Partida Rol por web

¿¿Pero qué haces?? ¡¡LOCO!! -le gritó el profesor LaFleur al fuera de sí Owen-. Detén esta carnicería y entra en vereda, muchacho. Nadie te va a salvar, hijo, ¡nadie! excepto tu mismo... Olvídate de esto y débele respeto a la vida, ¡no puedes evitar lo innegable!

-Señores, damas... vamos a comenzar -dijo solemnemente el extraño tipo-. No hablen cuando no sea necesario, tengan paciencia y cautela, y no se mofen de nada o hagan el estúpido, pues no responderé a cualquiera de las consecuencias -el hombre no describió previamente a qué consecuencias se refería-. ¿Estamos entonces? ¿sí? Recuerden que no se devuelve el dinero -esperó unos segundos-. Bien, adelante.

El tipo nos hizo cogernos de la mano una vez sentados en aquella camilla. Aquel lugar era tenebroso: la sombría mansión, los oscuros pasillos alargados y la tenue y lúgubre habitación donde habríamos de realizar la sesión; sólida, fría, casi infernal...

Fue entonces cuando el tipo comenzó a manosear un conjunto de piedras que tenia sobre la camilla, algunas de color rojizo,y otras sucias y rasgadas, que más bien parecían huesos; todo ello en pleno contacto, unos con otros, de las manos, excepto el espiritista, que andaba manipulando los objetos.

Las velas (algunas en la habitación y varias sobre la mesa), producían sombras y sugestión al mismo tiempo, y algunos de los presentes parecían comenzar a experimentar cierto terror, comenzábamos a asustarnos: el ricachón y el de negocios de  piezas de automóviles (según nos presentó) no tenían menos desasosiego que la mujer de aspecto jóven que nos acompañaba. Yo, sinceramente, estuve a punto de salir corriendo: la sesión había empezado.

Pronto, el tipo que organizaba las "citas con los muertos", pareció realizar movimientos alargados y poco definidos (mientras manoseaba las piedras como un niño lo hace antes de lanzarlas a otro que le ha quitado un juguete...). Fue entonces cuando, tras una serie de palabras, retahílas y preguntas dirigidas, supuestamente, hacia el techo de la gran sala oscura, el tipo... el tipo se desplomó.

Su cabeza se encontraba ahora entre sus brazos como inertes, la cual había caído dándose un golpe tremendo. Continuaba sentado como el hombre ebrio que se deja caer sobre la mesa, presa del etanol corriendo por sus venas. Los asistentes nos miramos unos a otros, porque parecía que le había dado un infarto o similar. Sin saber qué hacer, la mujer fue a tocarle el hombro, pero antes de hacerlo, aquel hombre levantó su rostro... y sus ojos eran ahora blancos como la nieve... en su totalidad. Jamás había visto algo parecido. Terrorífico.

Ahora la mirada de Owen me recordaba al hombre que, años atrás, me permitió hablar con los espíritus.

¿Qué va a hacer?¿Qué pretende? -preguntó Liz con una mezcla de miedo y curiosidad. La chica tuvo entonces una idea para que el hombre dejase de hacer lo que parecía estar intentando, al menos hasta que a los hombres se les ocurriese que hacer ¿Cómo pretende hacer...eso? Si todo salía bien el hombre les explicaría con todo lujo de detalles lo que haría y por tanto los hombres podrían atacarlo.

- ¿Loco? ¡ ya verás tú si estoy loco! ¡maldito viejo de mierda! ¡ignorante!- antes de que nadie pueda hacer nada, el hombre da una patada a la papelera que está junto a él de manera que se vuelca el contenido que no es otro que una decena de brazos, piernas, pies, una cabeza y otros trozos indescriptibles y que no sabéis a qué parte del cuerpo pertenecen... lo peor de todo es que los trozos ¡SE MUEVEN Y VAN HACIA VOSOTROS!

