Partida Rol por web

La idea de Ismael no fue nada mala, a pesar de que el teléfono no tuviera cobertura, podía seguir siendo de utilidad, y gracias a la aplicación de linterna logró iluminar la estancia de nuevo. El foco de luz tan blanco y brillante proyectaba sombras por todas las paredes y hacía que la puerta de la lámpara se iluminase ligeramente más que el resto. ¿Sería casualidad o es que la pintura de aquel dibujo también absorbía la luz? Fuera como fuera parecía que empezaban todos a emparanoiarse un poco con toda aquella situación.

La puerta de la lámpara no era lo único que brillaba, la piel de Lucas, ahora de un tono metalizado también despedía reflejos causados por la linterna, no hacía más que reflejar la luz y algunos se sentían deslumbrados por él, igual que te sientes cuando te hacen varias fotos repetidas con flash.

Lucas mandó a todos repetir la acción de Ismael y él para dar ejemplo hizo lo mismo. Ahora que todo parecía estar más iluminado, parecía que iba siendo hora de tomar una decisión.

Y tras el grito del pequeño, un montón de lucecitas brillantes aparecieron alrededor de cada uno de los presentes. Ya no era necesario la iluminación de los teléfonos móviles. Aquella creación se había vuelto a manifestar tras el grito de Luis, dejando claro que él era el que era capaz de realizar aquello. Pero lo que resultó extraño, no fue la cara de la hermana, que dejaba claro que no tenía ni idea de que su hermano fuera capaz de hacer eso, sino que las luces habían empezado a brillar con gran intensidad y a multiplicarse por todas partes, hasta tal punto que la estancia quedaba casi tan iluminada como si el sol estuviera incidiendo de nuevo.

La hermana, entre asustada e ilusionada porque ya había vuelto a ver, señaló la puerta de la lámpara que parecía hacer cosas raras. Parecía que con tanta intesidad se estuviera quemando. ¿Tanto exceso de luz estaría debilitando el contenido de aquella habitación? ¿Ahora la oscuridad que absorbía aquel sitio sería capaz de absorber toda la iluminación que entre todos habían materializado?

Fuera como fuese, era hora de tomar decisiones. Si querían salir de allí, tendrían que abrir alguna de las tres puertas.

¡Lo sabía! Gritó la madre de Arlet mientras extendía las manos para que se las cogieras. ¡Lo sabía! ¡Y sé el mundo que has visto! ¡Ese mundo devastado es por tu culpa, cariño! ¡Eres una especie desgraciada de este planeta! Lo sabía desde el día en que naciste. Hay muy pocos tan desgraciados como tú, y creo que ya los has conocido a todos. Llegaron junto a ti a este polideportivo, y han venido con la misma misión que tú. ¡Debes rechazar ese defecto! ¡Puedes hacerlo!

Eso que ves, eso que puedes apreciar en el mundo al que viajas, es ni más ni menos que nuestro futuro. ¿A caso crees que merecemos eso? Deshazte de tus poderes, libérate de ellos y entonces podrás salir de aquí. Así lograrás evitar la condena del mundo.

Si no lo haces, tarde o temprano tus poderes terminarán dañando a alguien, o alguien los descubrirá y entonces será cuando comience la catástrofe. ¡Quítatelos! ¡Sólo dímelo y yo haré que te los quiten! ¡Por favor, cariño, salva a la humanidad!

Lucas vio como todos encendian la luz de su movil a excepción de la chica asiatica, que parecia mirarlo con desprecio. "¿Que le habré hecho?" Se preguntó el policia. Tal vez fuese una pandillera o una ladrona o algo así. Daba igual. Estaban juntos en eso aunque no le gustase a la chica y se tendria que acostumbrar. El chrito del niño seguido de la reaparición de las luces sorprendió a Lucas. Estaba claro que era él quien hacia que apareciera la luz. ¿Pero como? Ya lo descubririan. Las luces empezaron a brillar muy fuerte. Tanto que la puerta junto a lucas (la que se tragó la luz instantes antes) Parecia estar quemandose. 

- Chico, - Lucas no recordaba su nombre. - pide algo menos de luz, o nos vas a dejar ciegos a todos. - Decia con los ojos entornados. 

