Partida Rol por web

Turno 709 Asalto 7

El exceso de confianza se paga. Piensa Oin al recibir la lanzada. Su pierna se dobla y no puede más que gemir. Antepone el escudo y se dispone a defenderse del Sagath no sin antes vender cara su vida.

Turno 710

Fréagulf ya empezaba a estar harto de no conseguir superar la defensa de su rival, aquel escurridizo hombre se movía con una agilidad endiablada, le recordaba a Chaka en sus movimientos, siempre retorciéndose en ángulos imposibles para esquivar su ataque y deslizar la lanza contra él al mismo tiempo. Sus ataques eran muy peligrosos cada vez que aquella punta afilada pasaba cerca del ailgratha, que afortunadamente estaba atento para despejar o parar con su escudo.

Fréagulf vio por el rabillo del ojo como el enano que estaba a su lado hincaba la rodilla. Aquello no le gustaba, si se quedaba atascado en aquel combate por mucho tiempo y el enano también caía junto a Chaka, la ventaja volvería al lado de los sagath y eso también significaría su final.

Fréagulf se concentró, esquivó un golpe con la lanza y no atacó, se contuvo intentó averiguar cual era el punto débil de su rival, dónde dejaba desprotegida su defensa cuando atacaba, otro golpe que desvió con el escudo y siguió sin atacar, esta vez creía haberlo descubierto. En el siguiente ataque del sagath, Fréagulf se desplazó un paso laterial hacía su derecha, quedando lejos de la lanza, aún así uso su escudo para protegerse y atacó con todas sus fuerzas a su rival. Su espada silbó en el aire espeso del bosque. Había utilizado toda su fuerza y destreza en aquel ataque, si no lograba herirle en esa ocasión no podría ganar ese combate jamás.

Turno 710 Asalto 7

"Maldita sabandija" piensa Oin al ver su ataque fracasado. Moviéndose todo lo rápido que un enano puedo hacer, se dedica a martillear sin descanso al enemigo buscando un hueco en su defensa.

Por el rabillo del ojo, vió a Draupner acabar con su enemigo y situarse sin oposición a espaldas de los enemigos así que podría intervenir decisivamente en la batalla.

Turno 710 (Asalto 7)

Draupner tras ver como el arquero caía bajo sus golpes analizó la situación del combate. Era claro que podía colocarse a la espalda de cualquiera de los dos enemigos restantes y atacar desde esa ventajosa posición. Apenas dudó sobre su siguiente objetivo, y aunque sabía que Oín le regañaría por ello más adelante, se movió raudo para atacar a su oponente, ya que si bien creía a su par más que capaz de repeler el ataque dudaba que su nuevo aliado pudiera hacerlo.

El enano pese a su corpulencia era rápido, posiblemente uno de los enanos más rápidos de su raza, así que con su velocidad trato de acabar con aquél enemigo que parecía tener al tuerto en jaque antes de que pudiera volver a esgrimir su arma contra nadie más.

Turno 710

Los sagath habia perdido a su arquero, habian visto como sucumbia bajo el arma de otro enano. Este habia sorprendido al oriental y acabado con su vida.

Ahora los dos soldados luchaban incesantes contra sus oponentes. Sabian que otro enano estaba detras y que podria  atacarlos, pero estaban demasiado preocupado por lo que tenian delante.

Uno de ellos continuaba lanzando su arma una y otra vez contra Freagulf, buscando los huecos que tan bien cubria el ailgratha. El otro se centraba en Oin, que ya lo habia alcanzado un par de veces, ligeramente por suerte para el, el enano pagaria su osadia.

Turno 707

Los sagath estaban aun perplejos y asustados, no eran amigos de embrujos ni arte magica alguna. A un grito de uno de ellos, el que parecia el jefe, todos formaron de nuevo para recomponer sus lineas, ahora divididas. Cuando vio aparecer a los que venian por el flanco izquierdo les ordeno algo tambien. Mantenian una rapida conversacion inteligible y miraban hacia atras, presumiblemente en busca de su compañero, mientras avanzaban hasta la nueva posicion. Tambien miraban hacia el lugar donde habia disparado momentos antes a Bolgo, sabian que alli se escondia uno de sus objetivos, o eso o habia huido cual raton asustadizo.

Turno 710. Asalto 8

Enfundado en su capa y al amparo de la oscuridad, el sigiloso numenoreano no dio ninguna oportunidad al arquero sagath. Pensaba pagarles con la misma moneda a como habían hecho con Draupner y Arlan, pero eso sería algo más adelante, ahora debía volver a desaparecer en las sombras.

