Partida Rol por web

Palance no tiene tiempo para escucharte, marcha decidido hacia la habitación y sucede... Sucede lo que te deja atónito. Hay que actuar deprisa o todo el personal del manicomio se os va a echar encima.

No puede ser... ahora no... pufff... Me lanzo corriendo a intentar placar a esa mujer. Dada su corpulencia no creo que le haga demasiado daño... o eso espero. En cualquier caso puede que se lo mereciera...

Bueno Kellemport, deja de darle vueltas y céntrate. Intento interceptarla y me tiro a por ella.

En el momento en el que vas a hacer eso, Palance sale disparado tras ella. Ese placaje sería imposible dado que te entorpece.

Estás corriendo ahora mismo en esa dirección. El sonido de tus pasos atrona en el pasillo.

Maldita sea de nuevo... pero no importa... tengo que ayudar a Palance a detener a esa mujer.

Sigo corriendo con la pala en las manos pero estoy atento por si alguien abre alguna de las otras puertas... de ser así se llevarán un palazo en toda la cabeza...

De pronto veis a Kellemport corriendo como un poseso por el pasillo, pasando por la salida de la recepción, lleva una pala en ristre, dispuesto a quitar las tonterías a cualquiera que se le atraviese. Lamentablemente Palance está en medio persiguiendo a la señora desnuda.

Viendo que Palance y Kellemport van a por una (creo que) celadora, y entendiendo que unos gritos más o menos en este antro no parece que vayan a alterar a nadie, decido ir a la sala de donde ha salido ya que imagino que si hay otros celadores, incluso la víctima deben estar en ella.

Rápido pero tratando de no hacer ruido y con el revolver en la mano paso por delante de la puerta de la sala por el lado alejado del pasillo, fijándome en su interior y sobretodo en las personas que pueda haber dentro.

Una vez al otro lado de la puerta, me pego con la espalda a la pared de la puerta para estar en posición de actuar.

Mientras se desarrolla todo el lío, Olmer por su parte entra en lo que también él reconoce como dormitorio de los celadores. Ahí no hay nadie, salvo caos, desorden y un malsano olor a sexo y sudor rancio. Hay una novela barata tirada por los suelos, que tiene bastante humedad entre sus páginas. Los colchones están descolocados y las sábanas y mantas desperdigadas.

Cuando diviso a Kellemport con la pala veo la salvación.

- Kellemport redúzcala, ¡con la pala!

Le digo haciendo señas, intento darla otro culatazo en la cabeza, sin demasiado cuidado, ya he visto que es un bicho duro de pelar.

Al ver todo aquello, no se muy bien como actuar. Lo que iba a ser una expedición silenciosa ha acabado con todos ellos delatándose allí dentro.

"Maldita sea, lo dije... Dije que no debíamos entrar..."

Pero ya es tarde. Saco la escopeta de mi mochila y me aseguro de que esté cargada antes de avanzar, cubriendo a mis compañeros por si las cosas se pusieran feas. 

Tras no haber visto a nadie en la sala, salgo corriendo hacia Palance, Kelemport y la Señorita.

Cuando estoy lo sufientemente cerca para que la mujer me vea y me oiga, alzo mi revolver con el que le apunto y comento con voz dura, aunque sin elevarla excesivamente.

—Quieta! o no lo cuenta!

Aunque pueda tenerla a tiro, mi objetivo sólo es distraerla para que Kellemport pueda hacer su trabajo.

Aprovechando el grito de Olmer, intento alcanzar a la mujer y mis brazos comienzan un frenético movimiento para atizarla con la pala. No pretendo matarla, sólo dejarla inconsciente, pero con cómo se mueve, mi intento de golpearla falla estrepitosamente. Realmente es un espectáculo cómico ver a esa mujer corriendo como si estuviera intentando escapar del matadero...

Y allá va. Corriendo como una locomotora la mujer escapa de los palazos de Kellemport, el culatazo de Palance y hace caso omiso de la advertencia de Olmer. Tras derrapar como un furgón a punto de volcar abre una puerta, que es la de la cocina, y se introduce en ella, lanzándose hacia la bancada con el fin de encontrar algo con lo que defenderse. Frente a ella el rodillo de amasar, aunque habría preferido la cuchilla de carnicero para haceros frente.

Pronto tendremos una muestra de la más caballerosa, fina y gallarda esgrima: pala contra rodillo.

- ¿PERO QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO? ¿QUÉ HACE CON ESA PALA? ¿ SE HAN VUELTO LOCOS?

Marlowe permanece junto a Steiffen anonadado por el circo que se ha montado en un momento. Tiene el revólver a mano, esperando que de un momento a otro empiecen a aparecer celadores armados por el otro extremo del pasillo.

Avisto a la mujer justo cuando echaba mano del rodillo. No puede ser. Todo me parece demasiado increíble... debo acabar con esta tontería ya. Es una mujer en una pésima forma. No puede esquivar todos nuestros ataques eternamente. Alzo la pala y trato de golpearla mientras coge el rodillo... pero es inútil... vuelvo a fallar y aprieto los dientes para contener una maldición.

Y la mujer se aparta de la trayectoria de la pala de Kellemport, al tiempo que intenta atizarle con el rodillo en las costillas, estando en un ángulo tan malo que no consigue acertarle.

—¡SOCORRO, SOCORRO! —grita como una posesa mientras lucha contra sus agresores.

Los gritos parecen algo común en este sitio, pero un disparo si que alertaría a personas non gratas. No puedo disparar!!

Miro asombrado como la mujer se defiende de los dos tíos más grandes del grupo, esperando que por fin uno de los dos se abalance directamente sobre ella para por lo menos tirarla al suelo y agarrarla.

Si ellos no consiguen reducirla, mi opción es salir corriendo hacia ella para agarrarla y tirarla, seguro que no se lo espera de mi.

Decido acabar con la loca como sea y me lanzo a por ella como si de un animal salvaje se tratara, por suerte tengo experiencia en la detención de grandes mamíferos para su posterior marcaje, medición y estudio.