Partida Rol por web

Llego con mi familia al andén 9 3/4. Cruzamos la pared y podemos ver cómo otro buen centenar largo de familias ha recorrido, antes que nosotros, el camino hacia el tren expreso que nos llevará a Hogwarts.

Deslizo los dedos por los viejos vagones y sonrio.

- Directo a la escuela de magia. Sin escalas.

Un escalofrío recorre mi espalda.

Al llegar a una de las puertas del vagón del medio, el más seguro según las estadíscticas, me despido de mis padres con besos, abrazos y las promesas de escribir pronto, comer bién y ponerme una una rebeca o una túnica de entretiempo cuando salga.

Subo un par de escalones, con la misma sensación que la que tuvo que tener Neil Armstrong al pisar por primera vez la luna y sonrío al rememorar la célebre cita:

- Un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad.

Examino la situación y tras desechar un compartimento habitado por un par de chicas, me decido, finalmente, por uno situado en el centro del vagón, habitado exclusivamente por una de ellas, de rasgos asiáticos. Tras presentarnos, tengo dos opciones. O me siento a su lado y voy de cara, o me siento en frente y voy de espaldas.

Obviamente, de espaldas.

Saco el tomo de "Teoría mágica", coloco la maleta en el portaequipajes y, escondido y bien parapetado tras el libro, me enfrasco en las páginas sobre tas, peones de vis y quintaescéncia. Este viaje va a ser productivo.
 

Reed entro acompañado de sus padres y su hermana en el anden. Miro sorprendido a todos lados. Siempre le había parecido extraño que existiendo los polvos Flux, los alumnos viajaran a Hogwarts en un tren. Le parecía una idea pasada de moda. 

Claro que esa idea se fue al cuerno en cuento vio en precioso tren que tenia que llevarlo hasta la academia mágica mas importante de todo el mundo. 

Se quedo un poco retrasado y su hermana le tiro de la manga. Aun quedaban dos años para que ella subiera a ese mismo tren, y sin embargo, estaba mucho mas entera de lo que Reed llegaría a estarlo. 

Sus ojos se perdieron entre los alumnos mas mayores, que hablaban mas tranquilo y luego noto los nervios de los mas jóvenes. No quería tener ese aspecto de chico asustadizo a si que poco a poco fue calmando su pulso y empezó a revisar sus pertenencias. 

Como si pudiera ver a través de su nuca noto la mirada seca de su padre. Pero este no dijo nada, solo lo dejo ordenando sus cosas. 

Eric y su madre llegaron a la estación 9-10 de King's Cros en Londres. El pelo verde del joven, que llevaba un gato en brazos, llamaba la atención de varios curiosos y las pintas que tenía de su madre, que parecía la dueña de una herboristería hippie, tampoco ayudaban. Miraban hacia todos los lados sin poder encontrar el andén 9 y 3/4. Tras estar unos minutos recorriendo en andén decidieron preguntar.

-Perdone, señor. Dijo la madre de Eric a un guardia que se encontraba en las proximidades con una sonrisa tan grande como inocente en el rostro. ¿El andén 9 y 3/4, por favor?

El guardia miró de arriba a abajo a ambos y frunció el ceño, preguntándose si estaban tomándole el pelo. Entre el pelo y los ojos de Eric, las pintas de su madre y el antiguo baúl que tenía como equipaje se convenció de que efectivamente le estaban tomando el pelo. No estoy de humor para bromas, ese andén no existe. Dicho esto el guardia se alejó visiblemente cabreado.

Madre e hijo se miraron, preguntándose si había habido algún error con los billetes. Mamá, si no encontramos el andén voy a perder el tren... Dijo Eric mirando a su madre con ojos verdes impacientes.

Lo sé, cariño. Esperemos a ver si pasa algo... Volvieron a leer el billete del tren y se quedaron quietos en medio de la estación abarrotada, esperando a que por arte de magia algo pasase. Kit, el gato de Eric que se encontraba en los brazos del niño, maulló sonoramente mientras miraba fijamente una pared.

