luego se arrastró todo lo que le permitió la estrechez del tunel.

Valerian regresó al piso superior con la intención de hallar algún tipo de respuesta en la tribu de hombres lagarto y volvió igual que había subido, pues estos al parecer no habían vuelto a internarse en las catacumbas del monasterio tras el desastre de la primera expedición, cuya aniquilación a día de hoy no sabían como se había producido. 

Por su parte, Nariya se introdució con cierta facilidad en el agujero de la pared del norte, hecho facilitado gracias a su pequeño tamaño. Con antorcha en mano fue observando como el agujero seguía hacía la profundidad de la montaña de forma irregular sin albergar un final...

La ladrona avanzó unos metros más, mirando las paredes mientras trataba de discernir si era un túnel natural o tallado y sentir algo de aire. Sin dejar de mirar hacia delante, por lo que pudiese acercarse, dio una voz para avisar a sus compañeros.

–¡Eh! Este tunel va muy adentro. Pero mucho... Es como si atravesase la montaña o algo.

Jarsen examino el agujero, inquieto por que Nariya se internase sola.

- Si hay espacio deberiamos ir. No me gusta separarnos. Si cae sola ante una trampa o emboscada...

–No te preocupes, ya salgo– dijo mientras retrocedía lentamente, gateando hacia atrás con torpeza– No pienso avanzar mássin una cuerda...Además, parece demasiado largo como para explorarlo en un par de horas.

- Esta puerta entonces es nuestro camino ... maese Osrik, vuestro hacha imagino que podría acabar con ella.