Partida Rol por web

La luz y el ruido me indicaron que ya iba siendo de levantarse, por lo que lo hice deseando no haberme quedado dormido y sintiendo como me tiraban los vendajes. Necesitaría cambiarlos, pero primero era primordial comprobar si mi presencia era requerida por mi señor.

Por ello procedi a vestirme, aunque mirando de reojo la armadura constantemente. Quizás fuera una idea interesante el portarla hasta llegar a la corte, en clara referencia a la inseguridad de las tierras Grulla, pero para ello necesitaría hablarlo primero con Shoju, pues podría dar alas al León en sus ansias de guerra, lo cual tenía entendido no lo tenía en sus intereses.

Cuando estabas a punto de salir de tu habitación un criado entró. - Buenos días Yusuke-san. Bayushi-dono ha ordenado que os traigan el desayuno cuando despertéis. También dio órdenes estrictas de que no se perturbase vuestro sueño así que disculpad si eso os ha molestado. - 

Avanza hacia el interior y deja allí una bandeja con un completo desayuno rokuganí. - Bayushi-dono planea salir a mediodía hacia la corte imperial. - Le avisa antes de retirarse, dejándola allí a solas con la apetitosa comida. 

Era normal que Shoju no quisiera pasar tiempo del necesario en este lugar, pero también era consciente de que su decisión de partir a mediodía no tenía nada que ver con mi estado de salud. Seguro que estaría esperando a algo en concreto, o quizás todo fuera idea de su prometida y entonces si tuviera a bien contentarla. De todos modos, evito hacer ningún comentario al criado mientras permanece en la habitación y, desconfiando por los acontecimiento vividos, me detengo a oler la comida sin siquiera llegar a catarla.

Sabía que existían multitud de sustancias que podían aparecer accidentalmente en las comidas, lo que sumado a la certeza de que había caídos en las tierras de la Grulla, me hacía dudar sobre su salubridad. Además, ese tipo de engaños y bromas eran práctica común entre los de mi clan, por lo que no sería mala idea esperar, corroborar la información del sirviente y resolver mis dudas sobre la indumentaria que portar hasta nuestra llegada a la Ciudad Imperial.

Encuentras a Shoju en su habitación, sentado frente a su hermano el cual te observa en silencio antes de asentir a modo de aprobación, dejándote claro que no te consideraba una molestia o una amenaza. Ambos hermanos hablaban animadamente con la fusama entreabierta para dar sensación de naturalidad mientras bebían té caliente. 

El campeón escorpión te recibió gestualizando levemente con la mano, mientras sus ojos te contemplaban a través de la máscara. - Ohayo Yusuke-san. Espero que hayáis descansado pues di órdenes de que no fuerais molestado. Es lo mínimo tras un ajetreado día como el de ayer. - 

Me resultó curioso encontrar a los hermanos charlando y compartiendo el té tranquilamente, pero semejante comentario no es que estuviera de más, sino que directamente se habría saltado varias aldeas en su camino.

- Si, muchas gracias sama y buenos días tengan ambos. - les saludo tras agradecer la gracia concedida - A propósito de eso tenía una pregunta que hacerle, ¿desea que portemos la armadura hasta nuestra llegada a la Ciudad Imperial?

Inquiero sin llegar a pasar al interior y así no socabar la intimidad de la reunión.

- No será necesario, Yusuke-san. Además las tierras del emperador son consideradas las más seguras. No nos atreveríamos a dudar del hijo de los cielos y su familia de esa forma, ¿Verdad? - Preguntó lanzandole una mirada directa e inquietante a través de esa máscara que cubría su rostro. 

En absoluto iba a insultar al Emperador de ese modo.

- En absoluto sama, sólo me preocupan las tierras administradas por Doji Takumi, pero no querría dar a terceros la excusa perfectan que buscan sin vuestro consentimiento.
Imagino que se habrá disculpado adecuadamente.

Explico mi duda a la par que indago sobre si el daimyo local, o el gobernador, habían realizado suppuku por la vergüenza de que varias comitivas hubieran sufrido las consecuencias de su mala seguridad.

- Ha presentado unas disculpas correctas. - Respondió Shoju zanjando el tema. - Un buen líder no debe regodearse en las debilidades de otros, Yusuke-san. No creo que corramos peligro y en caso de emboscada mi hermano y yo estaremos juntos, acompañados de las habilidades de Yogo-san que nada desmerecen a las de su hermano. - Comentó con una voz tranquila. 

- Oni-san siempre lo tiene todo perfectamente calculado. Y eso en lo referente a lo que nos cuenta. - Dijo Aramoro esbozando una sonrisa desenfadada que se ganó una mirada intensa del campeón de clan cuyo significado no fue claro para el bushi. 

