Partida Rol por web

Darla salió disparada cuando Melissa la salvó del mordisco. Se levantó rápido y empezó a limpiarse la ropa.

¡Oh, por favor, que es de marca! Esta ropa es demasiado delicada para estar rodando por los suelos. ¡Oh! gritó cuando el vampiro se hizo cenizas. Olfateó el aire, pero no olía a quemado.

Qué cosas más raras...

Melissa se quedó de piedra cuando la bola de energía pasó por su lado y acabó con aquel ser maldito. En su interior experimentó una mezcla de alivio y frustración. La primera prueba había acabado y, aunque agradecía que Gabriel hubiera terminado aquello, la chica sintió que le robaba la victoria. Ella había dado la estocada inicial y era quién había sacado a la porrista de las garras del vampiro. Hubiese sido más justo que ella fuera quien diera el golpe de gracia.

-Gracias, no?- murmuró con rudeza ante la frivolidad con la que Darla reaccionó luego de ser salvada. -¿Qué hacen ustedes acá?- su tono era seco. No es que estuviera particularmente molesta con lo ocurrido, pero la suma de cosas la habían saturado.

Eran las ocho y diez de la noche y Cordelia estaba en su cuarto, peinandose y poniéndose una crema capilar para que nutra su cabello antes de salir.

Eso era importante para la de cabello oscuro, no así el encuentro de hoy. Estaba esa chica nueva, llamada Melissa, toda una lata. Además de que había este asesinato de un estudiante. Lo habían encontrado en uno de los casilleros y tenía dos agujeros en el cuello. Cordelia vio como esta Melissa se fijó en el chico sin demasiado temor y su compañero, ese chico de ojos celestes llamado Gabriel, siempre pegado a ella. Era como que daban asco.

Por si eso no fuese poco había tenido que soportar la clase de computación de la profesora Jenny Calendar como si nada. Tuvieron que salir a las dos como cualquier latoso día. Cordelia estaba preparándose ahora porque iba a ir al Bronze con sus amigas populares en media hora. Mientras pensaba en lo molesto que era tener que lidiar con nuevos como si Xander no fuera suficiente, aunque a veces le parecía que tenía un no sé qué pero ella no quería pensar en eso.

Entonces sintió un ruido en su ventana, como si una piedrita fuese arrojada al cristal.

Eran las ocho y diez de la noche de un día lunes. Anya había estado trabajando toda la tarde en la tienda de magia llamada La Caja Mágica que era propiedad de Rupert Giles, el cual de momento se hallaba en Inglaterra. Hoy había venido Willow con un nuevo compañero, Gabriel. Habían ido a la parte del sótano en dónde los libros de magia más poderosos estaban ocultos, prohibidos para la venta al público. 

A la ex demonio el chico le pareció muy sexy, pero era menor de edad. Más teniendo en cuenta que ella tenía 300 años aunque aparentaba unos 22. Ahora la chica estaba atendiendo a una cliente y recibiendo dinero, objeto que Anya valoraba por sobre otros, y pasándola bien. Dinero era equivalente a bien.

Suspiró cuando la clienta se fue. Estaba sola y tenía que atender la tienda hasta las ocho de la noche, sí o sí. O Giles se enojaría y no habría paga y eso era poco dinero. Lo cual era malo. Entonces sintió un leve golpe en la puerta, como si alguien tocara. Era raro porque aun la tienda estaba abierta y había unas campanillas que, cuando el cliente abría la puerta, sonaban.

 - Willow quiso que viniéramos, persona si nos hemos entrometido... - Respondí con una sonrisa amable. - ... Pero si te has quedado con ganas de acción, tal vez te interese una cosa: En el hospital hay un demonio invisible que está cazando a loa niños enfermos y que solo ellos pueden ver. Yo he intentado luchar contra él, pero... No puedo verlo...

Habían pasado diez minutos desde que la tienda debía haber cerrado, pero una clienta se había retrasado y no podía echarla, o no quería, una clienta era dinero. Cuando se fue conté el dinero con una sonrisa dibujada en mi cara, no había nada que me gustara más que el olor del dinero y su tacto.

Willow se encontraba abajo, con un chico demasiado sexy, una pena que sea tan joven..., mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando alguien llamó a la puerta

¿Por qué no entra directamente? La tienda estaba aún abierta, podía ir y decirle que estabamos cerrando, pero si lo hacía podría perder a un posible comprador, y eso significaría que no dejaría aquí su valioso dinero, asi que desde el mostrador miro a la puerta

- ¡Esta abierto!

Mientras están discutiendo sobre quién hace qué aquí se escucha un aullido lejano. Eso sería normal de no ser porque en Sunnydale no hay lobos.

