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Orbita de Cadia

-Un término curioso en este universo en el que proclamamos la Verdad Imperial pero se permite al sacerdocio de Marte seguir con sus supersticiones -era más un comentario para sí mismo que para el astartes que le acompañaba, pero no era el primero que veía al Emperador como un Dios, él mismo la primera vez pensó que los dioses habían bajado a su planeta, y eso que siempre se dejó guiar por la razón y la lógica.

-Gracias por la escolta y los consejos, así como la lección sobre vuestro lenguaje -contestó antes de entrar por la puerta.

Y no había nada más remotamente distinto a él que eso.

Su gente siempre había tenido cierto acceso a la tecnología y habían trabajado con ella, veneraban a la tecnología pues les había permitido sobrevivir en un mundo inhóspito, pero de ahí a lo que tenía delante había un gran cambi. Eso era tan tribal, tan pretecnológico que su cabeza no parecía ser capaz de asociar eso con una legión de astartes que usaba la tecnología a diario, aunque todas las legiones tenían tradiciones distintas, lo que tenía ante él era algo chocante.

Al ver como su hermano se acercaba y se plantaba ante él en silencio, pensó que acababa de interrumpir una especie de ceremonia de algún tipo.

-Hola Leucas, ¿he venido en mal momento? Puedo esperar fuera -expuso. Todos en taparrabos con lanzas y el portando cuatro extremidades mecánicas adicionales, implantes y la túnica roja del mechanicum. No había nada que pudiera estar más fuera de lugar que él mismo en ese preciso momento.

La Noche de Mastiah

No se había esperado en ningún momento que su hermano fuera capaz de manejar la electricidad de esa forma. Creía que era algo de la espada que solía empuñar, pero estaba equivocado y lo había pagado caro. Arrodillado, con cortes y moratones en el rostro que su fisiología de primarca y los implantes del mechanicum ya habían cerrado para evitar hemorragias excesivas. Se habría podido incorporar perfectamente sin sus brazos, pero el problema era que la electricidad había recorrido todo su cuerpo, afectando de forma excesiva a sus centros nerviosos tanto biológicos como mecánicos.

Mostró ligeramente los dientes a su hermano, pero no habló hasta estar seguro de no tartamudear o trabarse la lengua, que sería lo que le faltaba en ese momento para perder toda la dignidad.

Se incorporó ante las palabras de su hermano y se retiró la capucha, dejando una larga melena negra a la vista y cables que surgían de su cabeza y parecían mechones o trenzas de un color rojo intenso.

-Ha sido una buena pelea, pero he perdido ciento treinta y dos hijos de más por tu negligencia de interponerte en el combate -dijo mientras señalaba a uno de los miembros de los Caballeros Andantes que se acercó hasta él- Éste es Grulah y suyos los hombres que llegaron a acompañar a tus hombres en primer lugar y, por tanto, el que sufrió todas las bajas que no estaban previstas. Le debes una disculpa a él por verse obligado por el honor a asaltar una fortaleza junto a tus hombres y cubrir a los tuyos a coste de los suyos. Me parece bien festejar en honor de los muertos, pero deberías de plantearte si, de verdad, estarían muertos si hubieras seguido el plan.

La Noche de Mastiah

Duncan adoptó un gesto un poco más serio ante las palabras de su hermano, aunque un fondo de alegría seguía bailando tras sus ojos. A eso había venido, a echarle en cara las pérdidas sufridas por su legión, que se podrían haber anulado masacrando a la población local.

-Caballero Andante Grulah-saludó con reconocimiento-el honor te obligó a auxiliarnos, y eso te honra... Y honor con honor se paga-dijo el primarca para después, ni corto ni perezoso, hacer una reverencia ante el astartes. Seguramente era la clase de cosas que no se veía, a menos que el ser sobrehumano fuera alguien tan "humano" como el Rey de la Tormenta. 

