Partida Rol por web

Vampiro: Edad Oscura V20 - Bretaña nocturna [+18]

[Prólogo 0.1] Deus Vult - Leyre de Abin - FINALIZADA

Cargando editor
30/12/2017, 01:22
Mahé Lagadec

En el camino, Léon, mediados de octubre de 1264

El traqueteo del carruaje blindado de tu sire os protegía del sol diurno en vuestro camino desde Rennes de vuelta a Brest, habíais pasado una semana en presencia de la duquesa Margawse Menguy y su corte en el castillo de Fougères. Allí tu sire había lucido tu habilidad artística con elogios, pero fue el presente a la Príncipe de Bretaña la que hizo que te ganaras cierto aprecio de la poderosa matriarca de los Menguy: un beato hecho ex profeso para la colección privada de la duquesa.

Me agrado como te comportaste ante la duquesa, querida —comentó Mahé arrancándote de tus pensamientos, era cerca de medianoche, y tu sire había despertado tarde, habitualmente siempre lo hacia, pero probablemente por el tedio del viaje. La creías dormida aun cuando te habló, al buscar su mirada, viste como te sonreía satisfecha —. Mas por la cara de envidia de esa presuntuosa de Elaine Menguy.

Cargando editor
30/12/2017, 01:49
Leyre de Abin

Comprendo que los vanos cubiertos de las ventanas del carruaje son un mal necesario, para protegernos de la terrible luz diurna; pero durante las largas travesías nocturnas añoro tanto poder echar un vistazo al exterior. Añoro dejar vagar mi mirada por el camino, dejar que se pierda por entre los árboles, observar la luz de la luna, y el precioso manto estrellado del cielo. 
Así pues, privada de los bienes de Dios en la tierra, decido centrarme en su propia Presencia. Durante horas, desde la puesta del sol, me entretengo en observar atentamente los rasgos de mi preciosa sire. Memorizándolos uno por uno, dibujándolos en mi memoria, e incluso trazando curvas invisibles sobre mi regazo, copiando sus volúmenes y formas. Es... es simplemente perfecta. Sus cabellos oscuros se desparraman, brillantes, alrededor de su rostro, como un velo de suave piel de marta. Y sus rasgos, pretificados durante su sueño, se asemejan a los de esas esculturas clásicas que lucen algunos vampiros en sus castillos; un rostro marmóleo, inmaculado, con facciones pulcramente talladas en su carne. Me gustaría besarla; besarle los párpados, la punta de la nariz, la comisura de los labios. Pero jamás perturbaría su sueño, así que decido enfocar mi atención en mi última lectura: el Evangelio según san Lucas. 
Mis preferencias oscilan más hacia las historias caballerescas, pero deseo con todas mis fuerzas impresionar a Mahé, así que me dedico a las Escrituras, siempre que estoy con ella. 

1 Sucedió que cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos.
2 Algunos de los fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?»
3 Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban,
4 cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?»

Concentrada en desentrañar la parábola, casi no percibo la suave voz de Dios, cuando esta se dirige a mí. Pero cómo pasarla por alto; en cuanto escucho las primeras sílabas, una sonrisa me recorre el rostro, y me dejo caer sobre el suelo, de rodillas, para apoyar la cabeza sobre su regazo, en un gesto de absoluta devoción y cariño.

-Gracias -murmuro, sintiendo un cálido placer en el pecho al escuchar sus alabanzas. Mientras me habla, acaricio la tela suave de su vestido, cerrando los ojos.

En realidad, no tengo absolutamente nada en contra de Elaine; de hecho, me cae bien. Es devota y piadosa, y podríamos haber compartido muchas opinones Lástima que esté tan equivocada con el tema de Dios. Si ella supiera...
Pero no me importa, si Mahé la detesta, será por algo. Y si ella la detesta, yo la detesto.

Cargando editor
30/12/2017, 03:23
Mahé Lagadec

Que recatada, criatura mía —sonrió radiante, luminosa, volvió la mirada hacia un lado del carro —. Siempre temes perturbarme en mi sueño, pero no cejes en tu deseo de contemplar el bello paisaje que tenemos por delante.

Soltó una risa burlona, vibrante, e hizo un gesto para que te acomodaras junto a ella mientras abría uno de los gruesos ventanales del carruaje para que pudieras contemplar el exterior.

Mereces un premio, mi estimada Leyre, ¿qué deseas pedirme? —dejó que te regodearas con su aroma, con su presencia, el vestido de viaje de Mahé era cómodo y sencillo, a tu sire le agradaba la comodidad cuando no debía lucir.