La Familia Blanchett estaba en pleno en el anden, habían llegado algo atrasados,así que se veía la melena de la señor Blanchett ondear al viento mientras azuzaba a sus hijos a apurarse. A su lado iba Alphonse, y detrás, la mayor de las Blanchett, Alba, que su parecido con su madre era asombroso. La chica rubia miraba hacia atrás, y le pedía a sus hermanos que se apuraran, pero Alma iba más lento, le costaba llevar el carrito y que este no se moviera demasiado, no quería asustar a Pericles, el mestizo de gato y kneazle que sus padres le habían comprado para su décimo cumpleaños.

-ay... -exclamó  la chica, cuando el carro se hizo para un lado, y debió su padre volverse para ayudarle con el carro para poder pasar la muralla, Alma  apuró el paso y pasó por el lado de un chico de cabello verde, sus hermanos y mamá pasaron por la pared como lo más normal del mundo.

Alphonse- disculpe, ¿está perdida? - preguntó Alphonse a la señora que acompañaba al muchacho de cabello verde, al pasar por el lado del guardiá, el buen oído del auror escuchó el gruñido del muggle, - venga, yo la guió - dijo el hombre, y pasó por el anden, Alma miró al chico de cabello verde y le sonrió,  mientras se sujetaba del brazo de su padre y los dos cruzaban la muralla de ladrillo.

Al otro lado, sus hermanos ya estaban con sus compañeros, y Alma se mantuvo sujeta al abrigo de su padre que iba con su mujer para tomarla de la cintura y besar su mejilla, Molly estaba  emocionada, su pequeña Alma estaba por ir a la escuela, y se agachó para acariciar sus mejillas.

Alphonse, por su parte, vería al señor Ravenclaw y lo saludó con un movimiento de cabeza, mientras pasaba  la mano por los cabellos castaño de la más pequeña de sus retoños.

Alba Blanchett	Aphonse Jr Blanchett	Molly Blanchett	Pericles

Los Taylor llegaron a King's Cross intranquilos, y al entrar en la estación la intranquilidad solo fue en aumento- ¿Donde demonios estaba el anden 9 y 3/4?- completamente confundidos tanto el Señor como la Señora Taylor se pasaron un buen rato discutiendo. Cristopher en cambio no se unió a la discusión, no solo estaba realmente cansado a causa de los nervios que le habían impedido dormir por la noche y le habían dejado dos medialunas poco definidas bajo los ojos, pero también se había quedado mirando fijamente el espacio entre los andenes 9 y 10. Mientras oía a su padre quejarse bastante sobre algo que tenía que ver con la falta de información, vio entre la gente una cara familiar: una chica de piel clara y con pelo rizado y largo-Donde...-empezó, hasta acordarse del callejón Diagón -Ollivanders, claro- vio como la chica, acompañada por su familia, se paraba junto un joven de pelo verde y una mujer que debería ser su madre que tenían expresiones parecidas a las de el y sus padres. Tras lo que pareció una breve conversación pasó algo que dejó a Cristopher con la boca abierta: las dos familias acababan de cruzar como si nada una de las columnas.

Sin decir nada se separó de sus padres empujando su equipaje y se dirigió hacia donde hace pocos momentos había visto aquel fenómeno. Sus padres tardaron unos minutos en seguirlo y para cuando llegaron Cristopher ya estaba caminando hacía la pared de ladrillo con los ojos cerrados y el corazón en un puño -Estas a punto de hacer el ridículo-saltó una voz desde el fondo de su cabeza pero no paró. Su padre le llamó pero la exclamación quedó silenciada tras unos segundos. Abrió los ojos y se quedó completamente impresionado: estaba en un sitio completamente diferente al que estaba antes. Su cabeza se movió hacía todos los lados hasta que vio unas de las indicaciones: Anden 9 y 3/4. Sonrió, como si acabase de resolver un acertijo especialmente complicado. Tras unos minutos sus padres aparecieron detrás suyo -Vaya- fue lo único que consiguió decir su padre mientras su madre soltaba una risa nerviosa. Localizó a la chica que había visto antes pero no se acercó. No estaba de humor para charlar ni para presentaciones, solo quería entrar en el tren, guardar su equipaje e intentar echar una cabezada. Tras unas breves muestras de afecto y unas palabras con sus padres, Cristopher se dirigió hacía el tren.