Tenian que moverse. ¿Pero por donde? La puerta "oscura" estaba descartada, no podian avanzar a oscuras. Solo quedaban la puerta del interrogante y la del dibujo siniestro. Le daba peor sensación la del dibujo, y además al abrir la del interrogante no habia ocurrido nada extraño. Tal vez fuese mejor ir por allí. 

- Tenemos que movernos. Vayamos por la puerta del interrogante. Me parece que es la menos amenazadora. Yo y... - forcé la mente un instante recordando el nombre del tipo corpulento. - Marcial iremos delante. Si nos atacan seremos capaces de detenerlos. O por lo menos de bloquearlos. Vosotros dos cuidad de la retaguardia. y de los crios. - Dije señalando a la asiatica y a Ismael. - Deberias convertirte en algo duro como la pared. Mejor andar preparado. 

Lucas esperó un poco a ver si alguien tenia algo que decir o discutir. En cuanto bajase la intensidad de la luz del chico, el policia se acercaria a la puerta, pistola en mano, para empezar a avanzar.

Ketsu Sen se fijó en el dibujo de la puerta y giró la cabeza para seguir el ascenso de la pintura, que iba en contra de la gravedad. ¿Sería eso? ¿Esa sala cambiaría la gravedad? Meditando, desvió su atención hacia el crío. Ketsu Sen no se había equivocado, el chaval tenía ciertos poderes. Lo que no comprendía era en qué se basaban. Unos barrotes, luces, una sierra... No parecía tener ningún tipo de relación entre ellos. ¿Tendría límites? De no ser así, sería un poder muy peligroso, así que decidió que no le perdería de vista.

Obviamente, no estaba de acuerdo en que Lucas y Marcial fueran delante. Sus sentidos seguramente estarían más desarrollados, y odiaba el machismo con el que el hombre de metal la había relegado a un segundo plano. ¿Se creía mejor que ella por ser hombre? La voz de su maestra resonó en su cerebro, reviviendo un momento de su vida. Le hubiese gustado acercarse hasta el policia y estrangularle, pero sabía que todo tenía su momento; así que, se contuvo, esperando la reacción de los demás.

Ismael se acercó al niño y, poniendo una de sus manos en el hombro del chaval, le dijo.

-Bien hecho...y gracias.

Felicitó al muchacho porque sabía que no debia ser fácil mostrar de forma tan evidente el poder que poseía. Pero además, la respuesta que había recibido del tipo, ahora con la piel plateada por su mutación, no era ni mucho menos agradable. Y a eso, Ismael comenzaba a estar algo cansado.

Pero eso no era lo importante ahora. Lo esencial para todos era salir de allí.

Llegó el momento de volver a probar suerte con aquel maldito poder. La última vez que lo intentó, en la entrada del pavellón, la cosa había salido como el culo.

"Ismael, tranquilo, solo es un maldito poder... Tienes que ser duro como el cemento, duro, duro..." se auto-convencía mientras tocaba una de las paredes de aquel vestíbulo.

Arlet se quedó fría, completamente descolocada y desorientada, jamás hubiese esperado esa reacción, mucho menos que esas palabras la acompañaran. ¿Desgracia para el planeta?  Esas palabras prácticamente difuminaron todas las demás que no llegaron a ser procesadas por su cerebro hasta mucho después de ser oídas, aunque apenas escuchadas.

Le basto con aquellas cuatro palabras para que su corazón se comprimiera con brusquedad, creándole un dolor parecido a una puñalada, y en ese momento solo pudo pensar que ahora entendía la expresión “romperle el corazón a alguien” pues era exactamente el sentimiento que te invadía cuando alguien a quien le confiarías tu vida te asegura que eres lo peor que le ha podido pasar al mundo.

Un defecto. Debía ser purgada. Achantó los ojos sin darse cuenta analizando aquello, analizando todos los puntos que parecían estar gritándole que todo aquello no podía ser real: su madre jamás le hubiese hablado con tanta crueldad, jamás le hubiese pedido que renunciase a nada, que se negase a sí misma, siempre la había animado a abrazar los defectos, a aceptarse, a convertirlo en virtudes. La había educado para que tuviese una confianza de hierro, para que fuese determinante, fuerte, incluso a veces parecía que le pidiese ser egoísta, que procurara por su bien frente al de nadie.