-Agradezco tu sacrificio, y también el de tus soldados, a los que te ruego que transmitas mi más sincera gratitud. Con soldados que demuestran tal integridad y valor, es evidente que el sueño del Emperador no está lejos de cumplirse-añadió, con una sonrisa cortés-en cuanto a si estarían muertos, quién sabe. Probablemente no. Pero todo en la vida tiene un coste, y eso incluye el honor y el actuar de manera adecuada. En cuanto a qué hemos conseguido con este pago... ¡¡Alwine Urquhart, asoma tu fea cara!!-bramó volviéndose a la multitud de Señores del Relámpago, de la que surgieron unas cuantas carcajadas, y un astartes de hombros anchos incluso para lo habitual y un rostro que había recibido más puñetazos de lo que sería aconsejable, con un cráneo totalmente afeitado salvo por dos pobladas cejas y unas tupidas patillas.

-Alwine Urquhart es el fine del clan Urquhart, uno de los 76 clanes de nuestro querido hogar, y uno de mis capitanes. Por favor, ilustra a nuestros amigos sobre lo que obtuvimos.

Tras esas palabras, y dudando un poco al estar tan cerca de otro primarca, el astartes se aclaró la garganta para después empezar a recitar, casi como de memoria.

-Eh... Señor Ark'sul, hermanos... La acción ejecutada impidió el bombardeo efectivo de los objetivos designados como 12B4, 67H1 y 95P0. Como ya saben, dichos objetivos se tomaron al asalto, consiguiendo unas bajas de casi 300 astartes superiores a lo estimado-añadió, dejando claro que no solo los hijos de Ark'sul habían pagado el precio del acero-sin embargo, dicha operación se saldó con los siguientes beneficios: el 90% de los manufactorums de los dos primeros puntos, y el 80% del tercero, se encuentran a pleno rendimiento y capacidad, produciendo en estos momentos para ayudar en el esfuerzo bélico. Las bajas enemigas en dichos puntos fueron de 24.570 soldados, añadiendo otros 14.207 prisioneros, y algunos desaparecidos. La población civil encontrada, especialmente numerosa en el segundo punto, fue de 4.987.509, entre ancianos, mujeres, niños y aquellos que se habían considerado poco válidos para el servicio... O habían desertado para unirse a sus familias en los momentos finales. Los iteradores ya están realizando, con ayuda de algunos hermanos, las convenientes labores de propagación de la Verdad Imperial entre las gentes, y en la oficina de reclutamiento provisional del Ejército Imperial ya se cuenta con más de medio millón de solicitudes rellenadas, especialmente por mujeres. El acatamiento parece total en los puntos designados, y llegan informes de que las bolsas de resistencia de las coordenadas 90N4 y 83S2 están dispuestas a rendirse y parlamentar a cambio de piedad para los que se rindan.

El "Gran Blanco" observaba a su hermano en silencio. Un torso cubierto de cicatrices y marcas tribales en tinta roja subiendo y bajando por la respiración. El pecho del primarca se infló tras una última bocanada de aire.

-Whakaaturia te whakaute ki to Ariki!- Le gritó a Ark'sul en el rostro, antes de comenzar a dar pasos hacia atrás, casi a los saltos, manteniendo su lanza firme, vertical, a un lado del cuerpo. 
-ko ia e haere ana i te whenua whero- Prosiguió, golpeando la culata de su lanza una y otra vez contra el suelo.
-te mohio ki tana mana toa- Mientras los guerreros de la legión, una extraña mezcla de la palidéz cadavérica que presentaba el primarca y la tez oscura de quien había escoltado a la Araña, se movían casi al unísono en lo que parecía ser la danza más degenerada, agresiva, e insultante que uno podría llegar a presenciar. 

Tras lo que parecía el grito final de batalla, los astartes de la legión se pararon erguidos, firmes, en su lugar, de forma que cualquier grupo militar entrenado lo haría. Y solo rompieron filas cuando su primarca entregó su lanza a su nuevo portaestandarte, quien, casualmente, parecía ser aquél que había escoltado al primarca de los Caballeros hasta la sala. 

