Partida Rol por web

Wonderland

Belle escondide Caballero & Camelia

Cargando editor
16/02/2021, 00:00
Sombrerero loco

El sombrerero, para que el ambiente estuviera distendido, animó a sus compañeros a escribir un piropo siguiendo las bases del Bello Ausente (aka Belle Escondide) que es una técnica de escritura de la escuela de escritura potencial (Oulipo) a través de la cual se escribe un piropo a una persona usando tantos versos como palabras contiene el nombre elegido. Posteriormente en cada uno de esos versos no se podrá usar la letra correspondiente. El ejemplo del sombrerero:

A    –Es dulce miel en zorbitos,

L     y mi zombrero yo me quito

I      ya queramos con locura

C     zu zonriza y zu dulzura

I      pues verán que me zonrojo

A     zi me ve con otros ojos

Elijan pues a qué personaje de la partida queréis homenajear y disfruten... ¡Sobre todo disfruten!

Cargando editor
17/02/2021, 22:17
Camelia

Camelia sonreía, encantada con cómo estaba yendo la velada, cuando se dio cuenta de que tenía al caballero ante ella. 

—¡Oh! Buenas tardes —saludó, aunque no estaba muy segura de si era por la tarde, ¡pero qué más daba!—. Tengo un poco de sed, ¿podrías regarme? Sería muy amable por tu parte. 

Pestañeó, coqueta, y se alisó los pétalos con cuidado. 

—¿A quién te gustaría piropear? —preguntó, mientras esperaba el agua—. ¿Hay alguien que te guste en especial?

Cargando editor
17/02/2021, 22:21
Caballero Blanco

El Caballero Blanco escuchó la pequeña vocecita de la hermosa flor encarnada e hizo una reverencia -Por supuesto, será un placer ayudaros- Comenzó a buscar una regadera, pero no encontró ninguna, así que al fin usó una pequeña tetera limpia que llenó de agua. Con delicadeza, regó la base de la flor con pequeños chorritos, hasta que Camelia se dio por satisfecha.

Reflexionó después al escuchar la pregunta de la flor. -Esta cuestión que me decís me presenta ante un grave dilema. Pues temo que si elijo a una dama de entre las presentes, pueda ofender a alguna otra que se hubiera sentido más merecedora de ser musa de un poema. ¡Ay!- El caballero parecía realmente preocupado. -¿Qué pensáis vos qué debería hacer? Dicen que las rosas rojas son las flores que mejor conocen las reglas del amor cortés, y cualquier consejo que me deis lo consideraré bueno y verdadero.

Cargando editor
17/02/2021, 22:45
Camelia

La flor estiró su tallo, mostrando satisfacción al recibir el agua que había pedido. 

—Ah... Así está mucho mejor. Habría sido terrible empezar a mustiarme, ¿verdad? Muchas gracias, caballero.

Y luego escuchó la diatriba del caballero, con el rostro ladeado y una hojita en la mejilla, entre enternecida y divertida. Sin embargo, algo dijo que la ofendió profundamente. Su expresión cambió y se puso más digna. 

—¡Yo no soy una rosa! —respondió, molesta—. ¿Me has confundido con una de esas presumidas e insulsas rosas? Qué desfachatez. ¿No eres capaz de distinguir una rosa de una camelia? No me sorprende entonces que no seas capaz de escoger a una musa a la que dedicar los versos. —Se cruzó de hojas, indignada, esperando que el hombre se disculpase por tamaña insensatez.

Notas de juego

XDDD.

Cargando editor
18/02/2021, 20:01
Caballero Blanco

Y allí, frente a todos, el Caballero Blanco a punto estuvo de volverse Rojo. Como mínimo, sus mejillas se colorearon hasta el punto de parecer de carmín. Por un instante, solo pudo balbucear. -Oh. Oh. No... Yo... Oh. Oh- Después, el caballero se inclinó varias veces, haciendo múltiples y cómicas reverencias, mientras su discurso alcanzaba una mínima coherencia. -Os ruego me disculpéis. Yo no quería... Mis conocimientos de horticultura no son... Qué error imperdonable... Qué error, qué error

Como podéis ver, era más coherente, pero solo de forma mínima.

