Partida Rol por web

A cinco días del plenilunio.

Habéis estado siguiendo las indicaciones que os dio Nori durante los últimos dos días, y tras muchas inseguridades, finalmente habéis dado con el desvío que os llevará directamente hacia vuestro objetivo. Hace fresco y ya está entrada la tarde. Probablemente si seguís avanzando hacia el nordeste encontraréis algún lugar donde pasar la noche, pero de lo contrario, salvo que pretendáis llegar directamente al santuario donde tendrá lugar el ritual, lo más seguro es que os toque pasar la noche al raso.

Campos llanos salpicados por puntuales árboles y maleza os rodean, mientras que el agreste camino que deberéis seguir conduce, muy a lo lejos, a lo que parece ser un pequeño bosque.

Sanzo intentaba buscar un sitio idóneo donde descansar mientras debatía el plan con sus compañeros de viaje:

- Creo que lo ideal sería buscar donde descansar hoy, aún tenemos margen de sobra para preparar un plan adecuado. Y si no descansamos, de poca utilidad seremos. - Dijo mientras oteaba el camino.

Afirmo a Sanzo. Yo también opino que no debemos apresurarnos pero tampoco llegar tarde. Busquemos un sitio para descansar hoy, pero esperemos poder llegar mañana para comprobar el lugar y ver posibles formas de penetrarlo. El chico seguramente ya estará dentro cuando lleguemos, y eso nos daría varios días para descubrir el modo de rescatarlo.

- Mañana quedarán cuatro días para el plenilunio. - Uniéndose a la pareja, Akiyama afirma sin ningún genero de duda. - No sé vosotros, pero aunque sea antes de lo debido,  necesito saber que estamos en yendo al lugar correcto.

Aproximándose hacia Yoshiaki, Sanzo y Akiyama, con las manos apoyadas sobre la barriga, Ryo escucha con detenimiento a ambos antes de comentar: - Cierto. Que igual hemos mal interpretado las indicaciones del ronin... - Mira en dirección al camino que acabará en el santuario. - o está más lejos de lo que pensamos, o nos hemos perdido o... a saber. - Tras una minima pausa, y cambiando de tema, advierte después de tamborilear brevemente las manos. - Sería un inconveniente que nos vieran merodear por la zona¹.

Sanzo dirigió su mirada al monje:

- Sea, vayamos al lugar indicado pues. Veamos qué nos deparan las Fortunas... - Dijo con aire taciturno.

No le gustaba la idea de pernoctar cerca del lugar de tan impía reunión, pero a fin de cuentas no le pagaban por opinar, sino por ser una espada eficiente. Se preguntaba si conseguirían cambiar algo en el gran esquema de las cosas, y sinceramente, esperaba que así fuese. La oscuridad no podía prevalecer. Un descendiente del Hijo de los Cielos no era solo una figura relevante del Kuge, era la imagen sobre la que se reflejaba todo el Imperio Esmeralda. Debían rescatar a ese muchacho. Sin duda, dicha hazaña requeriría un gran sacrificio. Sólo esperaba que algún día, ese joven se convirtiese en un Emperador digno que arrojase luz sobre su Imperio. Eso sería pago suficiente para las vidas que iban a perderse.

Miro en dirección al bosquecillo que marcaría la zona del templo y luego a la otra bifurcación del camino. Yo creo que si seguimos por allí encontraríamos una aldea de heimin dónde podamos descansar, pero si preferís acercarnos al templo, y aunque me sigue pareciendo muy pronto, no me negaré.

El veterano soldado afirmó ante las palabras de sus compañeros. Sabían de las pocas semanas que llevaban viajando juntos que al antiguo gunso no le gustaba explorar caminos no conocidos de noche. Así solo se perdían detalles del viaje y se aumentaban las posibilidades de caer en emboscadas.

— Es mejor descansar pronto y alzarse antes que Amateratsu. Actuar bajo la mirada de Onnotangu solo favorece a los criminales.