Cargando editor
30/12/2017, 12:46
Leyre de Abin

Mereces un premio, mi estimada Leyre, ¿qué deseas pedirme?

Niego fervorosamente con la cabeza.

-No hay nada que yo desee, salvo estar contigo -mi voz suena suave pero entusiasta. La tomo de las manos, las mías siempre cubiertas con unos guantes de piel, y beso sus nudillos con delicadeza, para después alzar la cabeza y dirigirle una cálida sonrisa.

Si estuviese viva, mi corazón aletearía en el pecho como el batir de las alas de un pajarillo; jamás he sido tan feliz como estando con ella. Apoyo mi cabeza sobre su hombro, para observar el paisaje que ha descubierto para mí. La noche es oscura y apenas se ve nada más que el intermitente discurrir de los troncos de los árboles, pero me gusta imaginar toda la vida que se está desarrollando frente a nosotras sin que nos percatemos de ello: un búho cazando un ratoncillo despistado, murciélagos batiendo sus alas en busca de insectos, y manadas de lobos buscando alguna presa despistada. 

-¿Qué haremos cuando lleguemos a casa? -Murmuro, acariciando un mechón de cabello oscuro que ha caído cerca de mi mano.

Cargando editor
31/12/2017, 13:46
Mahé Lagadec

Mahé no pudo esconder una agradable risa satisfecha al escucharte, ella tomó tu mentón, lo alzó para contemplarte y besarte con una ambigüedad que paseaba entre la lujuria y la calidez.

Eres tan deliciosa, mi querida Leyre —aseveró tu Sire sin perder esa sonrisa complacida. Escuchó tu pregunta mientras disfrutaba de tus atenciones, hablando con tranquilidad.

Regresaremos junto al Príncipe en Brest —explicó tranquila, sus manos acariciaban tu mejilla de forma distraída —. Además de llevarle las cartas de su querida Sire, podremos disfrutar de un tiempo tranquilas, guardó muchas ganas en verte acabar tu último beato, querida.

De repente, el carruaje se detuvo con el consiguiente grito del cochero parando los caballos. Algo había frenado la marcha, pero el ghoul que llevaba el carruaje había enmudecido. Mahé entrecerró los ojos, extrañada.

Leyre, querida. Asómate, mira que ocurre.

Cargando editor
31/12/2017, 13:56
Leyre de Abin

Asiento con la cabeza, mientras alargo la mano para abrir la portezuela del carruaje, presta a obedecer. Seguramente algún animal se habrá cruzado en el camino; un jabalí, si tuviera que adivinar. "Los ghouls son tan miedosos", pienso, mientras pongo los ojos en blanco, hastiada.

El frío aire de la noche me golpea como si la Muerte suspirara sobre mi rostro, pero con un parpadeo, desdeño la desagradable sensación. Al fin y al cabo, el ambiente no está tan frío como mi propio cuerpo. 

-¿Qué ha pasado? -Pregunto al cochero, alargando un pie hacia el suelo. Tanteo torpemente, asida a los lados de la puerta, para hallar la grava del camino bajo la punta de mi zapato, y me descuelgo por el lateral del carruaje hasta acabar en el suelo. - Has inquietado a la señora.

Cargando editor
31/12/2017, 14:26
El Ankou

La metáfora de la Muerte quizá fue la apropiada para definir aquello, cuando saliste al encuentro del cochero pudiste ver que estaba incluso más pálido que ninguna de vosotras. Señalaba al frente, apenas un balbuceo mudo. La noche era clara, la luna refulgía briosa en el firmamento, por eso pudiste ver con claridad un carro abierto lleno de paja y.. ¿cuerpos? en él. A su lado había una figura siniestra con túnica y capucha negra, y lo más inquietante de todo aquello era que portaba una guadaña enorme en la mano.

E.. e.. el Ankou.. —balbuceó aterrorizado.

Como si aquello hubiera invitado a vuestro misterioso a intervenir, la figura se acercó lentamente a media distancia de vosotros con paso lento y alzó la mirada, su rostro era ajado y muy pálido, pálido como la muerte.

Los caminos son claros esta noche, lamento haber interrumpido vuestro trasiego, mi señora. No tardaré en despejar el camino.

Notas de juego

Puedes tirar Inteligencia + Ocultismo a Dificultad 7 para saber sobre el Ankou.

Cargando editor
31/12/2017, 14:39
Leyre de Abin
- Tiradas (1)

Notas de juego

¿La dificultad de base es 6? Porque por algún motivo tengo dos éxitos pero no me los contabiliza.