Consiguió encontrar un compartimento vacío al final del tren y tras guardar su equipaje se sentó cerca de la ventana apoyando su cabeza en el respaldo. Soltó un suspiro. Recordó las miradas de sus padres antes de despedirse: los dos parecían preocupados, la de su padre algo dura como desafiándolo a que se metiera en problemas y la de su madre llena de dulzura, asegurandole que todo iría bien. Pero había algo que no consiguieron ocultar: alivio. Alivio al ver que un problema que había amenazado con destruir sus vidas por fin se iba a resolver. Volvió a suspirar. No podía culparlos, el también sentía algo parecido.

Se quedó sentado mientras observaba el anden y como multitudes de familias iban y venían. Bostezó. Mientras se tapaba la boca vio a sus padres a lo lejos y los saludó hasta que lo vieron y le devolvieron el saludo. Una media sonrisa se dibujó en su cara. Siguió observando el anden mientras el sueño poco a poco se apoderaba de el.

Los dedos de Luke se aferraron con firmeza sobre la barra del carrito donde llevaba sus cosas, mientras por sexta o séptima vez escuchaba las recomendaciones severas de mama… Había un límite a la atención que podía poner un chico medianamente obediente y este se había quedado atrás en la casa.

Habia visto a Alma y la familia Blanchett, pero les habia rehuido discretamente, guiando a sus padres hacia los vagones frontales. No era que se avergonzara de ellos era solo que... se sentia bien tener algunos secretos. Por lo mismo no les habia dicho del dia pasado en su compania. Nada tenia que ver con propiciar un momento incomodo al cruzarse con el auror. Nada. Ahora su mirada se dirigía a las otras familias, en especial los niños y niñas, que se despedían en la plataforma 9 y ¾. Sin duda muchos serían sus compañeros, de casa o clase. Otros, gente con la que coincidiría en los espacios comunes de la escuela. Un sordo dolor le atenazaba el estómago. Lo conocía, era el miedo, la inseguridad, el no saberse dar con los demás… Lentamente inspiro, deseando comer algo dulce pronto. .

-Está bien mama… Todo claro. No es Hong Kong, es Hogwarts. Solo un castillo-escuela, con estudiantes y maestros… estaré bien. *creo. +intento apaciguarla, a ver si ya podían separarse. Resultaba incomodo cuando separaba su atención de la investigación y se centraba en ser madre. Papa decía que tenía facetas de osa y otras de tortuga marina. Claro que lo decía cuando no lo podían oír. ..

-Déjalo. Tiene que aprender por su cuenta, Holly. +lo apoyo, y al menos esta vez Luke agradeció que estuviera de su lado. Cosa de lo que se arrepintió en un par de frases.+ Es un paso importante en su educación y debe darlo solo. Podrás preocuparte todo lo que quieras en las vacaciones. Iremos de nuevo a Tahiti, volveremos a probar lo del surf. Seguro que esta vez saldrá mejor, o tendrás todos los motivos para estresarte.

-Eso no tiene gracia y lo sabes. No vuelvas a mencionarlo Darrel. ¿Qué hubieras hecho si no iba tras de ustedes?! +el tono de ella comenzó a subir. Con la experiencia que da ser hijo, el muchacho adivino hacia donde iba la situación. Pero estaba distraída rememorando el “pequeño” fallo de hace dos años… Ahora o nunca.

Luke soltó el carro, y se metió entre ambos, abrazándolos por la cintura, a mama con la diestra y papa con la siniestra. Hundió la cabeza, para que no vieran su expresión.

