Partida Rol por web

Una amplia zona del norte de la ciudad, cercana a la bahía de Boston, se encuentra ocupada por una serie de enormes polígonos industriales que sirven como sede a muchas empresas locales, nacionales e incluso multinacionales para tener y almacenar sus mercancías. Siempre bajo vigilancia por los servicios de seguridad contratados por dichas empresas, es una zona bastante segura, aunque se han dado robos y asaltos en algunas ocasiones.

Tras la tormenta desencadenada por los poderes oscuros, los almacenes están siendo comprobados uno a uno por sus propietarios en busca de cualquier mercancía que haya podido sobrevivir. Sin embargo, la seguridad ahora es mínima, inexistente en muchos casos, y las bandas y pandillas que antes solo jugaban con la idea de atacar aquellas minas de oro, hacían de ese su terriotorio por las noches, cuando nadie les podía controlar.

En esa zona también estuvo establecida la Corte de Barrabás, una figura misteriosa de la ciudad, con poder para reinar sobre la gran mayoría de los vagabundos de Boston.

Las fauces sombrías que Cofre había invocado para rasgar el tejido de la realidad se abren en un callejón del norte de Boston. Al instante, vomitan a los viajeros del espacio tiempo con cierta reticencia, pareciera que les costara deshacerse de la carga que transportaban por algún motivo desconocido para el endemoniado.

Cuando los ojos del grupo se acostumbran al nuevo ambiente, puedes pararse a observar lo que tienen a su alrededor. Largas paredes de ladrillo rojo que habían visto tiempos mejores, con grandes desconchones, secciones completas derrumbadas y manchas de todo tipo, sujetaban unos tejados de metal que presentaban los mismos daños estructurales. Grandes ventanas a una altura de cuatro o cinco metros presentaban sus cristales destrozados en la mayor parte de los casos y las dos únicas puertas laterales que se podían ver habían sido arrancadas o tiradas abajo.

Sin embargo, la cantidad de escombros no hacía justicia a la tormenta apocalíptica que había vivido Boston hacía apenas unos días. Parecía que alguien, quizá el ayuntamiento, se hubiera dedicado a limpiar y retirar desperdicios de la zona. El suelo estaba húmedo, como casi todo lo demás, y soplaba una brisa helada que calaba hasta los huesos.

En el cielo, un par de nubes perezosas se movían lentamente, creando un juego de luces y sombras al pasar por delante del sol.

"Aqui hara unos dias, se llevo a cabo el acopcalipsis, hoy, simplemente parece que un desastre natural se ha llevado media-ciudad, el nuevo cambio de espiritu, esta demostrando tener grandes dotes para maquillar horribles verdades. Ya se sabe, el mayor logro del diablo, es convencer a todo el mundo de que el diablo no existe." Tirando aburrido un pedrusco del tamaño de mi puño a un lado con mi pie, asumo con dificultad que estoy justamente en el unico sitio del planeta tierra que no queria estar, si exceptuamos a Roma, y mas indefenso que la primera vez que llegue. El Hope, aun fuera de mis manos, tenia una extraña manera de arruinarme la vida muy eficiente.

-Vamos, tenemos que darnos prisa y encontrar el almacen del veterinario.- Aclare a mis dos compañeros, que uno debia estar preguntandose donde carajo el habian llevado, y el otro siquiera era un milagro que el cerebro tuviera suficiente sangre para pensar.- No tardaran muchos en encontrarnos, a lo que me recuerda, Freeze, una cosa muy importante...- De repente, recuerdos de un vagabundo rey quejandose cuando queme el Hope, me inundan la mente, el Hope reaccionando a los poderes de Freeze, debia ser un faro en comparacion al mechero usado en aquella ocasion.-Pase lo que pase, usa tus poderes solo en caso de vida o muerte, de lo contrario, nos veremos la cara con algo mas chungo que el concepto de un zorro y agujero negro combinado desde una perspectiva de cuarta y pi dimension.

