Partida Rol por web

Ves cómo Nara camina despacio hacia la Pulga, al tiempo que tus compañeros siguen hablando con el jinete.

Te has escondido tan bien que el otro jinete tampoco te vería si viniera detrás vuestra.

La historia de los chicos me sorprende muchísimo. Tan pequeños y tan solos. Con este vehículo...

- No te preocupes. El claxon no nos ha afectado en absoluto. O al contrario, ha alejado a los zombis de nuestras tierras.- respondo al que parece mayor y menos hablador.

- Me gustaría escuchar mejor vuestra historia, y seguro que al abad también. ¿Os puedo invitar a acompañarme? Tenemos un lugar seguro, camas, agua caliente, comida... cuidaremos de vosotros. ¿Qué me decís?

Estoy ofreciendo esto cuando veo que una chica se acerca desde el bosque. Supongo que es compañera de ellos. Miro a mi alrededor por si hubiera más.

- ¿Cuántos sois?

Sigues caminando hasta llegar junto a tus compañeros. El jinete hace rato que te observa y te espera. Sin duda lleva el mismo símbolo que el otro pintado en el pecho. Es más menudo y tiene un rostro más amigable. No lleva casco.

Nara camina hasta colocarse junto a vosotros. Viene sola, sin Sunhee. El jinete la ha visto desde hace rato y espera a que llegue. Parece algo inquieto, y mira a su alrededor como buscando a más chicos como vosotros. La repentina aparición de una chica más no parece haberle gustado.

- ¿Pero cuántos sois?- insisto.

Al llegar junto al grupo escrutino la cara de mis dos amigos en busca de alguna pista, aunque sea ínfima.

Hola - digo, titubeando - soy Nara. ¿Es que hay aún humanos vivos? ¡Y tenéis caballos!

Intento hacerme la sorprendida por encontrármelo allí, pero es inútil esquivar una pregunta tan directa y tarde o temprano habrá que responderle si queremos colaborar con él de alguna manera.

Espero que Jose, tan listo que es, sepa manejar la situación para nuestro beneficio. ¿De qué habrán hablado? El jinete parece un tipo inquisitivo, de aquella clase social que nos habían contado alguna vez a la que tenías que rendir cuentas, y a su vez ellos solo rendían cuentas ante un dios invisible. 

¿Qué clase de ingenuo podría creer en un dios ante este mundo aberrante? No existe infierno más vil que el que vivimos, de eso estoy segura.

​​​​Desde luego no sé cómo voy a abordar el tema de su amigo. Al menos podría bajarse del caballo para hablar, es un torpe intento de intimidación. Al fin y al cabo, somos tres contra uno...

Con Nara a nuestro lado era más fácil sentirse seguro. Ella podía preparar y disparar su arco en lo que un zombi tarda en decir “aargh”.

La oferta hubiese parecido más tentadora de no haber visto lo que habíamos visto en la gasolinera. No podías confiar en nadie y, desde luego, no podía decidir por mis compañeros si nos arriesgábamos o no a meternos en la boca del lobo… y nunca mejor dicho.

Respecto a tu pregunta, dado que tú tampoco nos has dicho cuántos sois vosotros, te responderé con un acertijo. Somos mínimo tres, y máximo los que quepan en una furgoneta de tamaño medio como esta. -bromeo, quitándole peso al asunto

La oferta es muy tentadora, aunque como comprenderás, debemos ser cautos en quien confiamos. No puedo decidir por mis compañeros. ¿Te parecería sensato si discutimos entre nosotros durante unos minutos y te damos nuestra respuesta?

El asunto de las fronteras seguía sin contestarlo. Fronteras, nuestras tierras, de verdad no comprendía respecto a quienes debían reclamar la posesión del territorio y, por otro lado, el hecho de que lo hiciesen ya me resultaba desalentador.

En un infierno como este, ¿no deberían los supervivientes cooperar para sobrevivir? ¿No deberían de desparecer las ideas de dominio y posesión? ¿Quizás se defendían de hombres malvados que hacían cosas crueles? Debemos aprender mucho de como es el mundo en la actualidad y ellos nos podían poner al día pero, ¿a que precio?

