Partida Rol por web

Rudesindus charla animadamante con ese tipo que le acompaña que más que persona parece una armadura con vida. Éste, apenas le contesta con una afirmación o una negación moviendo la cabeza cuando responde. A su paso, todos os sentís algo atemorizados... y espantados porque el tipo apesta a azufre y carbón.

Tras un saludo y la genuflexión de rigor os vais a incorporar cuando, por el rabillo del ojo veis como tan increible personaje, ese tal Vúlcimer venido de los mismísimos infiernos, trastabilla a unos metros de vosotros, delante de la escalera y cae al suelo. El estruendo es ensordecedor. Karabás, sensible a los ruidos empieza a gritar perdiendo el control de sí mismo.

Rudesindus, sosrprendido no sabe qué hacer. La imagen de Vúlcimer, señor de la oscuridad blasfema, tendido en el suelo moviendo nerviosamente las piernas es una mezcla de cómica y patética. Alguno de vosotros rie, provocando la ira del amo.

Por otro lado, procedente de la sala de la trampa, donde hace un momento combatiais al gato, aparece Goblop arrastrnado la Campana de la Llamada.

- Amo, me han golpeado, me han dejado inconsciente y me han robado la Campana. Luego la han hecho sonar y me han culpado de ello. Tenga cuidado, sobretodo con Trolop, es el más peligroso de todos. Y sobretodo no se los crea, son unos mentirosos holgazanes.

Karabás, que se había cuadrado ante su amo de la forma más marcial y digna posible, ofrece un espectáculo lamentable cuando el invitado se desparrama ruidosamente por los suelos.

-¡Arggggggg! - se queja acurrucado en el suelo, tapándose los oídos y apretando los dientes. - ¡Es como una cacerola de las grandes rodando escaleras abajo!

Trolop reculó al ver caer a la cosa enlatada, no fuera a aplastarle algún elemento de la armadura despedido por el golpe, y cuando Goblop habló no pareció ofenderse por lo que el lutín acababa de decir de él.

-Yo no soy peligroso, simplemente soy difícil de acompañar. Le respondió a Goblop, tan simple y llánamente que demostraba que esa, era en efecto, la concepción que tenía de si mismo. Buenas jefe, ¿Que tal le ha ido la mañana? ¿Quiere que le ayude a levantarse al invitado con mis vientos? Ya sabe que no me refiero a mis impredecibles y repentinos ataques de flato, si no al poder que me permite suplir mi falta de chicha, jejeje.

Me acerco a los pedazos del invitado para empezar a ordenarlos otra vez.

-No se que hacen todos quietos, así le dan la razón a Goblop- pienso mientras pongo una de las pesadas botas de la armadura en pie.

-Si, si, Goblop, ya veo como te has movido rápidamente para ayudar al invitado. No es culpa nuestra que perdieses la campana. Eres un irresponsable. Deberías darnos las gracias por seguir vivo- digo mientras recobro el aliento -eres un mentiroso y tus actos te delantan. Nosotros hemos cumplido con nuestras tareas, incluido Trolop. No creo que tu puedas decir lo mismo-

- No me contradigas, Pirita, que todos nos conocemos. Sabemos que eres un poquitín despistada, no es cierto? Yo no he escondido la campana ni la he hecho sonar - dice Góblop pataleando el suelo con rabia y tomando un aspecto algo colorado - Y por supuesto que he terminado con mi tarea... pero no os la pienso contar, alimañas! que seguro que mentiríais osadamente y haríais creer a Rudesindus alguna mentira.

Mientrastanto, Vúlcimer continúa en el suelo e incluso parece un insecto patas arriba que no para de mover sus  patas con nerviosismo. Rudesindus se derrite en disculpas y, de una mirada, fulmina a todo el grupo de lutines que no para de discutir.

Con un suspiro de impaciencia, sigo levantando piezas del invitado. Miro a Goblop con desaprovación durante unos segundos, justo antes de volver a recoger piezas de invitado.

-Disculpa, estoy ocupada trabajando, que es lo que hago siempre. No pierdo el tiempo siendo un protestón y quejándome por todo. Karabás, ya he terminado con los escarpes. ¿Me pasas esa greba?- pido a mi compañero favorito pasando lo más posible del portador de la campana.

