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Vampiro: Edad Oscura V20 - Bretaña nocturna [+18]

[Crónica 1.5] Estación de Nieblas - Apéndice - FINALIZADA

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13/07/2018, 15:35
Narrador

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

El exterior no había cambiado desde que volvisteis al interior de la ermita capadocia, tampoco había ningún rastro espectral ni ruidos inquietantes. Solo la quietud nocturna, los animales arquetípicos de estas horas y un cielo sin luna a razón de las nubes que deambulaban perezosas delante de ella.

Notas de juego

A partir de ahora, seguid por aquí vuestra escena.

MUY IMPORTANTE. Dado que no es una escena exclusiva solo para los dos (la usaré para más escenas en paralelo si se da el caso). Poned en el enunciado la fecha y el lugar para que no me pierda. Gracias.

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16/07/2018, 10:43
Ingvar Lundson

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

Ingvar dejó escapar una pequeña risa entre dientes al escuchar el comentario de la otra cainita acerca de la chiquilla de Mahé. Desde luego, la toreador lograba no dejar indiferente a nadie que se acercara a ella.

-He de reconocer que en ocasiones su actitud irreverente llega a divertirme. –Respondió, encogiéndose de hombros mientras observaba cómo Sybilla dejaba vagar su mirada en la noche. –Pero a la larga, como cualquier bufón, puede llegar a ser bastante irritante. No parece que vaya a triunfar en las cortes actuando de ese modo, ni con el respaldo de su sire.

-Dejad ir esa visión… ese dolor no es vuestro. Pero por lo que veo, hay mucho más en esta tierra de lo que pensábamos. –Continuó hablando Ingvar, con su voz teñida con el tono de ensoñación que delataba que sus pensamientos caminaban al mismo tiempo que sus palabras.. –Mucho más de lo que hubiera imaginado tras los muros de Brest. Es sencillo olvidar que la verdadera noche es mucho más grande que cualquier castillo. Y que no conoce de señores.

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17/07/2018, 00:45
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

Hay más de lo que uno pudiera imaginarse.-admitió, asintiendo ante sus palabras, aspirando suavemente el aire preñado de humedad que gobernaba la brisa de la madrugada, antes de arrebujarse en su capa, haciendo un esfuerzo consciente por serenarse- No es tan fácil. Deshacerme de esa sensación... Ciertamente, no me pertenece. Pero cuando me dispongo a experimentar los ecos que tales experiencias intensas dejan grabados en la materia, ingiero cada una de esas emociones y las revivo como propias.-explicó, adelantándose unos pasos, lentos, comedidos, mirando alrededor, cerrando brevemente los ojos, dejando que su cabello azabache se meciese con el viento. 

Es algo... Sublime. Y a su vez aterrador.-concluyó, volviendo a posar su mirada oscura sobre el normando- La noche que os vio renacer a la manera oscura de nuestra sangre, ¿poseía luna, Ingvar? ¿Cómo fue? ¿Estábais solo? - preguntó, de pronto, con curiosidad. 

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17/07/2018, 09:19
Ingvar Lundson

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

-Tan solo como puede estar la espada en la forja del herrero. –Respondió el gangrel, con una sonrisa torcida en su rostro, mientras los recuerdos de su primera muerte acudían a él. –Es costumbre que los miembros de la Estirpe creen a sus chiquillos para utilizarlos como herramientas, pero en mi caso más que una herramienta, fui simplemente un arma.

Caminó lentamente hasta uno de los árboles que rodeaban el santuario, y apoyó su mano en la corteza. Lentamente, se dejó caer hacia el tronco, hasta que su espalda quedó completamente apoyada en él.

-Fue tras un torneo. –Dijo, apretando los labios, mientras recordaba al ingenuo mortal que una vez fue. –Para escoger al mejor guerrero de los pueblos cercanos. La recompensa era casi difícil de creer. Beber la sangre de los dioses, y unirse a ellos en su guerra eterna. Recuerdo que en ese momento era todo lo que me importaba. Menudo estúpido… lo cierto es que cumplía las expectativas que Einar depositaba en mí.

Suspiró, y su mirada se alzó hasta el cielo cubierto de nubes negras. Esa vida que estaba narrando comenzaba a quedar ya demasiado lejos, y casi no lograba reconocerse como el mortal que había sido en ese tiempo. En ocasiones casi le parecía que estuviera contando la historia de otra persona, un cuento que hubiera escuchado, en lugar de su propia vida.

