Partida Rol por web

-No me insultas, hermano; pero ahora mismo tengo que gestionar dos campañas simultáneas y estoy ligeramente ocupado. ¿Podríamos seguir hablando de este tema cuando Ullanor II haya caído?

Extendí la mano —es justo. Aceptaré de buen grado tres capítulos y te tomo la palabra para un futuro ataque —.

Eon llevaba un rato sin decir nada. De hecho... para los ojos de un primarca su imagen tenía algo raro. Micro-patrones que se repetían en una progresión exacta. Era como si el Corsario estuviera atrapado en un bucle. Aunque también podía ser que el holograma fuera una superposición, un imposte. 

Eon no estaba.

La imagen holográfica verde sufría distorsiones de vez en cuando, pero el rostro del primarca de los Robles Eternos ni siquiera se mostraba preocupada, seguramente porque la desaparición de Nimrod incluso podría haber entrado en sus cálculos. A su lado reposaba una gigantesca arma de aspecto contundente, la cual debía pesar cientos de quilos a juzgar por su aspecto, por lo visto había sido un regalo de Hantei tras la conquista de Ullanor Tertia, pero la vista de Nicola continuaba en las pantallas de su nave.

- Curioso... - comento misterioso, aunque antes de esperar una respuesta continúo hablando - Aegror, ¿piensas asaltar tu solo Ullanor Prime?

Pregunto sin levantar la vista de las pantallas y sus interesantes datos.

Aegror tarda varios segundos en responder. Parece absorto en sus pensamientos y sólo tras un pitido en una de las pantallas tras de él reacciona y centra su atención en el consejo.

¿Debería? La pregunta suena medio en broma medio en serio. Lo cierto es que el inicio de la campaña de Ullanor ha salido mejor de lo que me esperaba, supongo que se imponen unas felicitaciones, hermanos. Me preocupa más estos... como nombrarlos... problemas de comunicación que estamos sufriendo.

Entiendo un error, o dos, pero parece que empieza a ser costumbre que las legiones esperadas se retrasen, o no lleguen. ¿Alguna idea para solucionarlo?

Desviaba la atención, una vez más para ser exactos.

- ¿Quizás formando parte de alguna campaña? - pregunto metiendo el dedo en la llaga - De esa forma probablemente no habríamos perdido a tantos Doblegadores.

Era difícil de entender que teniendo tantos capítulos a su disposición, hubiera permitido que la decimoséptima estuviera reducida hasta su casi total extinción.

El holograma del Hijo del Sol aparece vestido con un kimono blanco en señal de luto. La mandíbula de Hantei está apretada y un ligero temblor de ceja revela la ira que quema al primarca por dentro:

-¡Duncan, maldito perro arrogante! ¿Por qué tuviste que irte al otro extremo de la Galaxia?¡Con tu legión Ullanor habría sido una victoria fácil pero por tu culpa los Doblegadores han sido destruidos y mis Dragones,  diezmados! ¡Y nuestro hermano Nimrod está muerto!

Señaló a la Montaña con un gesto airado:

-Este hombre... este samurai ha demostrado valor, lealtad y honor. ¡A ti te ciega la ambición! ¡Quieres ser Señor de la Guerra a cualquier precio!¿Me equivoco, hermano? No seguiste el plan de Arcturus para desafiarle y puede que hasta conspirases para que desapareciese. Escucha mis palabras, Rey de la Tormenta , yo, Hantei , el Emperador Hijo del Sol,  juro por mis honorables ancestros y la sangre de mi hermano que nunca serás Señor de la Guerra. 

Duncan se encontraba en persona en la sala de Terra, pues muchas cosas debían ser tratadas en esa ocasión, asuntos realmente serios y graves, como la desaparición de Nimrod, o lo ocurrido en V'run. De allí venía el primarca, con grandes daños a medio reparar en su servoarmadura, y algunas heridas a medio curar. Sobre la cara, pinturas de guerra que aún conservaban restos de sangre seca. El tartán del clan Brodie, remplazado por una simple tela negra, de luto por todas las pérdidas. Y, desde luego, esa vez el Alegre Duncan no estaba alegre. No había una sonrisa en su rostro, si no una expresión fría y con una furia apenas contenida detrás. Sentado en su silla, aguardaba el inicio de la sesión.