Trolop seguía esperando la respuesta de su amo, pero decidió hacer algo ya que su culo inquieto comenzaba a picarle una vez más.

De modo que el lutín se puso a ayudar a Pirita a levantar al invitado, que parecía tener serios problemas para incorporarse por su propia cuenta.

Menuda azaña parece ser para él levantarse. Pensó asombrado. Me pregunto cómo lo hará para empezar el día y levantarse de la cama.

Ante el percal se queda un poco apartado, tampoco tiene mucha fuerza como para levantar al amigo del amo, y no tiene ganas de abollarlo. Pero Goblop le saca de quicio, y además se mete con Pirita!

- Perdona, Goblop, ¡pero sólo sabes decir mentiras! - salta el lutín - Pirita es muy trabajadora, ¡todos lo somos! Pero tú perdiste la campana y tienes que echarle la culpa a alguien, ¡quejica, más que quejica! Amo, Goblop perdió la campana, ¡no se la merece! - dice cruzándose de brazos, enfurruñado.

La voz atronadora de Rudesindus escapó de sus barbas como relámpago rasgando el cielo:

- Se puede saber quien ha llenado el piso de agua?

-¡Ha sido Tobías amo!¡Tiene envidia de mi trabajo e intenta crearme mala fama!- exclama rápido y veloz. E igual de rápido se va a ayudar a Pirita, bien lejos de Tobías.

Las acusaciones se cruzan a su alrededor como flechas perdidas. Karabás se mantiene callado y en un cómodo segundo plano mientras ayuda a "recomponer" al invitado.

En cuanto terminamos de montar las grebas, subo un par de escalones para empezar con los quijotes.

-Karabás, si tu apoyas el quijote, yo lo sostengo por arriba- le pido a mi compañero favorito con una sonrisa.

Cuando escucho a Chim mentir descaradamente sobre el agua, me mantengo en un discreto silencio. Tobías es un vago, casi no ha colaborado y me parece bien que se lleve su justo castigo. No seré yo quien la ayude.

- Tobías? Estás seguro Chim? Entonces debo suponer que Vúlcimer ha resbalado con una ilusión... pues ese es el dominio mágico del tímido lutín. - Respondió Rudesindus con hábil sarcasmo.

- Oh, nonononono, amo... Tobías es demasiado vago hasta para utilizar la ilusión. Se dedicó a volcar todos los cubos de agua que encontró, sí, eso es. Todo porque me odia... - dice haciendo un puchero. Aunque algo le dice que Rudesindus no se dejará engañar por lagrimones de lutín.

Trolop llevaba un buen rato aburrido. Tanta charla, acusaciones y disculpas le hastiaban, y no lo encontraba nada divertido

Si al menos estuviera la alfombra... Pensó mientras ayudaba a Pirita con el invitado del amo.

Siguió con lo que tenía entre manos sin darse cuenta de que en el fondo todo aquello también iba con él, pero como su cabecita no le daba para entender nada que no fuera otra cosa que juerga y jolgorio, no prestaba mucha atención.

-Bonita armadura, señor. De gran calidad y ciertamente aterradora. - le hace la pelota a Vulcimer - De haber sabido que vendría con ella, habríamos puesto alfombras. Los escarpes ya se sabe que no tienen mucho agarre sobre piedra pulida. Y si además está mojada... Y qué acabados... Obra de un buen artesano, sin duda. Por cierto, muy simpáticos sus cuervos. Les hemos dado un buen festín a base del mejor grano que había en nuestras despensas.

Su parloteo se entrecorta por el esfuerzo cuando se las ve con las pesadas piezas que con tanta soltura parecen mover sus compañeros más grandes.

Rudesindus, claramente contrariado por las respuestas incoherentes de los lutines no puede esconder su cara de desprecio.

- Y tú que opinas de esto, Trolop? Tú estabas aquí y sabrás si fue una ilusión o el resultado de un accidente con cubos de agua que, por otro lado ya me diréis quién los trajo porque no fui yo.

Por  otro lado Vúlcimer se rinde al no recibir ayuda. Sus ojos brillan como bolas de fuego que hipnotizan a Karabás.