Partida Rol por web

Esto sí que no me lo esperaba. Estoy acostumbrada a tirar a matar, a apuntar a muertos. Pero encontrarme con un humano y que me ataque... Me he quedado petrificada y lo he pagado bien caro. Su maza me machaca y a duras penas, desde el suelo, le disparo justo junto a la cara, para que la flecha le pase rozando la mejilla. Esto le servirá como advertencia.

¡NO QUERIAMOS HACERTE DAÑO! ¡NI A TI NI A TU CABALLO!

Me aparto como puedo y saco mi machete, expectante.

Es... es... ¡¡¡Otra persona!!! Mi mente no da crédito a lo que ven mis ojos. Estoy paralizado mientras el jinete da vueltas, hasta que finalmente habla. Bajo de La Pulga de un salto, con una sonrisa que me ocupa toda la cara. Echo el sombrero un poco hacia atrás para ver mejor. No podría dismular mi alegría aunque quisiera. ¡Y no quiero! - Holaaaaa - Saludo agitando la mano.

Me pongo junto a José. Recuerdo que es mejor que hable él que es el más listo. No puedo parar de moverme y codear a José entre risitas.

Todo se había ido al traste tan rápido como había empezado. Me quedé atónita cuando el hombre empezó a gritar y golpeó a Nara con su maza... y luego cuando Nara soltó la flecha y sacaba su machete. Sabía que no quería hacerle daño, pero tampoco podíamos permitir que él nos lo hiciera a nosotras.

No podía permitir que volviera a hacerle daño a Nara...

—¡DÉJALA EN PAZ! 

Lo grité con todas mis fuerzas, mientras corría y me tiraba con todo lo que tenía contra su cuerpo, con la intención de desestabilizarle y hacerle caer al suelo antes de que volviera a golpear a mi amiga. Sabía que me ganaba en tamaño, y que era más fuerte que yo... pero una vez en el suelo, Nara podría ayudarme a inmovilizarlo. Después de todo, éramos dos contra uno.

Tras el mazazo la arquera consigue dispararme, pero no me da. Luego la otra niña se lanza contra mí, aunque no sé muy lo que pretende. ¿Piensan que podrán conmigo ellas dos solas?

Tras encomendarme a Dios devuelvo un mazazo a la chinilla. Le asesto un buen golpe en el brazo izquierdo, y noto un crujido.

Su mochila deja caer algunas cosas al suelo por el golpe.

¡CRACK!

Eso fue mi hueso rompiéndose cuando la maza me golpeó... y, tras ello, un grito de dolor.

—¡AH...! ¡JODER!

Mis ojos se empaparon en lágrimas al instante, mientras yo me retorcía en el suelo. No podía mover el brazo... y cuando me lo miré, lo vi en una posición horrenda e imposible, totalmente doblado y lleno de sangre debido a las heridas provocadas por los pinchos de la maza.

—No... no, por favor, no... mi brazo —gemí sin poder apartar la mirada de "aquello".

En ese momento sentí frustración, miedo, odio e impotencia. Reprimí el llanto como pude... como tantas veces había hecho en el pasado, e intenté reincorporarme del suelo ayudándome de mi brazo derecho. No iba a dejar que aquel imbécil nos matara... y todo por un maldito malentendido.

Aterrada, agarro a Sunhee por el brazo para ayudarla a levantarse, y me precipito arrastrándola a escapar como podamos de este energúmeno que nos va a matar si estamos aquí un segundo más. Corro con todas mis fuerzas hacia la Pulga.

No me lo podía creer. Y además no parecía agresivo.

Hola. Me llamo José y mi amigo es Gaspar. Es la primera vez que venimos por esta zona.

Has usado la palabra Frontera. Nos puedes explicar a qué te refieres?

Nara tira de Sunhee y la ayuda a incorporarse y a caminar los primeros pasos. Corréis. Corréis como alma que lleva el diablo, notando el frío horror de la muerte a vuestras espaldas. El jinete os persigue un poco, os grita y os maldice, pero pronto se cansa y de reojo podéis ver cómo vuelve a por su caballo.

Sin embargo seguís corriendo. La lluvia oculta las lágrimas de Sunhee. El brazo roto le duele horrores y le cuesta muchísimo esfuerzo no soltar un grito de dolor con cada balanceo al correr. Seguís corriendo hasta la linde del bosque, habiendo dejado atrás la hondonada de merenderos.