Había sido un baño de sangre, y lo que era peor, había sido una puñalada trapera. Las fuerzas prometidas no habían aparecido, y apenas un puñado de legionarios habían logrado salir con vida de esa roca. Victoriosos, sí. La enseña de los Leviatanes se alzó finalmente sobre V'run. Pero el Rey de la Tormenta fue el único Señor del Relámpago que abandonó el planeta con vida. 

Sus hombres habían luchado con valor. ¡Qué diablos! Habían luchado mejor y más valientemente de muchos astartes, puede que incluso que algunos de sus hermanos. Y, aún así, todos habían muerto. Alguien tenía que dar explicaciones por todo ello. Desde luego, él tenía su propio plan ante la pregunta de Aegror sobre como solucionar aquel sinsentido, pero entonces Hantei hizo su aparición. 

Puede que en otra ocasión Duncan se hubiera mordido la lengua. En otra ocasión, quizás, habría respondido de manera más diplomática o calmada. Pero este momento no era un buen momento para increpar al primarca. Y menos aún para insultarle delante de todos sus hermanos.

-¡NO TE ATREVAS A HABLARME EN ESE TONO!-bramó, con un tono furioso más allá de la razón o la lógica, mientras se ponía en pie, golpeando con sus dos grandes puños la mesa del consejo. Electricidad en estado puro manó de él y golpeó la mesa junto con sus guanteletes, apagándose momentáneamente algunos sistemas de la sala fruto del pulso electromagnético. Un potente olor a ozono llenó la sala, y Duncan resopló entre dientes, luchando por contenerse.

-No te toleraré ningún insulto, hermano-dijo, esta vez con una furia mucho más reprimida en su voz, y remarcando especialmente la última palabra-¿por mi culpa? ¿Es que acaso debo ser responsable de todo lo que hacéis? Mi legión no era la más numerosa que había sobre el tablero, Hantei. No con los mundos que he tenido la suerte de liberar para el Emperador. Tampoco era la más rica. ¿Por qué debía ser mía la responsabilidad de asumir esas pérdidas? En cambio, os avise. Ullanor no podía atacarse precipitadamente. ¿Me hicisteis caso? ¡No! ¡Estabais embriagados de locos sueños de gloria y os creísteis invencibles!-replicó-¡Sois vosotros los cegados por la ambición! ¡Ningún premio era tan jugoso como ese condenado sistema pielverde, ¿verdad?! ¡Y además, tienes la desfachatez de acusarme de conspirar! ¡Contra uno de mis hermanos!-añadió, dando otro golpe en la mesa.

-¿Sabes qué hacía yo mientras vosotros os lanzabais sin trazar un plan sólido? ¡Colaborar con mis hermanos, y asegurarme de las legiones menos favorecidas puedan recibir también algún mundo que les ayude a prosperar! ¡Sin pedir nada a cambio! O al menos, se supone que todos colaboraríamos...-dijo fríamente, pues desde luego alguien había faltado a su palabra.

¡¡Conspirar!!-volvió a replicar iracundo, lanzando una de las copas con furia al holograma de Hantei, en un gesto tan airado como vacío-¡Era lo que me faltaba por oír! ¡¡Cuantas ocasiones habré tenido de mirar únicamente por el interés de mis hijos, como haces tú, Hantei!! ¡¡Cuantas ocasiones habré tenido de engañar a mis hermanos, de mentirles, de despreciarles, como también haces tú!! ¡Pero no! ¡El sueño del Emperador es un sueño de unidad, y por tal unidad mantuve siempre el buen ánimo, la sonrisa, y el afán de colaborar! Todo para, para... ¡¡Esto!!-dijo, con un evidente desprecio en la voz.