Edito: Vale, soy gilipollas. Acabo de releer tu post que indicas que la dificultad es 7 =_= eso me pasa por ansias.

De todos modos, saco ambos éxitos.

Cargando editor
31/12/2017, 15:21
Narrador

Notas de juego

En realidad, fallas. Los 1s restan éxitos, has sacado dos 1, por lo que anulan tus dos éxitos ^^u

No te suena de nada el asunto.

Cargando editor
31/12/2017, 15:26
Leyre de Abin

Observo con cierta curiosidad el carromato; lleno de paja y cuerpos, cualquiera diría que las vacas comen de ambos. Oh, los cerdos. Claro, pienso para cerdos. Muy cómodo, todo en uno.

-Qué curioso oficio -comento despreocupadamente hacia el desconocido- ¿Tan mal va la siega de este año que tenéis que hacer de sepulturero, buen hombre?

Echando un vistazo a su apariencia, cualquiera diría que se nos ha aparecido la mismísima Parca, pero ese pensamiento casi me hace reír. 

-Sin prisas -tranquilizo al campesino, haciendo un gesto vago con la mano; después, me vuelvo hacia el cochero, a quien parecen haber sustituido el rostro por una máscara de cera- Venga, cenizo. Cualquiera diría que no has visto nunca un muerto.

Si llevas dos en tu propio vehículo, hombre.

Notas de juego

Ah, coño. 

Pff ni me había fijado en los 1s. Que soy novata en el V20 D:

Cargando editor
31/12/2017, 17:06
Narrador

Al ghoul le tembló la voz ostensiblemente mientras aquella figura sombría, tras asentir, avanzó lentamente a un lateral del que empezó a arrastrar algo.

¿No sabéis quién es, mi señora? —te miró con miedo —. El Ankou, mi señora, el obrero de la Muerte.. Dios Cristo bendito —se santificó —. Vaga por los caminos de Bretaña con su carro.. ay de aquel que escuche el sonido de su carro.. pues sabe que la muerte le alcanza, pues él recoge las almas de los finados..

El tono de voz de aquel hombre no albergaba duda, estaba aterrorizado, delante de ti podías ver como aquella suerte de macabro recolector arrastraba otro cuerpo hasta el carro. Desde el interior pudiste escuchar la voz de Mahé, que preguntaba sobre qué estaba sucediendo.

Cargando editor
31/12/2017, 19:45
Leyre de Abin

Escucho las palabras del ghoul con una ceja levantada, y media sonrisa de escepticismo.

-Pues menos mal que ya estamos muertas, ¿eh? -Le murmuro, encogiéndome de hombros.

Deshago mi camino hacia el carruaje, avanzando hacia la portezuela que he dejado entreabierta. En comparación con el negro azulado de la noche que me rodea, el interior del coche es casi dorado; con la luz de las velas, los tapices de hilo de oro y su propia presencia encantadora. Casi me ilumina con luz propia cuando me dispongo a entrar.

-Es sólo un sepulturero cargando muertos, -comento despreocupadamente, mientras me encaramo al vano de la puerta para impulsarme al interior del carruaje.

Se supone que es el cochero quien tendría que ayudarme a hacer esto, pero está demasiado ocupado sintiendo miedo de sus absurdas supersticiones. Pobres mortales, aun sin ser conscientes completamente de lo efímera que es su vida, sienten la espada de Damocles pendiendo sobre ella. Quizá por eso se aterran hasta ante la visión de su propia sombra.

Aún luchando por entrar en el carruaje, le digo a Mahé.

-El ghoul dice que es un Ankou o algo así.

Cargando editor
02/01/2018, 02:58
Mahé Lagadec

Tu Sire no pareció darle excesiva importancia al principio, pero al escuchar el nombre frunció el ceño un tanto. Se asomó por la ventana del carruaje para contemplar como la mortuoria figura del Ankou se afanaba por cargar el cuerpo en el carro.

El famoso Ankou.. un hallazgo interesante en esta noche.. —pareció una frase más bien prosaica, sin mayor sentido que para hacerse notar, por parte de tu Sire. Volvió la cabeza hacia adentro y suspiró —. Esperemos que termine pronto.. lo que quiera que esté haciendo ese.. aparecido.

El ghoul asintió aun pálido, su mirada no perdía detalle del ensotanado, se le escuchó tragar saliva.

Cargando editor
02/01/2018, 03:02
El Ankou

Cuando el anciano acabó de cargar su macabro cargamento se volvió hacia vosotros, avanzó varios metros para no tener que alzar la voz, más que andar parecía deslizarse sobre el suelo como si flotara, una imagen del todo inquietante.

