Partida Rol por web

Y le llamaron Pendragon. Y alrededor de él surgieron linajes

Las crónicas del acero y la sangre. Porque todo tiene un comienzo

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01/01/2014, 10:32
El heraldo de los tiempos

Sólo tiempo después sabrás que fueron dos meses completos los que estuviste en aquella cabaña de la que nunca saliste en aquel tiempo. La mujer, que no te dijo su nombre, te limpiaba las heridas, te curaba, y daba de comer (y estás seguro que aquella comida y bebida estaban llenas de bebedizos y alucinógenos) y luego, cuando estabas medio inconsciente, usaba tu cuerpo para su propio placer, cabalgando sobre ti.

Todos esos recuerdos están, ahora, tamizados por pesadillas, y por el incierto malestar de las visiones y espejismos. El tiempo transcurrido, lo peculiar del trato, la sensación de irrealidad que lo invade todo... te hace en ocasiones dudar que tales cosas fueran ciertas. Pero hay tres detalles que te impiden dudar de tus propios y maltrechos recuerdos. El primero es la gran cicatriz de tu abdomen. El segundo la mitad de un disco de bronce decorado con motivos paganos, que ella puso en tu cuello. Recuerdas la conversación cuando te puso ese disco partido, como si hubiera sido ayer

 

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01/01/2014, 10:47
Mujer del bosque

- Recé a la Diosa, y ella me trajo a ti. Te he salvado y tu vida, y la de tus descendientes, me pertenecen. Parto el disco y llevarás a tu cuello una mitad. Tú y los tuyos. Yo y las mías llevaremos otra. Y una vez, o varias, las que sigan mi camino pedirán que tú o tus descendientes paguéis esta deuda de vida que tienes conmigo. Y cumplirás o la vida que te he salvado la cobraré en ti y en tu estirpe, Mailcom hijo de Talorc 

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01/01/2014, 10:49
El heraldo de los tiempos

Tras aquello... otra vez tus recuerdos son confusos. Tu siguiente recuerdo es aparecer en los bosques cercanos al lugar de la batalla. Desde allí guerreros leales al nuevo rey te ayudaron a regresar al condado de Salisbury, donde todos te habían dado por muerto

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01/01/2014, 10:51
Director

Tu herida en la pierna te impide regresar al tiempo para la mayor parte de la batalla. Cuando regresas al campamento compruebas que los sajones, inferiores en número, han logrado sin embargo atacar a vuestras fuerzas desde dos frentes. Afortunadamente Edarr debe haber podido dar aviso puesto que vuestras fuerzas no se han visto sorprendidas. Como buenamente puedes te unes al combate en la zona en la que los sajones han llegado a vuestra retaguardia, y logras conducir y coordinar a un pequeño grupo de hombres. Durante casi dos horas combates valientemente. pero finalmente tras acabar con dos enemigos, eres sobrepasado y tras recibir múltiples heridas leves, te derrumbas. Despiertas mucho tiempo después, cuando tu esposa logra curar suficientemente tus heridas

- Tiradas (5)
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01/01/2014, 10:57
Narrador principal
Sólo para el director
- Tiradas (4)

Notas de juego

Mayor, más cercano. Menor, más lejano

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01/01/2014, 11:00
Narrador principal

Es ya mucho tiempo después que la batalla haya terminado, cuando los plebeyos y guerreros  rebuscan en el campo los cadáveres bienes que saquear, que una de las criadas del castillo de Salisbury, Gaille, casada con uno de los albañiles, localiza tu cuerpo, vivo todavía, y logra remendarte lo suficiente para arrancarte de los brazos de la muerte. Cuando recuperas el conocimiento, estás en el campamento 

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01/01/2014, 11:34
Blaine, hijo de Gwyrd.

- "Loados sean los dioses..." - Murmuro entre estertores.

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01/01/2014, 11:37
Narrador principal

Cuando miras a tu alrededor no ves a Mailcom por ningún lado. Ya ha caído la noche

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01/01/2014, 11:39
Blaine, hijo de Gwyrd.

Cuando me siento lo bastante recuperado examino mi entorno y miro si me puedo levantar. Si estoy demasiado débil me vuelvo a acostar.

