Partida Rol por web

—Gracias. Eres una hermosa calicó —le susurró a la gata mientras hacía el esfuerzo de retener las lágrimas que orillaban sus pestañas. 

Según los cuentos populares, los gatos calicó era una clara representación de la buena fortuna. Y era una creencia muy arraigada entre los pescadores japoneses quienes afirmaban, además, que las gatas tricolor atraían la armonía y la tolerancia a los hogares. 

Amaris no podía afirmarlo ni negarlo. En su casa no había gatos, ni uno solo. Lechuzas, búhos y autillos sí, a montones. Y otros animales como un bowtruckle, un augurey y los aethonan y granian de su madre. Pero gatos no, ninguno. Su padre era alérgico al pelo de gato. O eso dijo cuando Amaris apareció por la mansión con un enorme gato persa.

La pequeña bruja esbozó una pequeña sonrisa cuando escuchó a Jonh comentando aquello de que le gustaba a la hermosa calicó. 

—Es mutuo —respondió sin levantar la vista de la gata. —¿Así que eres muy traviesa? —sonrió.

Pero cuando el pequeño tejón preguntó sobre si había hecho algo malo, la sonrisa de Amaris se borró de un plumazo. Alzó la mirada hacia Jonh y lo primero que vio fue su mano extendida. Dudó un instante antes de asirse a ella, pero finalmente se incorporó ayudada por el niño.

—Y-ya s-sabes... La c-clase de ap-aparecium... —murmuró con la voz entrecortada mientras sacudía con las manos su impoluta túnica en un vano intento de disimular su vergüenza y su tristeza. 

Jonh le miró con cara de confusión, como si no entendiera lo que decía Amaris y, luego, negó con la cabeza.

- Qué tontería- dijo sin demasiado tacto- Diste una buena clase, y no tienes la culpa que no hayamos sabido entenderte. Si lo hiciste bien, no debes culparte porque los demás fallemos. Además en mi caso...-  pone mala cara y cierra los ojos y los puños con fuerza.- En mi caso es que pensaba en cosas que me descentraron. Yo... soy tonto. Eso es todo. Y no es culpa tuya. Solamente es culpa mía. Por idiota.

Amaris frunció ligeramente el ceño. ¿Qué tontería? ¿Dijo que sus pesares y preocupaciones eran una tontería? Frunció aún más el ceño. ¿Qué era tonto? ¿Idiota? Jonh estaba al borde de conseguir un imposible: que el entrecejo de Amaris se frunciera tanto al punto de hacerla parecer cejijunta.

—¿Que eres qué? —inquirió. —¿Entonces yo qué? ¿Soy la reina de las idiotas? —le espetó. —Porque si tú idiota, yo más. ¿O crees que me dedico a mirar lo qué hace o deshace un idiota? —confesó intempestivamente. —No eres un idiota. A-a lo sumo, un grandi-dísimo t-tonto que no se da cuenta de su p-potencial. 

Y, a medida que Amaris fue largando aquel discurso, su enojo se fue disipando y su natural timidez emergiendo como un vendaval...

¡¿P-pe-per-pero q-que qué d-dije?!

Era obvio que las habilidades sociales de Jonh eran... escasas. Por decirlo finamente. O tal vez que nunca había estado con chicos de su edad, o casi nunca. O no hablando así. No es que fuera tímido. Ni tampoco soez. Por el contrario parecía educado; era solo como si fuera incapaz de actuar con normalidad. Como si tuviera que pensar todo lo que hacía.

Por eso el estallido de Amaris no le sorprendió especialmente. Para él, el marco de las relaciones sociales era confuso. Y solo se quedó con una cosa...

- Te... ¿preocupas? ¿por mi? ¿por qué?- era una pregunta absurda pero cualquiera pensaría que el asombro de Jonh al hacerla era real. Antes que Amaris pudiera responder, sin embargo, Jonh acarició nuevamente a Lianta, como si con ello pensara y miró, otra vez, a su alrededor, como si esperara ver a alguien- Pero sí que soy tonto. Yo... me gustan los cromos. Se que no sirven para nada, pero me gustaría conseguir la colección, no para subir nota- se le notaba casi avergonzado al decirlo- los quiero para mi. Y quise cambiar varios pero no sabía donde estaba o quien era quien cambiaba y me, me... - negó con la cabeza, como si quisiera aclarar sus ideas, siguiendo acariciando a Lianta, sin mirar a Amaris- Es una tontería. Solamente me engañaron. Me dijeron que estaba en un sitio, luego en otro, luego en otro. Y al final perdí toda la mañana en eso. Se rieron a mi costa. ¿Ves como soy tonto?

