Partida Rol por web

La noche era clara, Ral y Guthay reflejaban el poder del sol de Athas, como los espejos de un noble muestran el rostro de sus concubinas.

El fuego esta avivado y sacáis provecho de lo cazado por vuestros difuntos captores.

La carne es suficiente para alimentaros bien y aún sobra algo que ahumáis para que aguante el largo camino.

Derian sufre de fiebres muy serias, y sus posibilidades son remotas...

Aún con su cruel venganza, Hidem les había brindado a los esclavistas una infinita compasión al clavarles un puñal en el pecho. Seguramente él pensaba que les había hecho sufrir, que con aquello mataba también su resentimiento, hasta puede que encontrase cierta paz al hacerlo, pero lo cierto es que el destino que aguardaba a aquellos hombres hubiera sido mucho peor si hubieran seguido vivos.

El mul se calentaba las manos en la hoguera después de haber dado cuenta de un buen trozo de carne. Era importante racionar la comida, pero llevaban demasiado tiempo sin comer decentemente y aquel pequeño homenaje era necesario. Abandonarían pronto aquel lugar lleno de cadáveres, pronto la arena (y sus alimañas) se daría un festín con los restos y nadie en el mundo volvería a saber de esas personas. Cuerpos engullidos e identidades borradas, el desierto no tenía compasión con lo que caía en sus garras. Pero aún quedaba un asunto por zanjar, debían decidir qué dirección tomar. En aquel momento esa descisión dependía principalmente de dos factores: la salud de la elfa y la distancia a aquel supuesto oasis del que hablaban los esclavistas.

Eso le recordó que mencionaron un mapa, alguno de los cuerpos debía tenerlo aún. Se levantó sin decir ni una palabra y buscó el mapa entre los cadáveres, además de cualquier cosa de valor que pudiera encontrar. De paso examinó el estado de las armaduras, tomando un trozo de aquí y allí podría obtener una digna protección, incluso quizás fuera capaz de reciclar algunas piezas para que el gigante pudiera protegerse.

Kavan disfrutaba de la carne como si fuera el manjar mas apetitoso del universo, peores cosas habia comido durante su tiempo como esclavo asi que era hora de disfrutar de un trozo de tasajo y el calor de la hogera; no sin estar pendiente de la pobre elfa; iba a pasarlo mal...

Tenia algunas ideas sobre como poder salvarla la vida pero en estas condiciones lo llevaba bastante mal, en cualquier caso, no se sorprendio de que el mul se dedicara a saquear todo lo posible de los cadaveres, los destrozados cadaveres tras que la rabieta de Hidem se volcara en ellos.

No dijo nada, aprovechando para acumular todas las fuerzas posibles, tenian un largo dia por delante.

El semi gigante había estado muy osco durante el resto del día. Puede que fuera lento, pero no era tonto, y Hidem parecía gustarme menos cada minuto que pasaba allí.

En más de una ocasión, el guerrero o el mul habían tenido que hablarle, para que no le saltara encima. Sin duda, el fortachón tenía una única manera de hacer las cosas, y no debía de dejar vivos a muchos de sus ofensores.

Pero ahora estaba tumbado cuan largo era en la arena, que aun estaba caliente, aunque duraría poco.

Miraba las estrellas y las lunas. Como si fuera incapaz de hacer ninguna otra cosa.

Bretus había tenido ganas de arrancar la piel a aquel estúpido humano. Sin duda merecía morir.

Pero tras conseguir, y no sin muchísimo esfuerzo calmar su ira, había pasado el día, y sus secuaces habían sacado comida de sobra para cenar.

La elfa moriría, sin duda. De alguna manera o de otra. Como si tenía que asfixiarla cuando los demás durmieran.

Porque dormirían. En algún momento alguno propondría hacer guardias. El desierto era un enemigo poderoso, y no podías permitirte el lujo de estar dormido sin protección. Entonces asesinaría a la elfa, si es que no lo hacía antes su herida.

Hidem, era harina de otro costal. Ese saco de mierda iba a convertirse en su escudo de carne. En la próxima confrontación  iba a dejarlo a merced del enemigo, e iba disfrutar viendo como lo asesinaban.

Maldito bastardo.

Esos eran sus pensamientos, mientras dejaba que sus obreros trabajaran para él, miraba al cielo, sin ver otra cosa que sangre en su futuro.

Después de la comida, vuestros ojos os empiezan a fallar. El duro día de camino, la cruenta batalla y las emociones a flor de piel pasan factura a vuestros cuerpos, que empiezan a protestar.

Yo sobo como un bendito cerca de la elfa y el gigante...pero digamos que procuro dormir con un ojo abierto por si hidem tiene segundas intenciones ahora que estoy dormido...XDD

Bretus permanece despierto el inicio de la noche, contemplando el silencioso desierto. 

Y luego, mas tarde, cae en un profundo sueño. 

Tras registrar concienzudamente los cuerpos de los guardias muertos, Sorak regresó junto al fuego con un trozo de papel en la mano, dispuesto a enseñárselo al resto.

- Este es el mapa del que hablaban - dijo mostrándoles el trozo de papel.- El oasis no está lejos, además es nuestra mejor opción - miró entonces a la elfa, que seguía muy débil.- Y la suya... Hay algunas armas y armaduras que podemos usar y monedas - el mul se acomodó junto al fuego.- Mañana deberíamos partir, sin importar el rumbo, antes de que salga el Sol, pero no podemos confiarnos, hay muchas alimañas en el desierto - vio que el gigante parecía dispuesto a vigilar, aunque el resto no parecían muy por la labor.- Tú serás el primero en vigilar, luego despiértame y ocuparé tu lugar, después Kavan y con eso el día habrá llegado.

Kavan esuchaba las ideas del Mul y la verdad es que en lineas generales estaba bastante contento con lo que proponia, era sensato y con visos de tener exito, por lo menos era algo que se podia llevar a cabo viendo como estaba con el agua al cuello despues de fugarse de la caravana de esclavos.

Me gusta el plan asintio Kavan expresando su conformidad adelante con el

Cuando se asegura que sus compañeros están dormidos, Bretus, tiende una mano conciliadora sobre la frente de la elfa, esta febril. Pobrecilla, era demasiado bonita, como una estrella, y ahora languidecía sin remedio.

El día había sido largo y extenso, pero el Semigigante no tenía mucho sueño, así que no le costó mucho quedarse despierto.

Seguramente al día siguiente estaría fatigado, pero ya había tenido tiempo de descansar en la caravana mientras aun era un esclavo. Ahora era el momento de vivir. Y para vivir había que alejarse de las alimañas que dominaban el desierto.

Cuando se asegura de que sus compañeros están dormidos,  Bretus tiende una mano enorme sobre la cara de la elfa, que poco puede hacer para liberarse del peso de la mano, y no tiene fuerzas para luchar.

A los pocos minutos la elfa a muerto, lo que convierte a su comitiva en libres de seguir cualquier camino, y no tener que preocuparse de ningún peso muerto.

Con un poco de suerte, las culpas de la muerte, si alguien pensaba que no era natural caerían sobre Hidem, que era un bicho mal nacido.

Pero ese hombre tenía los días contados…

Después de hacer su "trabajo" Bretus pasa su guardia tranquilamente. Al llegar la hora despierta a la siguiente guardia.