Partida Rol por web

Veo que el guantazo no ha hecho más que empeorar las cosas. Por lo visto no le he dado suficientemente fuerte. Miro a todos los críos de alrededor, cómo sacan sus "alfileres" y me amenazan, lo que me cabrea aún más. Maldiciendo a todas las rameras que habían parido a semejante prole de alimañas, me arremango y me preparo para educar a aquélla pequeña turba de maleantes.

Estaba claro que la bestia que tenía ante mí no iba a parar hasta que no cayera al suelo y, para mí extrañeza, se recuperaba más rápido de lo que yo esperaba ante mis ataques, lanzando puñetazos a diestro y siniestro buscando cualquier punto de mi cuerpo que me lanzara contra el suelo.

Por el momento sólo podía dedicarme a esquivar aquella lluvia de golpes pero sabía que, tarde o temprano, alguno de ellos acabaría impactando en mí.

Esto no va a acabar y no tengo ganas de perder hombres cuando tengo tan cerca una misión. Así que saco el hacha de mano y se la estampo en la cabeza al gigantón por el lado que no corta y repito.

Me quedé paralizado ante la reacción de Hálfan. Lo que acababa de hacer era una auténtica cobardía, una mancha en el honor de cualquier vikingo. Había ofendido al gigantón, en apariencia desarmado, golpeándolo sin previo aviso y me había ofendido a mí al no permitir continuar con aquella pelea.

—Estás loco. —Dije con rabia escupiendo en el suelo.

Suerte tendríamos si salíamos bien parados de la afrenta que aquel insensato acababa de hacer.

El crio ve las intenciones de Oddi y se escabulle entre los otros niños. A una distancia considerable grita a Oddi-JA,JA, eres lento como un oso, y vosotros dos no tenéis honor-Esto último a Hálfan y úlf. Lo siguiente que hace es desaparecer.

 Los otros niños, al ver como su cabecilla huye, miran asustados a Oddi y salen corriendo.

El gigantón logra impactar con el crouché a Ulf, para luego quejarse del golpe por la espalda de Hálfan. Al ver que sus compañero salen corriendo, dice-¡Eh!¡Esperad a Starkad!-y acto seguido sale corriendo por donde se han ido los otros muchachos.

Lanzo el hacha al suelo, clavándola por el filo en la tierra blanda.

Estoy hasta las narices de este pueblo- me quejo mientras miro como todos huyen- mi madre nos ha traído a una misión en la que se aprovecharán de nosotros y encima lo harán mientras se burlan en nuestra misma cara.

Al notar la mirada de Úlf me giro hacia él muy serio.

No me mires con esa cara de sorpresa- le respondo- no hay honor en luchar y matar a golpes a un disminuido, si no le hacía huir hubiera sido peor- miro cómo se va- que tenga una larga vida y aprenda a no obedecer a niños que no se atreven a luchar por sí mismos.

Desde luego el hombretón tenía fuerza y a punto había estado de tirarme al suelo con uno de sus puñetazos. Pero todo había quedado en nada con la irrupción por parte de Hálfan.

—Sorpresa sí, porque no esperaba esa cobardía de tu parte y osas llamarme a mí cobarde... ¿Cuándo me has visto a mí matar a alguien que no se lo mereciera? Esto sólo era una simple pelea, medir las fuerzas de los extranjeros. Parece mentira que seas tan obtuso.

Volví a escupir en el suelo mirando al pobre hombre alejarse. No tenía intención de ir tras de él, al fin y al cabo sólo había sido una simple provocación por parte de unos críos malcriados, un intercambio de golpes hubieran bastado para aplacar a todo el mundo. Pero ahora, por culpa de Hálfan, corríamos el riesgo de vernos envueltos en cuestiones de honor. Eso sin contar con que a mí me había salpicado y de cara a los habitantes de aquella aldea, yo era tan cobarde como lo había sido Hálfan.

—Vayamos a ver que quieren de nosotros y acabemos con esto de una vez.

Me acerco a mis compañeros, aún malhumorado con todo aquél embrollo, y me interpongo entre ellos a fin de acabar con toda aquélla locura.

- Por la barbas de Odín, basta ya. Parecéis dos críos llorones peleando por mamar de la misma teta. Lo hecho, hecho está. Está claro que el recibimiento ha sido mucho peor de lo esperado. Por algo dicen que "no alabes la cerveza hasta haberla bebido". Aún así, no es motivo para discutir. Estamos en una tierra extraña, rodeado de gente extraña que, como hemos visto, no dudarán en atacarnos a menor atisbo de debilidad.

Los miro severamente, hablando muy en serio.

- Debemos permanecer unidos. Un hombre sin amigos es como un abedul desnudo, sin hojas ni corteza, solitario en una colina pelada.

Los niños y el gigantón se marcharon por donde habían venido, dejandoos solos e igual que al principio. Os tocaba empezar a indagar sobre los lobos.¿Por dónde empezariais?
 