Y, realmente, había mucho de tontería. No llegaba ni siquiera a una broma pesada y, cosas así, entre los niños, era completamente habitual. Pero Jonh parecía realmente afectado. Incluso turbado y confuso por ello. ¿Pero qué demonios habría estado haciendo el chaval durante toda su infancia?

¡Vaya! Amaris se quedó perpleja, sin saber cómo reaccionar a... eso. Ni siquiera sabía si había entendido bien, pero no se animó a preguntar... Jonh parecía tan afectado por esa... ¿tontería? Sí, era una tontería, cosa de chicos. O quizá ni eso. Ya había visto a Murphy perdido en los pasillos buscando a Cho sin encontrarla, preguntando a uno y otro durante días. ¡Ella misma se había perdido muchas veces! Pero, claro, Amaris se lo tomaba con calma, como una aventura más. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Apretó los labios y se acomodó el cabello mientras pensaba y...

—Hogwarts es un laberinto para los que somos novatos. —Se encogió de hombros. —¿Y si utilizas el tablón de anuncios? "Cambio x cromo por..." O, si quieres arreglar con alguien puedes, no sé, escribe en el tablón justo debajo de su anuncio, por ejemplo, "tengo el cromo que necesitas, búscame en la biblioteca". Así no pierdes tiempo y dejas que sea otro el que se encargue. ¡O envíale una lechuza! Parece muy tonto, pero no te imaginas lo efectivo que es. ¡Las lechuzas siempre encuentran al destinatario de una carta, esté donde esté! También puedes preguntarle a quienes conoces bien. Por ejemplo, yo puedo ayudarte con los de Ravenclaw, y un poco con los de Gryffindor. Mi hermana es de esa casa, y conozco a Angelina Johnson. 

Amaris se sentía un poco tonta dándole tanta importancia a un intercambio de cromos, pero si era importante para Jonh, era importante y punto. ¿Acaso ella misma no se sentía incomprendida cuando los profesores no le daban importancia sus preocupaciones?

Jonh negó con la cabeza.

- Lo hicieron a propósito- intentó explicar- No me hubiera importado no encontrarlo. O que no quisiera cambiar cromos. Ellos... simplemente querían reirse de mi. Me mandaron a varios sitios. Y yo al principio ni me di cuenta. Solamente se querían reir de mi. Y no me di cuenta. Estuve de un sitio a otro como un tonto. Yo...

Nuevamente la voz se le quiebra y carraspea, molesto consigo mismo.

- Es una tontería. Ya te lo dije- guarda un instante silencio, parece pensar algo, pero no termina de decirlo. En ese momento Liante maúlla, ofendida por no ser el centro de la atención.

—Oh...

¿Qué podía decirle? Se habían burlado de él, había caído en una broma tonta y ahora se sentía así: tonto. Amaris pensó que no sería la última vez. Jonh aprendería la lección y no se fiaría de aquellos chicos, pero vendrían otros más astutos y, otra vez, volvería a caer. Y a enojarse, y a llamarse tonto. O quizá no porque no volvería a fiarse de nadie y se encerraría en su mundo de libros y gatos. O quizá tampoco eso. En ocasiones había un conjunción de suerte que intervenía en la balanza de malas y buenas experiencias moviendo el brazo de un lado a otro.

Alguna vez se había sentido burlada como Jonh, y como él se había enojado consigo misma. Pero había aprendido que culparse no era una solución, sino un obstáculo. Y ahora, frente al enojo de Jonh no sabía qué decir (o quizá no había nada que decir); porque el enojo era así: una llama que perduraba hasta que se le acababa el combustible.

Se recostó contra una columna y lo observó un largo rato en silencio. Al fin, preguntó:

—¿Y entonces? Dices que eres un tonto y que todo esto es una tontería. ¿Pero qué piensas hacer al respecto? Además de enojarte, claro —preguntó. 