-Ya… Me tengo que ir. ¿Después, si? +murmuro+… Tratare de escribirles cuando me avisen donde están… Los quiero mucho.

Mama dejo de hablar y acaricio su cabeza, los ojos claros humedecidos de pronto. Papa sonreía de medio lado, con un gesto mezclado de incomodidad y gusto. Al igual que él, lo de expresar las emociones no se le daba muy bien… Pero lo bueno que tenian era que podian entender mucho sin necesidad de palabras.

Finalmente se separaron, y Luke pudo abordar el tren, los brazos bien ocupados de cosas. Rápidamente busco un cubículo con lugar, y de preferencia sin ocupantes. Allí dejo todo sobre un asiento, sin molestarse en acomodarlo todavía. Se sentó enfrente, mirando por la ventanilla. No hizo ningún gesto con la mano, ni nada de gritos de saludos que difícilmente se oirían con el ruido y el vidrio. Solo asintió con la cabeza, despidiéndose de sus progenitores, sus primeros maestros en la vida. Ahora iba al encuentro de los siguientes.

Por fín, el andén que me conduciría a Hogwarts... Las ganas de emprender el viaje eran increibles, hasta el punto de que me había levantado una hora antes de lo acordado y había empacado todo lo necesario para el viaje antes de que mis somnolientos padres pudieran siquiera desayunar.

Mi padre había alquilado un coche muggle para poder ir a la estación, pero estando mi madre acatarrada había tenido que quedarse en casa. Me había obligado a prometer que la escribiría con regularidad y que sería bueno... Lo típico, pensé.

Una vez en la estación mi padre no lo dudó ni un segundo me hizo agarrar el carro, enfrente de la columna y me dio un soberano empujón, por lo que salí al otro lado medio tropezando.

-Muy gracioso papa...

El sonreía divertido.

-Tienes que darle un poco de acción a la vida.- Dijo saliendo por donde lo había echo yo.- ¿Que es la vida sin un poquito de diversion?

-Arquímedes se ha echo caca.- Magistral respuesta, pues mi búho ni corto ni perezoso había decidido evacuar sus intestinos ante el inminente choque. Menos mal que estaba en la jaula y bien preparado para ello.

Una vez todo estuvo hablado nos abrazamos con cariño y tras revolverme el pelo nos despedimos con cariño. Una vez dentro del tren me afané en buscar un vagon libre, pero estaba todo ocupado, aunque encontré uno con un chico que miraba por la ventana sin mucho entusiasmo. En otra circunstancia no le habría molestado, pero no me apetecía seguir caminando sin nada más que hacer.

-Hola. ¿Esta ocupado?- Pregunté señalando el banco libre. El chico había estado en Ollivanders conmigo cuando había comprado mi varita creo que se llamaba Luke o algo así.

La familia Blanchett pasó por delante de Eric y su madre. Por suerte para éstos, Alphonse se ofreció a ayudarles. Eric le devolvió la sonrisa a Alma momentos antes de que ésta atravesara la entrada secreta al andén 9 y 3/4. La sonrisa se le congeló en el rostro y su boca se fue abriendo para dar paso a una expresión de absoluta perplejidad. Giró la cabeza con esfuerzo hasta acabar mirando a su madre, que tenía la misma expresión que él.

-¿Has visto eso? Preguntó el joven a su madre. Cathy Young asintió en silencio y dio un paso hacia la entrada mientras miraba alrededor, como si estuviera a punto de hacer un crimen. Vamos... Susurró a Eric mientras empujaba el carrito con el equipaje de su hijo.

Eric se puso al lado de su madre y dieron varios pasos hasta la entrada. Ambos cerraron los ojos con ferza justo antes de atravesar la pared. Cuando los volvieron a abrir se miraron y estallaron en carcajadas que se oyeron por toda la estación.

