Partida Rol por web

Aunque solo iba con el jerseycico de primavera, para ellos, Iris no hizo amago de preguntar si tenía frío y se tapó con el abrigo como si fuera la única zona caliente de toda Zaragoza, haciendo que sonriera. Escuché que tomaba aire y la miré, aunque no entendí a qué se debía, quizás estaba empezando a entrar en calor.
-Te recomiendo una bufanda contra el cierzo -Le dije antes de ofrecerle ir en autobús, pero para mi gran alegría aceptó subir andando -Genial -Dije, entusiasmado sin querer esconderlo, echando a andar con ella, que me dijo que suponía que siendo vampiro no tenía frío. Me reí, asintiendo y más cuando dijo que dormir conmigo debía estar genial en verano.
-Sí, en invierno soy un poco contraproducente -Admití, sabiendo que si la tocaba con ese frío le resultaría molesto. Con eso vino una duda divertida, si dormía en un ataúd o tenía mi propia mansión encantada.
-No puedo dormir, lo siento, puedo comprar uno si vienes a verme para que puedas abrirlo como en las películas -Le ofrecí, suponiendo que podía mover las cosas para ponerlo en la habitación donde pintaba -, aunque te alegrará saber que vivo cerca de ti, ¿has visto el parque Grande? -Le pregunté y pensé un momento -Hace poco lo cambiaron de nombre, el parque Labordeta -Corregí, pues si acababa de llegar no sabría a cual me refería.

-No por favor, no hace falta que te compres un ataúd si no te resulta cómodo. Ante todo comodidad frente a costumbres arcaicas - rio imaginándose que era una vampiro moderno y uno uno chapado a la antigua con capa y ataúd. Lo de que no podía dormir se referiría a que era un noctámbulo. Tenía pinta de ser de esos que vivía la noche a tope.

- Sí conozco el parque. Mi edificio está a una de las calles colindantes, está cerca. Pues si vives por aquí mucho mejor, podrás venir a visitarme a mi pisito o yo a tu mansión encantada.

Ya que estamos aquí y la verdad es que todavía no tengo sueño - y estaba la mar de cómoda su abrigo- ¿Qué te parece si damos una vuelta por el parque? Así me puedes responder a otra de mis grandes dudas existenciales: ¿Dios existe?

A ver, elaboro que sé que ha quedado un poco raro. Partimos del hecho que eres un vampiro... ¿Tiene algo que ver dios en todo eso? Las cruces, la iglesias, el agua bendita... Ya sabes ¿Qué debilidades tienes? Tendrás que darme algo con lo que defenderme si decides hacer de mi tu siguiente presa digo yo...-

A Iris le pareció que comprarme un ataúd solo por ella era demasiado y me reí cuando dijo que estaba mi comodidad por encima de las costumbres arcaicas y aceptó ir al parque, diciendo que vivía por la zona.
-Pues o tienes mucho dinero o es una casa pequeña -Adiviné pues esa zona era ligeramente más cara que, por ejemplo, la que había al otro lado de las vías del tranvía. Debía ser suficiente el abrigo pues sugirió sentarnos por la zona para hablar un poco más de temas vampíricos y sonreí, aceptando, entrando en el parque, que a esas horas estaba practicamente vacío, hasta el borde de la fuente de la entrada, escuchando sus preguntas. La miré confuso y me explicó que su pregunta sobre si dios existía era relevante a mis debilidades religiosas, por saber cómo defenderse si la acababa considerando presa. Le sonreí.
-Chica precavida -Le dije a modo de felicitación y pensé un momento -Dios no existe, las cruces, salmos y demás no nos hacen nada -La miré, queriendo ver por su reacción si era una chica religiosa -, tampoco los ajos -Añadí con una sonrisa -, pero el olor es ciertamente desagradable si son potentes, así que es una buena medida para que me plantee buscar a otra presa -Añadí, volviendo a mirar al cielo -, tampoco las estacas o las armas hacen nada -Dije, sin bajar la vista y la miré -Quizás tu mejor arma sea el sol, quema como aceite hirviendo -Le sonreí, mirandola de nuevo.

Fue escuchando atentamente mientras se acercaron a la fuente y tomaron asiento, para lo cual terminó soltándole y dejando entre ellos algo de espacio. Se quedó unos instantes en silenció mirando el cielo y los colores que parecía reflejar la luz de la fuente en las nubes. Era ciertamente hermoso.

No reaccionó a la afirmación de que dios no existía porque ella ya estaba bastante convencida de eso.- Realmente, si fueras lo que dices, te lo estaría poniendo muy fácil ¿Verdad? Quiero decir, debes pensar cualquier cosa de mi ya que me voy con un hombre que acabo de conocer sola a un parque. Aunque no seas un vampiro sanguinario que le da igual acabar con la vida de una persona cuando le entra el gusanillo, bien podrías ser algo peor. Un verdadero monstruo, un psicópata que disfruta con la muerte y el dolor del los demás. Esos sí que me dan miedo, pero aún así he confiado en ti.

¿Ves a lo que me refiero? En el fondo sé que no debería hacerlo pero hay algo dentro de mi que me empuja a arriesgarme con las personas que parecen peligrosas. Quizás es que esté destinada a morir joven o puede que mi legado de bruja me de el valor para enfrentarme a cualquier cosa.- Dijo esto último para quitarle hierro al asunto.

- ¿Qué me dices, mi enigmática criatura nocturna? Ahora que me tienes aquí, en un lugar apartado, sin gente alrededor que pueda socorrerme de forma inmediata ¿Qué se te pasa por la cabeza?-.

