Partida Rol por web

Wonderland

Cena de la Reina Roja

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10/03/2021, 23:45
Sombrerero loco
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Incluso Alicia le había preparado una taza de té a la reina, aunque tanta parafernalia le parecía una desvergüenza. La reina seguro que pedía a su... jajajijijo no ha venido el maestro catador... lo malo es que me pida que lo cate yo pensó el sombrerero con horror contenido tras la sonrisa.

En cuanto tomó el trozo de tarta la sonrisa se le puso casi del tamaño de Chesi. El primer trozo cayó sobre Camelia. Luego la Cocinera lanzó al mogollón un buen trozo que fue a dar sobre el pelaje de Chesi, jajajijo así se endulza un poco. Pero Chesi que era de armitas tomar lanzó un buen puñados de gambas al techo, aunque lo peor eran los siseos malintencionados que fue escuchando caer. Por un lado casi le roza un "no hay sombrero para tanta cabeza" y cuando dio dos pasos para atrás tuvo que agacharse porque venía directo a su oído un "mucho verso y poca vergüenza".

Finalmente no tuvo que lamentar nada y vio como el resto de comensales, ahora tropas de asalto, tomaban posiciones junto a sus tartas. Sombrerero, se acercó a la tarta más grande, la de la cocinera, y al grito de -¡Guerra dulceeeeeeeee! -se puso a lanzar a discreción, sin tener en cuenta amigo o enemigo. Lanzó al menos seis porciones que fueron a parar la primera al futuro diente de león, la siguiente acertó a Céfira en pleno vuelo, un tercer trozo fue a parar, vete tú a saber como, al caballo del Caballero Blanco coloreándolo un poco, el cuarto golpeó a la gata de colores, el quinto fue a parar a la propia Alicia Oh no, le he dado a mi sombrero. Y el sexto ¡Ups! Le he dado a Ostara, Ahora sí que la he liado...

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11/03/2021, 00:22
Derby Share
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Derby se encontraba muy confusa, se puso de todos los colores ante aquella esperpéntica situación, lo que parecía que iba a ser una ejecución estaba resultando otro tipo de batalla. Recuperó forma humana pensando en lo horrible que sería quitarse de entre los dedos de las zarpas los restos de comida, tenía claro que no pensaba lamer nada de lo que había sido preparado para aquel banquete. 

Aún en tamaño reducido se apoyó en la mesa cuando sintió el impacto del trozo lanzado por el sombrerero que le llevó a propinarle un golpetazo a la sopera que acabó de sombrero del sombrero del sombrerero.

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11/03/2021, 00:25
Stanley "Mano alienígena"
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oh no, Camelia! ¡CAMELIAAAAAA! - el jovencito de echó las dos manos a la cabeza. La reina le había lanzado todo el pastel. Se acercó a la florecilla. - jo, vaya tortazo te ha dado, eh. - ​​​​​​le ayudó a quitar los restos de sus pétalos tan finos y frágiles. Ains, con el cuidado que había tenido él antes tocandola y la reina roja ni pensó en su fragilidad. Bueno, bueno, no ha pasado nada, Camelia sigue igual de entera y bonita.

No había probado su propio pastel así que al quitar un poquito de tarta chupó la yema de su dedo y la cara de Stanley se puso roja, roja. -¡agua, agua! -la lengua le quemaba. Claro, es que le habían colocado semillas de guindillas al pastel de su majestad, jaja. 

-oh, dios. -tomó una tetera de agua y abrió la boca echando un buen chorro sobre su lengua. Un poco de humo salió tras en apagado, casi se convierte en dragón en vez de diente de león! Y entonces llegó otro tortazo de pastel en toda la cara. -jajajajaja, sombrerero me alegro de verte tan contento! -se quitó parte del pastel y se devolvió al sombrerero. Stanley estaba feliz, sonreía alegre y lo había pasado muy bien en la merienda. Además se llevaba a nuevos amigos y la promesa de volver a ver a Camelia. 

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11/03/2021, 00:27
Céfira, El Hada de los vientos
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—¡Oh! ¡Esto es fabuloso! 