Sin embargo, las carcajadas cesaron de golpe cuando se dieron cuenta que e tenían que separar por primera vez en toda su vida. Cathy abrazó con fuerza a su hijo y aprovechó el abrazo para soltar unas lágrimas y secárselas. Pásalo bien, ¿vale? Pásalo bien y aprende mucho. Quiero que cuando vuelvas me cuentes muchas historias sobre Hogwarts.

Eric percibió la tristeza de su madre y la abrazó con fuerza. Solo son unos meses, estaré bien y cuando vuelva te contaré todo lo que haya aprendido, ya verás. Saluda a papá de mi parte vale?

Tras largos segundos de abrazo, madre e hijo se separaron y, tras una mirada llena de sentimiento, el niño con ojos y pelo verde-hoja se dio la vuelta y anduvo hacia el tren. Miró a la derecha y vio a la familia Blanchett. Volvió a sonreír a Alma y la saludo con la mano, emocionado. Entró en el tren con su gato gris en brazos, en un vagón del centro y se colocó al lado de una ventana desde la que sacó la cabeza y saludó a su madre.

Su madre le devolvió el gesto con una sonrisa antes de acercarse al hombre que les había ayudado en la estación 9-10 para agradecerle el gesto.

Los Ravenclaw habían casi terminado cuando Aiden vio al Auror saludarlo. Lentamente se acerco al hombre.

Reed levanto la cabeza para ver a donde se dirigía su padre, y reconoció a parte de aquella familia, los había visto por primera vez en la tienda de varitas.

Se fijo en la chica que iba junto al hombre de la barba, no sabía el nombre, pero sabía que ella era especial, porque su varita era sin duda, algo fuera de serie.

Los dos adultos se acercaron a la puerta de uno de los vagones mientras intercambiaban comentarios, lo cierto es que todo lo que dijera su padre solía atraerle bastante poco, pero en cierto momento se dio cuenta de que trababa a aquel hombre con cierto respeto, y para lo estirado que era, eso era bastante.

El por su parte se acerco también, pues su hermana y su madre estaban pendientes de otras cosas, y saludo con la mano a la chica de la tienda.

Le hizo un gesto con la cabeza, como preguntando o invitando a la joven a entrar en el tren. Pero no entro primero, eso sería desconsiderado, esperaría a que ella le contestara. 

Molly soltó un suspiro y llamó a sus hijos mayores, y a cada uno le dio un beso en la frente, diciéndole que se portaran bien, bueno, a Alba le pidió que se divirtiera más y a Alphonse que no lo hiciera tanto, y cuando llegó donde su hija más pequeña, la estrechó entre sus brazos, y le dijo que estaría segura, que no se preocupara, y que cualquier cosa, hablara con la enfermera, ademas, la directora estaría al pendiente, la chica asintió, y  tomó la jaula de Pericles.

- bien... es hora de...- miró a las personas que se acercaban a sus padres, su padre los saludó muy amablemente, otra vez se daba cuenta que  su padre era demasiado sociable, demasiado, se encogió de hombros, pero su padre, luego de comentar algo con el señor Ravenclaw, fue donde su hija y besó su frente helada, y lo mismo hizo con sus hermanos, era momento de embarcarse...

- nos vemos en vacaciones, les escribiré - les manda un beso, besando sus dedos y soplando hacia sus padres, y luego mira al chico rubio, el joven Ravenclaw, que le preguntaba si subirían.

Alba y Alfhonse se fueron en otro vagón, dejando a su hermana menor con el chico rubio, Alba debió llevarse a su hermano del brazo, él nuevamente estaba en plan de espantar a todos los mosquitos que rondaran a su hermanita pequeña, pero Alba se lo llevó a arrastras.

- claro, viajaremos juntos - susurró la chica y subió, con la jaula de Pericles, no iba a dejarlo solito, él no la dejaría solita a ella. Subieron ambos chicos, y buscaron una cabina sola, entrando, Alma entró presurada, casi corriendo, y se sentó, dejando a Pericles a un lado y mirando al chico.

