Partida Rol por web

Cuando Charles y John iban a tratar de arrastrar con ellos a Phil, éste comenzó a manotear el aire con bastante fuerza evitando que las manos ¿o eran garras? que trataban de cogerle de los brazos.

Mientras tanto un grito sordo comenzó a surgir del interior de la mansión. La masa viscosa y tentacular en la que se había convertido Watkins seguía creciendo y volviéndose cada vez más solida.

En un momento determinado pareció empezar a tomar conciencia de su propia existencia, aunque no tenía apenas movilidad, empezó a reptar hacia el cuerpo de Bannon.

Trozos cada vez más grandes se desprendían desde todos los rincones de aquella realidad.

-Phil, escúchame- dijo John tratando de sujetar al forcejeante periodista -Tranquilo, todo está bien- añadió aferrando sus hombros con firmeza para transmitir seguridad.

Los aspavientos de Phil fueron reduciéndose hasta casi desaparecer, reconfortado por las palabras del detective.

-¡Mierda! ¡Joder, no hay tiempo! ¡Coged a Phil! 

- ¡NO NO! ALÉJATE BESTIA. ¡DÉJANOS!.

El periodista permanecía sin mover nada salvo sus brazos, sin fijar su mirada a ningún sitio, apartando algo invisible frente a él. 

-Tranquilo, todo está bien- 

Las palabras de John calmaron ligeramente a Phil. Por un momento dejó de dar manotazos al sentir a su compañero agarrarle de los hombros. Intentó centrar su mirada en él. Sus ojos no eran sus ojos. Veía algo más detrás de él. Sacó fuerzas para liberarse de sus brazos y empujó su pecho para alejarle mientras andaba torpemente hacía atrás. 

- No, no, ¡no soy lo que dices!. NO

Pese a la situación, y a que el tiempo apremiaba, el profesor Diehl no quiso rendirse tan facilmente y abandonar a su suerte a Phil, al fin y al cabo habían llegado todos juntos hasta allí, y si estaba en su mano, volverían todos juntos. Miró de reojo como Robert se alejaba renquante camino al faro y se lanzó a contener al frenético periodista.

-¡Detente Phil!¡Maldita sea, vuelve a tus cabales!- la voz de Charles resonó con fuerza en el aire enrarecido y penetró hasta las capas más profundas de la demencia de Phil que se quedó congelado como si le hubiese fulminado un rayo.

-¡Detente Phil!¡Maldita sea, vuelve a tus cabales!

NO. Bestia!... Eh... Ch....charles? - parecía que relajaba el tono el periodista con las palabras de su compañero - Charles? NO. - Pero no era Charles quien tenía delante. O no quien le miraba a través de sus ojos.

No le creas Phileas.

 -  NO JUGARÁS CONMIGO. NO MIENTAS - volvió a levantar la voz. Más incluso que antes.

Phil estaba totalmente fuera de sí. Abría su boca para hablar mucho más de lo necesario. Salpicaba saliva aún sin pronunciar palabra. La visión del profesor Diehl con sus ojos amarillos titiliantes le aterrorizó aún más si cabe. Respiro hondo y empujó fuertemente a Charles. Cuando consiguió quedarse sólo se llevó las manos a los ojos y empezó a arañárselos.

Una cosa estaba clara, sus compañeros no querían dejarle en aquel estado lamentable, pero lo cierto es que Phil se lo estaba poniendo realmente difícil, cada vez se sumía más y más en los delirios y en la locura.

Dentro del alma del investigador había una chispa de esperanza por salvar al periodista, pero su mente racional le decía que iba a ser prácticamente imposible...

-Vamos Phil... No nos hagas esto...- decía en tono calmado y pausado tratando de devolver a su compañero a la realidad mientras le sujetaba las manos para alejárselas de sus sangrantes ojos.

Una vez más, como había pasado momentos antes, Phil bajó los brazos. No cabía duda de que algo, un hálito de cordura, pugnaba por salir a la superficie de su enajenada mente.

De los dedos del periodista nacían dos finos hilos rojos. Se había rasgado con sus propias uñas los párpados levemente. La sangre le escocía en los ojos, fue ese dolor inesperado que le volvió a la realidad por un momento. 

-Vamos Phil... No nos hagas esto...

Unas manos le cogieron de las suyas para evitar que se hiciera más daño. 

- ¿Madre? ¿Es usted madre? - veía borroso pero una sombra tomaba poco a poco forma delante de él. Ese sombrero.... - John...

Qué me está pasando.... - pensó, ya consciente de dónde estaba- Miro alrededor buscando algo.. algo grande. Algo grande que por el momento no veía. Y eso le calmó. 

Al parecer, el acceso de locura del cronista había remitido, al menos por el momento. Sus compañeros, los que aún se encontraban a su lado al menos, suspiraron aliviados.

Mientras tanto, grandes pedazos de... ¿como describirlo?¿realidad? se venían abajo. Ya no existía el horizonte, ya no existía el mar a lo lejos, incluso había desaparecido el camino por el que habían llegado a la mansión.

