Partida Rol por web

Con los ojos entornados y el machete por delante, entro con cautela y de repente tengo que reprimir una arcada por el hedor que sale de cada rincón de este agujero inmundo. Le ofrezco el Zippo a Sunhee para que ella busque, ya que ella buscará cosas más pequeñas y mis objetivos son más grandes. Lo primero que hago tras ofrecer el mechero a la chica es usar mi machete como palanca para quitar una tabla de las ventana que queda a mi derecha. Así podemos ver mejor.

Con sumo cuidado, evitando la basura y los obstáculos, me dirijo a la puerta que queda a la izquierda. Quiero - necesito - seguir investigando. Todo este asunto me intriga hasta casi la obsesión.

El tufo me golpeó nada más entrar. Esperaba que oliera mal, pero aún así olía peor de lo que imaginaba... Era comprensible que oliera tan mal: el interior del edificio estaba hecho un completo asco . Montones de basuras, todo completamente cerrado y... zombies. Era la mezcla fatal.

De todas formas, mi misión era clara: tenía que encontrar algo de utilidad allí. Así que, mientras Nara iba a explorar y buscar más posibles zombies a los que destrozar, yo me dediqué a cruzar de un ágil salto la barra de la cafetería y buscar entre sus cajones y recovecos. Por supuesto, también entre los mostradores que tenía a su espalda.

Algo debía haber allí que nos pudiera servir, y con la luz que me proporcionaba el zippo no sería difícil encontrarlo; o, al menos, eso esperaba... No quería tener que rebuscar entre los montones de basura.

Wow – Digo en un murmullo mientras miro todas las posibilidades que se me presentan frente a mis ojos. Es una verdadera maravilla. Nunca había estado en un taller que no fuera el del Refugio de Pedroso, aquí hay de todo, algunas de mis herramientas están muy gastadas y ya empiezo a seleccionar las que van a reemplazarlas.

Hurgo el lugar en búsqueda de piezas de repuesto, sobre todo cables y mangueras que es lo que más se deteriora. Pero lo que más me ocupan son las diferentes latas y garrafas. Busco un matafuego cargado y lo más importante de todo: aceite nuevo. Si cambio el aceite de La Pulga mejorará el rendimiento del motor y quizás deje de echar esos humos oscuros que empiezan a preocuparme.

Nara quita unas tablas con el machete y deja que la luz entre en la cafetería. Luego avanza hasta la puerta, al otro lado hay una estancia mucho más grande, en la pared de tu izquierda también hay tablones tapando las ventanas, ves algún rayo de luz que penetra, pero no es suficiente para iluminar tanta oscuridad y dejarte reconocer nada. Está muy oscuro. El hedor sigue siendo igual de intenso.

Sunhee inspecciona lo que sería la barra de la cocina, todos los muebles, bajomostradores, estanterías... hay muy pocas cosas. Ni rastro de comida. Hay una guitarra colgada de la pared, varios cuchillos (uno de ellos grande, cebollero) y una bombona de gas para la cocina (puede que aún tenga algo de gas). No hay nada útil más. Tazas, platillos, vasos, cucharillas, botes vacíos... pero nada útil. Sólo basura, envases, plásticos, y más basura.

Sigues afuera sin saber muy bien qué hacer. Te da algo de miedo entrar en la cafetería, y Gaspar se ha ido tan rápido que no sabes si quiere estar solo. Miras a tu alrededor y ves las vallas, cada vez llegan más zombis.

La mayoría de cajas contienen trastos personales, parece que alguien los guardaba aquí, y no hay nada útil entre ellos: libros de texto, cuadernos, fotos, revistas... Hay unas cajas en la parte inferior que contienen bobinas de cables, casquillos, interruptores, bombillas, todo para edificios, como si fuesen restos de haber hecho una reforma.

Lo interesante está en las baldas inferiores. Hay latas de pintura, brochas, plásticos... pero también hay botellas de aceite para motor. Servirá para la Pulga. Hay una garrafa de combustible. Junto a la puerta, colgado de la pared, ves un matafuegos, pero no sabes si funcionará.

Nada especialmente útil, salvo la bombona de gas. En cualquier caso, no quería dejar nada atrás, así que cogí el cuchillo y luego la bombona y, en caso de que pudiera, la guitarra también; y volví a la Pulga con la intención de dejarlo todo en el maletero y volver para seguir explorando. Bueno, eso si no escuchaba nada extraño proveniente de la habitación por la que había entrado Nara.

