Partida Rol por web

Al parecer Kachiko no había provocado más situaciones incómodas durante la noche, lo cual era de agradecer, así que sólo nos faltaba desayunar y terminar de alcanzar nuestro destino.

- Sólo una cuestión, ¿por un casual no sabrá si los León ya llegaron a la corte?

Pregunto, básicamente por mera curiosidad sobre si nuestra comitiva llegaría antes o después que ellos.

Ante la reprimenda cariñosa, aderezada con el suave olor de los pastelillos que acababa de entrar en la habitación, me desperecé para acercarme a donde estaba Kohana y sentarme a su lado para acompañarla en el desayuno.

- A decir verdad Yogo-sama... estoy algo preocupado por no poderles hacer un regalo digno -susurré esto ultimo por lo bajini avergonzado- no estoy seguro de poder encontrar un kimono y un regalo de la suficiente categoria y poder pagarlo -me rasqué la cabeza algo nervioso e inseguro, con la mirada puesta en el tatami-.

- Los león están alojados en una lujosa posada en el centro de la ciudad Soshi-sama. - respondió el sirviente haciendo una reverencia mientras le servía el desayuno. 

Kohana continuaba desayunando, comiendo con cierto recato aunque sin cortarse en el número de pastelillos aprovechando la intimidad de la habitación. Era sabido que un samurai no debía comer en exceso, lo suficiente como para llenar su alma. 

Te escuchó atentamente y asintió a tus palabras. - Será un detalle, al fin y al cabo el verdadero regalo es responsabilidad de los campeones de clan y los daimyos. Nadie tiene vista puesta en un regalo de un samurai de bajo estátus, se espera que cumpla con las normas de etiqueta. En mi caso como representante de la familia Yogo si debo presentar un regalo a la altura pero ya lo he comprado. - 

- De manera que de primeras buscaremos un kimono y mas tarde veremos el regalo. La prenda será mas importante dadas las reuniones a las que asistirás. -

- Me quedo más tranquilo entonces -suspiré aliviado antes de tomar alguno de los pastelillos, para mi sorpresa más de la mitad ya habían desaparecido de la pequeña bandeja en la que llegaron a la habitación- creo que estos Grulla matan de hambre al servicio -comenté con el ceño fruncido mirando la bandeja- pobrecillos, dejaremos alguno para que tengan algo que llevarse a la boca.

Me tomé el té que me miraba desde el pequeño cuenco que sirvió Kohana nada mas levantarse, tomando con los palillos un par de pastelillos como acompañamiento.

- No estoy segura de que vayan a hacerlo, el servicio tiene interiorizada su responsabilidad y probablemente no se atrevan, y menos con la presencia de alguien como Shoju-dono. Vale más que dejéis algún zeni para que puedan comprarse algo luego. - comenté dándole un trago al té. 

Podía hacer algo con eso, si, definitivamente. Terminaría de desayunar y me dirigiría allí con alguna excusa. La consabida partida de go seguramente, el problema radicaría en tomar contacto con Arasou, pero podría usar a Shoju para ello. No sería de extrañar que al haber descubierto que se encontraban alojados en el mismo pueblo, enviara a alguien a saludar al León.

- Gracias.

Indico al heimin en cuanto termina de servirme el desayuno, el cual acabo sin prisa antes de dirigirme al centro en busca de la posada.

- Sí, pero entonces los pastelillos que faltan... -miré a la Yogo entrecerrando los ojos fijamente a modo de burla- tenemos un largo día por delante, más vale que nos pongamos en marcha si no queremos que el resto de la comitiva que nos acompaña se lleve todo lo que valga la pena comprar en el mercado -me acabé el té de un sorbo y me dispuse a recoger el futón enérgicamente, así como los objetos que representaban a cada miembro de mi familia que cada noche disponía en perfecto orden y sintonía junto a mi cabeza-.

Muestro mi mejor y mas inocente sonrisa. - ¿Queréis tentar de verdad a irritar a una Yogo? - le pregunté mientras me comía otro pastelillo. A diferencia de mi hermano Yunzo yo era mucho mas amable y cercana. Pero seguía siendo una Yogo y eso siempre dejaba huella. 

