Partida Rol por web

Cuando abrió los ojos la luz le hizo daño en las pupilas, pero ese era el único dolor que sentía. Al principio estaba completamente desorientado, pero poco despues los acontecimientos pasados se abrieron paso entre sus recuerdos. La persecución, los gangsters, aquellos seres del infierno, su pierna... ¡Su pierna!, ahora que lo pensaba le llamó mucho la atención no sentir ningún dolor en la extremidad, de hecho, no sentía nada.

Intentó mover los dedos pero algo no iba bien... Sus ojos por fin consiguieron enfocar, primero la estancia, una habitación de hospital, luego su entorno, en una silla junto a su cama se encontaba Phil, con el brazo en cabestrillo, pero con buen aspecto, y por último su pierna, o donde debería haber estado su pierna pues, desde la rodilla hacía abajo solamente había un hueco vacío.

-¡Doctor ha despertado!- escuchó que decía una voz femenina. Al cabo de unos instantes, un médico, de unos 50 años entró en la habitación.

-Buenas tardes señor Graves, me alegro de que haya decidido volver con nosotros...- sonrió -Tenía usted a su amigo muy preocupado- dijo señalando a Phil que se encontraba junto a la cama con cara de estar bajo los efectos de algún analgésico, pero igualmente aliviado, que le saludó con un gesto de la cabeza.

-Supongo que no siente nada en esa pierna, es normal, está bastante sedado, pero de todos modos, seguramente nunca volverá a sentir nada, tampoco dolor, lo que al menos es un consuelo-.

El doctor le explicó que la bala había cortado completamente el nervio ciático y otras terminaciones nerviosas derivadas, por lo que la sensibilidad de la pierna se había visto seriamente afectada, pero al menos no tendría que estar tomando morfina el resto de su vida.

Mientras le explicaba esto, por la puerta aparecieron el detective Stone, John y Charles. A juzgar por sus caras ya conocían el diagnostico.

-Ey, Graves, ¿qué tal te encuentras?- dijo Stone a modo de saludo, no sabía muy bien como actuar en ese tipo de situaciones y lo único que pretendía era animar a su compañero. -Menos mal que estuviste dormido y no viste el partido de anoche, el equipo de Boston les dió una buena paliza a nuestros chicos- bromeó.

El aspecto que presentaban sus dos compañeros, dentro de la gravedad, era mejor de lo que John había esperado. Y más teniendo en cuenta que unas horas antes en su mente sólo cabía la idea de que morirían, y no sólo ellos dos, sino todos.

-Robert, Phil, gracias a dios que estáis vivos!!! Exclamó John alegrándose de ver a sus compañeros conscientes

-Menos mal que debo celebrar mi pérdida. Respondió con ironía al doctor. Lo recordaré mientras reciba una pensión de mierda y esté en mi casa siendo poco más que un mueble.

No tardaron en llegar sus compañeros rompiendo la tensión del momento. Más la tensión seguía acumulándose en el cuerpo del detective.
-Amigos. Agradezco vuestra compañía pero necesito un momento a solas... mucho que procesar.-Su sonrisa que buscaba reforzar sus palabras era triste, muy triste...

Phil había decidido permanecer sentado junto al señor Graves a la espera de que despertase. Le habían inyectado un derivado de la morfina que hacía que no le doliera nada la herida en el hombro y en cierta medida le mantenía alejado de la realidad. Llevaba largos minutos con su mente en un bucle: Se veía a si mismo ofreciendo su cámara en las escaleras del museo y a continuación, como si de un flashazo se tratase, aparecía la cabeza de ese ser en primer plano. 

Las palabras esperanzadas de la enfermera le sacaron de su ensimismamiento. Se limpió unas gotas de sudor de la frente y se incorporó. 

- Gracias a dios señor Graves que ha despertado. ¿Qué tal se encuentra? La intervención parece que fue terriblemente complicada....

La conversación fluyó durante pocos minutos entre bromas y caras tensas hasta que el detective pidió privacidad. 

- Claro, claro. Me quedo más tranquilo viendo que ha despertado. Iré a la cafetería.... Doctor, ¿podría tomar un café teniendo en cuenta la medicación que me han administrado? 