Agradezco vuestra paciencia, mi señora —dijo con voz tranquila y profunda. Su mirada era penetrante como el propio símbolo que representaba su guadaña. Había algo, ahora que lo tenías más cerca, que evocaba miedo e inquietud. Quizá a ti no te causaba el terror reverencial que causaba en el ghoul, pero sin duda había algo en aquel hombre que mezclaba paz e inquietud por igual.

Daréis una limosna para los muertos —sacó un tazón bastante perjudicado, lo extendió hacia vosotros, te miraba a ti con fijeza.

Cargando editor
02/01/2018, 10:30
Leyre de Abin

¿"Ese aparecido"? ¿Entonces es cierto? Me vuelvo hacia el desconocido, aún sin entrar en el coche del carruaje, para observarle con curiosidad. Un encuentro sobrenatural en mitad de la noche. Podría ser interesante. Para aquel interesado en lo oculto, claro. Yo me conformo con ser una leyenda viviente que se alimenta de la sangre de los vivos para poder ser inmortal; no me seducen las reuniones con más criaturas fantásticas.

La voz del Ankou interrumpe mis pensamientos, pidiendo una limosna. Distraída, echo un vistazo al interior del carruaje, donde se encuentra mi limosnero. No quiero que Mahé se perturbe viendo un rostro tan feo, por lo que desecho la idea de acercarme a por unas monedas. A punto estoy de despachar al mendigo mágico, cuando recuerdo los pendientes que cuelgan de mis orejas. Me los quito de un gesto rápido con la mano, y se los entrego. De todos modos, estaban un poco pasados de moda.

-Tenga -murmuro, dejándolos en el tazón. Verlos ahí, en un tazón sucio y ajado, me provoca un suspiro de pesar. Estarán pasados de moda, pero el oro escasea tanto últimamente...- son de oro con almandinos montados. Los compré a un mercader de Bizancio -aclaro, para que aprecie su valor.

Esos romanos ladrones se han quedado con todo el oro de la cristiandad; ahora a ver con qué alhajas podré impresionar a Mahé. En fin, tendré que consolarme pensando en las palabras de Jesucristo.

"Mas, cuando tú des limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, / para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público."

Por Dios que no le voy a contar a nadie dónde han acabado mis preciosos pendientes bizantinos; y seguro que Mahé se siente complacida por mi caridad. Esbozando una sonrisa cortés, ensayo una breve inclinación de la cabeza. Aunque vista como un mendigo, este hombre va recogiendo almas de pecadores, debe tener algún rango importante en la jerarquía del infierno, así que procuro honrarle con un buen protocolo.

-Que paséis buena noche, señor.

Cargando editor
03/01/2018, 15:29
El Ankou

La enigmática figura mortuoria contempló tu limosna en su ajada jarra, te miró a ti unos segundos, asintió.

Dios os lo pague, generosa dama —repuso el Ankou mientras se disponía a alejarse del carruaje para alivio del aterrorizado ghoul. El ensotanado se quedó en un lateral del camino, junto al carro, dio a entender que su labor había concluido y podíais proseguir vuestro viaje. El cochero no se lo pensó dos veces, una vez estuviste dentro del carruaje de nuevo dio brío a los caballos.

Cargando editor
03/01/2018, 15:32
Mahé Lagadec

Mahé miró por la ventana el fugaz instante en el que pudo contemplar al Ankou, suspiró largamente para volver su atención hacia ti.

Capadocios y sus macabras costumbres.. —espetó algo hastiada mientras palmeaba el asiento junto a ella para que te sentaras ahí. Durante algunos segundos estuvo en silencio, pensativa.

Espero que no tardemos demasiado en llegar, deseo darme un baño, me siento sucia —suspiró al final con resignación.

Cargando editor
03/01/2018, 19:45
Leyre de Abin

Me acomodo junto a Mahé, apoyando la cabeza sobre su hombro, y suspirando con alivio cuando el carruaje se pone en marcha de nuevo. No es que me importe tener charlas inquietantes con desconocidos en mitad de la noche, pero no es ni mínimamente comparable con la comodidad del cuerpo de mi sire, y la calidez del entorno que nos rodea. 

Capadocios y sus macabras costumbres.

Parpadeo, indiferente.

-¿Entonces era un vampiro? Pensaba que era como la Muerte o algo así. -Murmuro, inspirando el suave aroma de su cuerpo. 