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01/01/2014, 11:49
Narrador principal

Acompañado de Gerinat, Ahel, guerreros heridos y las mujeres, os aproximáis al grueso de vuestras fuerzas. Afortunadamente el buen hacer de Ahel logra que lleguéis antes de ser interceptados y que podáis, igualmente, avisar de los enemigos que se acercan por la retaguardia. El choque es brutal y pronto te ves envuelto en diversos combates que te impiden ejercer cualquier mando o dirección. En un momento determinado ves como llega Marcio, cojeando, y logra que mantengáis la posición. Logras acabar con dos enemigos, hasta que finalmente recibes varios golpes duros y caes al suelo

- Tiradas (5)
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01/01/2014, 17:48
Narrador principal

Avanzas rápidamente a la zona de la vanguardia, dispuesto a enfrentarte a los enemigos, dejando atrás a las mujeres, confiado en que se encuentran protegidas. Pronto te ves rodeado de enemigos, incapaz de tomar una situación más trascendente en la batalla que el enfrentarte a cuantos más enemigos mejor. En tu intento, sufres terribles heridas. Sólo gracias a tu gran constitución evitas que una de las heridas sea mortal, pero sí sufres una herida grave, que hace que en un momento determinado, caigas al suelo, inconsciente. Atrás queda un enemigo muerto de un soberbio espadazo en la garganta, y tu propia espada, rota, tras un desafortunado golpe oblicuo sobre una piedra

Notas de juego

Motivo: Batalla

15 (fallo puntuacion 4)

 

Motivo: Espada 1

16 (fallo puntuación 13)

 

Motivo: Espada 2

20 (pifia)

 

Motivo: Espada 3

17 (fallo, puntuación 13)

 

Espada 4

13 (crítico)

 

Motivo: CON

13 (éxito, puntuación 15)

 

Motivo: CON 2

10 (éxito, puntuación 15)

 

Motivo: DES

6 (éxito, puntuación 13)

 

Motivo: DES 2

15 (fallo, puntuación 13)

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01/01/2014, 17:59
Narrador principal

Tras recibir el permiso de Defi sois de las reducidas mujeres que acompañan desde el principio a las fuerzas de Aurelius que atacan el castillo, deseando poner fin a la guerra civil. Eso os permite a las tres, alejadas de los combates, tener una amplia visión de lo que ocurre, y de la brutalidad de la guerra. En un primer momento vuestros hombres liderados por Defi, y junto a las restantes tropas del pendragón, atacan por una de las grietas de la muralla. Pronto los gritos de rabia se unen a los de dolor. Hombres de uno y otro bando se atacan, se repelen, caen. Antes sin embargo que pase la primera hora se unen a vosotras el resto de mujeres, y los hombres heridos, acompañados por Ahel, Gerinat y Edar. Antes que podáis casi preguntar por vuestros respectivos maridos, ninguno de ellos presente, lo que hace que a todas os invadan negros presagios, el propio Edar afirma que se acerca un nutrido grupo de sajones a atacar por vuestra retaguardia. Afortunadadamente el aviso permite poner algunas medidas para proteger a mujeres y heridos, pero el ataque por ambos flancos de los sajones, causa muchas bajas. Más tarde, aparece Marcio, que logra poner en orden las fuerzas de la retaguardia, atacadas por los sajones, pero finalmente él, como el resto de vuestros hombres, caen al suelo por las numerosas heridas. 

El combate es largo, y brutal. Y cuando este acaba la cantidad de hombres en el suelo, llenos de sangre, es enorme. De alguna manera lográis causar, con vuestra arte, grandes bienes. Las tres sois sanadoras extraordinarias, y entre unas y otras lográis salvar no sólo a vuestros hombres, sino también a numerosos heridos. Gracias a Dios (o a los dioses para los paganos) ninguno de ellos ha sufrido heridas mortales, aunque sí algunas especialmente graves que sólo gracias a vuestra pericia no tienen peores pronósticos. 

Al final la victoria sonríe a vuestras fuerzas y el mismo Vortigern muere. Los que quedan en pie saquean a placer, aunque ninguno de ellos es uno de vuestros hombres. No aparece por ningún lado el picto Mailcom, y tampoco el celta Blaine, esposo de Eire. Cuando lográis hablar con Marcio y Edar os cuentan que ambos protegieron su huída, enfrentándose a una decena de sajones. Negros presagios os invaden.

Casi cayendo la noche, una de las sirvientes del castillo, Gaille, casada con uno de los albañiles del castillo, llega con el cuerpo de Blaine, malamente remendado, pero vivo, aun inconsciente. Os dice que localizó su cuerpo y logró salvarlo. De Mailcom, sin embargo, nada os dice.