Aclarado eso, y no, tampoco es que pudiera exigir mucha cooperacion de alguien que a duras penas se sujetaba por su cuenta, guio a los dos chavales y abora la marcha a fuera del callejon, en direccion a los almacenes del puerto de Londres, Seras dijo que no me costaria reconocer su nicho, y yo confiaba su palabra, pero no menciono nada sobre la seguridad y que otras cosas tambien habain reconocido el laboratorio del buen doctor.

James agradece tocar suelo firme de nuevo. A pesar de que los viajes espaciales eran una habilidad mutante del hombre, pensaba que nunca se acostumbraría a esa clase de desplazamientos. Tan místicos, complejos y espeluznantes, comparados con el transportador de bolsillo que le parecía su teletransporte.
Una vez en el suelo, observa el panorama. le costó reconocer aquel lugar. habían vuelto al principio, al lugar donde todo empezó a irle mal, a la ciudad postapocalíptica que ahora era Boston. El hombre conocía los rasgos de aquel lugar, y podía llegar a suponer, entre otras cosas, que habiénose derribado los muros de aquel paraíso para delincuentes ahora lo podrían plagar como ratas. Aunque apenas pensó en ello, pues sólo serían eso si les molestaran, simples ratas. Lo importante ahora era su amigo medio desangrado y con aquella extraña gema incrustada en el pecho.
Tranqui Vir. Ya casi estamos. - Le dice mientras intenta sostenerlo de un hombro.
¡No me jodas, que realmente lo vas a llevar a un veterinario! - le replicó a Cofre durante la marcha.

Unos cuantos metros más allá de la aparición del grupo, cuando ya habían emprendido la marcha para tratar de localizar el almacén del veterinario amigo de Cofre, se cruza frente a ellos una chica extraña a la que algunos ya habían visto con anterioridad y que era realmente fácil de reconocer. Al parecer acababa de salir de una gran boca de alcantarilla cercana a la primera línea de almacenes y llevaba compañía. O algo parecido.

La piel azul cielo, el pelo anaranjado que parecía tener vida propia como si se tratara de fuego y el conjunto de telas cosidas al azar que hacían las veces de vestido eran inconfundibles. Era una de las mujeres de confianza de Barrabás. Parecía ir a algún sitio, pues caminaba decidida, echando constantes miradas hacia atrás. A unos metros por detrás suya, un chaval que no debería tener mas de quince años le sigue con mala cara. Viste un largo abrigo que no es de su talla, un gorro de pescador que le cubre la cabeza y una bufanda que por poco no arrastra por el suelo.

Al ver al grupo de Cofre, la mujer los saluda con un gesto casual de la mano y detiene su marcha a la espera que de que se acerquen, pues el camino que llevaban ellos se cruza con el suyo. Se lleva las manos a las caderas y tuerce el gesto con curiosidad.

-No estoy seguro, la piel azul me esta desconcertando, pero diria que le falta cuernos y rabia asesina para ser un conocido mio.- Aclare curioso a Firen, que por muy racista que fuera, apostaria que ella y el chaval pertenecian a esta especie que estaba tan de moda marginar.- ¿La conoces de algo?

"Y si la conoces ¿Nos puede servir de ayuda?" Eso no lo iba a preguntar por cortesia, y ya que decir eso en alto era señal de que era mejor no acercarse a nosotros si no queria pringarse de la bazofia en la que estabamos metido, pero a estas alturas, necesitabamos toda la ayuda posible para reclamar nuestras vidas en esta pesadilla de ciudad, y para desgracia, el pequeño seguito de vigilantes nocturnos que teniamos al principio de esta partida contra Boston, solo se conserva un loco, un ladron sin pasta y un aspirante a famoso.