Y se unió a ello con alguna que otra bola de comida y cuidó a Camelia para que no le suceda nada. Era su mejor amiga, su compañera de viaje y la cuidaría para siempre. Aunque claro, en medio de tanto revuelo el hada recibió un pequeño golpecito y terminó en el suelo tras bañar de purpurina a los que estaban cerca. 

—Eso... Eso estuvo fuerte—dijo sonriendo, llena de nata—. ¡Pero me encanta! ¡A por más!

Sin dudarlo, siguió, hasta que se termine, hasta que las risas cesen. Hasta que la Reina Roja lo comprenda. 

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11/03/2021, 12:34
Reina Roja
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La reina rió con cada intervención con picardía y su mirada escrutaba los rostros a su alrededor. Los siseos malintencionados de la sopa de gambas le pasaron por al lado, algunos los esquivó con soltura, entendiendo que correspondían a otra versión de sí misma que no era ella, otros le dieron de lleno en la cara y los aceptó, pues no podía borrar el pasado y tampoco podría haber cambiado sin él.

Dejó que la embarraran bien embarrada -para deleite de los corazones que todavía quisieran revancha- y ella no se quedó atrás, hundiendo con placer sus dedos en cuanta comida le pasaba cerca y arrojando trozos a diestra y siniestra, jugando quizás por primera vez en su vida. Al ver a Stanley quejarse con la comida sonrió afilada -no se le había escapado quiénes le presentaban los platos y ya había intuido algo raro- pero por cómo se estaban divirtiendo decidió hacerlo a un lado.

La reina podía ser muy intensa y su humor cambiante como las mareas, o como el fuego que da calor pero también quema, sin embargo se había prometido no ser nunca más las llamas que destruyen.

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11/03/2021, 12:56
Alicia
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Glups.

Todo había sido más fácil en su cabeza, sin embargo cuando la Reina se acercó y la volteó para verla bien, a la joven Alicia la embargó la inquietud. Ay, ¿qué la Reina Roja ha cambiado? Buscó la mirada del Sombrerero y seguidamente ocupó un sitio a su lado con cierta reticencia, que los cambios de la Reina…ay, quién los conocía. Y en ese lugar privilegiado pudo ver esa inusual expresión jovial, casi bromista en la omnipotente monarca y se la quedó mirando como cuando encontraba un espécimen rarísimo y diferente en el jardín. Oh, oh…¡mejor preservarla así!

Rápidamente se puso en pie y, esquivando los siseos malintencionados que te encogían el alma y los pedacitos de tarta carnívora, cogió un puñado de comida y, preparándose para lanzarlo, se precipitó hacia atrás cayéndose aparatosamente de culo cuando la bola de pastel impactó contra su sombrero. Parte del glaseado le salpicó en la cara y Alicia tuvo que contener ferozmente las ganas de probarlo. Qué bien lo han hecho los wonderlandianos, hasta lo letal huele bien y saborearlo parece mejor.

Sacudiendo el sombrero para limpiarlo de nata, se acercó a su dueño y se lo puso en la cabeza dándole, a su vez, un amistoso beso en la mejilla. ¡Qué alegría verlo tan contento! Después lanzó su munición de bolas de comida; una alcanzó al apeluchado Conejo Blanco, la otra manchurreó la brillante loza de la tetera parlanchina Mr. Teapot y la otra fue a parar a…oh, oh…al rostro de la propia Reina.

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11/03/2021, 13:37
Mally la lirona
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Con el grito del Sombrerero, Mally sacó la cabeza, iba a hacer falta un barrendero para tanto potingue en la mesa. Y salió de su escondite, justo cuando le lanzaban pringue. Se llenó la carita de gambas así que ni veía por donde andas. 

¡No veo, no veo! ¿Alguien tiene un pañuelo?