En cuanto al montón de basura, le eché un rápido ojeo antes de salir. No pensaba meter mis manos allí, no quería cortarme y coger una infección... pero si veía algo por encima que pudiera merecer la pena, quizás buscaría la manera de conseguirlo sin correr demasiados riesgos.

Oís la Pulga arrancar, moverse y alejarse un poco lentamente y finalmente pararse.

Ves a Gaspar volver del garaje muy entusiasmado, montarse en la Pulga y llevarla hasta allí.

Cojo un palo y un trapo, me acerco a Sunhee en la barra para encenderlo con el Zippo, y me fabrico una antorcha casera. Vuelvo a entrar en la habitación, y echo un vistazo con extrema precaución ahora que veo mucho mejor.

De repente escucho la Pulga arrancar,  y una alerta de enciende en mi cabeza. En cuanto averigüe qué está pasando aquí, voy a salir pitando a ver qué está pasando.

Espero que Gaspar no nos deje aquí tiradas...

Mientras Sunhee sopesa cómo cargar con las cosas que ha encontrado, Nara se acerca y prende una antorcha con el Zippo y se lo guarda. Tras esto Nara vuelve a la habitación contigua a la cafetería.

Sunhee decide dejar la guitarra, pues la bombona es demasiado pesada. Coge el cuchillo y lo mete en su mochila roñosa, y trabajosamente carga con la bombona naranja hasta la salida.

Antes de salir echas esa ojeada al montón de basura. Son plásticos, embalajes, desechos amorfos putrefactos, huesos... es asqueroso. No hay nada de valor. Parece el vertedero de alguien durante mucho tiempo, de los que estuvieran aquí, posiblemente. Hay huesos humanos, ¿serían los caídos?

Sunhee sale de la cafetería cargando con una pesada bombona de butano. Está contenta, pues piensa que con ella podréis hacer funcionar la cocina de la Pulga. Apenas puede llevarla, y va casi arrastrándola. Gaspar ha llevado la Pulga al otro lado de la gasolinera, al garaje.

Jose la mira, curioso.

Entras en la otra estancia, iluminándola con la antorcha improvisada. Por como todo está dispuesto, y por la posición respecto a la cafetería deduces que se trata de la tienda. Pero el mobiliario no está dispuesto como en una tienda: las estanterías están amontonadas en un rincón, en el centro hay una mesa rodeada de sillas, y más allá hay unas camas. Al otro lado hay otras camas, con cuerdas. Todo está lleno de sangre. Junto a las camas con cuerdas ves claramente dos serruchos, y un botiquín abierto. Todo está sucio, muy sucio, y huele fatal. En tu mente se va formando una idea pero al principio no quieres centrarte en esos pensamientos.

Avanzas hasta colocarte junto a la mesa. Hay platos y cubiertos dispuestos ordenadamente, todo está ensangrentado. Hay sangre coagulada por todas partes. El hedor es lo peor. Junto a la mesa hay un cubo, con huesos dentro. Huesos humanos.

Te acercas a las camas con cuerdas, sobre algunas hay unas amalgamas que no reconoces bien, parece que en algún momento fueron cuerpos. Cuerpos humanos, atados a las camas. Aprecias que les faltan partes. Están desmembrados, descuartizados.

Aquí y allá hay montones oscuros y viscosos cuya composición no reconoces. La idea en tu mente cada vez está más clara, y poco a poco te va asaltando una sensación de dolor e impotencia, de miedo y náusea. Te sientes atrapada. Te sientes sucia. Te sientes morir. Empieza a costarte respirar, todo te da vueltas...

Vomitas y caes al suelo, de rodillas, al no poder soportar la realidad monstruosa que estás presenciando. Sin embargo no lloras.

Tambaleándome, salgo de la cafetería, donde me encuentro con Sunhee y Jose. Ven mi cara blanca y desencajada, y los miro con cara de espanto. En mi mano, la guitarra. Se la acerco temblorosa a Sunhee, que me sonríe como si hubiera encontrado la cura contra la plaga. Su sonrisa me parece fuera de este mundo. No puede existir alegría ni luz después de lo que he presenciado, y el simple hecho de ver su cara risueña me descoloca y me da náuseas. Reprimo como puedo la nueva arcada, y me apoyo en la pared.

Aqui ha pasado algo horrible, no puedo ni pensarlo. Se encerraron aquí, quién sabe cuánto tiempo, y cuando se quedaron sin provisiones, se comieron sus propios cuerpos. Entre ellos.  Tenemos que irnos de aquí. No puedo estar aquí más tiempo.

Quería preguntarle a Sunhee si habia encontrado algo de utilidad, pero ya vi que llevaba una bombona. Al menos podremos cocinar, si tenemos suerte y aún hay gas.