Desde aquí podéis ver la Pulga. Y a Jose. Y a Gaspar. Y a otro jinete blanco a lomos de otro caballo negro frente a ellos.

Interesante que no conozcan las fronteras- pienso para mí. ¿Tampoco sabrán de zombis? Y respondo: Hola José y Gaspar. -sonrío- Es obvio que estáis aquí por vez primera, parecéis perdidos. Pero no habéis respondido a mis preguntas. ¿De dónde sois? ¿Qué hacéis aquí? ¿A dónde vais y de dónde venís? ¿El ruido de claxon fue de vuestro vehículo?

Me dejé llevar por Nara hasta que llegamos cerca de donde estaba la Pulga. A cada zancada que daba, el brazo inerte emitía un dolor intenso que recorría todo mi cuerpo y que provocaba que mi rostro se contrajera. Aquello era un suplicio... Necesitaba hacerme un cabestrillo improvisado, o cualquier cosa que me pudiera ayudar a sujetármelo cuanto antes, lo sabía... pero no teníamos tiempo ni era el momento.

Y, la situación que vimos al llegar a la Pulga, no ayudaba tampoco...

—Nara —gemí a modo de aviso y con un miedo terrible, cuando vi al nuevo jinete frente a nuestros amigos.

Sin dudar ni un momento, me deshice del agarrón de Nara y me oculté tras un árbol. Luego le hice una señal a mi amiga para que guardara silencio. Quería ver si aquellos hombres realmente eran nuestros enemigos o simplemente todo lo anterior había sido un malentendido... así que asomé ligeramente mi cabeza tras el árbol una vez segura de que me había escondido bien, y traté de ver y escuchar todo lo que pasaba. Con mi brazo sano me sujetaba el roto, tratando de mantenerlo inmovilizado...

Todo esto tenía que ser una pesadilla... ¡Otro jinete! Al menos este caballo estaba entero. Pero, ¿qué estaba pasando? ¿Había sido un encuentro tan desastroso como el nuestro? Al esconderme tras otro árbol imitando a Sunhee, puse toda mi atención en intentar escuchar lo que hablaban, descifrar su lenguaje corporal, encontrar alguna pista que me pudiese alertar de si estaban charlando amistosamente o era un enemigo. Quizá había alguna esperanza de poder enderezar la desastrosa situación. Eso sí, si se demostraba que finalmente eran enemigos, no tendría reparos ya en ensartarlos con mis flechas desde lejos y utilizando el elemento sorpresa. Después de ver lo que nos había hecho, una furia ciega e incendiaria se apoderaba de mi, un salvaje sentido de la supervivencia me empujaba a hacerles daño, y sobre todo el sabor amargo de la sed de venganza. Al ver a la pobre Sunhee intentando no llorar contra el árbol, me invadía la ira. Bajé la vista hasta su brazo y me horroricé. Afortunadamente estaba Jose... Si es que por una puta vez podía hacer algo a derechas. Si no la curaba y entablillaba perfectamente me aseguraría de torturarlo hasta que suplicara. 

Sunhee, tranquila, todo va a ir bien. Vamos a quedarnos aquí a ver si podemos escuchar de qué hablan. Si hay que acercarse o hacer algo, lo haré yo, y tú por favor quédate bien escondida hasta que Jose pueda curarte. Descansa y ocultate. Tengo la ventaja de la distancia y la sorpresa, así que podré ayudarles si son atacados. - lo dije todo susurrando, desde el árbol de al lado.

Me concentro en la escena de la Pulga, con el arco y la flecha preparados, agazapada.

Por favor vigila también que no venga el otro, por cierto. -​​​​​​ No quería llevarme otra sorpresa desagradable.

Os agazapáis bien entre los árboles y los arbustos del borde del bosque. La Pulga no se ha movido, sigue dónde habéis pasado la noche,  en mitad de la pradera,algo lejos de vuestra posición.

La lluvia sigue cayendo sobre el lugar, y entre el ruido del viento azotando las copas de los árboles y los intermitentes truenos, no podéis oír nada de lo que hablan.