Seguía enfadado con el comportamiento de Hálfan pero, por el momento, preferí dejar el asunto consciente de que había otros temas más urgentes que resolver. Cuanto primero acabáramos la misión que nos había traído aquí antes nos iríamos a casa y, una vez allí, ya saldaría la deuda de honor ante el desplante que me había dado.

—Visto el recibimiento que nos han hecho no creo que consigamos demasiada información en esta aldea. Quizás deberíamos buscar alguna pista de la manada por los alrededores, en el bosque.

Me giro hacia mi hermano de leche enarcando una ceja, curioso.

- Quizá la dama Frigg nos pueda decir algo. Al menos, por dónde empezar a buscar. No creo que salir al bosque a ciegas sea buena idea en estos momentos.

Lo ocurrido hacía tan sólo unos instantes había conseguido ofuscar mi mente y lo único que deseaba era alejarme de aquella maldita aldea y sus malditos habitantes. Pero Oddi tenía razón, no podíamos pasearnos por ahí sin conocer el terreno o los posibles peligros que nos pudieran estar aguardando.

—Tienes razón hermano... Empecemos preguntando a la zorra que nos ha traído hasta aquí.

La dama os recibe- Preguntar por las granjas de los alrrededores, las pérdidas han sido cuantiosas en cuanto ha ganado y son muchos los granjeros afectados. Pero de todas, la granja que más ha sufrido es la de Ásfrid. No solo desapareció el ganado, si no que un lobo enorme se llevo a la hija de Bera hasta el interior del bosque. Knut lo presenció, pero no pudo hacer nada.

En ese caso deberemos dirigirnos ahí para obtener respuestas a las preguntas que se han planteado.

En silencio, escuchaba las palabras de la mujer intentando no mostrar reacción alguna ante lo que oía, aunque lo que me apetecía expresar era mi sorpresa ante lo que allí se hablaba pues me parecía bastante ridículo que a un lobo, teniendo ganado que cazar fácilmente, le diera por ir tras un humano. Sólo hacía falta conocer un poco del comportamiento de esos animales para saber que nunca cazaban más de lo que pudieran comer y, desde luego, si había ganado no iban a elegir carne humana a no ser que su necesidad fuera muy grande.

Para mí que allí había mucho más que lo que nos decían y que todo aquel problema venía dado por algo muy distinto a los lobos.

—Sí, será lo mejor. —Fue mi respuesta al comentario de Hálfan. Era nuestra única pista por el momento, además que tenía ganas de salir de aquella maldita aldea—. Y estaría bien hablar con el tal Knut si es posible, para que nos describa al lobo que se llevó a la niña.

Me hubiera reído al decir aquello, pero me contuve por prudencia ya que la desaparición de una niña, fuera lo que fuera que le hubiera ocurrido, no era motivo de risa.
 

Me mantengo en silencio durante todo el tiempo. Nunca se me ha dado bien tratar con las personas, y menos sin una cerveza en la mano. El incidente de esta mañana lo demuestra, no en vano. Sin embargo, no deja de sorprenderme lo que se dice.

Soy cazador, y por todos los dioses de Asgard que sé lo que me digo cuando hablo de lobos. Miro de reojo a Úlf y a Hálfan, esperando ver sus reacciones al respecto... pero es algo que tampoco se me da bien. Asiento para mí mismo, decidido a que es mejor callar que hablar cuando no se tiene nada que decir. Es más prudente esperar a comentar cualquier cosa con mis compañeros, en privado.

Antes de ir a la granja de Ásfrid, decidís visitar a Knut. Os encontráis cara a cara con el jefe de los esclavos.

Si, fuí testigo de la tragedia de la pobre Ásfrid. Pero nada pude hacer, cuando llegué ya se la había llevado ese enorme lobo gris. La arrastró dentro del bosque y no pude seguirle el rastro. Estaba lejos de la granja cuando lo ví llevarse a la muchacha, pero pude apreciar sin problema el gigantesco tamaño de la bestia. Tenía la panza blanca y una mirada asesina. Se calla y respira hondo, apesadumbrado.

De camino a la granja nos acercamos a ver al tipo que había visto al enorme lobo llevarse a la niña, nada más y nada menos que el jefe de los esclavos.

Su explicación poca luz arrojó a lo que ya sabíamos, a excepción del color del supuesto lobo gigante, pero había cosas tanto en el hombre como en sus palabras que no terminaban de convencerme, quizás todo fuera debido a que seguía sin creer que un lobo, teniendo un bosque con caza o ganado más fácil de apresar para darse el festín que quisiera, fuera a preferir carne humana.

—Parece que tenéis buena vista.

Ni siquiera me preocupé en disimular el sarcasmo de mi voz, pues no había podido llegar a salvar a la niña por encontrarse alejado de la granja, pero sí había podido ver al lobo y su mirada.