- Ark'sul, de la 19na Legión... Nos... honras con tu presencia-

La Noche de Mastiah

Era cierto que Duncan era el más cercano y familiar de todos los primarcas, además del más risueño y casi despreocupado y el más humano; pero ninguna de esas cosas preparó para ningún miembro de la XIX legión para el acto de inclinarse ante un astartes, que dejó a los Caballeros Andantes dudando y a Grulah completamente aturdido, como si no supiera qué hacer y deseara salir de allí en cualquier momento.

-No hay de qué -dijo tras un tenso silencio en el que parecía estar luchando por encontrar unas palabras adecuadas.

Ark'sul escuchó las palabras del tal Urquhart entendiendo lo que decía su hermano. Habían salvado cerca de cinco millones de vidas civiles por los casi trescientos astartes de dos legiones, eso lo entendía perfectamente; pero no entendía por qué tenía que salvar a tantos que se habían enfrentado a ellos y no habían querido someterse a la voluntad del Emperador a cambio de casi trescientos leales servidores. El tiempo le daría la razón a uno de ellos y por una vez Ark'sul no quería tenerla.

Inspiró profundamente antes de mirar a todos esos legionarios celebrando la muerte de sus hermanos como si fuera la mayor victoria.

Eran tan diferentes.

En su mundo, Subuel, su población era escasa y por eso la vida era algo que había que preservar a toda costa, no corrían al combate deseosos de pelea como sus primos, no, ellos intentaban evitar todas las bajas poisbles entre su bando y por eso eran lentos y metódicos.

-De acuerdo, solo espero que el acatamiento sea seguro y sin problemas -explicó Ark'sul- os dejaré con vuestra celebración para hacer nosotros la nuestra con nuestros hermanos caídos, a no ser que tengáis algo que añadir.

Orbita de Cadia

El grito de su hermano en la cara hizo que Ark'sul frunciera el ceño, confundido, mientras que el sonido de algunos servomecanismos de su cuerpo zumbaron al ponerse alerta ante una posible amenaza; pero cuando se separó, consiguió comprender que era todo parte de ese rito tribal tan particular que tenían, además de esa costumbre de hablar en su lengua.

En Subuel tenían su propio dialecto, por su puesto, pero cuando se unieron al Imperio lo cambiaron por los términos apropiados del Gótico Imperial. Ellos recordaban muy bien lo que les hacía únicos dentro del Imperio; pero sus hermanos, ah, sus hermanos parecían querer mostrarse siempre como únicos, recordar y abanderar sus diferencias de una forma constante sin darse cuenta de que eso, precisamente eso, era lo que impedía que todos los primarcas vivos consiguieran soportarse. Se centraban más en lo que les diferenciaba que en lo que les unía, pero ninguno tenía la mente abierta para darse cuenta salvo Ark'sul, esa era su bendición y maldición al mismo tiempo.

-El honor es mío aunque siento muchísimo el haber interrumpido esa ceremonia o celebración -esbozó una ligera sonrisa- espero que no me insultaras en esa lengua tuya tan característica.

- Molestarme?- Leucas frunció el ceño. - Hermano... Ese haka... fue creado en tu honor... para darte la bienvenida- Dijo, extendiendo un brazo hacia donde sus astarte estaban. La rutina de entrenamiento había sido retomada y los guerreros practicaban combate cuerpo a cuerpo con las lanzas y otras armas primitivas. 

- Mis... guerreros... reconocen tu Mana...- Dijo, extendiendo sus manos hacia Ark'sul. - Para que... fluya... y sea absorbida por nosotros.- Finiquitó, llevándose ambas palmas al pecho. 

- Tu... no puedes... sentir el Mana?- Preguntó, confundido.

- Llevo toda mi vida vagando por este mar, pero sólo hace unos años que lo hago junto a nuestro padre. Un accidente hizo que nos perdiéramos por todo el cosmos, y él nos está buscando para devovlernos a nuestro lugar... a su lado.