No parecía que el caballero fuera a calmarse con facilidad. Se frotaba y apretaba las manos con un sonido metálico, y miraba a un lado y a otro, preocupado porque alguno más de los presentes hubiera escuchado su error imperdonable. Al fin, hincó una rodilla en el suelo y, con su rostro fijo en la flor, carraspeó y habló de nuevo. -Os ruego perdonéis mi confusión, pues soy un simple soldado, poco versado en la ciencia de las plantas y las flores. Mi mayor contacto con ellas fue el rescatar unas rosas blancas del jardín de la Reina Roja antes de que sus soldados las pintasen de carmín- Esa había sido una gran aventura, pero ahora el caballero pensaba que le habría sido más oportuno estudiar algo los nombres y características de las flores, ¡ay! ¡Si no hubiera ganduleado en sus clases de herbología!

-En compensación, mi señora camelia, la más hermosa de las flores que he visto nunca, dejadme glosar vuestra belleza, superior en todo a la del resto de damas presentes hoy aquí- Ya había insultado a una de las damas presentes, la camelia, así que consideró que era mejor que la compensase de algún modo.

Su faz es bella, hermosa;

Su cuerpo etéreo y fino.

No es una vulgar rosa.

Al mirarla, lo divino

me invade, me traspasa.

Ya sus ojos me desarman 

Me retienen confundido

Cargando editor
18/02/2021, 20:50
Camelia

Camelia se hizo un poquito de rogar, como buena flor caprichosa que era, pero al fin y al cabo no había en ella maldad y las disculpas del caballero eran bien sentidas. Además, le hacía mucha gracia el modo en que hablaba, Camelia nunca había oído algo así en el tiempo que llevaba en el jardín. Claro, que allí tampoco había visto mucho mundo. Así que cuando recitó aquellos versos, la flor le dedicó una sonrisa indulgente, aunque por dentro estaba más bien entusiasmada. 

—Oh, acepto tus disculpas, mi buen caballero. Al fin y al cabo, soy una flor muy especial y única. Es normal que nunca hayas visto otra como yo. ¿Y cómo no iba a perdonarte después de escuchar esos versos tan hermosos y tan bien hilados que me has dedicado?

Se irguió en todo su esplendor, abriendo bien sus pétalos para que él pudiera admirarla y su rostro adquirió un poco más de rubor, mostrando unas mejillas brillantes y sonrosadas. 

—Entonces... creo que al resto tal vez les parecería algo pretencioso si hacemos el juego sobre mí —Aunque a ella no le parecería nada mal—, así que, busquemos otro invitado al que homenajear. ¿Qué te parece Mally, la lirona? ¿O tal vez esa tetera tan bonita que habla siempre en versos? El señor Strafford. ¿O a Ostara, la diosa de la primavera? —Muchas opciones y se daba golpecitos en la mejilla con la punta de una hoja, pensativa—. ¿Qué te parece a ti?

Cargando editor
18/02/2021, 22:24
Alicia

La curiosa Alicia paseaba por la mesa con las mejillas encendidas y los dedos manchados de glaseado azúcar. Poco quedaba del rastro de preocupación que le había despertado la llegada de la reina ahora que habían arrastrado al Sombrero de su sombrío mutismo. Las orejas regaladas, el estómago lleno y preciosos halagos que la llenaban de entusiasmo, ¡qué mejor manera de pasar el tiempo sin tiempo!

Se detuvo junto el Caballero y la bella Camelia y, con su tendencia fisgona, no pudo evitar escuchar parte de su conversa. Conmovida y entristecida por las palabras del primero, Alicia le dedicó unas palabras.

– Oh, Caballero, no os fustiguéis más. Vos también os merecéis algo…unos pobres versos de mi parte pero llenos de cariño.