James intenta llevar a su amigo de un hombro lo más rápido posible. Cada vez sentía que se dejaba caer más sobre él y recaba para que no acabse inconsciente.
Entonces ve a aquellas dos figuras. A la mujer y al chico. Le costó tiempo, pero entonces creyó reconocer a la mujer, al fin y al cabo, aquellos rasgos físicos eran bastante notables. Era una de las mujeres que vio en el dominio de los vagabundos cuando fue a ver al Rey Barrabás.
No hacía mucho de eso, pero para Firen, parecía que hubiera pasado mucho más tiempo.
Síii... - Murmuró primero. - Síii... Es de las que estaba con los vagabundos del Rey Barrabás la otra noche. la noche en la que te conocimos, de hecho. - Le dice a Cofre mientras se acercan a ambos, James con algo más de soltura, quitándose parte de la preocupación de encima al reconocer a la mujer. - El otro ni me suena.
De todas formas, no nos detengamos. Lo primero es curar a este idiota. - Dijo, aunque sin tono despreciativo en la última palabra.
Aquella noche, la noche pasada... Fue a ver al Rey con Eochy, la jóven Testament y el recto Einherher. Y ahora ninguno estaba con él. De hecho, Eochy seguramente no sobrevivió, y a saber dónde se encontraban los otros dos.
Si aquella mujer había sobrevivido al ataque de aquel monstruo, quiere decir que seguramente barrabás también lo hiciera.
Cuando están lo suficientemente cerca, el hombre saluda, aunque con cierta cautela en su tono, además de cansancio.
Buenas. - Se limita a decir de primeras.
Joder... Aún me duelen las heridas... Y encima cargando con Vir. Aunque el pobre está peor que yo.

La mujer hace una rápida valoración del grupo con mirada crítica y tuerce una sonrisa. Firen, cubierto de pequeñas heridas que ya cicatrizaban, de quemaduras que se estaba curando a gran velocidad y vestido únicamente con los harapos de lo que deberían haber sido unos pantalones blancos parecía acabar de salir de un incendio de considerable importancia. Sobre sus hombros cargaba a un malherido Freeze, que tenía una fea herida en la cara que le atravesaba el ojo derecho y lo que parecía una gema de un intenso color azul incrustada en el centro de su pecho. El tercero, Cofre, vestía un traje de chaqueta algo arrugado y parecía cansado aunque ileso. En una mano llevaba el peluche de un zorro con antifaz.

- ¿Buenas? - Pregunta con una voz en extremo suave e irónica. Hería como el terciopelo. - Las he visto mucho mejores, chico... Aunque peores también. - Toma aire y frunce el ceño con encanto, mientras sentís que ese pequeño mohín os impele a hacer algo para cambiar ese gesto de preocupación por una sonrisa. - ¿Qué hacéis por aquí? Su majestad ya no tiene su corte en esta zona. Si lo necesitáis, os puedo ayudar a encontrarlo. - Por un momento, se queda pensativa, valorando qué decir a continuación. Tras un segundo escaso, añade - Y por favor, aceptar mi ayuda. El último que la rechazó, el mercenario... ¿Cómo se llamaba? ¿Einherjer? Si, creo que si... Pues a ese desgraciado se lo han llevado...

Firen casi iba a pasar de las palabras de la mujer, y de su petición de ayuda, a no ser que fuera llevarles más rápidamente adonde en rubio quería.
Sin embargo, aunque la mujer de por sí le era extrañamente atrayente, el nombramiento del mercenario por parte de la mujer hizo detenerse un momento a Firen, y cruzar una mirada de asombro e interés con ella.
¡¿Einherjer?! - Repitió. El tono de la mujer azul no le gustó nada - ¿Cómo que se lo han llevado? ¿Quiénes?

Freeze, que empezaba a notar como la cabeza se le iba más y más (esta vez era una experiencia puramente física debido a la pérdida de sangre no como las otras "idas de cabeza" de Vergil). La herida ya le dolía menos, pero no por que estuviera curándose, sino porque con el mareo del desangramiento empezaba a perder sensibilidad. Firen probablemente estaría sintiendo como su amigo se apoya en él cada vez más para caminar.