Y escarbó el bolsillo hasta que sacó un pañuelillo. Se limpió al alza, aquello clamaba venganza. Resulta que el Sombrerero tenía un bolsillo mágico, que resultaba muy práctico, y la lirona sacó una pistolilla de agua, de plástico, no de fragua. Saltó hasta la mesa como una atleta y la lleno de gazpacho, menudo empacho. Y se puso a disparar, con la boca la hizo sonar.

¡Pium, pium! -le dio al gato- ¡Pium, pium! -y al caballero en el zapato- ¡Pium, pium! -un chorro a Camelia- ¡Pium, pium! -a Derby en su melena- ¡Pium, pium! -a Mr.Teapot le acertó en el pitorro- ¡Pium, pium! -al Sombrerero en el gorro- ¡Pium, Pium! -de Céfira mojó sus alas- ¡Pium, Pium!- y a Alicia en la cara- ¡Pium pium! -con Stanley falló, pero le dio a Cosita- ¡Pium, pium! -el disparo a Ostara dio en la silla- ¡Pium, pium! -a la Reina le dio en el moño- ¡Pium, pium! -y a Cosinerra en la mano de amasar bollos. 

Y una vez de remolacha a todos manchó, le dio tanta risa que a un rinconcito se marchó, al menos hasta que le pasara o alguien otra vez la manchara. Aunque tal vez se dormía, con Mally nunca se sabía... 

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11/03/2021, 14:26
Mr. Teapot Strafford
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Le costaba reírse a Strafford

nada rimaba con su nombre

excepto, nadie se asombre,

algo como un cachiporrazo

 

Que era lo que más temía.

En una guerra con comida

la gente con poco se crecía,

¡Roto en el suelo acabaría!

 

¡Oh! ¡Qué maleducada Alicia!

La muy gamberra le lanzaba

tarta de esa que manchaba,

Así le agradecía.. ¡Con malicia!

 

Manchar así a un caballero,

mira niña la que has armado.

Te mandaría a un internado.

Sin conejo. Ni... ¡Ni sombrero!

 

Pero no pudo más que reir

Cuando Mally lirona hizo pium

(que rima algo con cataplum)

Reía tanto que se puso a hervir

 

HOHOHOHO ¿Queréis guerra?

¡Conejo! ¡Comida en el pitorro!

Estas niñas tienen mucho morro

Así las gastamos en Inglaterra

 

Hizo que su interior hirviera

y, una vez salió el conejito,

(Que ya no lo quería frito)

demostró su maña artillera.

 

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11/03/2021, 14:46
Conejo Blanco
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El conejo apeluchado estaba tannnnnnnnnnn a gusto escondido en el señor Strafford, aunque el tembleque no se le quitaba porque igual la reina... podía sentirlo incluso a través de la porcelana. Así que allí permaneció a su llegada y escuchó hablar todo lo que venía a decir hasta que ¿Qué? pues que que se puso a lanzar tarta.

Como si desde una trinchera se tratara empezó a escuchar los silbidos de las bombas alimenticias y muchas cosas más que igual miedo le dieron hasta que a Strafford escuchó hablar. Fue entonces que asomó su cabecita al exterior y plaff tartazo de Alicia en la cara. A Mister Teapot también alcanzó y este se puso a hervir de rabia, aunque le entró risilla cuando Mally le alcanzó el pitorro con agüita, que terremoto... Así que hizo caso al hombre de loza y llenó su pitorro de comida... claro que... uno de los chorros le dio de lleno...

-¡Ay, Strafford, que risa!

Por favor deme un abrazo

y como si fuera una brisa

!Ay va ese chorrazo...!

 

Parecen lluvia, tan dispersos

a ver quien escapa al aguacero

pues me veo haciendo versos

desde Cosita al Caballero....

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11/03/2021, 17:17
Caballero Blanco
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Como había temido el Caballero Blanco, la llegada de la Reina Roja fue el presagio de una batalla. Pero, para su sorpresa, dicha batalla no se libró con espadas, lanzas y cuchillos, sino con tartas, bizcochos y cócteles de gambas. Pues o bien la Reina había deducido que no todas las recetas presentadas eran inofensivas o, cosa muy poco probable, se había dejado llevar por un hasta ahora desconocido humor infantil.