 

Valeroso y aventurero

protege el sendero del justo

ilumina su camino

no es ningún misterio

que su bondad henchía nuestro corazón

chispeante armazón, susurrante montura

ni ladrón ni usurpador

venid y ved al noble

y así hallará la testa

Y dicho esto, siguió su camino por la mesa. 

Cargando editor
20/02/2021, 00:51
Mally la lirona

Mally apareció saltando como una bailarina rodando, con un baile muy delicado, sin duda había llegado.

- Yo aquí venía, a recitarles una poesía. Sin embargo he comprobado, que las vuestras ya han recitado. Caballero con Camelia ha comenzado. ¡Y mi querida Alicia a Caballero ha completado! Pues si bien es así continuaré mis andanzas, ya no me quedo más aquí ni relleno mi panza. Hasta luego amiguitos, seguiré mi camino, dando giritos y si hace falta haré el pino.

Y girando y rodando, girando y rodando salió de escena sin ninguna pena. En otra ocasión volvería, quien sabe si a dormir o a dar una alegría.

Cargando editor
20/02/2021, 01:22
Camelia

Una y otra, las dos visitantes pasaron por la mesa que Camelia compartía con el caballero, y en ambos casos la florecilla las saludó con un gesto de cabeza y las contempló marchar después. 

—Qué bonita poesía te ha dedicado Alicia, mi buen caballero —señaló, mirándolo con una sonrisa.

Y aunque aún esperaba que él respondiese, se animó a dejar ella también unos versos sobre una de los invitados. 

Tan pequeña y peluda

de peluche, un pompón es.

Se duerme en los rincones,

da versos a montones,

caldea corazones.

Cargando editor
20/02/2021, 09:58
Caballero Blanco

Al ver que Camelia aceptaba sus disculpas y que alababa sus versos, el estado de ánimo del Caballero Blanco mejoró -Sois muy indulgente al perdonar mi confusión, hermosa Camelia- Añadió una nueva reverencia a la colección de genuflexiones que ya le había dedicado a la flor. 

Después, reflexionó sobre la sugerencia de Camelia de dedicarle unos versos a otra persona que no fuera la propia flor, por encontrar la idea algo pretenciosa. El caballero asintió. -No veo nada de malo en dedicaros unos versos, pero si vos pensáis que deberíamos homenajear a otra persona. Oh, mirad, aquí viene la bella Alicia- Y, ciertamente, Alicia se había acercado a ambos y, con amables palabras, consoló al caballero por la vergüenza que había pasado, y le dedicó unos hermosos, hermosos versos, que dejaron al soldado, curtido en mil batallas y veterano de cientos de combates, parado y sin habla, como si hubiera sido alcanzado y fulminado por el rayo.

Tan impresionado quedó que no pudo ni responder a Mally cuando esta se acercó a ambos, ni tampoco a los versos de Camelia, pequeños, hermosos y delicados como ella misma. -Qué bellos versos, mi señora. Son muy hermosos- Aunque se fijó en que, si iban dirigidos a Mally, tenían una ele en el tercer verso. Pero no se atrevió a criticar a la flor, ni hacerle pasar vergüenza. Antes bien, decidió volver a hablar y declamar una nueva poesía.

-Creo que tenéis razón, y que sería conveniente agasajar a otra de las damas presentes- El Caballero Blanco volvió a carraspear para aclarar su voz, adoptó una pose poética, con sus manos levantadas y dijo:

Es risueña, voladora;
su tamaño, diminuto.
De mirada soñadora,
sus ojos nos dan el fruto
de un otoño no vivido
por el viento recibido

Cargando editor
20/02/2021, 20:11
Camelia

La flor sonrió al escuchar que al caballero le había gustado su poema, ajena por completo al error que había cometido al formularlos. Después, soltó una risilla divertida con la pose que adoptaba el caballero y se preparó para escucharlo con atención, pues ya había demostrado antes que tenía gran talento hilando versos. Y le gustó, ¡vaya si le gustó! Aplaudió con sus hojas, entusiasmada. 