-¿¡El título de Señor de la Guerra!? ¡¡No sé que es más lamentable, si tu bajeza moral o tu desbordada ambición para sacar a relucir algo así en un momento como este!! ¡¡Tu hermano ha desaparecido, o muerto, el Emperador no lo quiera, y te falta tiempo para usar su cadáver como arma arrojadiza!! ¿¡Ese es el honor que predicas!? ¡Eres despreciable! ¡Me repugnas!

Aegror alza la mano y se dirige con voz calmada a Hantei.

Nimrod no está muerto, que sepamos. Está desaparecido, y como tal debemos comportarnos. No es el primero de nosotros que desaparece y si hay suerte no será el último en ser encontrado. Es posible que esté muerto, pero debemos esperar a saberlo antes de empezar a lanzar acusaciones.

Después se gira al resto del consejo.

Duncan tiene razón, aunque su ira, comprensible por otra parte, puede empeorar la situación aún más, así que intentaré enunciar lo que dice de forma más tranquila. Repito lo mismo que dije hace tiempo. Se supone que esto es un consejo de iguales. Si vosotros queréis hacer un plan, hacedlo, pero no sois quién para darnos órdenes a los demás. No participamos porque no quisimos, punto. Fuimos muy claros al respecto, en ningún momento prometimos ayuda y la retiramos, cosa que si sería reprochable. Sabíais las fuerzas de las que disponíais y cuáles eran los riesgos, no es nuestra culpa si vuestro valor supera vuestro sentido común.

Esto no iba de impartir órdenes, sino de codicia, de estrategia y de las muertes que estas provocaban. Sabíamos de antemano que no todos podíamos ir a Ullanor, de ahí que no fuera a objetarle nada a Duncan como había hecho Hantei, pero lo que no era lo mismo era quedarse de brazos cruzados como había actuado el primarca de los Portadores.

- Todos sabían los riesgos y todos conocíamos nuestras propias fuerzas. No cuestiono la decisión de nadie de ir a un lado, a otro, luchar junto a alguien o directamente no movilizar ni un marine - explico - Lo que me pregunto es, ¿por qué teniendo tantos astartes a tu disposición no haces nada? - pregunto en voz alta lo que sin duda eran mis propios pensamientos - Mi primera opción es que te estabas preparando para algo como Ullanor Prime, la segunda es que conoces un enemigo que todos los demás ignoramos ¿Cuál es la verdadera?

Vuelvo a preguntar en busca de una respuesta que se me escapaba y que justificaría que no hubiera usado sus fuerzas en tanto tiempo, puesto que de lo contrario, sería algo preocupante.

El puesto del Consejo de Ark'sul estaba ocupado por un holograma; pero no era él. Grulah, el más cercano de sus Caballeros Andantes era el que aparecía en la proyección y mantenía silencio mientras veía como esos seres "superiores" tenían las mismas discusiones que él había tenido con sus hermanos y compañeros, mostrando que por muy superiores que fueran seguían siendo humanos.

-Disculpad -dijo el astartes cuando hubo un momento de silencio- mi señor ahora mismo no puede acudir al consejo, pero dados todos los hechos que han ocurrido no quería dejar el puesto vacío. Traigo un mensaje de parte de Ark'sul y es el siguiente. Si necesitáis la ayuda de los Caballeros del Arca para tomar Ullanor solo se pedirá a cambio parte de la tecnología que se encuentre para su estudio apropiado.

Las palabras del caballero resultan en un pequeño empujón para Aegror, al menos para declarara que la primera opción era la escogida, pero hasta entonces seguiría comprobando datos.

- Interesante... - vuelvo a mostrar una ligera sorpresa por algo que había visto - Caballero, ¿puedo preguntar en que anda Ark'sul?

Añado una nueva pregunta a la lista que ya había formulado. Disponer de datos, claves o no, siempre era útil llegada la situación correcta.

Mientras voy preguntando en el consejo, un mensaje cruza el universo hasta Yamato.

- Hantei, solo por precaución, ¿podrías darme las coordenadas de Otomo?