Katsumoto comenzó a recoger ramas secas para encender una hoguera y ayudó a escoger un rincón apartado donde poder acampar.

— Lo ideal sería amanecer muy temprano e ir a explorar ese santuario. Conocer el terrreno antes de una batalla es primordial para no perder ventaja. No me dejaría caer por ningún poblado cercano, para no levantar sospechas si ya están allí, aunque podríamos enviar a uno de nosotros  — dijo mirando de reojo al enmascarado, pues su identidad estaría más protegida  — que se pase mañana por el poblado para husmear algún rumor minetras los demás buscamos el lugar.

Coincidiendo tanto el monje como el hombre santo con Katsumoto, tomáis una distancia prudencial respecto al camino, y montáis un sencillo campamento mientras a luz aún os es favorable. Coméis en frío ya que no hacéis fuego para no llamar la atención, y las guardias, como la noche, pasan sin pena ni gloria; frescas, eso sí.

A cuatro días del plenilunio.

Ryo os despierta antes del amanecer con un sencillo toque en la planta de los pies, y tras las pertinentes oraciones y un desayuno rápido, recogéis y os ponéis de nuevo en marcha. Con cuidado, la amplitud de la luna permite que os podáis mover aún de noche, aunque no tarda en amanecer.

*

Katsumoto se levantó temprano y meditó buscando guía en sus antepasados aunque hubiese cometido el deshonor de abandonar el Clan. Aquellos momentos eran delicados y un fallo podía hacer tambalearse los cimientos de las personas que aún le importaban.

Se acercó al resto cuando hubieron despertado y expresó su intención. Los mejores exploradores debían visitar el lugar del santuario. La idea era vigilar desde la lejanía movimiento de personas o rastros de caminantes.

Katsumoto había estado muchos años en la Corte y había visitado numerosos pueblos y villas. Sabía desenvolverse entre los lugareños y sacar información con su encanto natural.

— Akiyama y yo visitaremos el poblado para reabastecernos y haremos algunas preguntas de forma discreta. Confiad en mi. Nos encontraremos aquí antes del anochecer.

El día comienza con los tradicionales rezos y desayuno para luego empezar a movernos siendo aún de noche. Tenemos que acudir al templo si el nieto del emperador está dentro.

Pero tampoco veo yo muy acertado eso de ir ocultándose como una rata, no es muy de samurais. Sin embargo comprendo que en este caso quizá pudiera ser útil, pero la verdad es que no es algo que yo sepa hacer.

Deberíamos plantearnos simplemente acudir cómo viajeros cansados o algo por el estilo para buscar refugio y mirarse conseguimos encontrarle. La verdad es que yo de exploración apenas sé nada, así que de todos modos creo que sería mejor que os acompañara, Katsumoto-sama, o que me quede aquí.

Sanzo se reajustó el mempo de cuervo mientras escuchaba a sus compañeros:

- Reconoceré el lugar y así tendremos un trazado del lugar de antemano. Nos encontraremos al anochecer, en este mismo lugar.

Dicho esto, se despidió de sus compañeros y se aventuró hacia el lugar donde se encontraría la impía ceremonia.

El día transcurre cada cual con sus quehaceres, y la noche ya está al caer de nuevo. Reuniéndoos en el mismo lugar que acampasteis la noche anterior, procedéis a montar el campamento de nuevo y a contar las nuevas.

Akiyama, Katsumoto y Yoshiaki no descubren nada relevante al respecto. Todo acontece con normalidad, y los lugareños de la localidad próxima no parecen tener nada digno que aportar. Lo único, que al preguntarles por el santuario del bosque, ninguno parecía conocer el lugar ni de oídas, ni siquiera de la existencia del lugar del que les hablais.

Ryo, por su parte, comenta que a lo largo del día ha visto tomar el sendero premeditadamente a un trío de heimin, sin apenas pertrechos, y a una pareja de ronin.