—¡Es Céfira! —exclamó, encantada de que le hubiese dedicado algo tan bonito a su nueva amiga—. Espero que siga llamándose así —rio—. Me gusta muchísimo, mi buen caballero. Creo que esos son los versos que debemos recitar ante todos. —Asintió repetidamente, haciendo oscilar los pétalos en un vaivén armonioso—. Estoy segura de que le van a encantar. 

Cargando editor
21/02/2021, 10:50
Caballero Blanco

El Caballero Blanco hizo una nueva reverencia, acompañada del sonido chirriante del metal golpeando con el metal que siempre lo acompañaba como una sonata propia. -Céfira es, por cierto. Y me honráis con vuestra confianza en mis pobres y apresurados versos. Pero esta será la poesía que usaremos, en honor a nuestra común amiga, si tal cosa es de vuestro agrado- Hubiera pedido de nuevo disculpas por su torpeza al comenzar la conversación, pero la flor ya parecía haber olvidado el insulto, y se mostraba de nuevo radiante y encantadora, moviendo sus delicados pétalos con gracilidad. Era tan pequeña y delicada, que el caballero sentía de forma instintiva la necesidad de protegerla de todo mal, ya fuera físico o espiritual.

Cargando editor
22/02/2021, 03:28
Camelia

—Pues solo nos falta entonces decidir quién recitará los versos ante todos los invitados —dijo, tras la reverencia del caballero—. ¿Qué te parece? ¿Lo harás tú? —propuso, cediéndole ese honor. 

Camelia estaba de un humor inmejorable pues la velada estaba resultando deliciosa. Cuántos buenos compañeros estaba conociendo y qué divertidos juegos realizaban entre todos. Sentía que no les quedaba mucho tiempo, pero quiso conocer un poquito más al hombre que solo conocía las rosas. 

—Y dime, ¿a qué te dedicas cuando estás en tu casa? Dijiste que rescatabas rosas... ¿qué les hace esa Reina Roja para que necesiten rescate?

Cargando editor
22/02/2021, 19:30
Caballero Blanco

- Será un honor recitar los versos, hermosa Camelia. - dijo el Caballero Blanco, sonriendo con bondad. Después, escuchó la pregunta que le hacía la flor sobre su propia vida. Con algo de sorpresa, pues hacía mucho que nadie le preguntaba por sí mismo, el caballero respondió: - Soy un servidor del Rey Blanco y la Reina Blanca, y sirvo en su corte, en las misiones que tienen a bien encomendarme. Un día puede ser entrar en batalla y otro en cambio, representar a mis señores en una merienda organizada por el Sombrerero. - Sonrió y señaló a su común anfitrión. - En una de esas misiones conocí a Alicia, y la salvé del ataque de uno de los Caballeros Rojos. La Corte Blanca es rival ancestral de la Corte Roja, donde el Rey Rojo y la Reina Roja imponen su ley, y en numerosas ocasiones nos hemos enfrentado en dura lid. - El Caballero Blanco recordó con orgullo las luchas en las que se había visto envuelto a lo largo de los años, y cómo había vencido en muchas y sobrevivido a todas, hasta el momento. - Las rosas que tuve que rescatar eran rosas de color blanco que crecían en el jardín de la Reina Roja. Tuve que colarme en mitad de la noche, saltando el muro del Castillo Rojo con mi fiel montura. Y una vez allí, me las llevé en un hermoso tiesto. Si no lo hubiera hecho, los sirvientes de la Reina Roja las habrían pintado de carmín para complacer a su señora o, peor aún, las habrían cortado la cabeza, algo a lo que la Reina Roja es bastante aficionada.

El Caballero Blanco se inclinó ante Camelia, sonriendo aún. - Así pues, soy un soldado, bella flor encarnada y sirvo a mi señor en todo lo que me pide, siempre que sus peticiones sean acordes a las Reglas de Batalla y el Código de la Caballería. Pero hasta el momento siempre lo han sido, y soy feliz de servir a tan buen señor. - Algún día puede que su lealtad al Rey Blanco fuera puesta a prueba si chocara en modo alguno con su propio honor. Pero tal día aún no había llegado. - ¿Y vos, hermosa y fragante Camelia? ¿Qué me podéis contar de vuestra vida?