-Bajo una luna llena luché, vencí, y me fue entregada mi recompensa. La muerte y el renacimiento en esta forma imperecedera. Casi puedo recordar… el momento en el que mi corazón dejó de latir.

-Pero el destino es caprichoso, y me había marcado con el conflicto. –Añadió, caminando de nuevo hacia la otra cainita. Su mano derecha se alzó en un gesto reflejo hasta su pecho, a la altura del corazón. -Apenas dos semanas después, en la primera luna nueva, dos palmos de madera de roble atravesaban mi pecho y acababan con esa vida.

Notas de juego

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17/07/2018, 09:38
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

- Un combate para el deleite de los dioses... Y luna llena...-repitió, mirando hacia el cielo, tomando asiendo sobre la hierba, frente a él, colocando con delicadeza los pliegues de la falda de su vestido mientras lo escuchaba, atenta, volviendo a observarlo, cruzando las manos enguatadas sobre su regazo- ¿Fue entonces cuando os encontró vuestro mentor? ¿Después de que os estacasen?-preguntó, con delicadeza- ¿Hubiérais preferido saber la verdad? ¿Poder elegir? ¿Habríais escogido lo mismo, Ingvar?

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17/07/2018, 11:23
Ingvar Lundson

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

-Lo habéis adivinado. Sí, mi encuentro con mi mentor ocurrió justo después, cuando llevaron mi cuerpo hasta su presencia. –Ingvar sonrió, y en esta ocasión su sonrisa parecía mucho más sincera, aunque agridulce. –Aun no entiendo por qué me perdonó la vida… y debo decir que no se lo puse fácil. Un mojigato cristiano con el aspecto de un monstruo leproso tratando de convencer a un guerrero vikingo de que mi dios… mi sire… me había abandonado a mi suerte. ¿Lo imagináis? –Su sonrisa se ensanchó. -Enseñarme no le resultó sencillo. Pero se lo agradezco, a pesar de todo. Raynier es un gran hombre, a su manera.

-Y la verdad… es algo esquivo. –Continuó hablando el gangrel, que al ver que Sybilla se sentaba en la hierba, se dejó caer también sobre la verde y blanca alfombra, a su lado. –Cuando como mortal gané ese torneo, estaba convencido de tenerla. Cuando, ya neonato, tomé las armas junto a mi sire, también la tenía. Después, cuando Raynier me abrió los ojos, descubrí otra verdad más. ¿Quién sabe cuántas más me esperan?

-Supongo que me hubiera gustado haber sabido algo más en ese momento. –Sentenció con un encogimiento de hombros, y se giró para observar de nuevo las profundidades de los oscuros ojos de su compañera. –Pero tal vez hubiera escogido lo mismo. Como he dicho, era un joven bastante poco dado a la reflexión y mucho al conflicto.

-¿Pudisteis elegir vos, Sybilla? –Preguntó, aunque sospechaba que la respuesta sería negativa.

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17/07/2018, 14:15
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

- La verdad no es sólo esquiva. La verdad, además es relativa. Si es que acaso existe.-indicó, guardando de nuevo silencio, pensativa, recostándose, de igual manera, sobre la hierba, mientras fruncía levemente el ceño, antes de hablar- No. No pude elegir. Y aunque me hubiesen hecho creer que podía... Nadie puede elegir mientras se encuentra bajo el yugo de nuestra Sangre.- declaró, rotunda, mirando hacia el cielo nocturno- Nadie es capaz de negarle nada a quien porta la vitae que ingiere un mortal, encadenado en cuerpo y alma a su maestro, a su propio Dios oscuro y maldito. -indicó- Y si me hubieran dado a elegir, hubiera preferido vivir, envejecer, y perecer siendo quien era. - confesó, apretando los labios entre sí, contrita, tras pronunciar aquella frase- Hubiera preferido renunciar a la Sangre, antes de perecer bajo el abrazo de quien luego sintió pavor al contemplar su obra, y me abandonó, agonizante, en lo profundo del bosque. - añadió, sin parpadear siquiera, llevándose una mano, casi sin percatarse, al lugar en el que debía encontrarse su corazón marchito.

- En un claro donde sólo había luna, y una losa de piedra, habiéndome amortajado para que recibiese al sol al caer el alba con el mejor vestido que había podido idear para mí. Dejando un ramo de lirios blancos sobre mi regazo, antes de despedirse para siempre y huir, dándome por perdida. - sentenció, habiendo cerrado finalmente los ojos, emitiendo un suspiro quedo, cargado de resignación, y de tristeza igualmente amarga.