Sin embargo sí podéis analizar el lenguaje corporal de los tres. Jose y Gaspar están de pie junto a la Pulga, sin armas en sus manos. El jinete, aún montado, está frente a ellos. Lleva ropajes similares a vuestro amigo del merendero, pero parece menos fuerte. Lleva una mochila a la espalda y una lanza en su mano derecha, pero no parece tener intención de usarla. Los tres parecen conversar, Gaspar apenas habla. Es Jose quien intercambia palabras con el jinete.

Aunque no oyes nada, te das cuenta que el jinete está haciendo muchas preguntas a tus compañeros, y no parece contentarse mucho con sus respuestas.

Sunhee, no parece hostil. Hemos tenido muy mala suerte con el otro. ¿Te parece bien que me acerque lentamente en actitud amistosa y sin armas preparadas?

Tiene pinta de que el jinete está haciendo muchas preguntas y no parece estar muy satisfecho con lo que Jose le responde.

Tendrías que quedarte muy bien escondida aquí por si vuelve el otro. O podemos acercarnos las dos y decir que te has caído. O explicar lo que ha pasado para intentar hacerle entender que ha sido un desafortunado accidente, quizás interceda por nosotras. Sinceramente me puede la curiosidad y necesitamos curarte. ¿Qué opinas? - sigo agazapada susurrando

No sabía qué hacer... no parecía hostil, pero... ya no me fiaba de nada. ¿Por qué tenía la lanza en la mano entonces? Gaspar y Jose iban desarmados, ¿no sería menos agresivo si él también guardaba su arma?

—E-está bien —susurré, a duras penas debido al dolor—. Será mejor decir la verdad, Nara... que solo íbamos a cazar a lo que fuera que había dejado aquellas huellas y que no queríamos herir a su compañero. Yo... esperaré aquí, si algo va mal... hazme una señal cuando él no mire, ¿vale? Si al final no es agresivo, ven a por mí o hazme otra señal...

No sabría si podría defenderles en caso de que algo fuera mal, pero... lo intentaría con toda mi alma. Aún tenía un brazo intacto, y confiaba en mí misma.

—Nara... ten cuidado...

Le miré al rostro y agradecí que estuviera lloviendo, ya que así se disimulaba las lágrimas que recorrían mi cara. Luego dejé de sujetarme el brazo, y agarré mi daga preparada para cualquier cosa...

Me acomodo nuevamente el dombrero, me siento repentinamente avergonzado. Nervioso levanto la mano. - Eeeeehh... lo del claxón... eso fue mi culpa... lo he hecho sonar sin querer. Espero no haber causado un problema. Lo causé para nosotros, sin dudas. Los caminantes de varios kilómetros empezaron a rodearnos... Lo siento. No ocurrirá de nuevo. Corté el cable. - Todo el tiempo hasta acá hablo tenso. Al terminar me relajo y sonrío.

Decidida, la miré fijamente dándole ánimos sin palabras, y me levanté.

No dudes en gritar si viene el otro - le susurré antes de guardar mi flecha, echarme al hombro el arco y echar a andar desarmada en su dirección.

Andaba lentamente, dejándome ver claramente.

Al dejarme ver, sigo atenta a sus reacciones y sus palabras, lenguaje corporal y sobre todo la reacción del jinete.

Hemos estado en un refugio no lejos de aquí prácticamente toda nuestra vida. Dejo de ser seguro hace tiempo y nos quedábamos sin comida. Nuestra única opción fue salir en busca de un lugar mejor. 

Cruzamos una zona infestada de muertos para llegar hasta aquí. Era prácticamente un bloqueo infranqueable pero Gaspar es un crack al volante.

Tenemos un destino en mente. Vamos en dirección a la costa suponiendo que una isla será más segura que el continente. No obstante nos adaptamos a lo que encontramos. Si localizamos un refugio o un asentamiento estable y seguro no creo que fuésemos a hacerle ascos.

Tú pareces bien alimentado, descansado e incluso tienes un caballo. Además hablas de fronteras. No voy a negar que nos estás creando ciertas esperanzas.

Serias tan amable de contarnos cómo son las cosas por aquí?

El jinete escucha con atención vuestra historia. Mostrando expresiones diversas según lo que contábais. Sobretodo se muestra incrédulo y sorprendido. En ningún momento suelta la lanza ni baja del caballo.

A vuestra izquierda Nara aparece sola de entre los árboles. Camina despacio, sin armas en las manos, el arco a la espalda. Se acerca a vosotros. El jinete también la ha visto.