Ilidan dio un paso atrás hacia la penumbra sin dejar de mirar con fiereza hacia los enemigos, aquellos ojos fueron lo último que vieron antes de desvanecerse de nuevo. Una mirada, de depredador, lo dejaba todo claro, si alguno osaba adentrarse en la oscuridad, sobretodo en solitario, se convertiría en su próxima presa.

Turno 710. Asalto 8

Retrocedió un poco más, y cuando se encontró fuera del alcance del rango lumínico de las antorchas  y de las miradas de los sagath más cercanos, los compañeros del arquero asesinado, el montaraz decidió ir hacia una nueva posición, para volver a concederles el desconocimento de donde se encontraba y por lo tanto donde y a quien atacaría. Avanzaba sigiloso, no tenía prisa, sin dejar de mirar hacia el claro para ver los movimientos que pudieran realizar los enemigos, y siempre cuidando de no dar a conocer su presencia de nuevo.

RESOLUCION TURNO 710
Asalto 8

Draupner, tras acabar con el arquero, corrió hacia su siguiente victima. Esta se batia con Oin. Tanto el desfigurado Oin, como el sagath, intercambiaban golpes imprecisos que chocaban contra el escudo. El enano, sin embargo confiaba mas en su arma y uno tras otro detenia los golpetazos de su contrincante hasta que con un rápido movimiento logro alcanzarle levemente en el costado sin apenas causar daño. Pero en ese justo momento Draupner llego hasta ellos, mientras seguían “bailando” el enano, en un movimiento oblicuo de arriba hacia abajo golpeo con fuerza el costado del oriental. Este, a pesar de haberle visto venir, no pudo mas que detener el golpe con su armadura, cosa nada recomendable si el golpe proviene de un enano. El cuero endurecido detuvo gran parte del golpe, pero no evito el pobre infeliz cayera arrodillado, el dolor acrecentaba tras tantos golpes. Entre los dos enanos quedo mientras escupía sangre, no estaba muerto, pero no podía permitirse ser alcanzado de nuevo.

Junto a ellos Freagulf continuaba su extenuante lucha contra el otro guerrero que aun quedaba en pie. Varios espadazos chocaron de lleno contra el escudo oriental, mientras que la lanza de su oponente encontraba idéntico objetivo. Hierro contra madera hacia que multiples astillas saliesen disparadas por todos lados. El sagath encontró un hueco por el que meter su lanza, tras un golpe oblicuo. La punta paso por encima del escudo y apunto estuvo de entrar de lleno por la garganta. El ailgratha por suerte logro esquivarlo, dejándolo en un simple arañazo en la parte izquierda del cuello. Lo pago caro el oriental. El siguiente movimiento de Freagulf, fue una estocada desde la derecha, cuando el escudo enemigo aun estaba bajo. La punta de la espada atravesó sin problema el ojo que encontró hasta que toco el hueso. El sagath de inmediato, entre terribles dolores, se arrodillo soltando el escudo para taparse con esa mano la cuenca vacia.

Temudyin continuaba tirado, la pierna le dolia terriblemente, pero hizo acopio de todas las fuerzas que le quedaban y comenzó a incorporarse hasta quedar sentado. La visión de su alrededor era esperanzadora, los sagath, en ese momento tenían muy complicada su subseistencia.

RESOLUCION TURNO 710
Asalto 8

Bolgo estaba en lo alto del árbol, y casualmente, pues Dwalin no tenia ni idea de que el hobbit estaba sobre el, el enano se ocultaba tras el tronco de ese mismo árbol. El mediano se aferro fuertemente con las piernas mientras battia con fuerza su honda. Se había fijado un objetivo, uno de los soldados que tenia cerca. Los sagath comenzaban a replegarse para formar de nuevo cuando la piedra de Bolgo salió despedida. No fue un gran tiro, en parte por que apunto estuvo de perder el equilibrio y justo antes de soltar la cuerda de su arma, sus piernas resbalaron y lo obligaron a agarrarse con la otra mano. Tambien el follaje del propio árbol le impido apuntar todo lo bien que podía esperarse. El resultado fue que una piedra paso cerca del hombre sin darle hasta estrellarse en el muro de agua que ahora se alzaba en el claro. Los sagath lo vieron y mientras se replegaban buscaban el lugar de donde había venido la piedra. Al menso ahora sabían la dirección y buscaban entre las sombras al culpable.

