Partida Rol por web

Tengo ganas de aliviar mi tensión y no puedo imaginar mejor forma que apaleando a los repulsivos violadores, así que cuando oigo la voz gutural me apresto al otro lado de la puerta para asestar un puñetazo al engendro si la pala de Kellemport no acaba con él.

Apunto está de soltar un grito al escuchar la voz, la tensión se puede cortar con un cuchillo, Edward respira con dificultad y está sudando profusamente. No obstante, logra controlarse y se mantiene en silencio y a la expectativa.

Y al abrir la puerta la pala de Kellemport se estampa contra la cara de un celador al que no habíais visto todavía, con tal ímpetu que lo hace retroceder. El pobre hombre no tenía ni idea de con qué sorpresa se iba a encontrar mientras solicitaba las atenciones de Bettina. Al estampar la pala se escucha el crujir de la nariz y la rotura de dientes. Parece un tipo fuerte, aunque ahora evidentemente está aturdido y sorprendido.

El celador mira furioso a Kellemport con la cara desfigurada por el golpe y chorreando sangre. El dolor más que aturdirlo le ha hecho enfurecer como un perro rabioso, y se lanza con la porra de castigar internos revoltosos contra el detective, atizándole sin piedad.

Por otra parte, veis que por la derecha viene otro celador que parece más alto y más fuerte con porra también y ganas de repartir leña.

Yo ataco al celador al que ha pegado Kellemport con mi bastón especialmente diseñado para estas ocasiones. Le intento pegar en la cabeza con la empuñadura metálica maciza.

Al ser el que está más cerca del celador que viene a la carrera, se lanza a por él con el puño por delante pero obviamente, Von Steiffen no es muy ducho en el combate...

Lanzo un puñetazo con rabia hacia el celador que golpea a Kellemport, debemos noquearle antes de que nos alcance el segundo.

Lo sabía, sabía que iba a haber problemas. Y allí tenían la primera muestra. Celadores. Aunque fueran deformes, trabajaban reduciendo a los internos por la fuerza bruta, y seguramente tenían las de ganar. Evalúo la culata de la escopeta durante un par de segundos, para después lanzarme a intentar acertar con la culata al celador, aunque fuera empuñando en parte el arma por el cañón. 

Al celador le llueven los golpes por todas partes. En su ira desatada e irracional no se da cuenta de que está rodeado de enemigos que le golpean de forma desaforada y sin compasión. Olmer le castiga la cara con su báculo, Steiffen estampa su puño en el costado, mientras que Palance le sacude con la diestra. Collins le da un golpe tan contundente en la nuca con su arma que le parte el cuello, dejando al celador muerto en el acto, mientras su sangre y bilis chorrean por la boca y cara.

Habéis cometido vuestro primer homicidio. Las autoridades americanas no se toman a bien la muerte de gente inocente. Posiblemente este hombre no lo era. ¿Pero podéis demostrarlo?

El hombre de atrás escucha cómo el cuello del compañero se parte y su cuerpo se desploma. Se echa para atrás, retrocediendo prudentemente por el pasillo sin perderos de vista, sabe que no puede con todos, pero no huye. Tiene la porra en la mano, dispuesto a asestar el primer golpe al primero que se le acerque.

—¡Standish, Bristol, doctor! ¡AYUDA! ¡AYUDA!

¡Dios Santo qué hemos hecho! -dice mirando el cuerpo -¡LE HEMOS MATADO! -no reparó en el otro celador ni sabía si había huído o se había quedado.

Cansado ya de tanta tontería desenfundo mi fiel revólver, "Quitamiedos" y apunto al hombre.

- Cállese y de rodillas. AHORA. - necesito que todos nos calmemos y que tratemos de controlar la situación antes de que se nos vaya más de las manos... Y aún tengo en mente los rugidos de la criatura tras la puerta blindada... fuera lo que fuese espero que no les de tiempo a soltarlo.

- El resto... - digo observando de reojo a mis compañeros... - a mantener la calma. Esto se nos escapa de las manos. -

Visto el revólver, el hombre no tiene más remedio que hacer lo que le pide Kellemport, la vida le va en ello. Se pone de rodillas lentamente, pero mantiene la porra en la mano, mientras levanta los brazos.

—No m´agan daiño, yo no hecho ná. ¿Qué quieren? Agarren lo quen sea y ványanse.

Al oír crujir su cuello, me invade una sensación de justicia. Al menos alguien ha pagado por sus actos.

Vuelvo la escopeta con el ceño fruncido, apuntando al celador. Habían perdido demasiado tiempo, y habían entrado cuando no deberían. Probablemente, iba a tener que morir más gente, pero ya no se podía evitar. 

Mierda!! Lo hemos matado! Uffff!!!!

Para quitarme los malos pensamientos de la cabeza, decido ponerme a actuar de nuevo. Saco rapidamente la cuerda de la mochila y nervioso me acerco al otro celador por un lateral.

—Túmbese ahora mismo boca bajo, deje la porra y junte las manos a la espalda muuuy despacio si quiere vivir.

Intento parecer fuerte aunque ahora mismo soy un flan.

El hombre obedece mientras murmura algo ininteligible entre dientes, algo como: Arwassa, Arwassa, min yath m´lath N´har. Sus ojos muestran cólera e impotencia.

No dejo de apuntar al hombre mientras Olmer le ata. Siento que tenemos prisa y debo controlar mi ansia.

- Cuando acabe, - digo mirando a Olmer - amordacémosle y lo dejaremos en la cocina con la otra… - indico con la cabeza hacia donde está la gorda inconsciente. – Deberíamos darnos prisa y tratar de reducir a todos los celadores para averiguar qué está ocurriendo aquí. –

Algo me dice que cosas muy raras pasan en este centro… y pienso averiguar de qué se trata. No dejo de vigilar al celador que está siendo atado, pero mis ojos revisan los pasillos y puertas cercanas… temo una sorpresa de un momento a otro.