Al mirar hacia arriba ven que el cielo está bastante despejado y hay una hermosa luna llena.

Willow se queda tensa y luego dice:

-Ese no es Oz... chicos yo creo que No es buena idea seguir conversando aquí en lo abierto.

¿Vamos a tu casa, Vigilante?

 Hombres lobo, lo que faltaba...

 - Estoy de acuerdo con mi pelirroja amiga, es mejor ir a un punto de reunión seguro y ponernos al día allí...

¡Basta! Se dijo a sí misma con dureza para dejar de pensar en los acontecimientos recientes. Decidió que en cuanto se quitara la mascarilla se arreglaría y se dispondría a pasárselo bien para intentar arreglar el día.

Estaba contando los minutos que faltaban para quitarse la mascarilla cuando oyó un golpecito en el cristal. No puede ser, esto no está pasando...- se dijo temiéndose que las desdichas no habían acabado aún. Se puso una toalla en el pelo y se asomó a la ventana con cuidado.

¿Quién es y por qué quieres acabar con tu vida molestándome?

Melissa negó con la cabeza a las palabras de Gabriel. Entendía que estaba actuando como una tonta al sentir que le habían robado una victoria. No estaban en aquel lugar para competir, tenían que aprender a sobrevivir en aquel submundo de Sunnydale y lo mejor que podía pasarles, era aprender a trabajar en equipo.

-Lo siento Gabriel, me... esta situación me tiene un tanto superada, no quise ser ruda. Gracias por ayudar- sonrió pero su sonrisa se congeló al escuchar el aullido.

-Sí, vámonos de aquí. Un vampiro como primer plato estuvo bien, pero creo que aún no estoy lista para tomar un hombre lobo de postre. Señor Fullen?

¡Vamos chicos! Dice mirando a todos con cara de sorpresa, pues no esperaba que tanta gente supiese de todo aquello. Además todos parecían hablar de aquello como si fuese lo más normal del mundo y él, que era el vigilante debía ser el que más conocimientos supiese. Pero es que aquellos chavales le daban mil vueltas en valor y conocimientos. ¿Los hombres lobo también existirían?

Lo mejor es que vayamos a La Biblioteca, por suerte tengo llaves del colegio y podemos ir allí para investigar más sobre la presencia de lobos en SunnyDale. Esto me sorprende en sobre manera. Mi casa ahora mismo no está en un estado muy recomendable para recibir visitas...

Anya dijo esto y la puerta se abrió. Las campanillas sonaron mientras ésta se abría. Entonces entró un muchacho de unos 23, alto, guapo.

-Hola.

Dijo y se acercó al mostrador. 

-Debes venir conmigo, no es seguro aquí. Cierra y sígueme, me llamo Ángel.

Dijo.

-Sé quién eres, Anyanka.

Anyanka era el nombre de demonio de Anya por lo que este hombre no era un tipo normal y corriente ya que esa información solo la tenían seres sobrenaturales o sus contactos.

Cordelia se molestó conque la anduvieran interrumpiendo, sobre todo antes de salir. Se asomó a la ventana con una toalla alrededor de su cabeza, protegiendo su cabello.

- Shhhh!!¡Cordy!

Dijo una voz conocida y nada agradable para la chica... era el patético de Xander. Iba a decirle un par de cosas cuando vio una sombra pasando a su lado a una velocidad increíble. Entonces notó otra cosa: el chico estaba lastimado. Estaba sangrando de un aparente corte en la cabeza.

-Tú no me quieres, yo no te soporto, pero si no me dejas entrar voy a morir. Ábreme la puerta, Cordelia...

La sombra volvió a pasar y golpeó a Harris en el estómago y Cordelia lo vio rebotando contra la pared de su casa. Estaba cerca de la puerta frontal así que podría abrirle rápido si corría por las escaleras. O dejarlo allí esperando que sea una broma. Pero la sangre se veía real...

Cuando aquel cuerpo escultural entró en la tienda se me olvidó por un segundo el dinero, pero solo por un segundo, su sembrante era serio, cosa que me intrigaba.

Su voz grave me había llamado por un nombre que hacía mucho que no me llamaban, cosa que me hacía desconfiar un poco

- ¿Por qué debería hacerlo? Aqui estamos solos, di lo que tengas que decir

Seguía detrás del mostrador, mis manos dejaron el dinero en la caja registradora y buscaba cualquier arma cercana, no sabía las intenciones que tenía aquella criatura, y si era alguien sobrenatural...estaría en problemas, pues me ganaría en fuerza seguramente

No se lo pensó, se sujetó la toalla y fue corriendo a la puerta, la abrió y le dejó entrar, aunque en cuanto le vio le miró con repugnancia.- Espero que esto no sea una de tus estúpidas bromas, de esas sin gracia que tanto haces.- la subió un escalofrío por la espalda y cerró la puerta en cuanto entró Xander.- No quiero que empapes el suelo con tu sangre así que sígueme.- dijo señalando el baño.- Aunque créeme no me interesa tu vida en absoluto me gustaría saber qué te ha pasado y por qué has elegido mi casa para refugiarte. Por cierto, he quedado en 25 minutos con unas amigas, y por supuesto tú no vas a estar conmigo para entonces.- dijo indignada sólo de pensarlo.