No era una pregunta muy descabellada, sobretodo teniendo en cuenta las acciones que estaba llevando a cabo, o mejor dicho, no llevando a cabo.

Mientras voy preguntando en el consejo, un mensaje cruza el universo.

- Caballero, yo tengo otro mensaje para mi hermano - declaro - Solo por precaución, ¿podría darme las coordenadas de Otomo?

No era una pregunta muy descabellada, sobretodo teniendo en cuenta las acciones que estaba llevando a cabo, o mejor dicho, no llevando a cabo.

La respuesta al mensaje viene dada por uno de los Dragones Esmeralda. 

-Mi Señor Hantei el Hijo del Sol entregó el mundo de Otomo al Amo de las Máscaras como un regalo entre iguales. Entregaros esas coordenadas a vos, Honorable Montaña, deshonraría el generoso gesto del Poderoso Primarca de la VIII. Como rikugunshokan de la 23° Compañía de los Dragones Esmeralda me veo obligado con gran pena a rehusar vuestra demanda. Os ruego, noble señor, que disculpéis a este vuestro humilde servidor. 

El Duque Supremo ya no asiste al Consejo. Según los rumores, murió en la nave insignia de la legión, la Retribución Implacable, durante el ataque a Ullanor. Su lugar lo ocupa el Capitán Orval Dantremus de la 10° Compañía. Dantremus es el Doblegador de cargo más elevado que queda, aunque sólo es el comandante de la fuerza de reserva que los Doblegadores dejaron atrás: apenas unos cientos de guerreros con escasa experiencia en combate.Ataviado con una servoarmadura, resulta aún más pequeño que Daltiag. 

Es joven y está furioso :

-¡Dejasteis morir a mis hermanos de batalla!-ruge indignado-¡La XVII Legión fue empleada como carne de cañón para probar las defensas orkas mientras los Heraldos de la Pureza, los Dragones Esmeralda y los Robles Eternos se dedicaban a atacar objetivos más fáciles! Mi legión ha cargado siempre con la vergüenza de no haber podido encontrar a su progenitor. Pues bien, si eso ha de implicar tal cobardía y falta de visión tal vez los Doblegadores estén mejor muertos: sin primarca, los Doblegadores prácticamente tornaron los mundos de Ullanor y vosotros os quedáis con el mérito. Discutís durante días sobre tácticas y estrategias pero al final simplemente mandáis a vuestras compañías a morir y luego os atribuís la gloria desde lo alto de una pila de cadáveres!

No hay nada que disculpar - replico como quitándole importancia al asunto - Pero retransmitirle mis palabras y las vuestras a Hantei. Si es lo suficientemente sabio, entenderá el por qué de mi petición y, si mis sospechas son ciertas, entonces daréis vuestra vida para enmendarlo.

No iba a molestarme, pero debía ser consciente de lo que suponía su decisión, la cual únicamente le pertenecía a él.

La impetuosidad del capitán sobraba de ahí que dejara de mirar las pantallas e incluso me levantara en la lejanía de mi nave.

- ¡CAPITÁN! ¡NO PERMITIRÉ QUE INSULTES LA MEMORIA DE LOS DOBLEGADORES CAÍDOS!

Rugí como nunca nadie había visto, incluso le habría cogido por el cuello de haber estado en la misma sala, pues me sentía terriblemente molesto por sus palabras.

- Desde el propio Duque hasta el más novato explorador eran conscientes de que su función sería servir de cebo para sacar a los orcos de sus posiciones y no objetaron nada al respecto, más aún, el Duque mostró su deseo de realizar tal sacrificio. Así que como vuelvas a insultar su memoria insinuando que se lanzó como un estúpido contra las defensas orkas, te buscaré, te cogeré y reventaré tu cráneo contra el suelo a ver si tu sucesor entiende mejor lo que significa la palabra "sacrificio".

Tras la explosión de rabia inicial parecía haberme calmado, pero claramente era pura fachada a juzgar por las palabras que salían de mi boca.