- Tiradas (7)
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01/01/2014, 19:28
El heraldo de los tiempos

Año 469...

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01/01/2014, 19:44
Blaine, hijo de Gwyrd.

Los primeros meses estoy demasiado débil como para reaccionar a casi nada.

Soy consciente de que le debo la vida a la esposa del albañil. Deberé compensarla cuando me sea posible.

Me extraña que no encontrasen a Mailcom o al menos su cadáver. Espero que los sajones no lo hayan profanado.

Suceden los funerales por los muertos, a los que asisto con tristeza, herido como estoy y sin casi poder tenerme en pie.

Conforme me voy recuperando, participo sin mucho éxito en algunas cacerías. Pronto se hace evidente el estado de buena esperanza de mi esposa Eire, lo que me da una gran alegría y aumenta mis ganas de vivir, alegrando mi carácter, por lo general sombrío.

Mailcom regresa misteriosamente de entre los muertos. No sé si alegrarme por ello o no. Esto hace que mis heridas hayan merecido la pena, pero no hubiera sido herido casi de muerte de no ser por su suprema imprudencia.

El nacimiento de mi primogénito, Sarum, que algún día se convertirá en un guerrero fuerte y duro como una roca, y capaz de abatir a gigantes y a campeones sajones con su maza, me llena de alegría.

Sacrifico varios carneros a los dioses y hago que sean asados en un festín, a lo que añado varios barriles de vino para celebrar la buena nueva. Esto me cuesta una pequeña fortuna, pero merece la pena. No todos los días nace el primogénito y heredero de un guerrero como yo.

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04/01/2014, 21:27
Lhiannon

El calor de las piras se volvía inaguantable durante los esporádicos soplos de la brisa vespertina. Para todos aquellos que seguían la senda de la Antigua Tradición, los habían colocado a lo largo del brazo del río. Llameantes,  éstas recreaban a la mente los festejos estivales de las fiestas de la cosecha, tan sólo apagadas por los innumerables llantos de las esposas y los hijos que los guerreros dejaban atrás. 

Las sacerdotisas, envestidas en sus tradicionales túnicas azuladas, alzaban sus voces en un último adiós, abriendo el camino hacia el Otro Lado bajo las notas del memento. Unida al dolor de la pérdida de aquellas que a las llamas dejaban sus maridos, Lhiannon presenció los ritos funerarios de los valientes que lucharon bajo el estandarte del conde. Se unió entonces a la marea de voces que invocaban a la Vieja, a la Parca, la tercera apariencia de la Diosa.

Durante las próximas semanas de primavera, cada noche se volvía el Vacío en el que Lhiannon caída entre visiones del recuerdo y sudor frío. La sangre, la violencia, el rostro de la crueldad y la crudeza de la guerra. Por entonces, no hubo lugar para la duda y sabía que los saberes de la sanación serían tan importantes como el de la espada. No había dudado cuando se dirigió hacia el campamento de curación y tomó las herramientas y paños que necesitaría cuando la sangre tiñera la hierba. La adrenalina se había disparado desde el momento en que divisó al primer sajón y el miedo quedó desterrado ante la ingente demanda de atenciones que los guerreros divisaban. Era ahora cuando toda la congoja se vino encima, cuando el recuerdo de los gritos de agonía de los hombres exigían atenciones, cuando el estrés se sobreponía al escuchar pedidas de socorro imposibles de atender al mismo tiempo, y sobretodo, la profunda mordedura de la incertidumbre de la perdida de Babd.

Se sabía dichosa de que así el destino no hubiera ocurrido. El calor de su cuerpo tumbado a su lado la hacía volver al presente, envolviendo en caricias y abrazos privados a su valiente esposo. Pese a no ser entonces días de celebración, celebraba la vida y la suerte vertida, y en una ardiente unión daba gracias a la Diosa por no haber sobrevolado en su negro plumaje sobre ellos.

 

Y junto al Verano, los días de dicha se solaparon. La llegada del Pendragón trajo consigo la estabilidad largamente añorada y la promesa entre los paganos de la perpetuidad de la Diosa ante el voraz avance del Cristianismo.

La vida en el castillo se volvió más dulce, más llevadera y allí podía desarrollar y poner al servicio del Conde sus habilidades como sanadora, curandera y devota practicante pagana, y a los dioses tendrían que dar gracias cuando ésta devolvió a la vida al mozo de los establos, que pese a su joven fuerza, el peso de los cubos lo hizo perder el equilibrio y caer al fondo del pozo. Para cuando lo sacaron, el mozo no respiraba ya y a golpe en el pecho e insuflaciones, lo trajo de las profundidades de la Reina Mab.