- ¿te gustan las ranas de chocolate? - le pregunta, con su mano sobre el morral de cuero que colgaba de su hombro, terminó abriendo un poco su abrigo, revelando el color de su ropa.

Había pasado el resto en el orfanato. Cada día tenia más ganas de dejar ese lugar y comenzar las clases, por alguna razón sabia que este año muchas cosas cambiarían, ya no tendría que ir a una escuela ordinaria que podrían hacerle la vida imposible.

 Lo que era malo es que Hagrid le dio el ticket de tren con un andén que por lo que sabía no existía 9 y 3/4, Adam pensaba que se había equivocado o lo peor que sus compañeros le hayan jugado una mala pasada por todo esto, me acerco a una persona para preguntar información y luego de comentarle me queda mirando como si fuera un loco.

- Anden 9 y 3/4 eres tonto niño, todavía no lo hicieron. Mira ven conmigo chico- La señora me lleva hasta el andén 9 y 10. - Tu anden debería estar entre medio de los dos pero parece que no lo han construido así que no me molestes mas. Se aleja.

 Estaba molesto cuando veo algunos de los chicos que vi en el callejón diagonal entraban en lo que parecía una pared, frote mis ojos y luego volví a mirar a ese lugar... Si alguien paso por ese lado entonces yo también puedo. Empujaba a mi carrito directo a la pared intentaba ir rápido y no morir por el miedo a que me rechazara pero en lugar de eso pase o eso creí, sentí el ruido de un tren... Mira el andén que era... Sonreí y se me escapa un grito.

- Eso fue algo mágico...

Alzo la vista, saliendo del ensueño cuando este chico apareció pidiendo entrar. Parpadeo un momento en silencio, mientras hacía memoria y caía de vuelta al mundo del tren. Le conocía la cara, aunque no lo ubicaba de inmediato. Pero entonces recordó Olivander’s. Ahí había visto a varios chicos además de Alma. Casi todos rubios también, pero era lo más seguro que fuera allí.

Luke volvió la vista al asiento de adelante, apartando sus cosas con el pie para amontonarlas algo más y hacer espacio, mientras respondía.

-Si si… algo… Ahora, esta. +suspiro levemente, volviendo a recogerse. Cotton le dirigió una fría mirada desde su jaula. La lechucita de plumaje blanco tan fino que casi parecía vello, no disfrutaba mucho aquel zarandeo. Por suerte no alborotaba, era muy tranquila en sus gestos, razón por la que la había escogido, además de la juventud. Pero algo le dijo íntimamente que la próxima vez que fuera a darle de comer, tendría que irse con cautela. 

 Merlinda llego con su padre al anden  9 3/4, llevaban en el portaequipajes todo lo necesario para hogarts incluida una lechuza que habia elegido para Douglas el Elfo domestico de la familia , la verdad es que Merlinda le tenia bastante cariño pues habitualmente no venian niños a la casa familiar sus padres eran demasiado estrictos con no juntarse con quien no consideraban de su misma clase.

-Bien aqui nos separamos , esperaremos noticias tuyas para saber que casa te a elegido el sombre seleccionador pero ya sabes cual esperamos. -dijo su padre con tono serio-.

-Esta bien papa. Mama no va a venir a despedirme?.-Dijo Merlinda mirando a los lados-.

-No , esta reunida con gente importante. Y eso me recuerda que debo irme. 

Y su padre se dio la vuelta y se marcho sin mas muestra de afecto , Merlinda no podia evitar sentirse triste al ver a los padres de los otros niños siendo afectuosos con sus hijos y despidiendose entre alguna lagrima.

Alli estaba otra vez rodeada del bullicio, el humo de los trenes y la algarabía general de los viajeros. Faria suspiro sintiendo el corazón latir con fuerzas.¿ Miedo? No, para nada. La curiosidad y el ansia de movimiento la invadía y  los pies repiqueteaban incesantemente por la plataforma buscando aquella extraña combinación 9 3/4.
Un hombre mayor evidentemente de rasgos  arábicos y a pesar de la edad se podía apreciar que había sido muy guapo en su juventud la seguía, sonriendo condescendientemente. El hombre vestia con un elegante traje italiano algo incongruente con la llamativa keffiyeh blanca que ataviaba su cabeza.