El Príncipe Corsario se ahorró muchas de sus sospechas sobre el papel de los primarcas al lado del Emperador. Ni su hermano necesitaba oírlas ni él ganaba nada expresándolas.

Eon hizo un gesto a Ark´Sul para que le acompañara. Le condujo por los pasillos del acorazado, donde los ventanales dejaban ver el vacío infinito del espacio. Aquella zona de la nave estaba decorada con algunos tesoros y trofeos de orígen alienígena. Había cráneos y armas de pielesverdes; estrafalarios tesoros de los hrud; los cuerpos desecados de un esclavizador y un jorgall... y un rifle enjoyado que parecía hecho de hueso. Eon se lo señaló al otro primarca.

- Tal vez podamos limpiar la Galaxia de orkos; tal vez podamos exterminar a todos los seres que nos acechan. Es posible que ni siquiera nosotros seamos capaces. Sin embargo, creo que tenemos mucho que aprender de los demás habitantes del espacio... aunque es cierto que los orkos ya comparten lo mejor de su cultura con nosotros - bromeó, intentando hacer sonreír a Ark´Sul, pensando en las implicaciones de llevar un primarca a Marte, ¿le vestirían de rojo? No: eso era imposible, el Emperador nunca lo permitiría-. En Marte te enseñarán cuanto necesitas saber sobre todas las cosas. Aprenderás los caminos de la razón y la ciencia. Aún así, te dirán que existen dioses y espíritus. ¿Crees en algún dios, Ark´Sul?

La Noche de Mastiah

-Claro que lo será-dijo Duncan riéndose, con una seguridad más que plena en que el acatamiento se realizaría sin problemas. Sin embargo, esa sonrisa desapareció ante las últimas palabras de su hermano.

-¿¡¡Qué!!?-preguntó, alarmado. El tipo de qué que uno emplearía cuando le comunican que toda su nave acaba de ser tomada en cinco minutos y sin previo aviso, o cuando dicen que se ha acabado la bebida-¿¡Cómo que os vais!? ¡No podéis iros, si acabáis de llegar!-dijo, casi arrastrando a su hermano y su escolta-debéis beber con nosotros por los caídos, además, tengo a tanta gente que presentarte... ¡Aquí hay representantes de los 76 clanes de Argyle! Y muchos de ellos sus fine, deberías conocerlos a todos.

Ark'sul ladeó la cabeza ante la palabra "accidente" mientras fruncía el ceño.

-¿Qué clase de accidente puede mandar a niños en cápsulas a un planeta tan lejano como lo es Subuel? -aunque una voz en su cabeza le decía en ese momento que, seguramente, su planeta no sería el más lejano que acogiera a uno de sus hermanos.

Siguió a Eon con paso tranquilo mientras le guiaba por ese lugar que era como una exposición de útiles extraterrestres. Acarició ligeramente el rifle enjoyado y el tacto tan suave y pulido le sorprendió antes de continuar mirando los cráneos y cuerpos de esos extraños seres. Parecía que los Chatarreros no eran los únicos seres que intentaban acabar con ellos.

-Creo que no se puede desechar un conocimiento tecnológico, o de cualquier tipo, solo porque no provenga de mentes humanas -alzó el brazo mecánico- no se de donde provenía la nave de la que saqué las piezas para hacer esto; pero sí se que al ver a un líder Chatarrero con clavos implantados en su cuerpo que le hacían más fuerte pensé que podría hacer lo mismo para poder superarlos y mis Caballeros lo mismo, aunque algunos no soportaron los implantes y las operaciones -negó ligeramente con la cabeza.

Asintió cuando mencionó ese mundo, Marte, donde se supone que le enseñarían a manejar la tecnología de forma apropiada.

-Eso es algo que me confunde -comentó a su hermano- en Subuel venerábamos a las energías que permitían al Generador mantener unas temperaturas que nos dejaran vivir. La Verdad Imperial dice que todo tiene una explicación científica, pero sus mejores ingenieros y científicos son esos hombres-máquina que veneran la tecnología de forma parecida a lo que hace mi pueblo. ¿Por qué?