La cosa que era ahora Watkins en su lento pero inexorable reptar, engulló el cadáver de Bannon, sus tentáculos crecieron y empezó a cobrar ciertos rasgos humanoides. Fuera lo que fuera esa cosa estaba hambrienta, y lo único que quedaba para llevarse a la boca eran las cuatro almas de los cuatro hombres que se mojaban bajo la irreal lluvia del exterior.

Tanto John como Charles se percataron del movimiento en el interior de la mansión y se acercaron a ver de que se trataba.

La viscosa masa humanoide avanzaba hacia la ventana en la que se encontraban, extendiendo sus negros apéndices hacia su nueva presa. Conforme se arrastraba fue dejando a su paso un rastro de huesos humeantes cubiertos de ácido corrosivo, el olor a carne humana quemada era insoportable.

El corazón de ambos hombres se paró durante un instante ante la pavorosa escena. John se alejó lentamente hacia atrás con la tez blanca como una pavesa, mientras que Charles huyó profiriendo alaridos camino arriba hacia el acantilado.

Por suerte para Phil, aún estaba lo suficientemente catatónico como para no enterarse de lo que ocurría, al ver a sus compañeros alejase hacia el camino, simplemente les siguió.

Los alaridos de su compañero hicieron que el detective Graves se detuviera un momento en su lento avance, al tornar la mirada se percató del cómo la realidad estaba desapareciendo, como si la pintura en la que se encontraban en aquellos momentos se estuviese secando a la par que trozos de óleo cayesen al suelo.

Aquello no era algo racional ni menos aún terrestre. Un instinto de supervivencia animado por sentirse el más débil del grupo hicieron que persistiese en su lenta huída, con ahínco pero sin pausa. 

El mundo se desplomaba, la realidad donde nos encontrábamos se desvanecía, sin rumbo fijo por culpa del kaos devastador y la terrible criatura que destruía todo lo que a su paso encontraba tan sólo con rozarlo.
El Faro, esa luz que ilumina a los marineros en la tormenta y niebla, esa luz que da esperanzas por la cercanía de tierra firme; su salvación tras la galerna; también era la nuestra.
-"AL FARO, AL FARO" grité recordando el cuerpo inerte del mafioso bajo el cuadro en el museo.

El profesor, completamente trastornado, adelantó en su desquiciada carrera a Robert sin ni siquiera darse cuenta de ello. Por su parte, Phil continuó con su caminar errante tratando de comprender que ocurría en aquel lugar de pesadilla acompañado de John, que se frotaba las sienes mientras intentaba despejar la mente.

Tardaron poco tiempo en dar alcance al policía huído. Cuando lo hicieron, se cruzaron miradas torvas, llenas de reproche y continuaron su camino ascendente al acantilado, entre el fragor de la tormenta, que se iba tornando el sonido de cascotes resquebrajándose y desprendiendose se oían los gritos desquiciados de Charles.

-¡AL FARO, AL FARO!-.

El paso de sus compañeros era mucho más rápido que no tardaron en darle alcance. No pudo evitar sentir cómo las miradas de desprecio que le dedicaban agujereaban su autoestima, apenas duró un instante pero fue duro. Especialmente duro después de haber intentado que no se implicasen en aquel asunto, eran civiles, no estaban hechos para ello... En lugar de agradecimientos lo único que se había llevado de aquella odisea era un disparo una pierna fantasma...

La ira le embargó y agarró las muletas con más intensidad mientras seguía avanzando lo más rápido que era capaz.

Conforme iban ascendiendo pudieron observar dos cosas, a cual más inquietante.

La primera que apenas quedaba paisaje que observar más allá de un pequeño pedazo del embravecido mar, que, salido de ninguna parte, seguía rompiendo con violencia contra el acantilado. El cielo había desaparecido por completo, dejando un negro vacío en su lugar y llevándose consigo la lluvia que calaba las ropas de los cuatro hombres en su ascensión, cosa que agradecieron.

La segunda, aún más preocupante era como la mansión se había desmoronado sobre sí misma y, de entre los escombros que se iban pulverizando y desapareciendo en la nada, emergió la criatura tentacular antropomórfica que, lenta pero inexorablemente, comenzó la persecución de la suculenta carne humana que tanto ansiaba.

-Si el horror tuviese un aspecto, probablemente sería el de esta maldita aparición de otro mundo. –Sentenció en su cabeza, -¿O tal vez es una aparición de este mundo? -. La capacidad racional del detective estaba viéndose en entredicho mientras intentaba procesar qué era lo normal y natural en aquel mundo, dentro de una pintura.

Incapaz de racionalizar aquel horror prosiguió su marcha intentando acelerar el paso, balanceo tras balanceo mientras de vez en cuando miraba atrás presa del pánico. No tenía tan claro que pudiese salir vivo de allí. Entonces algo hizo click dándole un momento de cordura, había un elemento seguro en el que creía fervientemente: las armas de fuego.

Decidió detener su avance al tiempo que sacaba el arma, apuntó, no parecía cosa difícil acertar a aquel objetivo de tamaño gargantuesco más el pulso no parecía querer responder….

BANG