Partida Rol por web

Voy siguiendo la conversación con gran interés. El hombre me parece confiable, amable y no dudaría un momento en irme con él, pero por suerte contamos con José. Menciona precauciones muy interesantes y empiezo a dudar de qué nos conviene. En ese momento Estelvio menciona lo de su compañero al tiempo que señala hacia donde se encontraba Sunhee. La cara me cambia completamente a preocupación y seriedad. - Mire, Estelvio. Somos cuatro y no conocemos a ninguna otra persona viva. Usted tiene el honor de ser el primero. Ahora lo único que me preocupa es que su compañero se muestre y que mi compañera también lo haga para que estemos todos tranquilos.

Bueno, ha llegado el momento. De cómo mida mis palabras dependerá el futuro de nuestra colaboración.

Tengo mucho interés en conocer más a fondo lo que nos cuentas. Sois una comunidad y guardáis una frontera, así que hay más grupo de humanos... Increíble. Nosotros hemos vivido durante 50 años encerrados en un refugio seguro, y acabamos de atravesar Santiago, en busca de un futuro. Ha sido casi imposible, hay miles  de zombies. Venimos de dentro, por lo que jamás hemos visto otro ser humano y no teníamos ni idea de que hubiera más.

Por este motivo, Estelvio, fuimos al bosque, y muertos de hambre como estamos, colocamos una trampa para cazar. Pensamos que lo peor que podría pasar es que viniese un jabalí zombi. Pero desafortunadamente hemos herido al caballo de tu compañero con el cepo. Jamás habíamos visto un caballo, son criaturas majestuosas y lo sentimos profundamente. Nos apresuramos a disculparnos y socorrerlos, pero tu compañero pensó que era una trampa y nos atacó. Ha roto el brazo de mi compañera y cuelga inerte. Veníamos huyendo de él, y te hemos encontrado, por lo que ella se escondió. Está muy débil.

No sabes cuánto lo sentimos. Debes creernos. Sabemos lo valioso que debe ser un caballo. 

Espero que sepas leer la sinceridad en mis palabras y puedas interceder con tu compañero para que nos nos mate. Entendemos su ira. Si podemos compensaros, lo haremos.

mirando a mis amigos: Chicos, si queréis hablar en privado, me parece bien. Pero si guarda la frontera precisamente su trabajo quizá sea no dejarnos ir, y no significa por ello que quieran hacernos daño. 

La conversación había dado un vuelco muy importante. No estaba siendo muy positiva y además tenemos dos heridos. Me parece que las prioridades han cambiado.

Esto cambia mucho las cosas. Tenemos una compañera herida y tu amigo la busca para hacerle daño. Tengo algunos conocimientos de primeros auxilios y curas. Te propongo que vayamos inmediatamente a ayudar a mi amiga, a impedir que tu compañero le haga daño y me ofrezco a curar a vuestro caballo también como gesto de buena voluntad.

Como ves, mi compañera Nara podía haberte disparado una flecha por la espalda y, en su lugar, ha venido de buena fe a contar lo ocurrido para no añadir más leña al fuego.

Creo que esto es una oportunidad para que ambos hagamos lo correcto. Empezando por ayudar a los heridos y evitar mas violencia.

Quedo impresionado ante la sinceridad repentina de todos, sobretodo de la chica. Primero entiendo sus motivos y su desconfianza, y ya hay muchos cabos que empiezo a atar. Luego quedo impresionado de que vengan de dentro de la frontera, podrían darnos muchísima información. Y por último André, su caballo Jaril, me temo que mi compañero haya reaccionado de la peor manera, o de la mejor manera que él puede reaccionar.

Intentando que no se me note demasiado mi cara de asombro, hablo: - Vuestra historia es impresionante. -de verdad es impresionante, ¡Dios!- De veras no sabéis nada de este mundo, y es normal que desconfiéis de mí, o de cualquiera que se cruce en vuestro camino. Aún no comprendo cómo habéis podido salir de ahí. Sin embargo venís del mismo paraíso, tierra santa, invadido por zombis. Nuestra labor es vigilar las fronteras con el reino de la muerte, y esperar el momento oportuno para reconquistar Tierra Santa. Puede que el momento haya llegado... -digo pensativo- El Abad os recibirá aún más alegre, y todavía más interesado por vuestras historias. Podríais ayudarnos a entrar, explicarnos cómo lo habéis hecho... -mejor me callo, y que sea el abad quien se ocupe de estos asuntos.

- Pero André puede ser un problema, lo reconozco. -digo comprensivo- No es precisamente muy comprensivo con los pecadores, ni con aquellos que se mueven por los límites del pecado. Debéis arrepentiros verdaderamente por haber herido a su caballo, y aún así un error como ese es difícilmente explicable... quizá antes debería hablar yo con él para calmarle, y explicarle vuestra utilidad para con nuestra causa. -sigo pensando, preocupado- Si vuestra amiga está herida ya es algo, André no suele fallar de ese modo cuando lucha. Dios debe haber intercedido y protegido a vuestra amiga.

