Partida Rol por web

Seguís inconscientes y los guardias os llevan hacia una habitacion y os encierran bajo llave. Os quitan pertenencias y armas.

En mi sueño estoy en una especie de bosque sin árboles rodeado de bellas gentes que están hablando entre sí mientras hay un gran banquete cerca de ellos, con todo tipo de exquisitos manjares, hay luces brillantes de diferentes colores que brillan por encima de las cabezas de la muchedumbre creando un efecto de luz en la noche que se muestra acogedor.

Yo estoy alli cantando a pleno pulmón mientros que unos hablan , otras bellas damas me miran y sonrien y se susurran cosas sobre mi. Algunos siguen conversando mientras otros quedan embelesados por mi canto soltando todo tipo de adulaciones hacia mi persona.

Despertáis horas despues encerrados en una habitacion. Os han curado levemente y estáis conscientes. Unas raciones de comida fría os dejan en una mesa.

Si es por la mañana hago mis rezos agradeciendo mis poderes y me preparo conjuros, sino es por la mañana tendré que esperar.

Al despertar activo mi aura sanadora para curar nuestras heridas en la medida de lo posible. 

-¿Estáis todos bien?-Pregunto mirando a los demás.-¿Veis alguna manera de salir de aqui?

Abro los ojos ey no estamos muertos ¡¡ una alegría se representa en mi rostro, miro a Morko y a Saldur me alegro de veros, empiezo a comer la bazofia que nos habian dado pero al menos engañaba al estomago , estoy malherido Morko pero tu aura me va recuperando , en cuanto a alguna idea de como salir sí tengo una , conozco el conjuro de hechizar , se lo lanzaré al soldado que venga para que nos libere, solo tengo una oportunidad así que fijaros bien  que el soldado que venga tenga la llave. Miro a mis compañeros con astucia viendo que todavía teníamos guerra que dar para rato.

Llega Asyira y os observa desde fuera, le oís decir a sus guardias que por el momento no sabe que hacer con ustedes aunque no representan peligro encerrados y sin magia (Asyira ha hecho un conjuro para que no se pueda usar magia dentro de la habitación).

- Buenas tardes señores, os dice. Espero que estén más calmados que esta mañana. Mis hombres os han curado, al igual que a mí. Quizá os subestimé, casi matais a mis guardias y a mí. No volverá a suceder

- Y ahora vais a hacer lo que os encomendé bajo pena de muerte. Reuniros con vuestros amigos y traedme mi urna. Soltadles!! No intentéis nada raro, os he hecho un hechizo mágico y si no regresaís en 24 horas, uno de ustedes morirá.

- Tomad vuestras armas y pertenencias y partid. Coged esto para recuperaos un poco. Vuestro aspecto da pena.

Silencioso escucho las palabras de la sacerdotisa y la miro con un infnito desprecio.

-¿Y quien dice que no nos mataras al volver?-Digo mirándola sin pestañear.

Oh vamos Morko tu ya estas muerto sonrio no le demos más vuelta al asunto , de todas formas si no nos llegan a curar estariamos todos muertos. Hagamos la misión demosle a esta Señora su trofeo y sigamos nuestro camino. Pertrechado con todo mi equipo, salgo con mis compañeros en dirección a aquella posada , donde estaba el presunto ladron.

Reunámonos con el resto y acabemos con el resto... Morko no se merecía esto...

Me vuelvo a poner mi armadura y recojo el resto de mis pertenencias.

-Está bien.-Digo mientras me levanto.-Te traeremos la maldita urna.

Llegáis a la taberna El León Burlado, situada en un patio interior de un grupo de comercios y viviendas, justo al final de la calle de la Serpiente Dorada, en el distrito norte, este lugar es el antro perfecto para colocar objetos ‘calientes’. El ruido del ambiente es lo suficientemente alto para obtener intimidad dentro de la multitud.

Entro a la posada junto con mis compañeros, me quedo pensativo por si he escuchado antes rumores sobre esta posada, su clientela su dueño y que se cuece en el interior. Luego empiezo a abrirme paso por la bulliciosa gente avistando por si veo al tipejo y preguntando a los que veo con más disposición de hablar para preguntarle por este .

Al intentar entrar en la taberna, un guardia os para y os dice que tenéis que dejar las armas, si lleváis, en un cuartillo cerca de la entrada que él mismo custodia. Tambien os pregunta por vuestros nombres, actividades, intenciones, procedencia y fecha aproximada en que se marcharán de la ciudad.

“Espero que no monteis jaleo, forasteros, o de lo contrario acabareis en prisión.”, os dice finalmente.

Dejo todas mis armas en el cuartillo, le doy mi nombre le digo que soy bardo de profesión que me dirijo a Valleyport, y que de paso voy visitando todas las posadas que están en el camino.

Si, no se preocupe soy un artista no un alborotador dicho esto entro en la posada.