Mientras todo el polígono empieza a balancearse a su alrededor, Vergil se percata de la presencia de una chica con la piel azul a la que parece conocer Firen.

-Jo...para una vez que tenía la oportunidad de conocer a una chica azul...y estoy demasiado mareado...- se queja con poca energía Vergil sin atender a lo que los demás están comentando.- Me llamo Freeze...encantado.- dice tendiendo su mano para estrecharla con la de la chica, aunque parece que no apunta muy bien pues se desvia uno centímetros a la izquierda de la chica.- Yo quiero tener la piel azul...¿co...como puedo conseguirlo?.- pregunta finalmente con cara de tonto...

Primero mira a Cofre, luego a Firen y por último a Freeze, al que dedica una media sonrisa de lo mas arrebatadora. Cuando tiende su mano para corresponder el saludo, esta recorre la distancia que separaba sus caderas de la mano de Vergil de forma inconexa, corrigiendo de forma fortuita la desviación que en un primer momento había sufrido el muchacho herido.

El contacto con la piel de la mujer de rojizo cabello es electrizante. Su mano suave como la seda, es cálida y firme y transmite una sensación extraña a Freeze, una sensación que le impelía a querer a aquella desconocida como si se tratara una amiga conocida en sus años de infancia. Su mirada sincera, su caer de ojos, el contacto prolongado durante unas décimas de segundo mas allá de las recomendadas por la cortesía. Eran esos pequeños detalles los que derretirían el corazón de cualquiera.

Cuando responde, su voz es agradable y cálida y se puede leer en ella cierto tono de preocupación.

- El placer el mío, Freeze. Me alegra mucho conocerte... Pero no parece que estés en buenas condiciones. ¿No deberían llevarte tus amigos a ver un médico? Esa herida parece muy, muy fea...

... Eso estamos intentando. - Dice Firen, recolocándose bien a su amigo en su hombro con un fuerte movimiento. No sólo por lo poco que notaba escurrírsele, sino quizás también por una extraña sensación que notó al ver que la mujer le tendía la mano y lo saludaba tan cordialmente. Una sensación que hizo fruncir levemente el ceño del hombre, y levantar sus mejillas. ¿Envidia? Era una sensación que no tenía por qué aparecer en los sentimientos del hombre en aquel instante en que una simpledesconocida tendía simplemente la mano a su morivundo amigo y le saludaba.
Pero así era. ¿Envidia por que la atención de la mujer se centraba en Vir en vez de en él por un momento? ¿Por que hubiera deseado en aquel instante estar en el lugar de Freeze en vez de en el suyo? Objetivamente no tenía sentido. Fue una sensación que hasta Firen intentó rechazar. Pero ahí estaba.
Por suerte, con ese movimiento camufló la intención de detener el contacto.
¿Sabes si queda muy lejos el almacén veterinario? - Preguntó, a la mujer en vez de a Cofre, ingorando, o hasta casi olvidando, el tema de Einherjer de hace unos segundos.

Parece extrañada por la pregunta de Firen y tarda unos segundos en responder. Segundos en los que se lleva el índice a los labios en gesto pensativo y desvía la mirada a un lado, buscando quizá orientarse entre tanto almacén. Cuando parece que tiene la información que Firen desea, se lleva las manos a la espalda y sonríe, juguetona.