Tengo los nervios en extrema tensión. Paso de la euforia al miedo en un salto.  Cuando Nara cuenta cómo se encuentra Sunhee mi capacidad de contenerme llega al límite. Ni al comienzo, ni ahora he podido ocultar lo que siento. Mi rostro lo expresa con claridad, toda mi vida fue así. Ahora mismo tengo los ojos desorbitados y la mandíbula apretada.

Sin importarme lo que le vaya a parecer a Estelvio, entro en La Pulga y salgo con la llave inglesa. – Ya conoces mi historia así que no tengo que explicarte porqué estas tres personas son lo único que me importa en el mundo. Voy a buscar a mi amiga, y si tu compañero le ha hecho algo más van a comenzar a pasar todo tipo de locuras y estupideces, la primera de las cuales será… - Agito los mapas en el aire con una mano - … quemar estos mapas donde tengo detallado todos los caminos que recorrimos en Santiago hasta salir. Tienes un caballo y puedes adelantarte para prevenir el problema. – Tras decir eso empiezo a caminar hacia el bosque, llevo un paso apresurado, pero no corro, por si necesito energías para pelear. - ¡Sunhee! ¡Sunhee, muéstrate para que sepamos que estás bien! ¡Sunhee!

Jose, coge el botiquín, Sunhee necesita ayuda urgente. Vamos.

Estelvio, espero puedas disculpar la intensidad de mi amigo Gaspar, Sunhee es muy importante para él. Colaborar con vosotros en lo posible, como he dicho, será nuestra manera de intentar reponer el daño hecho a vuestro caballo. Vamos a socorrer a nuestra amiga. ¿Podrías por favor acercarte a hablar con tu compañero? No es muy recomendable que él y Gaspar se encuentren... Ya he sufrido en mis carnes su fuerza y no quiero que hiera a otro de mis amigos, después de todo lo que hemos pasado contra los zombis.

El mayor de ellos, Gaspar creo que ha dicho, me deja impactado con su arrojo, su temeridad y su lealtad hacia su amiga Sunhee. Si bien no sabe de lo que habla cuando piensa en enfrentarse a André. Coge una herramienta enorme y comienza a caminar con paso firme hacia el castañar, donde deben encontrarse André y también su amiga.

La chica vuelve a hablar, de nuevo correctamente. De su rostro emana una luz... y de su boca una sinceridad... que me iluminan, como si estuviese tocada por Dios de algún modo, y a eso hay que sumar que ha sobrevivido a un combate contra André. Definitivamente tengo mucha curiosidad por este grupo, y ardo en deseos de llevarlos frente al abad.

- No tienes que disculparte, Nara. Es perfectamente comprensible que esté furioso. -en parte yo lo estoy un poco por el atrevimiento de las chicas de colocar una trampa en nuestras tierras, si bien no sabían que eran nuestras- Pero es mejor para todos que nos calmemos y que intentemos resolver todo esto razonablemente. -Luego miro al listillo- En el monasterio podremos curarla mejor que aquí. -afirmo secamente y con rotundidad.

Y sin decir nada más cabalgo hasta Gaspar, quien ya se encuentra a medio camino: - ¡Gaspar! ¡Espera! No debes enfrentarte a André. Te destrozará. -intento calmar al chaval y persudairlo. Observo el mapa que sostiene en la mano... ¿y si lo que dice es cierto? ¿Y si tienen un mapa con el camino hacia Tierra Santa?- Déjame a mí hablar con él primero. Ve con tu amiga y ayúdala, espero que no tenga heridas muy graves. -suspiro- Pero si así es te imploro que sepas perdonar a mi amigo.

Acto seguido emprendo el galope hacia el bosquecillo, en busca de André, y al poco me pierdo entre los árboles.

Ves que la conversación continúa. Todos hablan, y tras unas palabras de Nara Gaspar parece enfurecerse, entra en la furgoneta y sale con la llave inglesa en la mano. Luego dice algo y empieza a caminar hacia ti. Nara habla con el jinete, que responde algo, cabalga hasta Gaspar, le dice algo, y luego cabalga al galope en tu dirección.

Al poco rato está a tu altura, pasa a pocos metros de ti, sin verte, y se adentra en el bosque. De seguro va en busca del jinete de la maza. Te quedas ahí unos minutos, hasta que Gaspar alcanza la linde del bosque, gritando:

 ¡Sunhee! ¡Sunhee, muéstrate para que sepamos que estás bien! ¡Sunhee!

Tras él Nara y Jose se acercan, Jose con el botiquín en la mano.

El jinete se pierde entre los árboles. La lluvia continúa, pero la tormenta parece amainar un poco. Las gotas ahora son finas aunque aún muy persistentes. Sabéis que es mediodía por como rugen vuestras tripas.

Gaspar es el primero en llegar a la linde del bosque, llamando a Sunhee, que asoma de entre unos arbustos, sujetando su brazo izquierdo con el derecho, pálida. Tiene el brazo destrozado, roto de un mazazo. Al poco llegan Nara y Jose, que lleva el botiquín.