Deje que recogiese el futón, no era necesario dado que Shoju-dono había dispuesto una gran cantidad de sirvientes pero me gustaba que tuviese unas costumbres tan prácticas. - Bueno, probablemente nos crucemos con Shosuro-sama haciendo algunas compras para la corte. Creo que podría ser divertido. - dije refiriéndome a Kachiko. 

- Desde luego que no Yogo-sama, bien sabeis de mi profundo respeto hacia vuestra persona -entoné serio y sincero- tan solo pensaba en alto, a veces me pasa, no me lo tengais en cuenta -sonreí a Kohana-.

Mientras acababa de recoger el futón, recordé lo que me había dicho mientras desayunábamos y saque unos zeni para dejarlos junto a la bandeja de los pastelillos y los dispuse de un modo tal que se los llevase el servicio.

- Espero que sea una broma Yogo-sama, creo que voy a necesitar un par de días para descansar la cabeza antes de enfrentarme de nuevo a otra conversación con Shosuro-dono -crepité con cara de agobio-.

Avanzaste al centro y no fue difícil encontrar la posada, un bello edificio de diseño Grulla con grabados en las paredes y varias plantas. En la entrada había dos jóvenes samuráis del clan león, sentados bajo un pequeño porche en la entrada tomando juntos un desayuno mientras observaban el ir y venir de la ciudad. Eran un hombre rubio y una mujer pelirroja que tenía una leona tumbada a su lado a la cual le acariciaba la cabeza.

Como bushi reconociste la escuela. Los maestros de bestias Matsu eran una extraña mezcla de samuráis y bestias que creaban opiniones dispares y no dejaban indiferente a nadie. Ambos se giraron hacia ti.

- Hai, en caso de emboscada es preferible intentar inutilizar a los oponentes a menos que puedas derribarlos de un solo golpe. - Comento con Matsu Takeshi-san mientras desayuno hasta que me dí cuenta de que alguien se acercaba.

- Buenos días Escorpión-san. - Saludé con una suave sonrisa mientras seguía rascándole la cabeza a Riku. El hombre asintió también.

Tenía la impresión de que la visita ya iba a merecer la pena con sólo descubrir a la maestra de bestias.

- Buenos días tengan ambos - les devolví el saludo con cuidada educación e incluyendo una leve y respetuosa inclinación - ¿Acaso se hayan discutiendo tácticas de batalla? ¿No les parece demasiado pronto?

Pregunto marcando la sorpresa que me provocaba su conversación.

- ¿Por que? Takeshi-san y yo estuvimos ya entrenando hace un rato. Y un buen bushi no debería encontrar como tema tedioso aquello que es su vida. - le sonreí mientras Riku frotaba su cabeza contra mi mano como un gato. Un gato de ciento cincuenta kilos que me podría arrancar la mano de un mordisco si quisiera.

- Pero bueno, donde están mis modales, mi nombre es Ikoma Asahi, y mi acompañante es Matsu Takeshi. -

Reí al ver como se disculpaba. - No os preocupéis Kanto-san. Sería muy difícil que tu sacases a la luz mi lado Yogo. - le guiñe el ojo amistosa mientras apuraba el té.

- Oh vamos, no tengáis miedo. Lo de anoche solo fue un tanteo en privado. No creo que Shosuro Kachiko-sama sea tan mala. -

Últimamente todo el mundo tergiversaba mis palabras cuando no las confundían directamente. ¿Por qué les resultaba tan complicado simplemente entenderlas tal cuál?

- Sólo señalé que es temprano Ikoma-san, en ningún momento aburrido o pesado.

Y tanto por la hora del día, como por el hecho de que faltaba mucho hasta el verano, no resultaba una mala observación.

- Soy Soshi Yusuke. Traigo un mensaje para Akodo Arasou de parte de Bayushi Shoju-sama ¿saben si se encuentra en el interior?

Me presento y anuncio el motivo de mi visita, que si bien no resultaba falso, si que podía resultar decepcionante.