- Pues no. No tengo ni idea de dónde podría haber por aquí un almacén veterinario. Pero, ahora que lo preguntas, creo que hay alguien nuevo en el barrio. Hace no mucho llegaron varios camiones cargados hasta los topes. No es que pudiera echarle un ojo a lo que contenían, claro, pero juraría que transportaban animales por los sonidos que escuché. Y tampoco es que fueran animales comunes y corrientes, ¿Sabéis? Porque algunos de los sonidos de aquellas... cosas... no eran muy normales. - Se encoje de hombros sin cambiar de postura y se balancea alante y atrás sobre los talones de forma graciosa e infantil - Imagino que no lo estaréis buscando para llevar allí al bueno de Freeze para que le curen esa herida tan fea, ¿Verdad? - Pone morritos y enarca las cejas dibujando una expresión en la que se entremezclan la pena y la curiosidad. En sus ojos se puede ver que todo es fachada, pues aunque sus gestos son muy infantiles, su mirada chispea de pura inteligencia y astucia. - ¡Ah! ¡Casi se me olvida! - Añade levantando el dedo índice  de súbito. - Los que se llevaron a Einherjer eran unos tipos muy raros. Iban vestidos de negro, con uniformes de un material que nunca había visto. Y llevaban todos unos cascos con visores amarillos. Por lo menos eran siete u ocho. Y vuestro amigo se quitó de encima a unos cuantos antes de caer dormido. Le tiraron granadas de gas para dormirle... Así que imagino que lo querrían vivo para algo.

James escucha a la mujer, sin quitarle ni un segundo de atención. Medio hipnotizado por ella, asintiendo con la cabeza en algún que otro momento.
Ahammm. Bien, tomo nota de todo. - Le dice con una sonrisa, mientras se vuelve hacia Cofre. - Bueno ¿Seguimos? ¿Queda muy lejos el sitio o qué? Que empiezo a notar cómo cada vez me pesa más. - Le dice algo preocupado, refiriendose a su moribundo amigo. Si por él fuese, se quedaría charlando con aquella curiosa, guapa, y encantadora mujer a saber cuánto rato, pero el estado de su amigo le hacía pararse a pensar y volver a la tierra, donde empezaba a escapársele la vida en sus brazos.

-¿Uh, que?- Poco a poco empeze a darme cuenta de mi alrededor, siendo Firen el que me despertara el trance.- Lo siento, estaba algo distraido mirando...- No digas tetas, si aun conservas algo de dignidad cabellosoril.- El trasero de la señorita.- No es mi culpa, osease, es la primera vez que veo alguien lucir trasero con un vestido victoriano, aunque tampoco es que vea mucha gente vestida de esa manera.- Disculpe mis modales, es simplemente que no estoy acostumbrado a tratar con mujeres, o mejor dicho, la mayoria no suelen provocarme pasion a menos que tenga un diamante colgado de su cuello.- Aunque en esta aventura ya habia conocido dos joyas, una diva con una voz espectacular, y una mujer con la capacidad de viajar a traves del espacio-tiempo, asi que me tendria que ir acostumbrando a este ritmo.- Como usted dice, el nuevo vecino es el que estamos buscando, ya que a menos que usted conozca alguien cuya herramientas de medicina sean capaces de atravesar el acero, nuestro amigo no tiene muchas opciones debido a su estructura. Si no le molesta ¿Podria acompañarnos e indicarnos el camino, señorita...?

En el momento en que Cofre se sincera y resalta que estaba observando las posaderas de la mujer de piel azul, esta alza una ceja, complacida, y le dedica al ladrón de guante blando una pícara media sonrisa. La referencia a la pasión que esta despertaba en el hombre solo hace que la sonrisa se amplíe aún más, dejando al descubierto unos dientes blancos y perfectos como perlas.

- No me molestará en absoluto acompañaros... - Responde al momento, colocando los brazos en jarras, con las manos en sus amplias caderas - Tenía otros asuntos que tratar con este muchacho - Señala con gracioso gesto de mano al chico del abrigo largo que no ha abierto la boca en ningún momento y que ha pasado desapercibido hasta el punto en que todos habéis olvidado su presencia. - Pero pueden esperar a que alguien atienda la fea herida de este buen chico. No me gustaría que le pasara nada más... - Suspira, se alza sobre las putas de los pies como una bailarina profesional y, en cuando toca el suelo con los talones, comienza a andar, siguiendo una de las calles laterales en las que desembocaba el callejón en el que había aparecido el portal de Cofre.