Gelion, bien escondido tras otro pino, continuaba canturreando en un imperceptible susurro. Su canto hablaba Yavanna, madre de todas las cosas vivas, pero también a Ulmo, señor de las aguas, incluso las que tanto se adentraban en la tierra. Gracias a que se mantenía centrado en el muro, este seguía ergido. Sus aguas subían y bajaban, como si quisiesen desmoronarse, pero no era asi.

Ilidan había desaparecido de nuevo entre las sombras.

RESOLUCION TURNO 710
Asalto 8

El numenoreano había conseguido su propósito, había degollado sin apenas ruido al arquero que iba mas retrasado. Sin embargo ahora se habían percatado de que faltaba entre sus filas. Lejos de ir a buscarle y tras mantener una conversación entre ellos, los sagath comenzaron a replegarse para formar de nuevo.

Ilidan ya se encontraba de camino cuando los orientales comenzaron a moverse. Casi es descubierto por los que se iban colocando en la parte norte del claro. El montaraz había quedado a apenas 3 metros de la formación, en la que estaban atentos, y muchos ojos vigilaban en todas direcciones.

Turno 710 Asalto 8

Oin alcanza de nuevo al maldito sabandija; pero parece tener más vidas que un gato. Sin embargo, el martillo de Draupner, le sentencia de un golpe.

-  Черт возьми, он уже мин! - murmura bastante enfadado.

Y alza de nuevo el martillo para acabar con el infelíz.

- ¡Maldita sea, ya era mío! 

Turno 711, Asalto 9

Bolgo maldijo para sí tras comprobar que había errado el lanzamiento.

Este maldito árbol no me dejará apuntar en condiciones, se dijo.

Echó una ojeada hacia abajo y se deslizó por la rama a la que se había subido. Con cierta torpeza descendió por las ramas que momentos antes había usado para subir. En realidad había subid hasta allí, para ocultarse de los tres sagath que lo habían visto, pero ahora que se habían alejado no tenía sentido permanecer en aquel lugar en un precario equilibrio que le impediría disparar con precisión.

Alcanzó la base del árbol y se asustó al detectar una presencia junto a él. Por fortuna se trataba de Dwalin. Había pasado por alto la figura del enano. Intercambió una mirada con él y se agachó tras un arbusto mientras colocaba una piedra en la honda y se preparaba para empezar a agitarla.

Turno 711 (Asalto 9)

Aturdido uno de rodillas el otro, Draupner se disponía a descargar su golpe para rematar al enemigo. Oin mejor que él sabía que hasta que cayera cualquier adversario era peligroso, así que le sorprendió la ronca voz de su amigo justo en un momento como aquél. 

Tal distracción pudo haber sido fatal, por fortuna consiguió controlar el arma en el último momento perdiendo su ataque y nada más. Como su equilibrio no se había visto alterado se recompuso rápidamente dejando preparado el escudo ante un posible ataque.

Nunca había puesto como escusa de sus fallos los actos de los demás y esta no iba a ser la primera vez, así que no respondió al cascarrabias de su amigo. Apretó los dientes con rabia dispuesto a enmendar su garrafal error en cuanto tuviera oportunidad.

Turno 711 - Asalto 9

Los sagath retrocedieron. Probablemente reaccionando al ver llegar a Oin y Draupner por detrás. Habían abandonado la presión realizada sobre Dwalin, Bolgo y él mismo. Era hora de reaccionar. El muro de agua había perdido parte de su sentido. Gelion dudaba si era apropiado mantenerlo ahora. No se atrevía a moverse para no delatarse. Todos sus enemigos estaban al alcance de su arte, pero no poseía trucos lo suficientemente poderosos como para acabar con aquel número de poderosos enemigos de una vez. Temía que fueran demasiado para ellos.

Estaba tan cansado...

Mantener el muro no tenía sentido, de modo que dejó que se convirtiese en un charco que al mezclarse con la tierra del claro comenzó a formar algo de barro. El agua, al verse de nuevo presa de la gravedad cayó ruidosamente.

Gelion nada hizo esta vez, salvo forzar su mente buscando entre todos sus conocimientos alguno que le permitiese salir con bien de aquello.

Turno 711. Asalto 9

Ilidan se despistó un momento y su movimiento de acercarse todo lo que pudiera al enemigo por poco le costó un susto. Ahora que todos se habían reorganizado en un bloque defensivo y se encontraban en modo de alerta, debía de esperar a tener una nueva oportunidad.

Retrocedió unos metros para asegurarse que cuando cruzará el arroyo no escucharan nada. Además ponía distancia de por medio, y se aseguraba que si lo descubrían y todos se lanzaban irracionalmente en pos de él, podría escabullirse sin problemas. El recorrido lo hizo en el más absoluto silencio, vigilando el claro, iluminado por las antorchas, que le ayudaban a seguir con facilidad  los movimientos del enemigo.