La inocencia de Ark'sul y su afán de conocimiento le hacían soltar ese tipo de preguntas a quemarropa y sin tapujos, pues quería una respuesta tan directa como su pregunta.

Órbita de Cadia

-Haka -repitió en un susurro, como si estuviera intentando aprender esa extraña lengua. No había comprendido nada de lo que había ocurrido, pero que hicieran algo en su honor, para bien o para mal, era algo que había que agradecer- disculpa mi torpeza, hermano. Me siento como un pez fuera del agua ante las costumbres de otras legiones -esbozó una ligera sonrisa, intentando que su hermano captara la broma.

Y ahí estaba la pregunta que era más importante, y que por desgracia tenía que responder con otra pregunta.

-Eso depende, Hermano. ¿Qué es el Mana? ¿la vida? ¿la sangre? ¿el Alma? ¿los dones psíquicos de algunos legionarios y miembros del Imperio gracias a los que podemos comunicarnos y realizar viajes por la disformidad?.

La Noche de Mastiah

Ark'sul alzó una ceja ante la reacción de Duncan, pues después de como se había plantado allí, había iniciado una pelea delante de todos, le había exigido disculpas, aun así no quería que se fuera de ese lugar.

Sin duda, Duncan era el más extraño de todos sus hermanos.

Inspiró profundamente mientras que tomaba la decisión.

-De acuerdo, pero no demasiado tiempo, pues tenemos que hacer nosotros las celebraciones funerarios de nuestros caídos -hizo un gesto a sus allegados para que se dejaran llevar por esos astartes tan humanos mientras que él se dejaría llevar por Duncan para que le presentara a los miembros de los 76 clanes.

76, en su planeta no llegaban a más de 20 clanes si sumaban las Órdenes de Caballería y los cultos de Acólitos. Sin duda, el planeta del que provenían tenía que ser enorme y muy poblado, seguramente mucho más habitable que Subuel.

JRUN: EL MAR ENSANGRENTADO

El Príncipe Corsario observó los restos de su legión y la de su hermano. Los astartes muertos se contaban por millares, y algunos yacerían bajo el océano para siempre, con su semilla genética perdida. Los Leviatanes no se encontraban mejor, y sólo un puñado de supervivientes había emergido de las profundidades.

Eon se encontraba en lo alto de una fortaleza destartalada. El último de los bastiones orkos. Su treta había funcionado demasiado bien. Provocar a los pielesverdes había lanzado a sus hordas a la batalla y había provocado una avalancha que casi había devorado incluso a dos legiones astartes.

Sin embargo... el lazo entre su XVI y los legionarios de Leucas era sólido. Habían muerto por un planeta oceánico, Corsarios y Leviatanes juntos. Tal vez aquellos valientes, muchos de ellos terranos y solares que habían compartido los primeros años de conquista, acabaran de garantizar con sus muertes algo más valioso: hermandad.

Eon miró al Tiburón Blanco y le dirigió un asentimiento triste. 

- Hoy muchos en tu legión han muerto. Y muchos en la mía. Aunque seré yo quien ocupe esta joya azul pagada con nuestra sangre, no soy ningún bandido, y sé cuándo honrar a un hermano. Es por ello que a ti, que tenían tu corazón tan presente en Jrun que fuiste incapaz de abandonarlo incluso cuando supiste que no sería para ti, te corresponderán las vidas que has salvado.

Hizo una pausa, mirando a las masas de esclavos que habían liberado de las garras de los orkos. 

- Tomarás a los hijos de Jrun para tu legión. A quienes deseen servir al Imperio como astartes. Así, cuando en generaciones venideras otros se unan a los Corsarios Estelares, nuestras legiones quedarán unidas por la sangre de este planeta por el que ambos hemos sangrado. Esta es mi voluntad, hermano, y quiero que aceptes.