-¿Entonces habibi, ya sabes donde es?
La niña volteo encongiendoce de hombro.
-Pues no debe estar muy lejos -exclamo señalando con el mentón unos niños aproximadamente de su edad empujando carritos llenos de maletas y paquetes donde una llamativa jaula  adornaba la cumbre con lechuzas
Sonrío al viejo dio una palmada al aire mientras soltaba una carcajada y una frase en árabe que se perdió en la algarabía general.
-Mi primera vez me toco andar preguntando y casi pierdo el tren. Se adelanto poniendo una mano en el hombro de la niña.-Ritzi esta asegurada presumo.
Faria asintió palpando un bolsillo interior y juntos cruzaron al otro lado, la niña habriria la boca quedando sin palabras.
La locomotora era inmensa, majestuosa y los vagones de lujo.
La curiosidad podía mas que ella y casi podía olvidar los futuros días obscuros y fríos que le esperaban, ..bueno casi.
-¿Tengo que ir padrino?
El hombre se cuadro frente a ella serio, se podía adivinar en sus rasgos faciales una persona acostumbrada al mando y a no ser cuestionado, sin embargo sus ojos se suavizaron ante la mirada infantil. Su mano acaricio la mejilla morena como un padre lo haría.
-Es una oportunidad que Alah te da, no la desaproveches. -En vacaciones de invierno puedes ir a casa, si gustas, no tienes porque quedarte en la escuela
Ella asintió luchando por controlar la humedad que amenazaba con escapar de sus ojos, aunque a decir verdad ese ultimo compromiso le agradaba bastante.
Subiendo al vagón se despidió agitando la mano tranquilamente con una sonrisa triste y resignada suprimiendo las ganas de salir corriendo.
En fin no quedaba mas que buscar un cubiculo y esperar lo peor.  

Ya estáis todos subidos al tren, y este emite un pitido que indica la salida de el mismo, el cual empieza a traquetear con mas fuerza que antes y a moverse, lentamente, hasta coger una velocidad considerable. Por los pasillos pasan señoras mayores con carritos llenos de gominolas... ¡De toda clase! Cualquier chuche imaginable se encuentra en esos carritos. Algunos niños y niñas ya están comprando, unos mas pequeños, otros mas grandes... Os dais cuenta de que todos los de primer curso estáis en un vagón, el numero 3 exactamente.

- "... y así es como la quintaescencia en estado sólido, también llamada vis (o peones de vis), fue usada a lo largo del s. XIII en los rituales de la Orden de Hermes, para facilitar la ejecución y potenciar los efectos de los mismos. Fue Lucienne de la Loire, ex Tremere, quién postuló por primera vez en su "Del uso de la vis en certámenes y otras aplicaciones prácticas de la magia en su estado sólido", las teorías sobre reverberaciones planares que han servido como base a innumerables.."

- ¿Este tio tiene el pelo verde? Al igual es compañero mío de clase.. Pelo verde, pelo verde.. ¿Un ex Merinita? Podría ser. Un mago feérico. Merinita, Merinita.. ¡Ah! ¡Sí! "La naturaleza es la única verdad". Será interesante ver el punto de vista de las criaturas feéricas en las materias académicas. Y no tiene pinta de ser mucho mayor que yo. Claro, que si se trata de un Merinita, vete tú a saber. Al igual tiene 1.500 años y es un profesor. No, pero si tuviera 1.500 años, no iría en tren, supongo...  Compañero de curso si será, al menos.

Pongo con cuidado el libro sobre mis piernas, tiendo la mano y me presento.

