Partida Rol por web

Kipp comienza a escribir un mensaje de texto con su móvil.

"La poli sigue buscándonos. Vamos a esperar hasta que la noche esté a punto de acabarse, y luego nos encargamos del muchacho. En vez de hoy, nos reunimos mañana a primera hora. Perdona las molestias."

Cuando acaba y manda el mensaje, Kipp apaga el móvil.

-Hecho, les he dicho que nos reunimos mañana a primera hora, y que a última hora de hoy nos encargamos del muchacho.

Kipp se relaja un poco, estirándose exageradamente en el asiento del coche.

Leo el mensaje de Kipp con el ceño fruncido.

-Maldita sea, seran estupidos - espeto enfadada - parece ser que nuestros amigos tienen problemas con la policia, no pueden acercase al Eliseo. Creo que lo mas inteligente sera ayudar a los Nosferatu, despues de todo.

Le doy a mi chofer la direccion que me mando Lori al movil, aunque por mi gesto no se me nota muy contenta.

Su enfado me producía tensión, aunque no sabía como reaccionar ante él. ¡Qué sensación más desagradable! Hice amago de acercarme a ella, e intenté hablar un par de veces, sin saber qué decir. Respiré agobiado... Quedándome sentado en mi sitio con la mirada al frente, agarrando mi bastón.

- Sí, sin duda, es la mejor opción. - Dije tratando de corroborar lo que había dicho, pensando que a lo mejor eso la reconfortaba. Al ver que no era así, supe que esperaba que dijera algo más, miré por la ventanilla, luego la miré, luego miré al frente.... Que desesperante es esto de las relaciones humanas. - Emm.... Lamento... Lamento tu incomodidad, Ashley Craighton.

Seguidamente miré al frente de nuevo, pensando que con eso quedaba zanjado el asunto, y el ambiente se calamría por si solo. Esperé a saber más sobre la situación de los nosferatu.

Carlos aceleró y dirigió el coche hacia la dirección que Ashley le había dado. Era un barrio residencial cerca del campus de la universidad George Washington. Habitaban sólo familias ricas, ricas y poderosas. El ajetreo de Washington dio paso a unas calles casi vacías donde los vecinos paseaban tranquilamente por el día pero a esas horas de la noche apenas se veía un alma por la calle...

Finalmente Carlos aparcó frente a una mansión con un enorme jardín rodeada por una verja: - Aquí es, señora. -

Los hombres de John conducen hasta una especie de local que tiene el cartel de reformas en el escaparate. Aparcan en un callejón cercano, lejos de la entrada principal y bajáis todos del vehículo. Un hombre con unas llaves en la mano os espera en la puerta trasera, saluda a John de esa manera tan particular que tienen en el grupo *.

Abre la puerta y os hace pasar. Es un local medio en obras, aún le falta tiempo y mucho trabajo por delante para poder abrir. Pero al menos está vacío y nadie os buscaría allí. Podéis pasar el tiempo que queráis hasta que despistéis a la policía o a los hombres que intentaron secuestrar a Nathan.

Al menos lo que queda de noche no os dará tiempo a mucho más... os queda como una hora de noche antes de que salga el sol y tengáis que dormir.

A los 5 minutos de estar en el local te llega un sms de Jacque: "Tenemos a la chica. Puedes seguir con el paripé y entregar al chico al Príncipe. Iris se encargará de hacerle llegar un mensaje."

Coño, después del fiasco del Hospital sí que había estado rápido Jacque para enmendar el error.

No había sido consciente del tiempo que habían invertido con tanto jaleo, pero al fin se relajó sintiéndose en territorio seguro. Bien..., vuestra casa, nuestras cosas, comentó mientras señalaba en general el local en reformas. Se acercó hacia Nathan para aliviar el poco sentimiento de libertad que le quedaba. Chico, sé que todavía no tiene sentido, pero eres un caramelo para algunos... "anarquistas", cerró sus ojos enfantizando la reacción adversa a esa palabra, más te vale contar con alguien grande que los mantenga al margen, ¿sabes? concluyó dando un par de golpes en el hombro de Nathan con su puño.

Tras este consejo miró a Kipp con cierta perezosa inexpresión para involucrarle en la conversación. Se retiró un segundo con sus hombres, algo molestos por lo avanzada que estaba la noche, acallando sus quejas con unas cervezas. Lo siento negros, parece que hoy no podremos celebrar, pero mañana jugamos en el barrio, les diré a VirusC y a Katana que me acompañen si tengo que hacer alguna movida, palabra. Tras un incómodo silencio entre ellos, John rompió las formalidades con una conversación irrelevante para el resto. Vamos jodido A K 5 6, ¿no piensas contarme lo de esa perrita o qué? Ja ja, hijo de puta... continuando con risas y frases cuyo acento dificultaba su coherencia y comprensión.