-No estoy seguro -confesó Eon-. Nuestro padre sabe ser reservado para algunas cosas, y en especial con algunos de nosotros.

Esperaba que la amargura no trasluciera su voz. Sabía que no se encontraba entre los favoritos del Hegemón. Era díscolo y rebelde, y normalmente le daba igual. Pero había escuchado algunas insinuaciones que no le gustaban una pizca.

-Tomaste la decisión que cualquiera habría tomado para sobrevivir -dijo asintiendo-. Tus caballeros te honraron arriesgándose a la prueba, igual que tus legionarios, pues has de saber que nuestra marca, la semilla genética, puede devorar a quien la recibe y quitarle la vida. Debes recordarte que fue el enemigo quien los mató, pues, ¿qué necesidad tendríamos de crear armas, de crear seres como nosotros, si la Galaxia estuviera a salvo? Somos armas biológicas y existimos porque hay que destruir al enemigo y después...

Después... ¿qué? Se apresuró a cambiar de tema. Se alegró de hablar de otras cosas.

- Aquello que no comprendermos del todo a menudo toma un cariz espiritual, ¿no es verdad? Los eldar, otro de los pueblos de esta Galaxia, creen que existen miríadas de dioses en el vacío, y créeme si te digo que no son idiotas supersticiosos. Yo creo que eso que llamamos dioses no son más divinos que nosotros, simplemente, nos resultan tan grandes, tan incomprensibles, que nuestras mentes fabrican esa lente. ¿Son los espiritus de Marte reales? Tal vez, desde luego el conocimiento científico es algo grande e incomprensible ¿Es nuestro padre un dios? A efectos prácticos puede hacer cosas que ninguno más puede. Tal vez sea un problema de nombres, de cómo llamamos a las cosas...

Se volvió para mirar a Ark´Sul a los ojos.

- ¿Qué crees tú, hermano? 

Leucas bajó los brazos y se paró erguido. Una pequeña sonrisa asomaba la comisura de sus labios. - Peces...- Repitió.

Muchos eran los que prejuzgaban las tradiciones tribales del primarca y la legión; y pocos aquellos que se detenían a buscar un significado más allá de lo aparente. 

- El Mana... es la esencia de la Existencia misma. La ferocidad de las olas, la dureza de las rocas, la voracidad del fuego... la voluntad del hombre. El... Valor y... el Honor... atraen el Mana... y alimenta el corazón de los hombres. Los Tohunga... psíquicos... son aquellos que pueden canalizar el Mana y... expulsarlo.- Dijo, gesticulando con los brazos, como si estuviese lanzando una pelota imaginaria con ambas manos. - Por eso practicamos el Haka; para unir el Mana de cada uno... y fortalecernos. Nuestros... Bibliotecarios... son el... catalizador.- 

Leucas se giró hacia su hermano. Su armadura cubierta en humores alienígenas, su lanza de poder mellada. El primarca tenía mandíbula y puños apretados. Los ojos negros enfocados en el Príncipe Corsario. 
Tras las palabras de Eon, una pausa, un silencio. 
Leucas hincó una rodilla sobre el suelo. 

- Yo... acepto... el honor que me ofreces.-

Noche de Fuego en Armageddon y contacto con Ioweth

Ark'sul había dejado el Consejo para dirigir personalmente los ataques sobre Armageddon desde su nave insignia, el Bern'hol, llamada así en honor del Líder de la Orden que se sacrificó por salvar al bebé Ark'sul. 

-Señor -intervino Grulah, uno de los Caballeros Andantes, líder de una de las Órdenes del Arca y miembro del consejo cercano del primarca de la XIX legión- los puntos que ha estimado son de poco valor estratégico a corto plazo. A largo plazo con un asedio estudiado podrían servir para algo, pero esas bombas no van a destruir puntos vitales.