Es justo en ese momento cuando Owen dice

- Ahora mismo lo verá señorita, ¡mire esos restos! ¡mis experimentos fallidos darán cuenta de ustedes! pero antes permítenme que les muestre que he hecho historia- empieza a reir como un maníaco y antes de que podáis detenerle, el hombre se raja el cuello usando el escalpelo que lleva en la mano. La sangre salpica a su alrededor incluyéndoos a vosotros, pero no ha acabado, sino que mientras se desangra echa mano de la jeringa que lleva bajo la bata blanca y comienza a inyectársela mientras los restos siguen avanzando hacia vosotros.

¿Que?¿cómo? No entiendo que está pasando, ese hombre está completamente loco ¿que quiere demostrar? ¿que está pasando? ¿porque se mueven esos miembros?

Tantos horrores he visto que comienzo a pensar que esto no es real, que todo es una pesadilla, un mal sueño, los sueños de un enfermo o un loco. Por unos instantes me siento desfallecer, siento ganas de llorar y de gritar de puro terror. Sin embargo otro sentimiento comienza a crecer con fuerza en mi interior. Locura.

Sin pararme a decir nada a mis compañeros y sin hacer caso al cuerpo de Owen comienzo a recorrer la sala, lo más lejos posible de esos brazos que se mueven como serpientes, buscando el generador que da electricidad a todo esto y algún producto químico que sepa reconocer y tenga características inflamables.

Aquella mirada era terrorífica, como si hubiera despertado de ese shock momentáneo y volviera en sí... pero no era él, no era el tipo que había puesto ese horrible anuncio "Sesiones de Espiritismo. Pago por adelantado. Teléfono...", sino más bien... ¡Oh Señor!

Su voz, ahora, era terrorífica, grave y con eco, tenebrosa e inhumana, y no parecía él quien hablaba, sino que era alguien que lo manejaba, como si estuviera... poseído. Comenzó a mirarnos a cada uno con esos ojos blancos inverosímiles, cuencas vacías de color o lógica humana ¡aberrante!

La muchacha gritó y el tipo richachón se llevó la mano al pecho, como doliéndose de la impresión. El comerciante de automóviles echó su silla para atrás, como para salir corriendo instintívamente, pero el espiritista (o al menos su cuerpo), le tomó de una mano, obligándole a permanecer allí. El negociante miró la mano que agarraba su propio brazo y comenzó a derramar una lágrima de terror.

¡No te muevas, hijo de perra! -dijo la voz a aquel hombre ahora con claridad y con la certeza de que no era el espiritista quien hablaba (sino que parecía... poseído por algún tipo de ente que hablaba a través de él)-.

Aquella misma impresión le provocó la sarta de manos correteando por el interior de la sala. ¡Santo Señor! ¡Eso era científicamente imposible! ¡Tenían autonomía! ¡¡Autono...!! ¡¡PUAJJJ!! El profesor LaFleur vomitó de nuevo, aunque ya no tenía mucho en el estómago...

En un rápido movimiento, intentó coger algún instrumental de la mesa con el que poder defenderse (fuera afilado o no).

Liz gritó como una histérica y, presa de la locura comenzó a pegar patadas a aquellos trozos humanos que se acercaban hacia ellos. Sin parar de chillas pateaba y pateaba brazos, piernas....todo aquello que se la acercase mientras trataba de salir de la habitación.

¡Todo sucedió tan rápido!

En cuestión de segundos, Rachel quedó inmóvil mientras que Andrew retrocedió hacia la puerta y se colocó junto a las estanterías, buscando algún líquido inflamable.

Por su parte Liz, empezó a chillar histérica y corrió hacia los restos que serpenteaban hacia ella. Pateó una pierna y un torso, pero un brazo y una cabeza la agarraron, revolviéndose como una loca - que era en lo que se había convertido - consiguió que la cabeza se soltase y evitó así ser mordida por ella. Pero no ocurrió lo mismo con el brazo, que ascendió desde las piernas de la joven estudiante hasta su cuello, la gran manaza se cerró en torno a su cuello y comenzó a estrangularla.