Corrieron hasta salir del Cementerio de Sunnydale y luego llegaron a la parte concurrida del pueblo. De allí a unas calles estaba la Caja Mágica y luego la escuela. La misma se encontraba a oscuras pero Andrew tenía las llaves para abrir y siempre además se encontraba un portero por cualquier emergencia. 

El Vigilante abrió la puerta y todos entraron. Recorrieron los largos pasillos hasta la Biblioteca. El sitio estaba tan tranquilo como de costumbre ya que ni en los días de clase había concurrencia de alumnos, ni en el período de clases propiamente dicho así que ni hablar de hoy, lunes ocho y media de la noche.

-La Biblioteca sigue igual que siempre.

Dijo Willow.

-Bueno, creo que estamos a salvo. Muy buenos primeros movimientos Cazadora. Oh bien, yo creo que estoy de más. Vosotros sois el grupo... mañana parto a una misión así que.

La pelirroja se paró.

-Creo que me despido. Usted Vigilante, usted lo hará bien. Créalo, crea en su poder y en el del grupo.

 Me acerqué, tratando de no sonar alarmado:

 - ¿Te vas?. ¿A Donde?. Con lo que está pasando, me gustaría poder contar contigo para que me cubra las espaldas... Y también quiero hacer lo mismo por ti, recuerda lo del callejón... Además, queda el tema de mi entrenamiento y lo del hospital...

-En unos días será la Vendimia. Quizás no recuerdes eso o no hayas formado parte aunque tienes muchos años de vida, Anyanka. Pero la cuestión es que el Maestro, un vampiro antiguo que está encerrado entre dimensiones, podrá pasar a este plano.

Ángel fue hasta la puerta y la cerró y corrió un mueble para mantenerla trabada.

-Para eso necesita que su recipiente se llene de sangre. Y ahora, uno de sus poderosos sirvientes, Luke está viniendo hacia acá. Si no vienes conmigo ahora, es muy posible que seas parte del sacrificio.

Los ojos de Ángel eran penetrantes y parecían sinceros. No ocultó información o eso era lo que semejaba el relato.

-Yo también soy un vampiro, Anya. Pero como a ti se me ha dado una segunda oportunidad... tenemos que encontrar a la Cazadora, ella también está en peligro.

-Ouch! Gracias... no eres tan... como aparentas.

Dijo Xander mientras se limpiaba el corte.

-No sé qué es. Es algo que se convierte en neblina y luego, ¡puff! se hace corpóreo. Juraría que estoy sobrio, sobretodo porque esa cosa me empujó con una fuerza espantosa. Y yo que creía que no estudiar para una prueba es lo peor que te puede pasar.

El chico tenía algunos moretones también en los brazos. Por suerte el corte de la frente había parado de sangrar.

-Sigue afuera, estoy seguro. Me decía algo de "la Cazadora esto" blah blah blah, "No estaréis para darle fuerzas" blah blah, yo no sé ni que diantres es una cazadora.

Cordelia le ayudó a terminar de curarse las heridas. Lo cierto era que verle allí lleno de heridas diciendo tonterías la hizo aflorar un sentimiento que creía que jamás la podría generar Xander, ternura. Negó con la cabeza y se castigó mentalmente por ese desliz.- Mira Xander, he hecho lo que he podido con tu cuerpo pero tu problema está en la mente, lo llevo sabiendo desde hace tiempo- hizo una pausa para reforzar el victimismo- Tú y esos nuevos habéis enloquecido, sólo hay que ver como vestís. ¿Algo que se convierte en neblina? ¿Que te llamaba "la cazadora"? Seguro que te ha cegado el humo de un coche y te has caido.- Aunque estaba segura de que lo que contaba era producto de las drogas, el escalofrío que ella sintió era real. Volvió a la puerta, echó el cerrojo y se aseguró de que todas las puertas y ventanas estuvieran cerradas. Luego se sentó en el sofá, convenciéndose de que todo esto era una bobada. Se tocó el pelo y recordó que todavía llevaba la mascarilla para el pelo así que se fue al baño y se deslavó el pelo rápidamente.