Sanzo, que aparentemente ha logrado adentrarse sin ser visto, advierte que el santuario, o lo que parece ser el santuario, se encuentra en un claro en lo profundo del bosque al cual se llega a través del único camino transitable. En medio de un lago, en una pequeña isla, parece encontrarse el altar junto a un enorme árbol, la cual queda comunicada únicamente por una pasarela de madera. También ha visto lo que parecen ser las ruinas de arcaicas construcciones de piedra, que probablemente contarán con décadas o siglos de antigüedad... a saber, pero no se le han antojado las clásicas de la arquitectura rokuganesa. Además, había una tienda montada y varios hombres se dedicaban a segar la hierba y despejar el lugar, presumiblemente adecuándolo para albergar las visitas de la ceremonia. No más de media decena.

Sanzo, ya de vuelta con los suyos, se sentó junto a ellos para compartir las novedades:

- Hay un solo camino transitable hasta el lugar indicado. Una vez en él, se encuentra un claro que linda con un lago, en el que hay una pequeña isla. En ella, un enorme árbol se alza junto a un altar, y la isla se conecta con el claro mediante una pasarela de madera. El lugar... Había unas ruinas de tiempos inmemoriales, quizás anteriores a la caída de los Kami, a juzgar por su aspecto extraño. Además, en el claro había una tienda montada y unos cinco hombres segando hierba para despejar el lugar y adecuarlo con toda seguridad para el ritual. - Miró al resto.- ¿Cómo procedemos?

Entonces se comprende mejor cómo es que los lugareños no sabían de su existencia digo, afirmando. ¿Sabemos si el nieto del emperador ya está en la carpa? digo, mirando al monje.

Luego miro al resto. Si ya está en la carpa, debemos actuar de inmediato; si no está, lo más lógico sería preparar una emboscada en el camino de acceso. Detener el carruaje y llevarnos al nieto del emperador.

— ¿Cinco hombres? — Dijo Katsumoto sopesando la información.

— Podríamos atacar el lugar de noche, matar a esos hombres y suplantarlos. Solo quedaríamos tres, pero se puede decir que los otros dos están haciendo otras tareas o han salido a patrullar.

Eso nos permitiría estar ya allí cuando llegue el objetivo.

Miro a los demás, esperando su opinión. Era una apuesta arriesgada, pues cuando llegasen los que traían al joven seguramente conociesen a los hombres allí apostados y el conflicto sería inmediato.

— ¿Llevaban algún tipo de máscara o sombrero que dificultase la vista de sus rostros? ¿Algo que nos ayudase a ocultarnos hasta que fuese demasiado tarde?

Katsumoto-sama digo con una reverencia, yo cuento cinco hombres. Estáis vos, Sanzo-sama, Akiyama-sama, Ryo-sama y yo mismo. Sin embargo, que solo viera cinco hombres no significa que solo haya cinco, sino que solo cinco estaban fuera de la tienda en ese momento. Aunque si realmente son solo cinco sería una buena oportunidad.

- Si había cinco hombres... ahora habrá ocho y par de ronin. - Advierte Ryo, corrigiendo los cálculos de Katsumoto.

- Quedaríamos cuatro ronin y un monje... - Comenta Akiyama sin demasiada convincción. - Y ningún heimin para adecuar el lugar.

Volviendo a tomar la palabra Ryo, responde posteriormente a Katsumoto. - Los que llegaban hoy no llevaban nada relevante. Gentes normales y corrientes, los ronin igual un tanto zarrapastrosos. Uno llevaba un sombrero de paja, y pero poco más. -

(Los individuos a los que vio Sanzo tampoco llevaban nada que los diferenciase del resto del mundo, aunque todos llevaban sombreros de paja mientras trabajaban al sol.)