Los cuatro os reunís en la linde del bosque, al abrigo de los árboles. Aquí debajo la lluvia es menos intensa, y el olor de las flores del incipiente otoño contrasta con la expresión de dolor de vuestra amiga Sunhee.

La Pulga os mira desde lejos.

Todavía voy mascullando rabia cuando veo a Sunhee. En seguida el corazón empiza a saltarme del pecho a la velocidad de las alas de un colibrí. Suelta la llave inglesa al tiempo que comienzo una carrera desesperada. Cuando llego junto a ella me arrodillo despacio, mis ojos no pueden creer lo que ven. - Sunhee... - murmuro mientras la tomo en brazos con delicadeza. - Sunhee, por favor - balbuceo cuando llegan Nara y José - José... has algo. ¿Cómo te ayudo? Vamos a solucionarlo.

Cuando vi a mis compañeros, intenté sonreír... aunque la mueca que hice no debió ser suficiente. La mirada de preocupación de Gaspar era tal como lo había imaginado, y aquello me quebró el alma. No quería preocuparles; y, sin embargo, ahora lo estaba haciendo más que nunca.

—Hola —saludé, con una media sonrisa, cuando Gaspar llegó a mí—. Estoy bien, de verdad... no te preocupes...

Obviamente era mentira... el brazo me dolía horrores, y la forma que tenía: hinchado, frío, lleno de sangre y doblado en una forma casi imposible pese a que lo tenía sujeto con mi otro brazo no parecía presagiar nada bueno.

—Sólo está un poquito roto, no duele tanto...

Sin embargo, cuando Gaspar me cogió en brazos, esbocé una mueca de dolor. Cualquier mínimo movimiento era una tortura para mí. Pese a todo, agradecí el gesto; incluso mis pálidas mejillas se ruborizaron un poco. Podía andar, pero... por alguna razón, me sentí más reconfortada entre sus brazos.

Junto a mis amigos me sentía más segura... nada podía ir mal con ellos.

Un brazo roto no es algo que pudiese curar sin más. Pero lo podía entablillar e inmovilizar y darle analgésicos mientras se curaba. Dentro de lo malo no teníamos que lamentar males mayores.

Puedes estar orgullosa Sunhee. Si me hubiera pasado a mi probablemente no tendría solo un brazo roto. Ahora estaríais enterrándome con mis libros. Te voy a inmovilizar el brazo y te tomas esto, te hará sentir un poco mejor. No tenemos muchos, pero al menos te ayudara los primeros días mientras se alivia el dolor muscular.

Me esfuerzo al máximo por hacer un buen trabajo con Sunhee. Un hueso mal soldado podría darle problemas el resto de su vida. Me sentiría fatal. Lo único que se hacer es esto así que, al menos, lo hare bien.

Examino su brazo para ver si hay alguna herida abierta por el golpe, algo que debamos desinfectar y limpiar antes de nada. Parece tener un grandísimo moratón pero ningún corte de modo que empiezo a vendarlo.

Te daría algo para morder, por el dolor, pero lo de un humano “mordiendo” parece que se esta convirtiendo en algo demasiado habitual ¿no?

Sonreí ligeramente ante el chiste de Jose; sin embargo, cuando empezó a reajustarme el brazo antes de inmovilizármelo...

—¡AHHHHHHH! ¡JODER...!

No pude evitarlo, a cada movimiento que hacía... se me escapaba un grito de dolor. Mi cuerpo se enfrío aún más de lo que ya estaba, y mis ojos se volvieron a empapar de lágrimas...

—¡PARA, POR FAVOR...! ¡AHHH!

Por momentos, incluso hasta preferí que me cortaran el brazo... al menos hasta que por fin terminó. Cuando paró, apenas podía articular palabra... Sollozaba, y mi mirada estaba un poco perdida en la nada, pero el dolor al menos había disminuido...

—Gra-gracias, Jose —logré llegar a decir.

Jose esamina la herida, por el color ha debido ser un golpe muy fuerte. Luego limpia la zona de la herida, no hay cortes ni objetos incrustados, es sólo un golpe. Recoloca el brazo en su posición más natural y ayudándose del palo más apropiado que encuentra lo entablilla, inmovilizando el hueso roto. Luego improvisa un cabestrillo y lo ajusta. Sunhee no podrá mover el brazo por un tiempo, pero si se cura y suelda bien, dentro de unos meses ya no se acordará de esto.

No hay rastro de los jinetes. Volverán de un momento a otro. Sólo Nara ha visto claramente y de cerca a los dos. Sunhee ha visto bien a André, pero de lejos a Estelvio; y Gaspar y Jose sólo han visto Estelvio, y ni imaginan cómo es André. Cada uno tenéis impresiones y opiniones diversas sobre ellos. Lo que está claro es que forman parte de un grupo más grande y que están organizados. Por otro lado todos habéis visto muy bien el símbolo que llevan pintado en el pecho, sobre el jubón blanco:

La lluvia continúa. La Pulga yace solitaria allá a lo lejos, en la carretera, como una torre que se alza majestuosa... Al mirarla veis a una pareja de zombis que aparece tras ella, en el extremo opuesto del llano. Caminan lentamente y sin rumbo aparente.