Agradecí la beligerancia que tenía Kohana en estos casos. La relación con ella era inmejorable dadas mis circunstancias, podría haberme tratado de un modo distante y frío sin ningun tipo de reproche, pero en cambio siempre lo hizo de un modo amable y tierno conmigo. Sin embargo eso me creaba un conflicto interior ya que no dejaba de ser una Escorpión, debía mantener las distancias con ella, pertenecía a un clan que a día de hoy seguía representando una amenaza para mi familia y el Imperio Esmeralda en todos sus matices. Tarde o temprano el peso de sus secretos desequilibraria hasta el mismisimo Emperador.

Pero a pesar de todo mi forma de ser no era esa, me costaba horrores interponer un abismo entre ambos. Llevabamos compartiendo camino varias semanas, nunca había dormido en la misma habitación que otra mujer que no fuera de mi familia. Ante todo era eso, una mujer... joven y atractiva. Llevaba un tiempo fijandose en ella, le encantaba hacerle rabiar como a un niño pequeño, era como un trato fraternal, pero tenía una hermana, sabía como era el trato fraternal... ¿Se puede saber en que estas pensando?¡Por los cielos, Kanto... contente!

- Ehm... -algo ruborizado por mis pensamientos- seh, jejejeje -me rasqué la nuca mientras miraba al suelo- intentaré evitarlo por si un día se acabase tu paciencia -le saqué la lengua burlón-.

Después escuché lo que decía sobre la cena...

- ¿Un tanteo?¿En privado?¡Pero si estaba toda la comitiva Escorpión! -me sentí mareado ante la sola idea de tener que pensar respuestas validas para una cortesana de tan alto estatus, si en verdad la corte de invierno era tan dura, tal vez necesitase de algunas clases o consejos que la Yogo me pudiese dar a ese respecto- Tal vez me vendría bien coger algo de soltura con eso de la conversación, estoy seguro de que os desenvolveis bien en esos arrozales -resolví la petición esperando respuesta con el morro torcido por la impaciencia-.

- Lo sé, Yusuke-san.  - respondí con una amplia sonrisa. Cuando me preguntó por Arasou asentí. - Por supuesto, permitid que os acompañe. - dije con buena disposición mientras la leona se ponía en pie a mi lado.  - Por aquí. - dije mientras las dos rodeábamos el porche de la posada en dirección al jardín sin hacer ruido al caminar. Una vez allí entre los árboles estaba Arasou entrenando, únicamente con el hakama puesto y un boken.

Al ver su expresión de concentración hice una seña al escorpión para que se detuviese justo antes de que se moviese, realizando una kata. Tras eso dejó el boken apoyado en un árbol y se giró hacia nosotros diligentemente ante lo cual realicé una inclinación respetuosa.

- Arasou-dono, disculpad mi interrupción, Soshi Yusuke-san ha acudido con un mensaje de Bayushi Shoju-dono. - 

Miré hacia Asahi, tras eso pasé mi mirada al joven escorpión en silencio y asentí suavemente. - Dômo arigato, Asahi-san. Podéis retiraros. - le dije, tras eso ella hizo un gesto y se fue por donde había venido. Me acerqué un par de pasos, con expresión calmada.

- ¿Puedo ofreceros algo de beber Soshi-san? - le pregunté amablemente respetando el protocolo antes de que me entregase el mensaje. 

- Algo muy terrible deberías hacer para terminar con paciencia, Kanto-san. - Respondí ignorando sus pensamientos, o al menos sin mencionar si era consciente de los mismos. - Ciertamente, estaba la comitiva del clan. ¿Que importancia tiene realmente lo que ocurra delante de la comitiva? Bayushi Shoju-dono conoce muy bien a todos los miembros. No hay ninguna sorpresa. - 

- La corte de invierno será peor, y mas cuando os enfrentéis a Otomos y Grullas. - Comenté mientras abandonábamos mi dormitorio avanzando por los pasillos de la posada. - Por supuesto. Os puedo dar lecciones básicas. La primera es que os mantengáis alejado de aquellos que os parezcan mas simpáticos. Ese encantador carácter es un arma de doble filo que se puede volver en vuestra contra. -