Pero en toda aquella historia había algo que no terminaba de encajar, si realmente lo que decía esa mujer era cierto, ¿cómo ella, su madre, podía saberlo? ¿Cómo conocía ese mundo? ¿Cómo sabía que algo pasaría en un futuro? ¿Cómo? Se preguntó aunque en una segunda línea de pensamientos ya estaba gritando la respuesta ¿y si ella tenía también poderes? ¿Clarividencia? ¿Viajar en el tiempo?; de pronto todo aquello empezó a aflorar en su realidad y cayó en la cuenta de lo que se estaba planteando: poderes como los de los superhéroes y los supervillanos. Ridículo.

- ¿cómo? – Preguntó con la misma curiosidad del paciente que le sugieren ser intervenido - ¿cómo lo harías? 

Tras el grito de Luis, pequeñas luces empezaron a aparecer a alrededor, multiplicándose y brillando cada vez más, lo que hizo que se relajase un poco. Seguramente ahora Elena estaría más tranquila -Ahora podr...- empezó a pensar, pero justo en ese momento escuchó la voz de Lucas, diciéndole que no pidiese tanta luz, lo que hizo que interrumpiese cualquier otro pensamiento -Yo no...- pensó

¡Yo no he hecho nada!- gritó con un tono en el que se mezclaban el miedo y la desesperación, aferrándose a su hermana mientras le dirigía una mirada de odio a Lucas -¡Yo no he sido!- repitió, temeroso y desesperado, revolviéndose cuando Ismael le toco y le dio las gracias, dirigiéndole la misma mirada que antes le había dedicado a Lucas, tras lo cual ocultó su rostro en el cuerpo de su hermana y empezó a sollozar.

No quiero...- pensaba sin saber que hacer.

No he hecho nada- repitió entre sollozos.

Marcial miró al muchacho con gesto de preocupación. Era evidente que Luis era la fuente de las luces y las apariciones súbitas de objetos que eran invocados por sus deseos de manera espontanea, pero sin embargo, al parecer el chico no era consciente de ello. Al parecer por sus lloros era algo que le afectaba profundamente.

   - No te preocupes muchacho.- Le dijo a Luis intentando consolarlo.- No has hecho nada malo.-

Volviéndose hacia Lucas no supo exactamente que pensar de su plan. Por un lado era evidente que tenían que avanzar, pero por otro no le hacía ninguna gracia abandonar a los muchachos ni adentrarse en aquella profunda oscuridad que parecía reinar al otro lado del umbral de la puerta donde estaría privado de los sentidos que le permitían guiarse.

   - Me temo que a ciegas no cumpliría una buena función delante, y ademas debería ir con Luis y Elena.- Respondió al policía.- Son los objetivos mas indefensos del grupo y no podemos dejarlos a merced de esas psicópatas, así que deberían ir en medio del grupo.-

Finalmente el grupo decidió tomar una decisión, y aunque parecían discutir sobre quién iría o no el primero, al final todos tomaron la misma dirección y eligieron la puerta de la interrogación invertida. Al abrir la puerta todo parecía oscuro, no se veía nada tras ella, daba la sensación de ser parecida a la otra, salvo que esta vez no se llevó la luz que Luis había convocado.

Aún así, y a pesar de estar a oscuras, todos decidieron avanzar por ella, para descubrir lo que había más allá.

En cuanto cruzaron el umbral, un sensor de luz iluminó lo que contenía aquella sala. Si se lo contaban a alguien, nadie les creería.