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17/07/2018, 16:08
Ingvar Lundson

 

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

 

Ingvar contempló a Sybilla sin hablar, pues no encontraba palabras para intervenir mientras ella revelaba las circunstancias que rodearon su Abrazo. La imaginó en el lugar en el que ella describía, apenas habiendo dejado atrás su mortalidad, simplemente para quedar destinada a perecer con el primer atisbo del sol. Condenada sin más legado que un vestido y un puñado de flores. Con su mismo aspecto, pero siendo aún otra persona. La imagen se le antojaba perturbadora, casi injusta. ¿La extraña oscuridad en sus ojos fue el motivo de su sentencia? Al menos, Einar le dio un par de semanas de no-vida antes de lanzarlo a la batalla.

-Sigo sin comprender el motivo por el que alguien sentiría pavor por vos... -Murmuró el normando, tomando con su mano la que ella se había llevado hasta el pecho y apretándola con suavidad. ¿Cuánto habría pasado desde que eso sucedió? ¿Décadas? ¿Siglos?

-De modo que ambos fuimos dejados atrás por nuestros sires... -Siguió hablando el normando. -Por su cobardía, aunque ésta se manifestara en formas distintas. Ninguno de ellos juzgó como necesario el preguntarnos nuestra opinión al respecto. Pero... de algún modo, parece que ambos hemos logrado ganar nuestra libertad. -Hizo una pequeña pausa, meditativo, antes de añadir. -Si es que algo así existe en este mundo. 

Sus últimas palabras dieron paso a un silencio sólo roto por el susurro del viento entre las hojas de los árboles que los rodeaban, como si el mismo cielo les dedicara palabras que no eran capaces de comprender. Sin embargo, la curiosidad de Ingvar superó su aprecio a la quietud del momento.

-En mi caso fue Raynier quién me evitó la muerte definitiva... -Dijo con tranquilidad, ladeando la cabeza para mirar la silueta de la mujer. -¿Cómo lograsteis vos escapar de la luz del sol? 

 

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17/07/2018, 19:58
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

Sybilla posó la mirada sobre la mano de Ingvar, sin decir nada, mientras éste aún hablaba, percibiéndola sobre el cuero fino de sus guantes, guardando aún silencio durante unos instantes, antes de responder a su última pregunta- Me arrimé a la sombra de los árboles, tratando de ocultarme de la luz. Pero aquello no habría sido suficiente...- indicó- Me encontraba maltrecha y hambrienta... Pues mi transformación había tenido lugar durante largos días, en los que mi cuerpo había sufrido enormemente.- confesó, en lo que casi era un susurro.

- Recuerdo haber gritado, de dolor y de pena, confusa y perdida. Recuerdo haber perdido la consciencia justo cuando alguien me encontró, antes de que me besase el sol del alba. - dijo, volviendo a contemplar su rostro, permaneciendo el de ella inmerso en aquella triste calma que parecía provenir de lo más hondo de su ser- Me encontró, y me llevó ante la presencia de Margawse. 

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18/07/2018, 10:40
Ingvar Lundson

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

-Y así encontrasteis a vuestra propia mentora. –Continuó la frase de ella, en un tono a medias entre una afirmación y una pregunta. Lo cierto era que, puestos a tener una protectora, la Toreador más poderosa de Bretaña no era una mala elección. Aunque, en realidad, él mismo no hubiera elegido a otro que a Raynier, aun con todas sus peculiaridades.

-¿Conocéis la identidad de aquel que os abandonó? –Preguntó tras un momento. –Yo... Algún día, pretendo cobrarme mi venganza.

-Para que todo el mundo conozca la cobardía y la miseria del hombre que me convirtió. –Anunció. Su voz neutra contradecía la dureza de sus palabras, pero sus ojos brillaban de una forma extraña, delatando que intensas emociones ardían en el interior del gangrel. -No es sencillo actuar en contra del chiquillo de Olaf Torolfsson, pero no tengo prisa. En ocasiones, incluso acaricio la idea de olvidar… pero luego recuerdo aquel momento… y siento que no podré hacerlo.

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18/07/2018, 20:58
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

La conozco.- dijo, tras haberlo escuchado, en silencio, sin añadir nada más a la respuesta de aquella pregunta concreta- ¿Venganza? ¿Creéis que eso os ayudará realmente a olvidar? ¿O sin embargo os dejará vacío por dentro? -preguntó, aún sin haber apartado su mano.