Al irse Nara, me agazapé tras el árbol y me sequé, con el dorso de la mano con la que tenía sujeta la daga, el agua que cubría mi rostro. Fue una tontería hacerlo, pues a los pocos segundos ya volvía a estar mojada por la llovizna, pero me sentí un poco más reconfortada habiéndome limpiado las lágrimas.

Luego suspiré y traté de calmarme pese al intenso dolor que sentía. Todo había sido demasiado caótico... debía tranquilizarme para poder analizar bien la situación. Así pues, tras respirar hondo varias veces, volví a asomar ligeramente mi cabeza y mirar hacia mis compañeros.

Vamos, Nara... hazme un gesto de que todo va bien, por favor...

Temía con toda mi alma que aquel hombre también fuera agresivo. Si lo era, estaríamos en una situación realmente peligrosa... pues parecían más fuertes que los chicos... y por supuesto, más fuerte que Nara y yo teniendo en cuenta que las dos estábamos heridas. Además, ¿cuántos serían? Solo habíamos visto a dos, pero... ambos vestían igual. Seguramente se trataban de un grupo...

El jinete ve a Nara como a medio camino desde donde estás. Mira nervioso alrededor, como buscando a más supervivientes que pudieran salir como ella de entre los árboles. Por un momento mira fijamente hacia donde estás, no hace nada. Cuando Nara llega habla con él, y la conversación sigue.

No sabía de lo que estaban hablando, pero la cara de nerviosismo del hombre me dejó claro que temía que fuéramos nosotros quien le atacáramos. Era curioso, porque a nosotros nos pasaba lo mismo con ellos...

Cuando miró hacia la zona en la que me encontraba yo, quité la mirada y volví a ocultar mi rostro tras el árbol. Luego, sin moverme del sitio, ojeé un poco a mi alrededor temiendo encontrarme con el hombre de la maza. No parecía estar cerca aún, pero estaba segura de que en cuanto liberara del cepo la pata de su caballo y se asegurara que estaba bien, vendría a por nosotras...

La chica parece ser bastante más resuelta que sus amigos.Y más educada. Por su pregunta empiezo a creer que realmente han estado aislados durante mucho tiempo, o puede que incluso durante toda su vida. Pero, ¿dónde?

- Hola Nara, yo soy Estelvio, guardián de estas fronteras.-es mi presentación cordial, la misma que he dado a sus amigos- Sí -respondo con una flamante sonrisa- Tenemos caballos. Y más cosas. ¡Y claro que hay humanos vivos! ¿De dónde demonios venís? -por la proveniencia del claxon imagino que deben haberse adentrado en las fronteras de Santiago, por eror, pero es imposible que vengan de ahí, ¿de dónde vendrán?

Luego el chico más menudo vuelve a hablar, algo chulesco, planteándome un lamentable acertijo, vaya críos que me he encontrado: -Me imagino que debes ser el listillo del grupo, ¿no? -suspiro, cansado; los listillos así siempre me han dado pereza. Sé que será de él de quién podré obtener más información, dada su vanidad, pero también tendré que aguantarle cosas como esta, y no estoy dispuesto a hacerlo- José, ¿verdad?. No tengo que darte ninguna explicación. Por mí como si os devoran esas almas en pena. Ya os he dicho que me gustaría oír vuestra historia, y también al abad, estoy seguro. Pero podemos hacerlo aquí, en mitad de la nada, bajo esta tormenta, o bajo nuestro cálido techo, en torno a una hoguera y con un buen plato de sopa entre las manos. Os estoy ofreciendo refugio, comida, agua caliente, porque os veo muy necesitados y porque estáis perdidos. Pero no tengo ninguna necesidad de hacerlo. -en realidad uno de mis votos sí me obliga a atender al inocente. Pero, Dios mío dame paciencia, empiezo a temer que este chaval sea el líder del grupo, y no puedo explicarme cómo con esa actitud siguen aún con vida.- Debatidlo si queréis. Puedo esperar aquí, y oír vuestro "interesantísimo" debate. O puedo ir un poco más allá a buscar a mi compañero André, que ya debe haber terminado de recoger unos frutos, aunque me imagino que eso seguramente inquietaría a su "ilustre eminencia". -lo de ilustre eminencia lo digo con el tono más sarcástico que puedo.- ¿Puedo ir a buscarle o también os lo tomaréis como una ofensa?