La secuencia de acontecimientos vividos en las últimas horas empezaron a pasar factura al pobre Phil que, durante un momento tuvo un vahído, se vio a sí mismo rodeado de criaturas como la que le había mordido en el hombro, mientras que un a risa siniestra reverberaba en sus oídos, un sonido que se clavaba en lo mas profundo del alma. Pasados unos segundos se recuperó, pero sabía que algo se había roto en su cabeza para siempre.

Respetando los deseos de su compañero, los cuatro hombres abandonaron la habitación, solamente permaneció dentro el doctor que le había operado.

-Lo cierto es que esperaba encontar a Robert un poco más colaborativo...- dijo el policía una vez se encontraron en el pasillo -Cuando sacamos al profesor Armitage de la mansión de Bannon me pidió encarecidamente que les reuniese a los cuatro y les llevase a la biblioteca. No me quiso dar más explicación, solamente me dijo que les diera un mensaje: que las dos obras estaban en su poder y había llegado el momento de actuar... No sé si eso les dice algo o es simplemente el desvarío de un anciano sometido a un shock postraumático-.

Tomó un respiro y continuó.

-La cuestión es que Armitage fue muy claro, tenían que ir ustedes cuatro, y la verdad... no sé si podrán contar con Robert... Tal vez puedan convencerle de alguna manera, yo no conozco el modo de hacerlo...- sentenció mirando al suelo con desolación.

-Detec... Señor Graves- comenzó a hablar el doctor cuando se quedaron solos en la habitación -Quiero aprovechar estos momentos que estamos a solas para indicarle que los miembros del cuerpo tienen acceso a una serie de ventajas que el resto de civiles no tiene. Tanto ortopedia como rehabilitación de amputados-.

Se acercó a un armario y saco un pequeño fardo envuelto en una sabana, del que extrajo una prótesis de pierna.

-El hospital pone a su disposición una prótesis como esta- añadió alzando el objeto hasta la altura de la vista de Robert -Tiene un dispositivo que le permitirá un ligero juego de tobillo, lo que a medio plazo le permitirá desplazarse cortas distancias sin necesidad de muletas. ¿Podrá correr? No, de hecho tampoco podrá caminar deprisa, pero podrá llevar una vida relativamente normal-. 

- Señor Stone - algo en los ojos de Phil había cambiado. Miraba fijamente al detective pero parecía como si estuviese mirando... más allá de los ojos del señor Stone - el detective Graves entrará en razón cuando se lo expliquemos.

No creo que quiera que tremenda desgracia como la que ha sufrido sea en vano....

- Creo que deberíamos hablar con su doctor para saber cuándo podría salir del hospital, sea en silla sea con muletas, e ir entonces todos a hablar con el profesor Armitage.

-Charles, lo que nos cuentas sobre los cuadros y el profesor Armitage nos dice más de lo que imaginas- Apuntó John al oír al detective. -Dentro de lo complicado del asunto podríamos decir que son buenas noticias-. Aclaró con una nota de alivio que, desgraciadamente, le duró poco -Lo complicado ahora va a ser que nos podamos reunir todos de nuevo en la biblioteca-.

-Charles, quizás tu puedas convencer a Robert y al doctor para que pueda salir cuanto antes. Hay mucho en juego y no sé si disponemos del tiempo suficiente-

-Gracias doctor. Por favor colóquemelo.
Cuando se quedó a solas un torrente de emociones hizo acto de aparición golpeándole en sus recuerdos trayéndole los más recientes a la memoria. Entonces el detective Robert Graves lloró, lloró primero de manera contenida hasta que dejó que el agua salada que se agolpaba en sus lagrimales se liberase sin control.

Mientras los cuatro hombres hablaban en el pasillo la puertade la habitación de Graves se abrió y por ella salió el doctor.

Stone le pidió hablar un momento con él y tras unos minutos volvió con el grupo.

-El doctor dice que ahora mismo no se puede hacer más que esperar que la cicatriz se cure completamente para empezar la rehabilitación, pero que, bajo su propia responsabilidad, puede pasar el postoperatorio en su casa. El hospital le pondrá una enfermera a su disposición, son... privilegios, por pertenecer al cuerpo- explicó el detective.

-Pasen a hablar con él. Yo... No sé que decir...- añadió haciéndose a un lado.

Llamaron a la puerta y pasaron uno por uno en silencio, como si estuvieran entrando en una iglesia. Pudieron ver a Robert sentado en una silla, con la cabeza entre las manos y lo que parecía una nueva pierna en el lugar donde había estado el muñón.