Jonh no respondió de inmediato y siguió acariciando a Lianta. Era bastante evidente que estaba más relajado y se permitió incluso media sonrisa como si hubiera una idea que le hacía mucha gracia. Como si, en pensamientos de la propia Amaris, se le hubiera acabado el combustible. Luego miró a Amaris y volvió a menear la cabeza, divertido, para seguir acariciando a Lianta.

- Somos dos tontos. Pero aun así somos los mejores de la clase. Sin contar a Hermione, que juega en otra liga. Y la verdad es que yo creo que Dayana es mejor que yo- parecía mejor ahora, sin duda. Y menos triste, y menos enojado.- ¿Qué voy a hacer? Pues volver a buscar a Stebbins y además, comprar más cromos, claro. Pero eso no es importante. ¿Pero qué vas a hacer tú? ¿seguir sintiendo lástima porque tus compañeros sean torpes en aprender y aunque intentes enseñarnos haya problemas?- negó con la cabeza- En los libros y en los cuentos siempre hay problemas. Si alguien no intenta algo no pasa nada malo, y nadie se equivoca, pero solo porque no hay nada que lograr. Si algo no sale, se intenta, una y otra vez, hasta que salga. Si el miércoles le sale a Dayana el conjuro llevaré un montón de ranas de chocolate, que yo no voy a tomarme todas. ¿Vienes?

Amaris sonrió ante aquel "dos tontos", y pensó que a Jonh, pese a lo abstraído y solitario que era, se le daba mejor el trato con los otros niños que a ella. Y eso era muy evidente cuando el pequeño tejón enseñaba sus trucos a sus compañeros, quizá tenía un don natural, pensó Amaris. Ella, en cambio, era torpe en el trato, pero de una forma muy diferente a la de Jonh. Sus padres decían que era empática, pero eso no era cierto. Amaris no era empática: ella no podía ponerse "en los zapatos" de los otros y muchas veces ni siquiera comprendía los sentimientos ajenos. Ella solo los absorbía como una esponja: si alguien estaba triste, ella se entristecía aunque ignorara las causas; y si alguien era feliz, Amaris también. 

La sonrisa de la pequeña bruja se congeló ligeramente cuando Jonh nombró a Hermione, y apretó los labios. Pero lo que acaparó su atención fue aquella afirmación de "sentir lástima". Amaris lo miró, confundida. 

—No, no es...

¿Lástima? No, no sentía lástima por que fallaran los hechizos. Quizá un poco de orgullo herido, sí; pero lo que sentía era miedo. Miedo real, palpable, físico. Un nudo atravesado en la boca del estómago, y náuseas. Nadie le había dicho lo peligroso que podía ser Hogwarts. Días tras día los niños desfilaban en procesión hacia la enfermería con dolencias o heridas de distinta gravedad. ¡Murphy estuvo a punto de morir ahogado! ¿Y si ocurría algo muy malo cuando ella enseñaba a sus compañeros, ¿qué haría? ¿Lamentarse? No, Amaris no era así.

—E-es miedo —confesó, con la mirada clavada en el suelo —p-pero estoy trabajando en ello —dijo y agitó la mano como queriendo apartar aquel sentimiento, pero el nudo en el estómago ya se había instalado. —Allí estaré—aceptó la invitación con una enorme y pálida sonrisa. —Nos vemos luego —y, sin más, echó a correr en dirección al Puente Cubierto sintiendo como el miedo, las náuseas y aquel inasible recuerdo regresaban..

A pesar de lo que Amaris pensaba, Jonh no era empático. Ni simpático. Pero era cierto que ella le resultaba simpática, y le había animado.

Era justo tratar de hacer lo propio. Pero como era de esperar, había fracasado. Al ver como su compañera palidecía, había intentado decirle algo. Había intentado... Pero se le había pegado la lengua a la boca, los pies al suelo, y no había sabido reaccionar hasta que ella ya se había marchado.

- Yo solo quería...- susurró, pero solo Lianta lo escuchó. Y como buena gata, no le hizo ni caso.