Ismael se miró a si mismo al entrar en la habitación, el lugar estaba vacío, no había una sola puerta y todo parecía oscuro a pesar de estar iluminado por una tenue luz. Pero frente a él había un gran espejo, en él vio su reflejo, pero algo cambiado. ¿Quizá nunca antes se había visto como aquel día? ¿Aquel espejo le estaría devolviendo un reflejo cruel y real? Frente a él estaba él mismo, pero vestido con ropas rotas y malolientes, unos guantes que solo le abrigaban las manos porque estaban rotos en la parte de los dedos. Su olor corporal era muy desagradable, como si llevara meses sin darse una buena ducha. Y a su alrededor estaba todo lleno de cartones y cajas vacías, restos de comida mugrienta. Ismael ahora era un despojo de la sociedad, algo en lo que siempre había temido convertirse.

En cuanto Ketsu Sen abrió la puerta pudo ver a un hombre asiático armado con dos dagas en sus manos. Se colocó en posición de ataque, con las piernas ligeramente flexionadas y preparado para el combate. ¿Crees que podrás derrotar a un hombre, estúpida? Dijo el asiático. Pues me temo que estás muy equivocada. ¡Lucha contra mi y lo comprobarás! ¡Verás como mueres en el intento! Los hombres somos un sexo superior, y no hay ninguna mujer que esté por encima de nosotros. ¡Y ahora pagarás caro tu osadía!

¡Soy Hiroshi Ikura, Ketsu Sen, prepárate a morir!

Y allí estaba un hombre armado, reflejo de una sociedad machista, que temías que algún día se hiciera con el control absoluto de toda la sociedad y relegase a la mujer a un papel mucho más secundario del que ya tenía hoy en día.

En cuanto Lucas abrió la puerta pudo ver a Paco y Mariano que estaban allí sentados tomándose un café tranquilamente. Estaban acompañándolo de un par de donuts glaseados. Estaban charlando amistosamente ajenos a todo lo que estaba sucediendo en aquel lugar, pero en cuanto vieron aparecer tras la puerta al policía. Ambos se pusieron en pie y desenfundaron sus pistolas. ¡Lucas! ¡Joder! ¿Eres uno de ellos? ¡Eres un mutante!

¡Aaaaaagh! Gritó Mariano al tiempo que escupía al suelo. No me puedo creer que te hayas unido a ellos. ¡Que asco Lucas! ¿Qué es ese metal que tienes en tu piel? En serio, es repugnante. ¡Si continúas con eso tendrás que abandonar el cuerpo de policía! No pueden saber que uno de ellos está entre los nuestros.

¡Joder Lucas! ¿Por qué no has tenido que hacer esto? ¡Lárgate! ¡No nos obligues a dispararte!

Aquellos eran sus amigos, y le estaban rechazando por su poder, por no ser ya uno de ellos. No podías creerse, que uno de sus mayores temores fuera a ser cumplido tan fácil. Había cometido un error al haber activado su poder. Si tan solo hubiera cruzado la puerta con su piel normal, nada de eso hubiera sucedido.

Al cruzar el umbral de aquella puerta tan oscura, Luis tropezó con algo, o más bien con alguien. No pudo ver lo que había en aquel cuarto pequeño y agobiante porque todo continuaba estando oscuro, pero la luz que había creado antes iluminó el rostro del cuerpo que había pisado.

Bajo él estaba su hermana, desangrándose y prácticamente muerta. ¿Cómo era posible que hubiera pasado a estar en ese estado cuando hace un momento estaba a su lado? Aquel lugar estaba maldito, pero no esperaba que quien fuera a sufrir todos aquellos males fuera su hermana, ella no tenía ningún poder, ni ninguna habilidad que ocultar, simplemente estaba allí de paso. ¿Por qué tenían que habérsela arrebatado? ¿Por qué aquellas desgraciadas japonesas habían decidido llevarse también consigo a la chica si no tenía ningún poder que las interesara?

Fuera como fuese, uno de sus mayores temores se había materializado ante sus propias narices, Elena Guiérrez, estaba muerta.

En cuanto Marcial dio el primer paso y atravesó la puerta se encontró con una sala vacía. Pero frente a él había un espejo que le devolvía el reflejo de un hombre al que creía no reconocer. Pero aquella ropa, aquella pose indicaba que Marcial iba disfrazado como si fuera un matón a sueldo. Y entonces, un torrente de emociones y de sentimientos llegó a su cabeza. Aquello a lo que más odiaba y lo que a día de hoy más repulsión le creaba, apareció en su propia mente. Resultaba que Marcial había sido precisamente eso.