Tras unos minutos de charla sin interés John acudió a su móvil alertado por un mensaje que tras leer provocó dirigirse nuevamente a sus invitados esbozando una sonrisa. Chavales, camino despejado, hizo ademán de reflexionar sus próximas palabras, ¿estás preparado para conocer a Vitel, señor Scott?

Inmediatamente borró el mensaje tras recibirlo, contando con que quizás fuera recomendable borrar tambien el registro de llamadas para evitar posibles preguntas incómodas.

Anarquistas que me quieren. Bien, sólo faltaría que el FBI me metiera en la lista de los más buscados porque un grupo terrorista de anarquistas me quiere en sus filas. A cada momento mi situación empeora.

- Preparado o no voy tener que conocerlo...y visto lo que me ha pasado en las últimas horas...mejor antes que después... - digo con cierto pesar ya que realmente lo único que quiero es estar en mi casa y tirarme en cama. - ...así por lo menos sabré en qué estoy metido...y cómo puedo salir de esto...

Aunque no creo mis últimas palabras, me da que no hay salida para mí en este caso. Tengo un mal presentimiento, y algo me dice en mi interior que no saldré "vivo" de esta.

Os preparáis para descansar durante el día puesto que se os ha hecho muy tarde ya.

A la noche siguiente iréis a ver al tal Vitel a primera hora*

Los hombres de John acomodan unos cuantos colchones en el almacén del local y os aseguran que vigilarán la zona por si se acerca la policía o cualquier tipo sospechoso.

Me fijo en la incomodidad que siente Frederick ante mis reacciones, no puedo evitar que asome una sonrisa divertida en mis labios.

Vaya, parece que este Frederick hace mucho que olvido las emociones, ¿de donde habra salido?, me intriga.

Doy un largo suspiro y relajo mi gesto, parezco haberme tranquilizado un poco.

-Gracias Fred - digo con un tono suave - Cuando las cosas no salen como espero siempre me enfado, debo parecerte algo tonta - digo con una ligera risita.

-Me gustaria conocerte mejor - digo clavando mis ojos en los suyos - Pareces un tipo interesante, ¿de donde has salido?¿que trae a alguien como tu a esta ciudad Frederick Van Denholm?. Curioso apellido, es de origen holandes, ¿no es cierto? - le dedico una sonrisa seductora mientras aparto el cabello de mi rostro de forma coqueta.

Sonreí ante tu frase, y contesté como siempre despacio. 

- En absoluto, al contrario considero que la inteligencia es un rasgo característico en tu personalidad.

Seguidamente escuché tus comentarios, siempre mirando hacia al frente en aquel coche, nervioso por la velocidad de aquel coche.

- En realidad... mi apellido es puramente Alemán. Por desgracia, con el paso de los siglos se ha ido difundiendo también a holanda. Apenas recuerdo mi pueblo natal. ¿Tu provienes de esa zona?

Miró una vez más el móvil, valorando el tiempo del que disponían y sobre todo, contando con que era demasiado tarde para alguien como Vitel. Te vendrá bien entonces ir asumiendo que no podrás salir de esto, así es esta mierda. Sobreactuó una preocupación que reflejaba negando ligeramente su cabeza. Buscó la inquieta expresión de Kipp para organizar el próximo día. En fin, temo que pasaremos aquí el día, el almacén servirá. ¡YO, Spear! Llama a estos para que cuiden el sitio hoy, cosa grande, ¿ok? De acuerdo. Se dirigió entonces al almacén para ir distribuyendo algunos colchones. Durante la tarea se acercó a uno de sus hombres y le susurró algunas instrucciones importantes. Finalmente reparó en un armario que podría serle útil y lo volcó en el suelo. Se sentó sobre él y observó cómo los invitados se acomodaban. El sueño se iba apoderando de él advirtiendo la llegada de la amenazante luz que apenas recordaba. Imagino que te haces una idea de qué está pasando, comentó a Nathan mirándose sus manos. Lamento que haya sido así, pero te diré una cosa, te aseguro que otros no han tenido tu suerte, despertar no es fácil… su voz se apagaba paulatinamente en un resquicio de sumisión en el interior de sus recuerdos.