Fuera como fuese, había estallado la guerra, y ya comenzaban a caer las primeras víctimas. Las tartas y el bizcocho volaban como pedruscos arrojados por catapultas y trabuquetes; la nata y el sirope cubría a los contendientes como la sangre y las tripas en una batalla verdadera, y por doquier rugían los gritos y las llamadas a la acción, mezclados (todo hay que decirlo) con risas y jolgorio. 

El Caballero Blanco se dio cuenta de que los invitados más pequeños, como Camelia o Mr. Teapot, corrían el riesgo de ser aplastados por la muchedumbre, o sufrir bajo el peso de un proyectil culinario arrojado con excesivo entusiasmo. Así pues, la mejor manera de poner a todos a salvo era sin duda acabar cuanto antes con la munición que daba alas a los ejércitos en lucha: la comida.

El soldado, veterano de mil batallas, se preparó para entrar en combate. En lugar de embrazar su escudo y blandir su espada, como era habitual en él, cogió en su mano la bandeja en la que descansaba la enorme tarta Red Velvet que había preparado Ostara, y con la otra, fue arrancando grandes trozos que comenzó a repartir a diestro y siniestro, con certeros golpes. Todo hay que decirlo, el Caballero centró sus ataques en los naipes que formaban la escolta de la Reina Roja. Pues al ser éste un combate no regido por las habituales Reglas de la Batalla, el Caballero sintió que tenía libertad completa para escoger contrincante.

Y así, pronto se vio envuelto en dura lid contra el ejército de la Reina Roja, a los que cubrió de Red Velvet hasta que se terminó. Arrojando la bandeja lejos del campo de batalla, donde no pudiera dañar a nadie, el Caballero siguió cogiendo comida y llenado con ella a sus oponentes, que ya para entonces le habían identificado como un duro rival y se dedicaban a mancharle con bebida y comida. Bien, pensó el Caballero, todo proyectil arrojado a mi armadura es un proyectil menos para mis buenos compañeros.

Todo hay que decirlo, se lo estaba pasando bien, muy bien. Por un momento, tuvo a tiro a la mismísima Reina Roja, y se le pasó por la cabeza arrojarle un trozo de rojo pastel. Mas no lo hizo. Pues no habría sido galante, ni decoroso. La Reina Roja podía ser la soberana de sus enemigos, pero no dejaba de ser una Reina. Y a las Reinas se les debe guardar el debido respeto.

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11/03/2021, 17:41
Cosinerra
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-¡JAJAJA! ¡Aquí! ¡Allá!

Disfrutaba como una cocinera pequeña, una Cosinerrita, como el mismísimo Ratatatouille, mandando pedazos de tarta a unos y a otras. No quedaba fuera de sus lanzamientos la Gran y Roja Reina, ni Sombrerero, ni nadie. Eso sí, procuraba coger pedazos de comida de tamaño acorde con sus objetivos, y por eso a Camelia, Teapot, Céfira o a Mally les iba lanzando pequeños bocaditos que cabían en una cucharilla de moka, y si se podía, líquidos. Pero, ah, amigos, a los wonderlandianos de medida "normal, a esos...

Y entonces se le ocurrió:

Se metió debajo de la mesa, los caminos de Cosinerra son inescrutables, y cuando salió lo hizo con una ENORME fuente de galletas, de su más preciada receta, las de "Cómeme". Galletas de Agrandar, para que nadie saliese herido de allí, aunque quizá lo haría tamaño XXXL...

...¡Y hala! ¡A lanzarlas dirigidas a las fauces que quisieran engullirlas! O que no quisieran, pero lo hicieran despistadamente...

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13/03/2021, 17:30
Sombrerero loco
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Cuando en el cielo dejaron de verse los rastros de los proyectiles de comida y la mesa, el suelo y la piel de todos los presentes estaba llena del rojo de la batalla, y no de sangre precisamente, poco a poco los wonderlandianos empezaron a pensar en retirarse.