Incrédula de que nadie lo hubiera asistido hasta que a sus oídos llegó la voz de alarma, trató entonces de enseñar a los más cercanos cuanto pudiera en tales casos, comenzando entonces el nuevo año, con una nueva meta.

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13/01/2014, 10:08
Edar hijo de Ederrn

El combate había sido cruento, pero gracias a Ahel habíamos podido salvar a la mayoría de las mujeres del campamento llegando justo a tiempo para avisar de lo que venia tras nosotros. No fue mucho tiempo y no pude organizar una defensa en condiciones, menos mal que mi cuñado Marcio llego a tiempo si como gran estratega que es se encargo de esa dificultad.
Luche como un jabato matando a varios hombres, pero poco a poco las fuerzas me fueron fallando hasta que caí al suelo con varios golpes y cortes en mi cuerpo.
La recuperación fue lenta, pero agradable,las mujeres agradecidas por salvarlas la vida me colmaban de atenciones y su amabilidad ante cualquier demanda por mi parte era atendida rápidamente. mis hermanas siempre que podían se pasaban y cuidaba con perfección.

Fui a los entierros de mis compañeros que habían luchado hombro con hombro, tanto a los cristianos como a los paganos, pues su sangre había combatido con la mía y era lo menos que podía hacer por su alma. El más expendido fue el de Defi el Temerario como era de preveer, fue un entierro emotivo y multitudinario.
Cada día pensaba en Blaine y en Mailcom y que habrían sido de ellos, pero Blaine apareció enseguida contando que le debía ala vida a la mujer de un albañil, y Mailcom después de muchos meses en los que pensé que jamas volvería a verle apareció sin mas. Le pregunte por su convalecencia y como había sobrevivido, pero simplemente dijo "No me acuerdo." No sabia si no se acordaba o no quería decirlo, pero le dejaría tiempo pues era una buena noticia el que estuviera otra vez entre nosotros.

El tiempo paso y las heridas quedaron atrás, ya repuesto fui a ver a mi señor a ver si me concedía el derecho de casamiento, pero su respuesta fue contundente, "no es el momento", fue su respuesta, y aunque decepcionado vi que quizás tuviera razón, aun no había encontrado la que iluminara mi corazón, mas no cejaría en mi empeño de casarme con una buena mujer cristiana que engrandeciera mi casa.

Me pasaba dos horas de cada día enseñando a mi Azor a hacer trucos, para sorprender a mi futura mujer, y ha tener ventaja en posibles combates posteriores, en esos entrenamientos me apoyaba de mis hermanas y si estaban mis cuñados o amigos cerca también en ellos.

Las tardes me dedicaba a pasear por Sarum cuando no tenia deberes y a encontrarme con Vilania y provocar acercamientos cada vez mas cariñosos cuando las circunstancias nos dejaban y ella misma lo deseaban. al igual que a visitar a su padre y establecer un acercamiento cada vez mayor para poder así afianzar una futura relación,

Notas de juego

Dime si le puedo enseñar algun truco al Azor, o no. y de poder enseñarle dime si uno o más. :)

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13/01/2014, 10:45
Blaine, hijo de Gwyrd.

Consuelo a mi cuñado Edar con unas palmadas en la espalda.

- "No te preocupes, cuñado. Tal vez nuestro señor no quiera que te cases con una campesina cualquiera, seguro que te está buscando una doncella de buena posición.

No te faltarán candidatas, especialmente cuando te vean con ese azor sobre el hombro. Ya lo verás.

Bueno, ven conmigo a tomarte una copa de hidromiel y a ver a tu hermana y a tu sobrino Sarum." -

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13/01/2014, 15:42
Edar hijo de Ederrn

Si, tienes razón, seguro que es eso. Vayamos pues a ver a tu hijo y a mi hermana a ver que cuenta ella y que pulmones tiene el.

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13/01/2014, 15:57
Blaine, hijo de Gwyrd.

Vamos los dos a ver a mi esposa, al cuarto de costura donde hay otras mujeres charlando alegremente.

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13/01/2014, 16:41
Edar hijo de Ederrn

Entro detrás de Blaine dejándolo a el el marrón de saludar a las mujeres y de hacer de anfitrión.