¿Dónde está Gaspar? ¿Por qué movió la Pulga?

Tenia tantas preguntas, y ninguna respuesta... Y de repente, volví a ser consciente del mar de zombis que nos rodeaba. Me sentí completamente derrotada y sin fuerzas, y con ganas de hacerme un ovillo y desaparecer. Pero el instinto de supervivencia es superior a cualquier otra cosa y me recompuse como pude.

Con la mirada perdida, arrastrando los pies y la guitarra colgando como un muñeco de trapo, giré para buscar a Gaspar, la Pulga, nuestra seguridad y nuestra única oportunidad de sobrevivir.

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Estaba contenta no... ¡lo siguiente! Ya me estaba imaginando los próximos almuerzos y cenas con la cocina en marcha. Que sí, que sí... que eso no evitaba que siguiéramos comiendo latas de comida asquerosa, pero al menos a partir de ahora serían latas de comida asquerosa recién cocinada. ¡Algo mejoraba!

—Jose —exclamé, llamando al chico cuando le vi—. ¡Échame una mano con esto!

Sin embargo, antes de que el chico pudiera ayudarme a transportar la pesada bombona de gas, escuché la voz de Nara tras de mí. Se le notaba preocupada, y... no era para menos. Mis sospechas se habían vuelto realidad... los zombies, todo tan cerrado, los restos humanos del montón de basura,...

—Eh, ¡Nara! ¡Tranquila! —solté la bombona y le agarré por los hombros, tratando de tranquilizarla—. ¡No nos va a pasar nada! Vamos, te necesitamos bien, ¿entendido? Eres la más fuerte del grupo.

Sin esperar respuesta de ella, le abracé. Me había sorprendido verla tan... mal. Nunca antes la había visto así, ni lo imaginaba que la vería así nunca. Contrastaba demasiado esa imagen con la de la Nara asesina de zombies que había visto siempre.

Tras unos segundos abrazada a ella, me separé y le miré al rostro.

—¿Viste algo que nos pudiera servir allí dentro? —sabía que no me gustaría entrar, pero... no podíamos dejar nada que fuera de utilidad sin saquear—. No te preocupes, entraré yo... déjamelo a mí. Tú lleva esto a la Pulga, ¿vale?

Le tendí el cuaderno con notas que había encontrado en el refugio antes de irnos de allí, así como el cuchillo de cocina que acababa de encontrar. Temía saber qué podía encontrarme allí dentro que hubiera asustado tanto a Nara, pero... a diferencia de ella, yo ya iba con el cuerpo hecho de lo que probablemente sería. No me impactaría tanto.

Algo había pasado ahí dentro. Algo que nos podía haber pasado a nosotros y solo la suerte nos había salvado. Debiamos aprender de los errores de los demás para no cometerlos nosotros. No estaba seguro de si quería saberlo pero, lo que si tenia claro, es que debia saberlo.

El conocimiento nos hará libres…

Investigo el interior del lugar, las cerraduras, el estado de los zombis, los alimentos que quedaban, la bombona de butano me resultaba interesante. Sabia que el butano no era toxico en si mismo pero, una concentración muy alta de butano puede asfixiar a una persona al desplazar el oxigeno fuera de la habitación. Eso sin contar con que era gaseoso a temperatura ambiente y una fuga podía convertirse en una deflagración con cualquier chispita.

Mientras Sunhee recibe a Nara y le pregunta por el interior y trata de tranquilizarla, Jose, sin mediar palabra, se adentra en el edificio.

Es cerca de mediodía y zombis se acumulan en las vallas. Gaspar está en el garaje, al otro lado del recinto; ha llevado la Pulga hasta allí.

Lo primero que ves cuando entras es la cafetería, la luz entra por una de las ventanas; las chicas deben haber retirado algún tablón. A tu derecha un montón asqueroso de basura, plásticos, amalgamas oscuras y huesos humanos. Al oler el lugar te entran náuseas y debes controlarte para no vomitar. No huele a gas, huele a podredumbre y a aire viciado.

Al fondo está la barra, y tras ella estanterías con vasos, copas, botellas rotas y vacías... y a la izquierda una puerta abierta. Avanzas hasta la barra y no encuentras nada de utilidad ahí. Sunhee debe haber revisado esto ya; pero Sunhee no ha entrado a la otra estancia.

Sales de la barra y te mueves hasta la puerta, con mucho cuidado. La estancia que se abre ante ti parece más grande, debe ser la Tienda, pero está muy muy oscura. No ves nada. El hedor es también muy fuerte aquí.