Todos esos recuerdos que hacía un tiempo se había empeñado en recuperar y que más tarde había decidido ignorar, llegaron todos de golpe. Un flash tras otro, un recuerdo y una sensación nueva a cada paso. Tras varios minutos aquel reflejo le había mostrado quién era en realidad, y ahora tendría que enfrentarse a ello si quería sobrevivir. Pero, ¿qué haría ahora? Continuaría viviendo su pasado, o tendría que seguir con su presente afrontando todas las maldades que había hecho entonces.

Dame tus manos. Dijo con una sonrisa ante la decisión de la muchacha para abandonar sus poderes. Yo puedo quitártelos, tengo ese don. Como tu madre que soy puedo protegerte de aquello que no quieres en tu vida. Dame tus manos y deséalo con todas tus fuerzas. Dijo hablando de forma pausada y tranquila. Repite conmigo, quiero librarme de esto, quiero que me quiten esta habilidad, no quiero volver a hacer daño a nadie más, no quiero tener esta maldición. Repite conmigo estas palabras mientras me das las manos, y a pesar de que sentirás un fuerte dolor, pronto dejarás de sufrir ante semejante desgracia. Venga. Dijo tendiéndole las manos para que le hiciese caso.

Ketsu Sen no pudo evitar dejar que una sonrisa asomara a sus labios. Una sonrisa extraña, macabra y desagradable. Al mismo tiempo, dejó que las dagas giraran en sus manos, dispuesta para el combate.

No eres el primer hombre que me dice eso, ni tampoco serás el último al que mate dijo al japonés que estaba ante ella.

Pero esta vez, no tomó su típica actitud de combate. Eese hombre había desafiado a todo el género femenino, y no había nada mejor que intentar detenerle de un sólo golpe... O de una sola voz. Cruzó los brazos por delante de su cara, sin perder visibilidad y respiró hondo. Cuando los apartó, un grito tremendamente poderoso salió de su boca.

-Qué cojon*s!-gritó Ismael al escuchar el grito de la muchacha japonesa, mientras esta se ponía en una especie de posición de combate de artes marciales.

Las palabras que habían salido de aquella misteriosa mujer, no habían llamado la atención de Ismael. Se había quedado absorto mirando el reflejo de aquel espejo. Como por acto reflejo, se miró las manos para comprobar que lo que se reflejaba en él, no podía ser real...puede que fruto de su imaginación.

-Veis lo mismo que yo?...en el espejo...

Señaló en la dirección donde aparecía su imagen en un estado que le producía cierta inquietud. Qué demonios era eso? Un maldito reflejo del puto futuro que le esperaba o una endemoniada broma de mal gusto? Si algo temía Ismael, era precisamente acabar como el hombre que tenía delante, en el reflejo del espejo: un despojo humano que nunca podría recuperar a sus hijos. Y eso le hizo nacer en la boca del estómago un sentimiento que solo podía calificarse como rabia.

-Me cago en el cabrón que está montando todo esto! Cuando te pille, te voy a dar una paliza que perderás las ganas de volver a montar bromas como esta!

Al ver a sus amigos, Lucas bajó el arma, pero no la enfundó. Habian llegado los refuerzos y se alegró de verlos solo a ellos dos. Y al parecer tampoco habia ningun peligro ya que estaban tomando un café y donuts tranquilamente. Hizo ademán de acercarse a ellos y saludarlos cuando se pusieron de pié y se pusieron a gritarle. 

- ¿Pero que decís, tios? Ya sabiaias que soy así. Sois los unicos que lo sabeis. ¿Que os ocurre? Necesitamos ayuda. 

Para Lucas era impensable que sus amigos Que eran como su familia, lo rechazasen de esa manera. No podia estar pasando aquello. Eran inseparables los tres, no podia ser... A Lucas empezaba a temblarle la mano del arma pero no apretó fuertemente su pistola para calmarse.

Cuando de pronto la chica japonesa, la que lo miraba tan mal, dió un grito terrible que hizo que me llevase las manos a las orejas para tratar de protegerme.