Partida Rol por web

La escena en la posada es de pesadilla. Los parroquianos muertos, y esas bestias del infierno mirándonos directamente.

-¡Que no le hagan daño!- digo a cinco de mis hombres, para que protejan a Karlos- ¡le necesitamos vivo!

Cuando las mandrágoras atacan me lanzo a por la que ha hablado al grito de:

-¡Volved al infierno del que habéis venido!

Por desgracia debido a la prisa del ataque mi espada no impacta en la criatura.

 No había tiempo para comenzar a debatir con esos demonios... ¿qué había que hacer en esos momentos? Sin duda acabar con ellos con la fe, pero también con las espadas, tal como haríamos. Tras desembainar la vieja espada que tenía, puse mis ojos en la mala bestia que había gritado al ver esa especie de auto de fe en el piso superior.

¡Ponte en guardia, rufián asqueroso! En este lugar no hay cabida para Satán ¡Ahora verás!

Acto seguido embestí con fuerza contra el ser superior de entre ellos. Sin embargo parecía no haber ido muy bien tal sacudida.

Señores presentes, ¡acabemos con esta blasfemia! -grité intentando protegerme.

Tirada: 1d100
Motivo: Ataque espada corta
Dificultad: 60-
Resultado: 100 (Fracaso)

 Julián ataca en primer lugar, con prisas, alentando a sus hombres contra el enemigo, más toda su ansia guerrera se ve frustrada al resbalar con la sangre del difunto Ramiro, errando su ataque por escasos centímetros.

Tras el va Karlos, encendido por un sentimiento antimagia, mas lo de el no es el combate y al sacar la espada de su vaina le resbala y se le cae al suelo, resbalando hasta quedar justo entre las mandrágoras, con resignación, Karlos se refugia detrás de su escolta, para tomar una decisión calmada de lo que le toca hacer a continuación.

Tras estas dos erratas, uno de los soldados de Julián se adelanta y consigue herir a la mandrágora jefe, que está enloquecida. Pese a que el soldado le hunde buena parte de la hoja en el torso, esta parece no inmutarse, y carga decidida contra Julián. Tal es la furia con la que carga que empala a Julián con una de sus ramas, sin parecer tener ningún problema o dificultad para atravesar la armadura de este. Acto seguido, lanza el cuerpo inerte del capitán de los caballeros contra la barra del bar, y se para unos segundos para tomar aliento y elegir una nueva victima...acaba clavando los ojos en el cinto de Karlos y enfoca hacia su dirección, como si en esa habitación ahora mismo, solo existiera Karlos.

Al parecer, las mandrágoras entendieron el gesto de su jefa, y cargaron contra el grupo que portegía a Karlos. Pese a que los golpes de las mandrágoras son poderosos, sus movimientos son lentos. Los soldados de Julián, habiendo visto de lo que las mandrágoras son capaces y analizando rápidamente la situación, tomar una formación abierta pero cerrando el paso hasta Karlos, protegiéndolo. Parece dar resultado, pues las mandrágoras no consiguen avanzar, pero los soldados no son rivales para ellas y acaban por estampar a uno de los defensores contra la pared, y dejarlo inconsciente.

En vez de amedrentarse, los caballeros que aun estaban llegando del piso superior se lanzan a la carga contra las mandrágoras al grto de "El señor bendice mi espada", y parece ser que el señor realmente les ayuda, pues consiguen dejar seriamente dañadas a sus rivales que sufren varias amputaciones, empezando a cambiar así las tornas del combate.

Siguiente turno. Te toca Karlos.

 Helena soltó una maldición por lo bajo ¿Qué se suponía que hacía ese inútil? Se lanzaba a por esos diablos, creyendo que con una simple espada iba a acabar con ellos...