- Hola, soy William. William de Northingshire. Y ella es Sayuri. Y no creo que la naturaleza sea la única verdad. Creo que si bien puede haber una única verdad, hay también mil maneras de verla y otras tantas mil de entenderla. Claro que veo el punto de vista del pueblo de la "gente menuda". Elaïne Aïnn, de la Alianza de Medianoche, en su "Seres de la naturaleza: vidas y creencias" decía que para ellos la naturaleza compone un todo en sí misma y, en consecuencia, su única verdad. ¿Es así?
 

Le hice un gesto de agradecimiento y me senté en el hueco, poniendo la jaula de Arquímides entre mis piernas, bien tapado por la tela.

-Gracias.- Tampoco tenía mucho sentido molestar al chico, que por lo visto era de los que gusta de ver el paisaje, por lo que pensé que este sería un momento tan bueno como cualquier otro para poder relajarme un poco. Dicho y echo. Saqué de mi bolsillo mi libro de tamaño reducido del libro de los muertos. Los ritos de momificación egipcios me habían llamado la atención y mi padre me había dejado este libro.

Para ser sincero, la idea de juicio de valores que recibía el difunto me espeluznaba un tanto pero si me lo tomaba como un libro de aventuras estaba entretenido. Sin embargo al ver pasar el carro de las golosinas pensé en tener un buen gesto con mi compañero, que tan amablemente me había cedido un poco de su espacio.

-Espere señora.- Le pedí a la mujer.- Yo quiero unas ranas de chocolate. ¿Quieres algo?- Inquirí mirándole.

 Ya habia comenzado el viaje en el tren, subi lo mas rapido posible y me encontre con algunas personas que fueron al callejon diagon, no me acordaba sus nombres ya que no estuve mucho tiempo metido pero si los miro y sonrio.

- Bueno soy Adam, ustedes eran?... Nos encanta poder conocer nuevos compañeros de Hogwarts, ustedes como dicen que va hacer?.

Los miraba y luego volvia hacia mi mismo, sentia su presencia cerca pero no sabia porque me resultaba tan familiar. Me movi un poco.

- Ten paciencia Ikarus... Ten paciencia.

Asintio levemente al chico cuando le ofrecio del carro.

-Gracias, unas plumas de azucar estarian bien... Soy Luke. +respondio, aprovechando para presentarse.Luego sin embargo, no sabia como continuar. Esto era lo complicado de las relaciones sociales. Pero tenia ese libro... + Note que estabas leyendo, no queria interrumpirte... Parece interesante.

En eso llega el otro muchacho, otro conocido de vista en Olivanders. Se llevo los dedos a la frente, despejando un poco el pelo, mientras devolvía el saludo al rubicundo muchacho. 

-Buenas... Luke, mucho gusto. +devolvio, indicando el espacio libre que quedaba para que se siente junto a el.

Hice las transacciones adecuadas y compré dos ranas de chocolate y las plumas de azucar, que repartí entre los jóvenes del vagón.

-Johan McArthur. Mucho gusto.- Dije mientras les tendía el delicioso dulce a mis compañeros de vagón. Luego bajé la vista hacia el libro con sorpresa.- Bueno... Me gusta leer y tras terminar con la Iliada pensé en leer algo radicalmente distinto. Tengo cierto apego a los difuntos. Y por lo visto ellos a mi.- Añadí bajito para mi.

Me rasqué el cuello y le tendí el libro a Luke. La portada del pequeño libro era sencilla. La figura de un escarabajo en negro rodeada por un halo de color dorado. El libro estaba usado y muy manoseado tras años de mucha lectura por parte de mi familia, pero para mí eso era mejor a que estuviera nuevo, pues un libro así tiene más personalidad.

-Estoy deseando llegar al colegio. Dicen que tienen una de las mayores bibliotecas del mundo mágico y una de las comunidades de fantasmas más famosas y amigables. Según me han contado han visto hasta a Albus Dumbledore caminando entre ellos de nuevo, solo que translucido.- La idea de encontrarme a uno de los más grandes magos jamas habidos me entusiasmaba sobremanera, pero la biblioteca... Se me hacía agua solo de pensarlo.