Mientras todo esto sucedía, Merc corrió hasta donde se encontraba Owen y le rodeó para acceder a la camilla donde estaba el instrumental médico, tuvo suerte, pues Owen no se movía sino que se... TRANSFORMABA EN UNA CRIATURA HORRIBLE

Merc tuvo el tiempo justo de coger un bisturí antes de que Frank se convirtiese en una horrible criatura de pus supurante y sangre como los trozos que reptaban por el suelo.

Una mano y un trozo de carne que parecía un intestino avanzaban hacia Rachel.

En uno de los botes de la estantería reconoces una sustancia:

Trinitroxipropano

O lo que es lo mismo... ¡Nitroglicerina!

Pero si arrojas el bote a Owen todos volaréis por los aires, antes tienen que salir todos del laboratorio.

Nada tenía sentido, faltaba una oscura música de circo de fondo para que todo formara parte de una escena de terror absurdo, órganos y partes de cuerpo reptaban y se acercaban hacia mí mientras yo no conseguía moverme. Las piernas me flojeaban y me costó esos segundos volver a tener el control de mi cuerpo.

Estaba horrorizada y todo empeoraba en el transcurrir de latidos acelerados, gritos y la sequedad de unos ojos que procuraban no parpadear para no perder ni un solo detalle de lo que ocurría.

La caja de la habitación de Owen, no era nada comparado con esto. Había tardado mucho en reaccionar, Liz estaba siendo estrangulada mientras los hombres tramaban algo... pero ¿qué? ¿y qué podía hacer yo?

Owen ya no era Owen, así que no se podía intentar razonar con él, pensé correr, huir del lugar, pero ¿qué ocurriría con ellos?

Salí de la habitación y busqué algún trozo de madera (al fin y al cabo, en medio de un edificio derruido, no debía ser tan difícil), en caso de que no localizara algo alargado, me conformaría con una piedra, un adoquín o cualquier cosa, en principio para golpear, sino, para lanzar.

¿Que horrible mutación es esta? ¿que ha hecho para degradar así al ser humano? -pregunto mientras miro con miedo y repulsión la transformación de Owen.

Trato de reponerme girando la cabeza de un lado a otro, cojo uno de los botes de la estantería y corro hacia la puerta -¡Salid de aquí rápido! ¡Voy a hacer explotar todo esto!

¡Santo Dios! -gritó Merc mientras vió al doctor Wiggin coger uno de los compuestos de ese loco- ¿¡qué va ha hacer usted!? Con el bisturí en la mano, me fui hasta donde estaba la joven señorita Parker e intenté agarrarla de los delicados brazos, "apuñalando" esas manos que la atrapaban sobre sí y parecían asfixiarla. Mi idea era tomarla, y salir de allí lo antes posible ante la advertencia de Wiggin, la cual no tenía muy buena pinta.

Aghh ghhg wgahh p'ylha

Liz, con los ojos desorbitados por el pánico trataba inutilmente de chillar mientras se dejaba caer al suelo y rodaba de un lado a otro tratando de librarse de aquella cosa

Mientras Andrew corre a la puerta Merc agarra a Rachel y acuchilla la mano que ahoga a la mujer con el bisturí, pero no consigue la mano se suelte, pero sí logra atraer hacia sí a la mujer y salir de la habitación justo en el momento en que Rachel encuentra una piedra de considerables dimensiones y se dispone a entrar de nuevo en la sala. Todos están a punto de chocar, pero finalmente quedan todos fuera excepto Andrew, quien tiene medio cuerpo dentro de la sala.

Escucháis un grito de triunfo: La transformación se ha completado y Owen se dispone a acabar con todos.

Ante el monstruos que es Owen no pienso, sólo actúo guiado por el terror, la ignorancia y el horror. Permanezco en pie en la puerta, esperando, con el frasco agarrado contra el corazón. No se si mis compañeros se alejarán lo suficiente antes de poder lanzarlo o si el monstruo me atacará con rapidez. En cualquier caso usaré la bomba antes de que mi vida acabe.

¡Salid de aquí!¡Rápido! -les grito a mis compañeros para que abandonen el lugar antes de que todo vuele por los aires.