¿Y si no era Koldo? La idea volvió a asomar por un recodo de su mente, aunque la apartó con facilidad. Ya había previsto esa situación, y a esas alturas, le era indiferente. Sólo quería matarle. Fuera quien fuese. Un mero efecto placebo, la simple satisfacción de que había podido vengarse de su enemigo, aunque se estuviera engañando a sí misma. Helena necesitaba, más que deseaba, probar la sangre de aquel bastardo

Pero no se le ocurría salir por la puerta de la taberna, claro que no. Su mente reaccionaba a mucha velocidad ¿Como podría capturarle? Si la cosa iba mal, tendría que entrar ella misma en la posada, a por él... Y entonces, ya no sabía que podía llegar a ocurrir

 Bajas por las escaleras con un montón de interrogantes en la cabeza: por qué esta misión tan rara, será este el ayudante de Koldo, o será el propio Koldo disfrazado, que coño son esos ruidos, y que coño son eso árboles andantes. 

Tu instinto guerrero y tu fé en tu orden hacen que tus gestos sean autómatas, todo lo mágico debe morir y ser destruido. Das la orden y tu y tus hombres cargáis contra esos árboles andantes, mas poco tardas en arrepentirte, al ver que una mole de mas de dos metros se abalanza sobre ti y te atraviesa con una de sus ramas, sin darte tiempo ni siquiera a intentar un ataque. Aunque no hubieses resbalado en la sangre de ese rufián, sabes que poco hubieras tenido que hacer. 

Tu herida es grave, no sabes como no has muerto en el acto. Mientras sales despedido por el aire, alcanzas a ver como tus hombres bajan gritando y hieren de muerte a tres de los seres. tus hombres son muchos, y están bien entrenados. Sientes un fuerte golpe en la espalda, has debido de caer en el suelo...te cuesta respirar, pero el dolor ya se ha ido, sientes como te mueres, pero te mueres feliz, sabiendo que tu labor para con el mundo no ha sido inútil, y sabiendo que tus hombres darán buena cuenta de esos seres mágicos. Has hecho del mundo un lugar mejor...y Dios sabrá recompensarte. 

De repente, la luz, una luz blanca, y luego...luego la nada...

Julián es un siervo de Dios, miembro de la fraternita vera lucis ni mas ni menos. La agrupación mas violenta de los humanos, pero que lo hace todo para acabar con los enemigos de Dios y ayudar a mejorar el mundo. O al menos eso dicen. Por supuesto que irá al cielo!

 Quien sabe, tu haz lo que creas que Helena haría. Yo mientras sigo con la pelea adentro. Creo que se podría cerrar la taberna y abrir una carnicería sin problema.

 Lo que puse en el post kilométrico hace un par de post, el de las tiradas de dados. Resumido: Julián y otro de sus soldados muertos tras un brutal ataque de las mandrágoras (los han empalado), 4 soldados defendiendo a Karlos ( pues en un alarde de hombría perdió la espada a lo tonto) y el resto de los soldados, acuchillando (y haciéndoles realmente mucho daño) a las mandrágoras tras la muerte de su capitán.

 Helena valoró la situación, intentando calmarse un poco. Si entraba en ese momento, y el combate acababa mal, le tocaría escapar, perdiendo su oportunidad de atrapar a Koldo. En cambio, si las mandrágoras acababan con los soldados, también acabarían con Koldo. Debía intervenir cuando los dos grupos estuvieran debilitados. Cuando solo quedaran unos pocos, se acercaría a Koldo, y...

No, no podía esperar. Sus manos temblaban. Buscaba la sangre. Olía la sangre

Haciendo gala de un autocontrol insospechado en ella, ya cerca de su límite, aguantó. Vería como se desarrollaba la pelea. La sangre salpicaba el suelo, y los muertos teñían de rojo el lugar. Pero Helena debía resistir. Si la cosa iba mal para las mandrágoras, siempre podría intentar atrapar a Koldo más tarde, acabando con los soldados que quedaran vivos ¿A cuantos se llevarían por delante?

