Partida Rol por web

Mientras Murphy revisaba una parte de nuestra habitación, Salí corriendo y mire bajos las camas ya que la niña se había escondido allí en varias ocasiones. Pero al parecer la habitación estaba vacía, teníamos que encontrar a los nuestro, la niña y el cubo si salir de allí cuanto antes.
Mire a Murphy asintiendo con la cabeza.
Tienes razón, salgamos de aquí cuanto antes. Empecemos a buscar por la habitación de Orphen y si no damos con ella quizás debamos mirar en la de Harrisom.

No voy a dejarte solo.- aseguro Hanna.- Mi espada es una matademonios, si la encuentro seria genial pero puedo repeler Onis con mi KI, contigo a funcionado.- dijo dedicandole una sonrisa.- Ademas no quiero que ningun espiritu vuelva a sorprenderte.

Asentí y ambos salimos corriendo en dirección a la habitación de Orphen primero...

-No ha sido tu ki Hanna- Dijo Brown negando con la cabeza- Ahí dentro estaba yo y jamás te podría hacer daño porque...- Las palabras de Jeremiah murieron en su garganta antes de poder decir lo que en realidad sentía por ella, cambió de tema lo más rápido que pudo. -No pasará lo mismo con el otro Hanna, no puedes hacerle nada sin tu espada, él...- No había tiempo para aquella discusión, cada palabra que malgastaba era una oportunidad menos para Berlin de salir viva de allí.

-Muy bien, haz lo que te parezca pero por Dios quédate detrás de mí.- Lanzó un juramento y empezó a correr hacia la habitación donde estaban las dos mujeres.

Apreté la mandíbula un segundo. No me gustaba oírle hablar así de mi hijo, pero presupuse que lo decía es cierto... Si mi hijo se parecía en algo a mí su punto fuerte no sería la moralidad. Por un instante, pensé que había sido mejor que no me tuviera a mí como madre... Yo habría sido una madre horrible.

- Y por qué le preocupa, entonces. Parece estar a gusto con los pasos que está dando. - Traté de parecer fría, y tranquila.

- Se a torcido.- aseguro Harrisom.- Cambio. Dejo de vender armas y comenzo a hacer obras de caridad... de las de verdad, no de esas que hacen los ricos para limpiar su conciencia y ahora, su retoño tiene una armadura que vuela. Se a convertido en una especie de superheroe. Un buen chico, salva vidas, de echo ahora mismo esta salvando a toda la humanidad. ¿Quiere saber algo mas? Se esta enamorando. Enamorando de verdad... de una mujer que trabaja para el otro bando.- dijo y señalo al cielo con el dedo con cierto disgusto.

- ¿Sabe que a hecho dios para premiar su cambio? Le a dado un precioso tumor cerebral. No le queda mucho de vida, unos meses...puede que un año. No se puede operar con la medicina moderna y creame, Dios no va a salvarle pero yo... tal vez podria hacer algo.

¡Cuánta información de golpe! Mi hijo pasaba de cretino, a superhéroe, a terminal... Tardé un segundo en asimilar la información. Mi hijo, al que apenas conocía, se estaba muriendo.

- ¿Cómo podrías salvarle tú? - Mi instinto maternal me forzaba a protegerle... - ¿Cuál sería tu precio? ¿Qué "efectos secundarios" tendría tu cura? Y... ¿Cómo sé que de verdad mi hijo tiene un tumor y que no me estás contando una milonga?

Seguía siendo desconfianza, vaya... después de tantos años, no había cambiado tanto.

- Digamos que su hijo es una pieza fundamental en un juego que lleva en marcha desde el principio de los tiempos. Yo necesito tener una mano cerca de Stark, a usted, quiero que se acerque a el, que se gane su confianza. Mientras me ayude en mis propositos, la enfermedad de su hijo no se lo llevara.- dijo sincero.- Se lo garantizo. Aguantara hasta que encuentren una cura para el. Todo lo que pido es cooperacion, nada mas.

Rachel le miró fijamente. Le estaba pidiendo que manipulara a su hijo. No es que fuera escrupulosa a la hora de manipular, pero era su hijo del que hablaban, y ella ni si quiera sabía si lo que decía ese hombre era verdad.

- ¿Cuáles son sus propósitos? Comprenderá que no puedo comprometerme a llevar a mi hijo por un camino si no sé que es el mejor. - Alcé una ceja y negué con la cabeza. - Y aún no me ha dicho por qué tengo que creer lo que dice sobre su estado de salud, podría ser un patraña.

- Señorita, yo soy el ultimo humanista.- aseguro.- Existe una batalla desde la noche de los tiempos. El y yo. Yo defendia la libertad del ser humano, el os imponia leyes contra la propia naturaleza que os otorgaba. Hubo una rebelion, yo la encabece y en pago por ello fue desterrado a los infiernos. Esa batalla solo fue la primera, ha habido otras.... y habra una al final que sera la mayor de todas. Los dos nos estamos preparando para ese ultimo asalto.- Te aseguro.- El cubo puede usarse como puerta a otras dimensiones. Cuando ese mutante loco comenzo a cambiar los polos magneticos de sitio pense que el viejo habia acelerado la fecha y comenzado a traicion la batalla. Por eso queria el cubo, para liberar a los mios y poder hacerle frente pero segun parece.. no fue cosa suya.

¿A visto lo que ha hecho esa ola gigante? Cuando El venga, con todo su coro de angelitos lameculos, sera mucho peor. Necesito que su hijo este preparado porque los humanos seran la primera baja, un tercio de ellos se esfumara para siempre... ¿Comprende mis propositos ahora, señorita?