Yo... No he vuelto a ver a quien me abandonó en lo profundo del bosque.-confesó, emitiendo un suspiro- Sospecho que Margawse ha procurado evitar que pudiera toparme con su estampa. Aunque su rostro siga nítido en mi memoria. - añadió, acariciando distraídamente el contorno de sus dedos, más grandes y ásperos que los suyos- Y si bien han pasado años... Lustros... Décadas desde entonces, aún temo el momento en el que tal cosa pudiera ocurrir. 

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19/07/2018, 12:16
Ingvar Lundson


Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

-Vacío… -Murmuró el normando, con la vista perdida en los dedos enguantados que recorrían perezosamente su propia mano. Su conversación se había ralentizado, tal vez al ritmo del movimiento de éstos. –Quién sabe. No puedo adivinar qué sentimientos me esperan si finalmente consigo vencer a mi sire. Creo… que me liberaré de las cadenas de rencor que me atan a él. Y seguiré existiendo. No creo quedar vacío, no más de lo que todos estamos en esta eternidad. ¿No desearíais vos libraros de ese miedo?

Las palabras de Ingvar se perdieron en el silencio de la noche, y la mirada de sus ojos encendidos se quedó inmóvil mientras se perdía en sus pensamientos, dejando hablar a Sybilla.

-Yo tampoco he vuelto a ver la cara de Einar desde aquella noche. –Añadió tras escuchar las últimas palabras de la cainita. –Lo cierto es que siento dudas sobre el momento en el que nuestros caminos vuelvan a cruzarse. Tal vez él también tema el encontrarse cara a cara conmigo. Al fin y al cabo, no ha hecho nada por propiciarlo.

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20/07/2018, 10:40
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

- Seguramente así sea. Puede ser que tema encontraros, enfrentar la culpa, el recuerdo de aquel entonces, y el hecho de que perderos, o tener que dejaros a vuestra suerte, además supusiese perder su propia batalla.- dijo, guardando silencio entonces, durante un instante, pensativa, antes de añadir- Aunque también es posible que tal cosa haya ocurrido porque no quede nada en él de aquello medianamente humano que aún podríamos conservar, y que nos aleja del deshonor más profundo y de creernos completamente exentos de culpa.- apuntó- No me atrevería de cualquier forma a hacer presunciones más certeras al respecto. Al fin y al cabo, sólo vos vivísteis en carne propia tales eventos. Y sois vos, y no yo, quien conoce a Einar. -concluyó, emitiendo un suspiro, fijando su mirada oscura en la bóveda celeste.

- Yo... -dijo, de nuevo tras haber quedado callada, durante lo que podía haber sido tan sólo un segundo- Le entregué a aquel que me abrazó tantas cosas, tantas vivencias, tantas... Primeras veces... Que llego a pensar que si me deshiciera de la persona que me abandonó, y de su recuerdo, y de este miedo racional... Estaría desechando una parte importante de mi propio ser.

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21/07/2018, 11:55
Ingvar Lundson

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

 

-Del ser que fuisteis, tal vez. -Contestó Einar, pensativo. -Pero el tiempo resulta ser no sólo un bálsamo, sino un cambio casi inevitable. Cuanto más tiempo paso alejado de Dol, más lejos son esos recuerdos. Más lejano es ese Ingvar del que os he hablado.  Aún siendo el mismo, soy un... ser diferente.

-No debería ser diferente para vos. -Continuó, mirándola a los ojos. Una vez más, preguntándose si las palabras que ella estaba revelándole eran realmente el fondo de esos pozos que no parecían tener final.- Mi unión con Einar nunca fue tan profunda, ni llegué a estar atado como mortal por la sangre. Pero el tiempo también ha pasado por vos, como por mí. Todas esas vivencias, en gran medida, os fueron impuestas, por una voluntad ajena o por la fuerza de la sangre. Una primera vez tiene su verdadero valor cuando se escoge libremente.

-Ahora, tenéis la oportunidad de hacerlo. Lejos de la influencia de vuestro creador, vuestro futuro es sólo vuestro. Tenéis la libertad de hacer lo que os plazca, y tener todas las... primeras veces que queráis de nuevo. -Había algo diferente en la voz del normando cuando hablaba de libertad, más viva de lo normal, como si el fuego que ardía en sus ojos encontrara su eco en su espíritu. - Y, cuando hayáis llenado esa parte con la base que realmente deseáis, podréis dejar atrás la antigua sin miedo a perderos a vos misma al hacerlo. Y el miedo se irá con ella.