El detective levantó la cabeza esbozando una triste y sombría sonrisa.
-¿Qué ha pasado con el cuadro? ¿Se acabó todo?

- Graves.... el cuadro está en buenas manos. Lo tiene el profesor. - mira su pierna con tristeza - Pero parece que necesita que estemos todos, los cuatro, junto a él para.... para hacer lo que diantres quiera que hagamos con el cuadro. ¿Se encuentra en condiciones de que nos acerquemos?

El detective puso los ojos en blanco. Algún tipo de fuerza de voluntad que le hacía ver el final, unido al hecho de sentirse útil le animó dándole la energía necesaria para una última acometida...

-Acabemos con eso. No quiero ver más hijos de puta voladores. -entonces dedicó una mirada en derredor y señaló sus muletas. -Por favor...

Y así, los investigadores junto con el detective Stone, pusieron rumbo a la universidad.

Recorrieron el campus dentro del coche del policía, en silencio, sin atreverse a conjeturar que es lo que se encontrarían al llegar ante Armitage.

Alcanzaron la puerta principal de la biblioteca cuando el sol comenzaba su declive hacia el ocaso. El grupo descendió del vehículo, todos a excepción del detective que se excusó argumentando que tenía que volver a comisaria, posiblemente fuese verdad, aunque las miradas fugaces cargadas de aprensión que lanzaba al edificio indicaban que no era la única razón.

Tras despedirse subieron las escaleras. La vez anterior les parecieron muchas menos, pero el ritmo que marcaba Robert hacía de la marcha un proceso mucho más lento y trabajoso.

Finalmente consiguieron plantarse en la pequeña estancia que ocupaba la secretaria de Armitage, la cual, al verlos, rápidamente informó a su jefe y les indicó que pasaran, sin duda les estaban esperando.

-Bienvenidos caballeros- dijo un mermado Armitage sin levantarse de su asiento. No cabía duda de que la experiencia en la residencia de Bannon le había pasado factura a su ya anciano físico. -Tomen asiento, por favor- indicó con un gesto hacia las innumerables sillas y butacas que había repartidas por el despacho.

-Iré directamente al grano. Sé que todos están deseando tomar un merecido descanso...- continuó mirando de reojo la pierna de Robert. Al parecer, la noticia de su pérdida había llegado a oídos del anciano.

Hizo un gesto a su secretaria que discretamente había estado aguardando en el fondo del despacho, junto a la puerta. Ésta se acercó hasta dos bultos ocultos tras una tupidas telas de terciopelo morado y, destapándolos, dejo al descubierto las dos obras clave en la carrera de Lawrence Watkins Henrichs: "Una mansión" y "Un paraje junto al mar", majestuosos bajo la luz del atardecer. Tras lo cual abandonó la sala, cerrando la puerta tras ella.

-Es hora de cerrar los portales. El plan es simple, ustedes entran en el portal con uno de los Símbolos Arcanos que conjuramos para clausurar el portal de salida, y una vez dentro, yo cierraré el portal de entrada desde aquí con el otro Signo Arcano. Nada más sencillo... ni más complicado...- añadió.

-Perdone mi ignorancia profesor, pero si cerramos el portal de salida desde dentro y a la vez usted cierra el portal de entrada... Que pasará con nosotros?-

-Bien Señor Finder, entiendo su preocupación, permitame explicarme con más detalle. En el mismo momento que ustedes atraviesen el portal de entrada éste ya no nos será de utilidad, por lo que me dispondré a clausurarlo.

Lamentablemente, los portales son unidireccionales y solamente pueden ser cerrados en la dirección de acceso. Es por ello que no podemos cerrar el portal que da acceso a nuestro mundo desde aquí.

Una vez aclarado esto le diré que el tiempo entre la ejecución del hechizo y el colapso total del acceso no es como encender y apagar un aparato de radio, conlleva un proceso a nivel interdimensional, dispondrán de un par de minutos para regresar-.

La faz de Robert se había tornado en una mueca extraña. Él se sentía menos que vivo y una persona debía ser sacrificada para poder terminar con aquello...
-Así que había una razón para volver. -Musitó para sus adentros.
-Yo lo haré-. Resolvió. Aquello era un suicidio y esa idea se le había pasado varias veces por la cabeza... Simplemente cambiaba el modo.