Aseverando el tono, el monje continúa. - Y aunque los suplantásemos con éxito, estaríamos a merced de que algún miembro de algún nuevo grupo tuviera algo que hacer o decir a aquellos... los conociera, tuvieran que responderle o haber hecho algo que no sepamos o... a saber. Lo encuentro demasiado arriesgado. - Abriendo una botella de sochu, da un pequeño trago, como pretendiendo matar la incertidumbre. - La emboscada... tal vez no sea la opción más... digna, pero ya que Yoshiaki-san lo ha propuesto pues... también podría ser una opción.

Akiyama frunce el ceño, recordando la emboscada que él mismo sufrió junto al resto. Se sacude un poco en el sitio, como si la mera idea le diera urticaria. - Eso aún me gusta menos... pero... funcionar podría funcionar. - Tras una mínima pausa, añade. - ¿Cómo sabríamos cuándo actuar? ¿Dónde llevarían al pequeño? ¿En un palanquín? - Pregunta abiertamente por poner solución a su manifiesta  ignorancia.

Pues sin emboscada, nos planteamos en mitad del camino y exigimos que nos entreguen al niño. Eso quita sorpresa, seguro, pero es mucho más honorable y yo lo veo más apropiado.

Claro, que está el problema de saber dónde llevan al niño. Si lo llevasen en un palanquín sería ideal, pero si no lo llevan allí...

La opción de infiltrarnos entre los participantes es mucho más arriesgada. No hablo de suplantar, sino de intentar pasar como uno más. Pero estamos en las mismas, no conocemos si tienen algún código o algo y al final igual nos tenemos que enfrentar a más de los que pensamos.

Sanzo contempló mentalmente las posibilidades. El honor contra quienes carecían de él, inevitablemente les llevaría a una desventaja que bien podría costarles la vida sin cumplir su misión. Había tomado una decisión:

- Hablamos del rescate de un futuro Hijo de los Cielos, alguien por cuyas venas corre la sangre misma del divino Kami Hantei. Su pérdida o peor aún su corrupción, sería un duro golpe para el Imperio, ya lo sabéis todos. Si queréis hacer una oposición frontal en base al honor, os respeto, pero yo tenderé a su vez una emboscada para intentar acabar con el elemento más dañino del grupo enemigo. No nos enfrentamos a un ejército honorable sino a las mismas  tinieblas, por tanto, si el precio a pagar por asegurar la misión es mi honor, o mi vida, los entrego gustosos a la causa. - Hizo una pausa corta, mirando a los bosques, recordando aquel del que emergió un día.- Cuando llegue el momento deberemos estar coordinados. Vosotros al ser visibles de frente, seréis una distracción inicial en forma de ronin buscando el camino a una aldea. Y en ese momento procederé a asaltar desde un flanco al enemigo, mientras Akiyama y Ryo nos proporcionan la ayuda de los Kami. Una vez esto ocurra, sabréis encontrar vuestro sitio en la batalla, Yoshiaki protegiendo al niño, Katsumoto como la espada consumada que parta en dos a quien ose acercarse a ellos dos. 

Nunca había sido un gran lider, ni gustaba de dirigir las vidas de otros, pero el plan surgía en su cabeza, y podía suponerles la victoria. Si hacía falta, sus dos compañeros Grulla se llevarían al crío mientras él y los hombres santos se sacrificaban para retener al enemigo.

Katsumoto asintió al escuchar las opiniones de Akiyama, a quien respetaba aún sabiendo que era un hombre santo y poco sabía de la guerra.

— Está bien. Entiendo que suplantarles es una idea desagradable... y tremendamente arriesgada. — 

Miró a Sanzo. Quizás algún día si salían vivos de aquella misión, pudiese saber de dónde venía aquel hombre.

— Todos estamos en esto, todos estamos aquí sin apellido para rescatar a ese niño, sin importar el coste — Katsumoto más bien diría que el precio ya ha sido pagado, y no ha sido barato.

— Deberíamos esbozar un mapa y reconocer el camino más usado para llegar hasta ese claro. Así podremos escoger el mejor lugar donde hacer el bloqueo. Creo que interferir justo durante el ritual es arriesgar demasiado y además permitir que el número de enemigos sea mayor.