No necesitaba nada más, aparte de que sus destinos seguro que aparecería entre los rumores de la corte y antes o después confirmaría su suicidio o ajusticiamiento. Únicamente lamentaba que Shoju no me lo confirmara de antemano, pero tampoco iba a profundizar en el tema.

- Entiendo. Entonces no les molestaré más.

Señalo obligándome a inclinarme lo máximo que los vendajes me permitían. Aún tenía que desayunar, cambiarlos y preparar mis cosas para el inminente viaje, demasiados quehaceres para tan poco tiempo.

Los preparativos fueron llevados a cabo por una de las mujeres que trabajan en aquella lujosa posada, que se esmeraron notablemente en que todo estuviese recogido a la perfección dado el incidente sucedido esa noche. Fue entonces cuando entró en tu habitación Yogo Kohana, la hermana de Yogo Yunzo, heredero de la familia Yogo, esbozó una sonrisa dulce y te miró. -

- Okaeri nasai Soshi-san, ¿Me permite pasar? -

Se notaba la presión que sentían los dirigentes de la posada en el esmero con el que recogían nuestros enseres, seguramente motivados por su necesidad de hablar bien de ellos pese a los incidentes, pero que me daban tiempo para dedicarme a mis heridas. En eso andaba cuando Kohana se presentó delante mía.

- Adelante Yogo-san.

Señalo apretando el nudo del vendaje y volviéndome para recibirla.

- ¿En que puedo ayudaros?

Pregunto soportando la tensión de las vendas recién colocadas. No me resultaba tan problemático hablar con ella como con Kachiko, seguramente por no tener su misma reputación que por cualquier sentimiento hacia ella.

Ella se desliza dentro de la habitación antes de colocarse frente a él. - Dado que Shoju-dono desea partir lo antes posible me ha pedido que revise vuestras heridas y cambie vuestros vendajes personalmente en vez de pedir la ayuda de un templo. - Le responde sonriendo.

- Espero que no os resulte incómodo. Os aseguro que no es la primera vez que trato a un hombre, además, no trascenderá mas allá de estas paredes. - Le responde con voz firme y segura, mientras se quita la máscara dejando su rostro a la vista, como muestra de confianza entre compañeros de clan.

Logico, normal y en el momento adecuado, no como su mención a la discreción que pensaba darle.

- Comprendo.

Me limito a responder mientras levanto la máscara y le permito hacerse cargo de la tarea que yo mismo estaba realizando, con más voluntad que pericia.

- No esperaba que os lo ordenara.

Reconozco al poco a la Yogo, pues una petición del daimyo era en realidad una orden encubierta.

Ella empieza con mucha habilidad a hacerse cargo de las heridas de Yusuke con diligencia y talento. Retirando las vendas y repasando las heridas. Da una puntada más en alguna y otras simplemente las va tapando con nuevas vendas tras limpiarlas.

- Shoju-dono es un hombre meticuloso. No debería extrañaros Soshi-san. - Le responde ella con una sonrisa. - Además, en una comitiva tan pequeña la salud de un hombre puede marcar la diferencia. Espero que os encontréis mejor tras lo sucedido anoche y lamento no haber sido de ayuda. -

Intento evitar que el dolor se refleje en mi cara conforme Kohana cumple su cometido, pero a lo máximo que llego es a evitar articular ningún sonido. Había sufrido heridas muy graves e intentar ignorarlo era una estupidez, aunque el hecho de siempre haber sanado con celeridad, ahora mismo se mostraba como una gran ventaja.

- No todo el mundo es de ayuda en mitad de la batalla. Cada cual debe afrontar su lugar, antes, durante y después de ella - respondo con sabiduría - Y es obvio que debo mejorar el durante para la próxima ocasión.

Asevero sin sonreír dado que no se trataba de una broma, sino de un profundo conocimiento sobre mis habilidades.

- Bueno, mis habilidades no se reducen a la curación, Soshi-san. - Responde ella con una sonrisa cuando dices lo de que cada uno debe ocupar su lugar. - Bueno, habéis vivido para contarlo y habéis arriesgado vuestra vida para proteger a la prometida de nuestro campeón, Bayushi-dono. La habilidad siempre puede mejorar. -

- Cierto.

Respondo con sequedad, pero deteniéndome a analizar las palabras de la Yogo.

- Es bueno saber que tenéis más habilidades, seguro que nuestro daimyo sabrá sacarles partido, aunque imagino que ahora mismo lo que le interesaría es vuestra celeridad.

Parecía una obviedad, pero era prioritario acabar cuanto antes con las curas.

- Suerte tengo entonces de ser una chica con recursos capaz de hacer varias cosas a la vez. - Responde mientras termina de curar las heridas y cambiar los vendajes. Tras eso da una palmada. - Listo. Con esto deberías aguantar el viaje siempre y cuando no haya incidentes. Si es necesario volveré mañana. Un placer, Yusuke-san. - Le responde a la vez que se pone en pie.