No pude evitar sonreir cuando Iris, inconscientemente, se dio cuenta de que me lo estaba poniendo terriblemente fácil la caza ya que estábamos solos y podría matarla sin que nadie se enterase. Asentí, dándole la razón y mencionó que estaba algo mal en su cabeza por dejar que alguien peligroso pudiera tenerla así, mencionando que quizás era por su legado de bruja, que le daba valor.
-Quien sabe -Dije, prefiriendo no decirle que dudaba que fuera eso, sino que pensaba que hablaba con alguien normal. Después me preguntó qué pensaba y sonreí, pensando un segundo -Pienso que eres suficientemente interesante para no morderte aunque sí que me lo estás poniendo horriblemente fácil, tanto que hasta me siento mal -Le dije -, y también que te vas a helar si nos quedamos aquí mucho rato -Decidí, levantandome y tendiendole una mano.

Cris estaba demostrando ser un verdadero caballero, cosa que era de agradecer. Iris asintió con una sonrisa y dejó que la ayudara cogiendo su mano. Las tenía heladas, pero claro con ese frío que hacía y sin abrigo... Quizás era él quien se estaba muriendo de frío y no había querido confesarlo para que ella no se quitara el abrigo. Pero ahora que lo había notado, sintió remordimientos.

- Tienes razón, ha refrescado demasiado como para quedarse a la intemperie.- No lo decía por ella pero tampoco era plan que él cogiera una pulmonía por su culpa.- Mi casa está por esa dirección- señaló una de las salidas del parque. Se quitó el abrigo y se lo devolvió. Ahora había quedado impregnado con el olor de ella. Más dulzón que el de él porque le iban los perfumes con cierto aroma a vainilla o similar, aunque no muy fuerte. No le gustaba ir apestando.

- Muchas gracias de nuevo por el abrigo y la compañía - tenía ganas de besarle y por un momento le miró fijamente a los labios, pero se dio cuenta que era demasiado impulsivo y precipitado y levantó la mirada a sus ojos para despedirse.

No le había pedido su teléfono porque pensaba que si él estaba interesado ya llamaría, no era plan de acosarlo.

- Y recuerda lo que te he dicho, vas a ganar más si no matas a tus víctimas. Quizás necesites algo de entrenamiento y si quieres ayuda con eso o con cualquier otra cosa, pues no tienes más que llamarme.- Se acercó para darle un beso en la mejilla.

Iris aceptó que había refrescado demasiado y asentí, comenzando a andar por donde me dijo, sin molestarme en preguntar si quería la compañía, supuse que tampoco quería mostrarme dónde vivía porque era un desconocido pero eso no me iba a impedir cotillear. La acompañé hasta la calle iluminada y la miré mientras me daba el abrigo y las gracias. Le sonreí.
-No hay de qué -Lo vi, vi su mirada, pero era muy mala idea que se acercase a mi boca, al menos por sorpresa, riendome cuando me ofreció ayuda con un posible entrenamiento para dejar vivas a mis víctimas -Lo intentaré y te avisaré de como sale -Le dije con una sonrisa, apartandome gentilmente de su beso en la mejilla -Vas a quedarte helada si nos quedamos aquí -Le recordé, prefiriendo evitar tentaciones.
-Ten cuidado de noche, brujica -Le dije con una sonrisa, planeando seguirla mientras volví a casa para asegurarme que yo era el único peligro que tenía que preocuparme.

¡No podía ser, se lo había vuelto a hacer! Iris frunció el ceño cuando él se apartó al ir a besarle la mejilla. Si fuera a decir que iba a los labios lo hubiera entendido pero un simple beso en la mejilla... En fin, estaba claro que no iba a conseguir comprenderle en un solo día.

Cambió su gesto por el de una sonrisa mientras se daba la vuelta y comenzaba a caminar alejándose de él. Por último le hizo un gesto de despedida con la mano y ya se volvió para no volver a mirar atrás.

Había sido con diferencia el encuentro más curioso de su vida. Tenía la sensación que ya no le vería jamás, pero se llevaba un buen recuerdo. Ella contaría que había conocido a un vampiro de verdad. Se rio ella sola recordando algunos puntos de la conversación mientras terminaba de andar los últimos metros hasta su portal. Le esperaba un apartamento bastante desapacible sin muebles ni decoración, pero era algo suyo de lo que sentirse orgullosa. Al día siguiente le traerían más muebles y se pasaría el día luchando por montarlos. Tendría que haber reunido el valor de pedirle ayuda ya que no conocía a nadie que la echara una mano, pero le pareció abusar. Iba a tener que apañárselas sola.

Fingí que me alejaba en dirección contraria durante unos pasos, pero en cuanto Iris se perdió de vista, que no de oído, giré y avancé hasta volver a alcanzarla, a distancia, donde pudiera verla pero ella a mi no. Podría haber ido justo detrás suyo y no lograría haberme alcanzado a ver pero prefería evitar que se tensase después de ir conmigo tan cerca de su apartamento.  No hice ningún ruido, no me acerqué demasiado y tan solo la seguí hasta asegurarme de que se metía en un edificio, donde ya estuviera a salvo. Sonreí, divertido, pensando cómo reaccionaría si apareciera en su apartamento, colándome sin que me notarse demasiado. Pero decidí retroceder y volver sobre mis pasos, hacia el parque, donde había oído a alguien balbuceando solo por la zona baja.