Espero que no tardemos demasiado en llegar, deseo darme un baño, me siento sucia

-Puedo bañarte yo, si lo deseas -me ofrezco rápidamente- ¿te parece bien? Una tina caliente, una esponja marina, y quizá... ¿leche de burra? Como Cleopatra. 

Imagino su magnífico cuerpo desnudo, resplandeciente a la luz de las velas, e incorporándose para crear una suave cascada de leche blanca precipitándose desde cada curva de su cuerpo, dejando un brillo untuoso sobre ella. 

-También podemos pedir un baño de aceite, si no quieres esperar a que calienten el agua -sugiero, deslizando la mano por su brazo. Tampoco me importaría retirarle el aceite poco a poco, arrastrando la espátula y apretándola contra su piel, para observar cómo pasa del tono ambarino del aceite a un dorado pálido.

Cargando editor
03/01/2018, 20:19
Mahé Lagadec

Mahé te recibió con deleite, dejó que te acomodaras sobre su busto mientras te acariciaba el cabello en un claro gesto de dominación sobre ti.

Lo era. Un chiquillo del viejo Jermaine, el abad del monasterio de Saint-Mathieu, en Cornualles —explicó con sapiencia —. El Ankou.. ha asumido el rol de un cuento bretón, el obrero de la Muerte, que recoge las almas de los difuntos para llevárselas a Ella. Una historia fascinante, no exenta de curiosidades. Siendo un Capadocio, no me sorprende que se dedique a vagabundear por los caminos con ese.. trabajo.

Mostró una sonrisa perlada ante tu iniciativa, te besó los labios de nuevo saboreando el candor de tu lengua con la suya. Te acomodó de nuevo jugando con tu cabello distraídamente.

Espero que tengamos tiempo para ese magnífico plan, querida Leyre. Espero que tengamos tiempo para ese magnífico plan.. —murmuró mientras dejaba que te acomodaras sobre ella, arrebujada bajo su ala.

El trayecto transcurrió sin percances, pero fue aburrido por la falta de actividad. Afortunadamente se dio sin parones, por lo que al cabo de un par de días ya llegabais al territorio de Brest. Allí te mandó preparar el prometido baño mientras ella atendía asuntos importantes con el Príncipe, te dijo que volvería a medianoche ansiosa por él.

Cargando editor
04/01/2018, 23:39
Leyre de Abin

Observo el paso del tiempo por el movimiento de las estrellas en el cielo, impaciente. Apoyada contra el alféizar de la ventana, tamborileo los dedos sobre mi regazo, calculando cuánto quedará para la media noche; ese momento divino en el que Mahé me honrará con su presencia. Si mi corazón latiera, este bailaría en mi interior, con suma felicidad. No puedo creer que después de dejarme compartir con ella un viaje maravilloso, también me conceda el extraordinario favor de visitarme esta misma noche. 

Una bañera de madera reforzada con flejes de metal preside la habitación; se encuentra tapada por una sábana, para que no pierda el calor. Mirándola de reojo, por un instante añoro los baños árabes de mi tierra, donde nos reuníamos todas las mujeres para chapotear en las aguas y disfrutar de los vapores con aroma a incienso y aceites esenciales. 

El recuerdo de mis hermanas flotando sobre las aguas turbias de los baños regidos por hombres de piel oscura gesta una idea en mi mente, que pronto da a luz a una resolución. Avanzo hacia un precioso bargueño de ébano, donde abro y cierro algunos cajoncitos, rebuscando en su desordenado interior, hasta hallar una barrita de incienso. La enciendo, dejando que el olor impregne los textiles de la habitación, y después me aproximo a la bañera, para dejar caer en el agua caliente algunas gotas de perfume.
Acto seguido, me deshago las lazadas laterales de mi vestido, para sacármelo por la cabeza. Mi cuerpo queda tan sólo cubierto por una saya de lino blanca, que me llega hasta los tobillos. No puedo evitar sentir un poco de vergüenza, viéndome prácticamente desnuda, pero quizás Mahé me pida que entre en el agua con ella, y si es así, me gustaría estar preparada de inmediato. ¿O lo considerará una osadía, pensar siquiera en compartir su mismo espacio sagrado, que debía ser preparado con el único objetivo de lograr su relajación?

Titubeante, observo mi vestido, que he depositado pulcramente sobre el lecho, y frunzo el ceño. ¿Debería volver a ponérmelo? Aún inmersa en mi zozobra, continúo preparando la habitación: unas flores frescas junto a la tina, un cepillo para el cabello hecho con nácar, y leche de almendras para untarla sobre su cuerpo al terminar el baño. Aún dubitativa, observo el resultado de mis preparaciones. Espero que esto sea suficiente.