Frederic está intentando hacer el hechizo Aparecium, cuando el hechizo se descontrola y golpea el trasportín del gato de William, que había decidido sacar a su gato para que tomase un poco el aire, el trasportín se balancea abollado, el gato bufa y se encoge

 4ª  SEMANA-  Lunes           M2:

-Chicos!! es genial!! ya me han quitado la escayola!! - dije a los que pasaban por allí de primero, aunque aún caminaba como un patizambo.- y esta mañana la Profesora Hooch me ha enseñado a dar vueltas con la escoba!! he dado 3 vueltas!!! ha sido genial!! - Hoy estaba dispuesto a darlo todo! Estaba emperrado en lograr hacer el primer hechizo que nos enseñaron..LUMOS!... 

 4ª  SEMANA-  Lunes           T1:

idem

 4ª  SEMANA-  Lunes           T2:

idem

Sería cabezón, pero almenos lo había intentado muchas veces, como mis Alohomoras en los baños.

Me acerco al trasportin y lo examino "Lo siento mucho, te lo pagare, cuanto costo" 

Después de enterarme de la tragedia, ( los examenes ), fui corriendo a mi lugar de practica habitual, sabia que los otros de primero estaban practicando en un aula vacía, pero ya le cogí carriño a este lugar y la verdad lo prefiero.

primero practicaría encantamientos y luego transformaciones y si por un casual dominaba ambos me dedicaria a las DCAO.

El hechizo que mas me llamaba la atención era el Wingardium leviosa, era sin duda el mas interesante y después vendría el lux.

un fracaso de primeras, pero no pararía hasta conseguirlo, esa pluma se iba a mover si o también.

Por fin por la tarde mi volundad se vio renovada, lo iba a conseguir lo sabia, es solo cuestión de tiempo.

Por fin por el final del día lo conseguí, "win-GAR-dee-um levi-O-sa" dije de forma perfecta, seguido de un diestro movimiento de varita, y tal como debió pasar mi pluma se movió dirigida por mi voluntad.

Di un par de saltos de alegría seguidos de un beso a mi varita y volví a mi sala común a estudiar. 

El chico mira mas preocupado al pequeño gato que la abolladura del trasportín -No te preocupes Frederic aun funciona- con cuidado saca al gato para acariciarle -menos mal que estas bien- dice al gato.

No había conseguido ningún hechizo de la clase de transfomaciones y en el examen practico no me iba a ir muy bien. por lo que el martes a primera hora estaba en mi lugar de siempre preparado para practicar. sin embargo tras dos días de arduo trabajo no conseguí nada aparte de perder mi tiempo.

volví el jueves pero no para mas transformaciones, esta ves seria encantamientos, algo me tendrá que salir, pero me equivocaba, con la ira hasta el cuello salí de la torre del relog con ganas de abandonar la magia

Martes por la mañana

Comienzas a realizar uno de los hechizos de transformaciones, pero el hechizo te sale mal, un objeto en apariencia inofensivo se termina transformando en un arma letal que hiere a Lucas que estaba caminando por el patio, por suerte la herida parece bastante leve.

Martes por la tarde

Por la tarde sigues intentando el hechizo, pero en esta ocasión parece que el que sale herido eres tú, por suerte es solo un calambre en el brazo izquierdo.

Miércoles por la mañana

Realizas un hechizo pero en esta ocasión el hechizo sale disparado para tu bolsa, al revisar ves que ha impactado en tu libro de Teoría mágica, destrozando cuatro de los temas del libro, el tema 1, 4, 5 y 9, realmente lo tendrás muy dificil para aprobar el examen con el libro roto

SEMANA 6ª  Lunes, tarde 1

Aprovechando que tenía la tarde libre y no nos habían puesto deberes aún, y puesto que la mayoría estaban en la enfermería descansando, salí al patio de la Torre de reloj cuando estaba atardeciendo para intentar aprovechar la ligera falta de luz para practicar y aprender los encantamientos para iluminar la varita.

Tenía todas las ganas y estaba tranquilo, además también lo había intentado múltiples veces y en algún momento tendría que salirme. Así que me preparé y cuando me sentí lo bastante seguro, hice el encantamiento... - Lumos! - y esperé a que la varita se iluminase.