Turno 711, Asalto 9

El ailgratha vio venir la lanza hacía su cuello y la esquivo con gran fortuna gracias a la gracia de los Valar. Podía haberle costado caro si no llega a estar ágil, pero afortunadamente logró esquivar el golpe y no solo eso, encontró lo que buscaba: un hueco en la defensa de aquel malnacido salvaje oriental.

El sagath había bajado el escudo al atacar con la lanza y Fréagulf se había desplazado hacía la derecha alejando la lanza de él, desde allí le propinó un golpe oblicuo a la cabeza. El filo de la espada del rohir no estaba lo suficientemente afilado como para cortar el hueso y matarlo pero destruyó su ojo y lo dejo gravemente herido. Lo cual era como una especie de justicia poética hacía los que habían dejado tuerto a su nuevo compañero, Chaka. A él seguramente no le haría gracia que hubiera reventado el ojo del sagath con su espada. Ya había visto su macabra colección. Pero al menos le había dejado un ojo sano que poder arrancarle.

Fréagulf respiró aliviado al ver como tras su golpe el enemigo caía de rodillas retorciéndose de dolor. Ese respiro le daba suficiente margen para echar un vistazo alrededor, los dos enanos parecían dominar la situación y habían conseguido derribar al otro oriental. Con los dos enanos encargándose de él no dudó de que terminarían rápidamente con su vida. Mientras él levantó de nuevo su espada y atacó al tuerto para terminar de una vez con su vida y con aquel eterno combate.

TURNO 711(9º Asalto):

- "Hebe, Hebe, ¿dónde vas? No me dejes..." - gritaba silenciosamente en el interior de su mente mientras el menudo cuerpo de su compañero se diluía en el aire y, a la vez, se intensificaba el dolor en la rodilla. 

- "Espera, repite por favor, ¿la raíz de que planta era la que había que usar para..." - pero era inútil, no iba a volver, no como a él le hubiese gustado.

Un regusto amargo y, a la vez, una profunda añoranza se apoderó de su cuerpo mientras, en su boca reseca, el sabor rancio del mantillo seco mojado debido a la humedad nocturna le devolvía a una realidad que no era tan agradable. Como le dolía la puta rodilla, era insoportable. 

La verdad era que los sagath, fieles a la fama de extraordinarios lanceros que tenían, habían hecho un buen trabajo. Cierto era que él había contribuido enormemente a ello con su desafortunado movimiento y consiguiente caída. Como un novato, como un simple aprendiz, había hecho que una posición ventajosa para un ataque definitivo casi le costara la vida. Maldijo entre dientes aquella soberana estupidez que había cometido pensando que si en su niñez hubiese mostrado tal habilidad, los cuervos ya le habrían comido hasta el tuétano de sus pequeños huesos.

Cuando por fin tuvo el control suficiente como para enfocar la vista pudo observar de donde venían los gritos y sonidos metálicos que hacía instantes que oía. Delante suyo, a los costados, e incluso encima de él, los enanos y el ailgratha ejecutaban la danza mortal de la batalla junto con los dos guerreros sagath. Aquello lo dejaba en una posición nada agradable.

Sin perder ni un solo momento más intentó rodar sobre si mismo, hacía su derecha, para alejarse de la zona de máximo riesgo. Allí no hacía nada, estaba muy débil, casi tanto como al finalizar el anterior combate con los enanos, y solo se arriesgaba a que alguno de los orientales se fijara de nuevo en él e intentara acabar con lo poco que le quedaba de vida.

"Por lo menos no sangro" - se dijo a si mismo intentando encontrar algo positivo en aquel cúmulo de infortunios mientras  empezaba a realizar la maniobra deseada.

En aquel momento sus posibilidades eran muy reducidas. Con aquella fea herida en la rodilla le sería muy costoso moverse, y casi imposible pelear. Además necesitaba recuperar algo de aliento tan pronto como le fuera posible. Si pudiera encontrar algún lugar a salvo de miradas indiscretas, aunque solo fuese por unos instantes, podría aplicar rápidamente la hierba que le quedaba en su herida. 

Desde luego no le ayudaría a recuperar su movilidad, pero le daría un colchón importante, casi imprescindible, para poder aguantar las eventuales viscitudes  que, seguro, se iban a presentar en los minutos siguientes. Una vez realizada aquella acción ya pensaría cual era el mejor camino a seguir.