-Lo sé -contestó secamente Ark'sul- se muy bien que sería mejor apuntar a las Colmenas y barrer a los enemigos, pero no quiero tener que estar escuchando a mis hermanos lamentarse por las vidas de "inocentes".

-Pero, ¿no son todos enemigos? -preguntó dubitativo.

-¡JA! -contestó el primarca- quiero ver como intentas explicárselo tú a mis hermanos. ¿Recuerdas lo pasado en Mastiah? Pues aún siguen sin comprender que los enemigos pocas veces se pueden volver aliados. Abre fuego.

Y así fue como los Caballeros del Arca bombardearon puntos de poco valor estratégico a corto plazo para evitar la masacre de civiles. 

Mientras eso ocurría, una pequeña flota expedicionaria, la 201ª que incluía un pequeño destacamento de los Caballeros del Arca, exploraba el Segmentum Obscurus y descubría un planeta rico en materiales, muchísimo más rico que cualquier otro que hubieran conocido, pero estaban poblados por los malditos y traicioneros eldars.

Durante siete horas bombardearon el planeta sin descanso antes de poder ver cuales serían sus consecuencias.

-Señor, pocas bajas civiles -explicó Grulah- pero tampoco ha habido bajas enemigas. El bombardeo ha tenido un éxito casi inexistente, salvo el gasto de munición y el mostrar que estamos aquí, no ha servido para nada. Además, nos llegan informes de un planeta eldar descubierto en el Segmentum Obscurus, de nombre Ioweth

-Lo sé -contestó con vez cansada antes de inspirar profundamente- id preparando las tropas para el desembarco en Armageddon y añadir a nuestras cartas la situación de ese planeta, pero que no hagan nada de momento. Tengo que hablar con mis hermanos.

J'run: El Mar Ensangrentado

-Mag Uruk Thraka- Aquellas palabras quedarían gravadas en la memoria del primarca por el resto de su vida. 

La decisión de una invasión conjunta con los Corsarios de la XVI legión había dividido a las filas de los Leviatanes en dos bandos con claras opiniones opuestas: Aquellos que abrazaban la idea de retomar su rivalidad con sus primos; y aquellos cuya sola mención de la palabra "corsarios" hacía hervir la sangre. Leucas era consciente de ello, por lo que dejó que fueran sus capitanes quienes se disputaran por el honor de cumplir con aquella misión. 
Argyle Goolsby y Glenn Danzig, del 5to y 4to capítulo; veteranos terrestres que habían forjado sus lazos de batalla con la XVI ya desde la carrera de armas por Luna. Y Kamehameha, del 2do capítulo; 

Ark'sul simplemente miraba a su hermano mientras hablaba, como si buscara algún indicio de que ocultara algo o que le estuviera mintiendo o tomando el pelo; pero no parecía que hubiera nada de eso a la vista del recién ascendido primarca.

-Cuando la alternativa es la muerte segura, un uno por ciento de posibilidades de éxito de la mayor locura es la opción a seguir -se encogió de hombros- al fin y al cabo, un cero contra un uno, es más un uno, ¿verdad?.

Estuvo pensando en las palabras de su hermano, pero el dudaba que fuera solo un problema de nombres.

-Una cosa es creer que un dios te ha maldecido y estás enfermo por su culpa y otra esperar a que otro dios responda a tus plegarias y te cure sin que hagas nada. Ahí hay mucho más que un nombre de diferencia, hay una vida y puede que muchas. Hay diferencias entre hacer las cosas de cierta forma por tradición o por temor a una consecuencia y no poner solución a un problema temiendo una posible consecuencia que no se sabe si puede venir. Por ejemplo, el esos sacerdotes rojos entonan cánticos para que la máquina funcione, no pasa nada, pero si no funciona y entonces no hacen nada más para solucionarlo, entonces estamos ante un problema, ¿no crees?.

Inspiró profundamente y miró al suelo ligeramente, como si le avergonzara algo.

-Espero con todo mi ser que esos "espíritus-máquina" no sean más que algo como el alma, una referencia para explicar algo que no se comprende.