Rachel asintió. Ese hombre le contaba lo que quería y parecía hacer algún tipo de analogía con el diablo. Por alguna razón la idea no me sorprendía en absoluto.

- Los comprendo. Pero, queda un asunto por dilucidar. ¿Por qué habría de creerlo? - Le miré fijamente, necesitaba pruebas de lo que me estaba contando. - Y aún así, si sus motivos son tan... "puros", por así decirlo... ¿Por que´no se los ha contado usted directamente a mi hijo? ¿Acaso él no ha querido escucharle?

- Su hijo es deliciosamente ateo..- dijo con una sonrisa enorme.- No me creeria. De echo su hijo a hablado con Dioses a la cara y continua siendolo. No me creeria, buscaria la logica... Señorita, no queda tiempo ¿Acepta?.- pregunto y miro a un lado de su mesa. Alli aparecio un reloj de arena, cada grano que caia era un poco menos de salud para Tony.

Usted entrara en industrias Stark, como secretaria de algun puesto bajo. Podra verlo cada dia, controlar lo que hace...protegerlo.... ¿No le gustaria?

Tenía serias dudas sobre si me gustaría o no hacer eso. Verdaderamente sentía que mi hijo debía de haber tenido una vida mejor sin mí que la que habría tenido a mi lado. Yo era una mujer inestable, demasiado fiestera, poco seria, demasiado disciplinada o demasiado poco al mismo tiempo... Dudaba de que pudiera haberle dado lo mejor a mi hijo. Aunque era el sentimiento más duro que había vivido nunca.

Tomé unos segundos de calma. Lo último que quería era que mi hijo muriera, pero estaba pactando con algo parecido al diablo para proteger su vida... ¿Sería lo que él querría? Ni idea... apenas le conocía. Pero sabía que no era lo que yo querría. Yo querría decidir yo.

- No puedo darle una respuesta ahora. - Dije tajante. - Apenas conozco a mi hijo, y no sé si esto es lo que el querría. Si quiere una respuesta tendrá que esperar a que le conozca, a que compruebe que está realmente enfermo y a que pueda comprobar qué es lo mejor para él. Si no puede esperar eso... Me temo que tengo que declinar su oferta... Aunque viva con el peso de esta decisión el resto de mi vida.

Sabía que era posible que estuviera matando mi hijo, y eso me arrebataba el alma. Pero también sabía que no podía comprometerle... No podía tomar esta decisión por él. ¿Qué derecho tenía yo?

Puedo esperar.- dijo él con una sonrisa - Soy un maestro de la espera, dos mil años y sigo sin cansarme.- añadió.- Cuando quiera contactar conmigo busque un espejo y póngase delante de el a oscuras, con una vela como única luz.. llámeme entonces y apareceré.- aseguro. Te sentiste mareada, la habitación dio vueltas. Cerraste los ojos y al abrirlos estabas en el pasillo. La puerta había desaparecido. Berlin estaba contigo, tumbada en el suelo y el cubo cósmico se encontraba a tu alcance, dentro de una caja de de carton con un lazo rojo sobre la caja, a modo de regalo.

Fruncí el ceño. Algo confusa. En mi cabeza sonó cierta alarma que me decía que tenía que llegar ami hijo cuanto antes. Me di cuenta de que tenía miedo de que en realidad se estuviera muriendo.

Cogí el regalo, algo extrañada y confusa, y miré a la niña.

- Deberíamos deshacernos de esto. - Me levanté. Deseé que los demás hubieran sabido apañárselas, y traté de pensar en  cómo deshacernos de aquel cubo.

Las llamas comenzaban a expandirse de forma alarmante, corrian subiendo por las paredes, comiéndose el papel pintado y los apliques de madera. El pasillo principal estaba lleno de voces y de pasos. Al fondo las escaleras del ultimo piso que llevaban al helicóptero pero tal vez el fuego fuera ya demasiado alto para que pudiera posarse sobre el edificio.... De todas formas no había mas opciones.

Rachel estaba allí, con una caja de carton entre las manos y la pequeña Berlin al lado. Las dos con cara de susto pero mejoraron mucho su expresión al encontrar al resto de sus compañeros, de nuevo juntos.

Brown se colocó al lado de la mujer con la caja y de Berlin, mirando por encima de su hombro como si temiera que él apareciera de la nada. Apretó los dientes temeroso pero no iban a ganar nada quedándose ahí así que empezó a conducir a la pequeña y al resto hacia el tejado y que se hiciera la voluntad de Dios.

Trató de escudar con su cuerpo todo lo que pudo a la niña mientras no apartaba la vista de Hanna.

- ¿Estáis todos bien? - preguntó Ryan. Por el momento evitó preguntar nada más... no le importaba el cubo ni saber qué había pasado, pero tenían que salir de ahí como fuera. Sus ojos se posaron un breve instante en Jeremiah, como si estuviera evaluándole, pero en menos de un segundo habían cambiado de objetivo y ahora Ryan se dedicaba a ayudar a Jeremiah a guiar a los demás hacia la azotea.

- Sí... - Musité... - tengo el cubo... - Como si no fuera evidente.

Al ver la preocupación de Jeremiah negué con la cabeza.

- No creo que venga. Démonos prisa.

Traté de caminar a grandes zancadas me preocupaba el fuego, pero estaba convencida de que no iba a morir. En cambio, tener el cubo en las manos me estaba poniendo de los nervios.