Cargando editor
23/02/2021, 04:29
Camelia

El caballero sabía cómo contar una historia, eso pensó Camelia mientras lo escuchaba con arrobo y los ojos bien abiertos. Había terminado por apoyar las mejillas en las hojas y no se perdía palabra de cuanto el hombre decía. Se apiadó de esas flores blancas que había tenido que rescatar y se llevó las hojas al tallo con susto al oír eso de cortar cabezas. 

—Por la diosa que eres muy valiente —dijo, impresionada—. Un gran guerrero, salvador de flores desvalidas. Te admiro, caballero. Mi vida ha sido bastante más tediosa. Hasta ahora siempre había permanecido en el mismo jardín, rodeada de las mismas flores aburridas e insulsas. Las margaritas siempre hablando de simplezas, Narciso admirándose a sí misma, los claveles con sus canciones de amor... —Se encogió de hojas—. Por eso me entusiasmó cuando recibí la invitación. Sabía que había algo más para mí que permanecer en ese jardín muerta de tedio. Al fin y al cabo, yo era la flor más especial allí —señaló sin modestia alguna—, es lógico que gentes de otros lugares quisieran conocerme. 

Se acicaló un poco los pétalos con coquetería y sonrió, como quien tiene un secreto.

Y ahora, si te digo la verdad, no tengo intención de regresar al jardín. Quiero ver más lugares y conocer a más gente peculiar. ¡Vivir aventuras, viajar a donde me lleve el viento, no dejar las raíces quietas en el mismo lugar! ¿Qué te parece, cariño? No seré nunca una gran guerrera como tú, yo no tengo garras afiladas como las rosas o las zarzas, pero tengo muchas ganas de conocer más antes de empezar a marchitarme. —Hizo una pausa y matizó—. Aunque aún me falta mucho para eso, claro está. Estoy en la flor de la lozanía, como puedes apreciar. ¿Podrías regarme un poquito más? ¡Brrr! —Se estremeció—. De solo pensar en marchitarme me entra sed. 

Cargando editor
23/02/2021, 17:36
Caballero Blanco

El caballero obedeció la petición de la flor y volvió a regarla con el agua que aún quedaba en la tetera. -El mundo puede ser un lugar peligroso, tanto para un soldado probado en el combate como para una delicada flor- comenzó a decir el Caballero Blanco con una voz delicada. -No seré yo quien os niegue el deseo de vuestro corazón, ni el derecho a vivir aventuras. Pues en no pocas ocasiones la fuerza del brazo palidece ante la firmeza del espíritu, y vos me parecéis intrépida y valiente- dijo, aunque recordó el modo en el que Camelia se había echado las hojas a la garganta al escuchar cómo hablaba de las rosas a las que querían cortar la cabeza.

-Sí, sí... estoy seguro de que no temeréis nada si os veis atrapada en vuestros viajes en mitad de una estampida de reses salvajes. Eso es muy común por aquí, las reses son asustadizas, y tienden a salir corriendo aplastándolo todo cuando un Galimatazo volador acecha en los cielos, en busca de presas- El caballero miró al cielo y, de un modo aparentemente inconsciente, echó mano de su la empuñadura de su espada, aunque no llegó a sacarla de la vaina. -También es cierto que se acerca el invierno y que pronto el frío y la nieve cubrirá los campos, más eso no es algo que temer, ya que es seguro que vuestra valentía os mantendrá caliente y a salvo- El caballero asintió. -Es muy poco probable además que terminéis apresada en la cabaña de alguna bruja, pues aunque las hechiceras tienen por costumbre encerrar y arrancar los pétalos a las flores, especialmente a las más bellas y raras, creo que vos sois lo suficientemente astuta como para engañar incluso a la más pérfida encantadora de entre las muchas que rondan por estas tierras- El caballero asintió, con voz convencida, mirando a la flor como quien mira a un joven y prometedor soldado recién reclutado: inexperto, sí, pero ansioso por entrar en batalla y probarse a sí mismo.