El Caballero Blanco, que a partes ya parecía rojo, había protagonizado la más épica de las acciones manteniendo a raya al ejército rojo. Sin duda sus blancos soberanos estarían contentos y todos los invitados, en especial Céfira, pregonarían a los cuatro vientos el valor, la diligencia y la ternura con las que se había comportado durante toda la tarde. No obstante la pequeña Hada revoloteó hasta Camelia dispuesta a comenzar ese viaje que le había prometido a la florecilla que aún siendo la más pequeña de la reunión había demostrado tener un valor desmedido para crecer ante todas las adversidades, incluso hasta el punto de haber sentido los estragos de la primavera ante el joven diente de león, prometiendo que sus caminos se volverían a encontrar. Quizás la ilusión de ese reencuentro le hiciera ser condescendiente al chico con su mano derecha cada vez que pasaba demasiado tiempo sin ver a Cosita, que ya estaba, hacía rato quitándole los restos de tarta a Stan Junior con sus deditos también manchados de roja remolacha.

El Sombrerero le pidió a la cocinera que no recogiera nada, tan apurada como la vio encargarse de la mesa. Su atención y su presencia habían sido sin duda la receta del éxito de la velada. Aunque antes de que se fuera solo le pidió que se hiciera cargo de la tetera y se la llevara. Seguro que el Señor Strafford estaría más que bien atendido en cualquier lugar donde estuviera la cocinera y ella disfrutaría de la versada manera de ver la vida de la tetera.

Chesi, con la picaresca que le caracterizaba no dejó un instante de rondar a Derby, que aunque ahora parecía toda una mujercita de rojizo pelo, en sus ojos se podía ver que su esencia en realidad era felina, así es que se lanzó a sus brazos y ronroneó como si en el fondo fuera un bendito que también necesitaba de los estragos del amor de vez en cuando. 

Todos se dieron cuenta, con cierta inquietud, que Alicia había alcanzado de lleno en el rostro a la reina, que lejos de enfadarse enseñó los restos de una sonrisa debajo de los chorreones de tarta y le tendió la mano para invitarla a subir a su palanquín. Si algo había llevado a Alicia a volver a Wonderland era porque en su camino aún quería aprender muchas cosas y la Reina Roja a su vez tenía mucho que enseñar y algunas cosas que rectificar, por eso le había enviado aquella misiva a través del Conejo Blanco, una paradoja que había tenido a Alicia entretenida pensando durante gran parte de la merienda.

Y es de esta forma que la mesa se fue despejando y el sombrerero de descalzó resoplando y se dejó caer en su sillón. Al instante vino Mally en busca de su bolsillo mágico donde enroscarse de aquella cosquillosa manera, la liebre seguía frenética dando vueltas alrededor del Conejo Blanco incitándole a bailar un vals o una polka, era marzo y no se le podía pedir otra cosa, y el Conejo Blanco no paraba de darle tironcitos de la manga al Sombrerero -¿Qué quieres? -Preguntó el anfitrión. 

-Eh, señor... Ostara...- dijo señalando a la diosa. 

-Oh, por favor mi zeñora de la primavera, dioza entre diozas. Zupongo que le preocupa especialmente el comienzo de la primavera -Se descalzó y se acercó apresuradamente para agarrarse de su brazo -Permítame que me ofrezca voluntario para ayudarla a preparar zu brunch, ya verá como va a zer el más archimaravellízimo de todos los que ha conocido y además -Se llevó el índice y el pulgar a los labios y pegó un silbido que retumbó por todo el valle -¡Chicos, chicos! ¡Qué en unos días está aquí la primavera! Habrá que recibirla como ze merece ¿No es azí? A fin de cuentas... ¿Dónde íbamos a estar mejor que todos juntos? jojojijo...

Y sin más dilación volvió a agarrarse al brazo de la diosa que por dónde pisaba iba haciendo brotar y colorear la hierba formando una alfombra tupida para que todos los presentes pudieran descalzarse y disfrutar del paseo hasta el claro en mitad del bosque donde podrían celebrar algo tan importante como era un nuevo cambio de ciclo, la llegada de la primavera.