- Si me seguís... Está aquí al lado. - Os informa mientras echa a andar, seguida de cerca por su extraño acompañante.

S...Sí, claro. - Consigue afirmar Firen después de percatarse de las palabras de la mujer, hipnotizado esta vez por el movimiento de sus andares.
Recolocándose a su amigo sobre su hombro, empieza a seguir a la mujer.
Venga Vir, aguanta un poco. Ya casi estamos. - Anima a su moribundo amigo, realmente preocupado por él.

Ha evitado darme su nombre, lo cual es curioso, porque tenia entendido que los demonios y diablos evitaban dar sus nombres, ya que por alguna estupida razon, permitia a los demas doblegarle a su voluntad, un alto demasiado coste por tener un nombre molon como "impronunciable, el *no se encuentra sinomino en vocabulario humano*", aunque tambien podia ser supersticion, Zorro nunca llego a explicarme mucho sobre el tema. Fuera cierto o no, me gustaba ese toque de misterio, la hacia aun mas atractiva de lo que ya era en un principio, y eso me preocupaba, ya que era evidente que tal alto nivel de atraccion no podia ser natural, mas bien artificial, en el sentido de templada a fuego vivo y afilada a la piedra, una valiosa y exquisita arma de incalculable valor... Maldicion, estoy empezando a echar de menos al Hope ¿Se puede saber que pasa conmigo, y las trampas mortales de color azul?

-Gracias por su ayuda.- Dije sin mas, obligandome a marchar tras ella y concentrarme en salvar a Freeze.

Tras apenas cinco minutos de caminata por el polígono la extraña chica de piel azul, con sus andares imposibles a la vez que seductores, conduce al grupo a un almacén que en nada se diferencia de los otros que lo rodean. Presenta los mismos daños estructurales que los demás: Alguna quemadura en sus paredes de ladrillo, enormes manchas de humedad por la parte baja, ventanas con cristales rotos y una gran puerta corredera metálica de color verde con abolladuras y la pintura descascarillada. Sin embargo, parecía limpio. Habiéndose desencadenado una tormenta como la que había sufrido Boston, era de esperar que estuviera en peores condiciones.

Aún con todo, la mujer se detiene a diez metros de la puerta del almacén y se lo señala al grupo con un perezoso gesto de la mano - Ese es el lugar que estábais buscando. - Anuncia con indolencia, aunque vuelve la mirada para comprobar el estado de Freeze, que parecía débil pero estable. Su increíble metabolismo mutante había trabajado a marchas forzadas y, aunque no lo había recuperado lo suficiente como para poder combatir, si que lo había estabilizado.

Vergil, y el resto del grupo claro, siguieron de buena gana a la mujer azul aunque estaba claro que al chico de hielo le había afectado en exceso la increíble belleza de la chica. Su cara mostraba la expresión idiota del enamorado como cuando vió por primera vez a Red, aderezada eso si con toques de cansancio y dolor. Pero de repente se encontraba mejor, y no era precisamente casualidad que se debiera en gran parte a las atenciones que le prestaba esa mujer. Así que durante el trayecto el jóven Vergil avanzó embelesado con el contoneante movimiento de las caderas de su guía.

-Genial ahora podremos ver perros y gatitos.- dice algo entusiasmado por entrar en el veterinario, al menos es lo que él recordaba que iban a hacer.- A mi me gustan más los hurones.- añade esta vez dirigiendo las palabras a la Chica de azul.- Por por cierto...Todavía no nos has dicho como te llamas. ¿Te llamo simplemente Chica azul?.- pregunta con inocente ignorancia. No estaba seguro de que la chica fuera a seguirles durante más tiempo pero al menos quería conocer su nombre...Al parecer el fuerte metabolismo había entrado en acción y Freeze se encontraba un poco mejor que hacía un rato, aunque seguía necesitando atención médica...