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21/07/2018, 18:24
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

Una primera experiencia es una primera experiencia. Sin importar las circunstancias. - dijo, girando sobre si misma, despacio, hasta quedar acostada, de lado, apoyando el codo sobre la hierba, para elevar el mentón, encontrando en su palma un soporte para contemplarlo, desde otra perspectiva- Uno no puede volver atrás y reescribir su historia como le plazca. Y tampoco puede asumir, sin más, que tales recuerdos no tienen validez por estar empañados por una determinada influencia u otra.-añadió, negando levemente con el rostro, mirándolo fijamente, antes de volver a intervenir.

- No deseo deshacerme de esos recuerdos, porque me han llevado a ser quien soy. No deseo desecharlos, ni tampoco ser alguien diferente. Si bien... Las nuevas perspectivas que ofrecen el tiempo y las nuevas vivencias, vuelven, poco a poco, el dolor que estas memorias puedan generar algo más soportable. Más sordo... Más... Llevadero. - pronunció, sumergiéndose en su mirada, que de pronto parecía arder con mayor intensidad, entreabriendo los labios, inspirando, profundamente, antes de cerrar lentamente los ojos y exhalar, poco a poco, extrañamente complacida.

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

—Dos horas y treinta minutos antes del amanecer—

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23/07/2018, 09:59
Ingvar Lundson

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

-Dos horas y treinta minutos antes del amanecer-

-Tal vez… no se pueda reescribir la historia que nos ha llevado a este momento. –Concedió Ingvar, tras un instante de duda, después de escuchar la respuesta de la cainita. –Pero aunque llevemos la carga del pasado, lo de verdad vale la pena son las acciones del presente. Cuando son las que nosotros escogemos.

Calló, y sus ojos se cerraron. La luz que emanaba de ellos desapareció tras sus párpados, y por unos largos momentos pareció que la noche se volvía más oscura en torno a ellos. Tan sólo la silueta del normando se adivinaba entre la oscuridad del claro.

-Aceptar la libertad es mucho más difícil de lo que todo el mundo cree. Cuando Raynier me la entregó como un regalo, me negaba a verla. –La voz de Ingvar surgió de nuevo, y el fuego de su mirada regresó con ella. -No fue hasta tiempo después cuando comprendí que aferrarse a ciertas emociones… a ciertos recuerdos… nos ata con unas cadenas que nos negamos a ver. Tenéis razón, tal vez no se trate de desechar u olvidar lo vivido. Se trata simplemente de no dejar que nos ate.

-Ahora… sé que debo aprender de lo vivido, pero que lo importante es lo que está frente a mí. –Añadió, girando el cuerpo hacia ella. Al hacerlo, sus rostros se acercaron de nuevo. –Así que actúo por mi propia voluntad. Cuando lucho, lucho por mis causas. Cuando sirvo a Raynier, lo hago sin ataduras. Cuando sufro, es a causa de mis decisiones. Cuando siento, lo hago sin que nadie me limite. Vivo.

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24/07/2018, 17:59
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

-Dos horas y treinta minutos antes del amanecer-

- "Vives"...-repitió, cambiando de persona, mas no de tiempo, tras haberlo escuchado hablar, en silencio, percibiendo su rostro cerca, tanto como para preguntarse si acaso el fulgor que prendía en sus ojos era cálido, dentro de la carcasa fría y carente de latido que contenía las almas condenadas que ambos constituían.

- ¿Y cuál es ahora tu voluntad? ¿Qué es lo que te haría sentir vivo y libre, en esta noche sin luna en la que nos encontramos tan inapropiadamente cerca?- musitó, en un susurro quedo, sumergiéndose en su mirada, entrecerrando lentamente los párpados mientras la oscuridad de sus ojos se deslizaba, perfilando el rostro del normando, la curva de su barba, el ángulo de su mandíbula, el borde turgente de sus labios...

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27/07/2018, 19:05
Ingvar Lundson

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

-Dos horas y treinta minutos antes del amanecer-

 

…unos labios que, una vez más, se doblaron en una sonrisa que transmitía a medias una alegría que tenía algo de salvaje y un desafío implícito. Los ojos del normando, bien abiertos, seguían cada gesto de ella. Su caída de párpados, que ocultó parte de la oscuridad tras sus ojos. La forma que sus labios trazaban sobre su piel sin mácula. Su forma era de la de una joven delicada, pero Ingvar estaba seguro de que había más, mucho más, en ella.