Demasiadas variables. No había nada sobre seguro. Si quería ganar, debía arriesgar. Indecisa, decidió esperar unos segundos. Solo unos segundos. Esperó, al borde de un ataque de frenesí

 Podrías entrar por el piso superior, por una de las habitaciones y probar suerte. Los soldados que protegen a Karlos le dan la espalda ahora mismo (por lo que las mandrágoras te verían de frente), pero eso puede cambiar, o no. Es decisión tuya.

Si decides entrar por el piso superior, pasará un turno de combate mientras te mueves.

 Por poder, tus característicsa físicas te dan de sobra, pero hay mas factores a tener en cuenta. La reacción de los soldados, la de las mandrágoras, si Koldo puede aguantar tus saltos y etc etc...

Para entendernos, tu puedes caerte de un tercer piso con Koldo a hombros sin problema, el caso es si Karlos aguantará el golpe que recibirá (él es un mortal).

 Había tomado una decisión. No iba a esperar más. Ella era la cazadora, y Koldo era su presa. Y no iba a esperar a que su presa estuviera servida en bandeja de plata. Si Koldo no iba ella, ella iría a por Koldo

Ignorando su ley más básica, que la instaba a apartarse de toda esa locura, a sobrevivir, se acercó a la pared más cercana que tuviera una ventana arriba, y comenzó a trepar cual araña, de la forma más rápida que pudiese. Iba a conseguir atrapar a ese malnacido. Iba a conseguirlo, aunque fuera lo último que hiciera

Emitió un siseo serpentino, que cruzó la noche, mientras sentía que su prudencia, su cautela, la abandonaba, dejando paso a la rabia primigenia, al odio puro, a la ira desatada. Y su llamada sonó como una sentencia

 Perfecto entonces, habrá que esperar al siguiente turno de combate, para reflejar el tiempo que tardas en trepar. Con suerte, esta semana liquidamos la partida.

Espero que no te hagan esperar demasiado xD.

Al grito de "El señor bendice mi espada" de los soldados, Karlos miró al fuego de la chimenea, al tiempo que gritaba: "¡¡Ameeeen!!". Acto seguido, instó a los que bajaban con el dedo extendido y apuntándo a las mandrágoras que se lanzaran contra ellas.

¡Hasta la muerte valientes!, vuestro jefe ha sido muerto, ¡Acaba con ella, por Cristo! -mientras gritaba tales arengas para que lucharan con sus armas, Karlos se agachó, dio una voltera en el suelo e intentó llegar hasta la chimenea (realmente no se la posición exacta).

Una vez allí, cogió dos palos ardientes de la misma, y los elevó utilizándolos como arma, mientras ardían, a modo de antorcha. Al menos el fuego purificador del Señor le alejaría de aquellos entes demoníacos, ya que su espada se había perdido entre la multitud.

POST RECTIFICADO (PORQUE NO ME DEJA EDITAR):

Al grito de "El señor bendice mi espada" de los soldados, Karlos miró al fuego de la chimenea, al tiempo que gritaba: "¡¡Ameeeen!!". Acto seguido, instó a los que bajaban con el dedo extendido y apuntándo a las mandrágoras que se lanzaran contra ellas.

¡Hasta la muerte valientes!, vuestro jefe ha sido muerto, ¡Acaba con ella, por Cristo! -mientras gritaba tales arengas para que lucharan con sus armas, Karlos se agachó, miró de reojo y vio el fuego "purificador" del Señor...

Una acurrucado junto al as llamas, cogió dos palos ardientes de la misma, y los elevó utilizándolos como arma, mientras ardían, a modo de antorcha. Al menos el fuego alejaría de aquellos entes demoníacos, ya que su espada se había perdido entre la multitud. Es por eso, que, con los palos en la mano, arrojó uno de los palos detrás de la barra, junto a todas las bebidas (que ardían mejor), y la otra la intentó arrojar bajo una mesa con sillas, para que las quemara y desde allí se extinguiera el fuego hacia toda la taberna. Acto seguido, salió corriendo escaleras arriba.