-¿Qué clase de pregunta es ésa? –Susurró, con su voz reducida a un susurro grave y profundo, sin hacer gesto alguno de apartar su rostro a pesar del comentario de ella. -Lo que me hace sentir vivo es exactamente lo que estoy haciendo ahora mismo.

Su sonrisa se ensanchó, y algo cambió en él. Como si el fuego de sus ojos se extendiera por su rostro, el más levísimo rubor cubrió la piel del hombre a medida que su sangre devolvía, por unos instantes, un atisbo de la verdadera vida a su cuerpo muerto.

-Vive, Sybilla. –Dijo en un susurro que quedó ahogado en la boca de la cainita cuando los labios, ahora cálidos, del gangrel se adelantaron para beber de los suyos.

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28/07/2018, 01:04
Sybilla

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

-Dos horas y treinta minutos antes del amanecer-

Sybilla recibió aquel gesto, aquel acercamiento, cerrando definitivamente los ojos, probando aquellos labios extraña y agradablemente cálidos, quedando inmóvil, casi rígida, durante un instante, en el que se separó brevemente de su rostro, para tomar sus mejillas con las manos enguatadas, observando el sano sonrojo que las arrebolaba, y percibiendo el calor que desprendían a través del fino cuero de sus guantes. Fijando la mirada oscura y entristecida en su faz, como si de hecho pretendiese inmortalizar aquella imagen, más humana, más entregada, que él le ofrecía en aquel momento, en lo recóndito de su memoria.

Y con un leve jadeo, y mientras el rubor propio de la vida cobraba temporal y notable presencia sobre su piel, volvió a unirse a él en un cálido beso, que pretendía aplacar la sed ajena, y quizá su propia sed. 

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01/08/2018, 11:46
Ingvar Lundson

Ermita de San Enogad, noche del 29 de octubre de 1264

-Dos horas y treinta minutos antes del amanecer-

Tras un breve beso en el que parecieron querer probarse de nuevo, la cainita se separó un instante mientras lo tomaba de las mejillas y clavaba en él de nuevo una extraña y profunda mirada. Ingvar la devolvió, sus ojos fuego contra la noche, preguntándose una vez más qué era lo que teñía su expresión con esa tristeza. Buscando el secreto que aún parecía querer guardar la oscuridad de sus ojos. Pero fue tan sólo un instante, antes de que sus labios se buscaran una vez más.

Una sonrisa quedó oculta en mitad del beso en el que se unieron, una sonrisa nacida al sentir su jadeo y ver que también el rostro de Sybilla se cubría de un pálido aunque agradable rubor.

Todas las noches, al despertar, la vitae menguaba, lo desee o no el vástago. Y si cada noche debía gastarla únicamente para sobrevivir, Ingvar encontraba tanto más correcto el usarla para vivir de verdad. Y momentos como aquel, en los que se permitía abandonarse a sus pasiones, se sentía realmente vivo.

Sus labios abandonaron los de ella con un suspiro para deslizarse sobre su mejilla, sintiendo la pálida suavidad, ahora cálida, de la piel de ella. Besó con suavidad la curva de su mandíbula, justo bajo su oreja, dejando que sintiera su respiración. Descendiendo, dejó que sus dientes rozaran la piel de su cuello con delicadeza, en un gesto sólo un poco más fuerte que una caricia. Bajo su boca, sentía la pulsación de la vitae de ella vibrando, aumentando la intensidad de su aroma hasta embriagarlo.

Su mano acarició su pelo para descender por su espalda, en una suave caricia que, a intervalos, tomaba fuerza dejando sentir incluso sus uñas. Así descendió hasta tomarla del talle, descubriendo sin prisa las curvas de su cuerpo. Y, apretando el abrazo que los unía, se adelantó para pegar su cuerpo por completo al de ella. De inmediato, lamentó las capas de lana y cuero que los separaban, y el familiar peso de su armadura se volvió de pronto insoportablemente molesto.

Un ruido extraño, algo que podría tomarse tanto como un suave gemido o un ronroneo, vibró en su pecho mientras alzaba de nuevo el rostro para buscar de nuevo sus labios, se inclinó ligeramente hacia ella, presionándola con delicadeza sin llegar a tumbarla. Haciendo que fuera su cuerpo el que, sin palabras, lanzara una pregunta.