Estás bien escondida. Aunque el jinete de la maza viniese por aquí le sería difícil (que no imposible) dar contigo, así agazapada entre unos densos arbustos como estás.

Por otro lado lo que ves junto a la Pulga no te gusta demasiado. Jose parece llevar la voz cantante del grupo. Nara dice algo, y Gaspar permanece callado. El jinete de la lanza señala varias veces hacia tu posición; no exactamente tu posición, sino cerca.

El brazo te duele y está muy inflamado. Deberías ir pensando en hacer algo con él...

El brazo me dolía horrores y, por más que no quisiera mirármelo, no podía evitar que de reojo lo revisara... Eso sí, cuanto más lo veía, menos quería verlo. Estaba rojo, y no sólo de la sangre que comenzaba a coagularse... también morado por zonas, especialmente aquellas donde el hueso debía haberse roto. Si eso no fuera poco, notaba el brazo inflamado pero frío... casi como si estuviera muerta. Aquello tenía la peor de las pintas posibles...

Me voy a quedar sin brazo.

Mi mente empezaba a asumirlo: cuando saliera de los arbustos Jose me vería el brazo y luego las heridas hechas por los pinchos de la maza, vería la pinta que tenían y su cara... su cara sería de espanto. Gaspar también, y Nara... Finalmente me diría que no podría volver a usar el brazo. 

Alcé la mirada, centrándola en el cielo encapotado y gris. Con suerte, me recuperaría de las heridas, o tal vez se me infectarían y se complicarían aún más las cosas.

Sonreí irónicamente antes de volver a echar un último vistazo a mis compañeros. Luego, viendo que no había novedades, guardé como pude la daga en mi cinto y, usando sólo mi brazo sano, abrí la mochila. Por fortuna, tenía algo de medicamento que calmaría la hinchazón y tal vez, con algo de suerte, me aliviarían un poco del dolor. Cuando di con él, me lo metí en la boca y tragué. Luego puse la mochila en mi regazo y, me sujeté el brazo roto con el brazo derecho apoyándomelo en el pecho y manteniéndolo en alto. No tenía cabestrillo, pero aún tenía un brazo que me podría ayudar a mantenerlo sujeto y en alza. Eso ayudaría también a la hinchazón, o eso esperaba al menos. Aunque, solo sujetarlo y moverlo hizo que mi rostro se contrajera de dolor y que se escapara un quedo quejido...

El Don Quijote de los cojones pensaba que debíamos confiar en el simplemente por su cara bonita. Venid, que os daré chuches y una cama calentita. ¿Qué puedes esperar de un paleto que lo mas que ha leído será la biblia? Desde luego no conoce el cuento de Hansel y Gretel porque no dice nada que nos haga confiar en él. Es más, lo único que hace son promesas de lo bien que nos van a tratar él y su Abad.

Y encima me insulta cuando no ha tenido ni la decencia de bajar de Rocinante para hablar al mismo nivel. Obviamente tampoco habrá leído nada respecto a educación y cortesía.

Se ha puesto a la defensiva por algo que hemos dicho y además es un chulo y un capullo de mucho cuidado. No ha tardado nada en hacérnoslo saber. Supongo que es fácil ser tan prepotente cuando tienes el estomago lleno. No es un lujo que nosotros nos podamos permitir. Si de algún modo esta gente fuese de fiar y nos pudieran ayudar no podemos perder la oportunidad por seguirle el juego a este memo.

Discúlpame Estelvio si te he ofendido o molestado. No pretendía. Realmente no nos hemos relacionado con nadie de fuera de nuestro refugio y, por lo que hemos visto, preferimos ser cautos a la hora de fiarnos de los demás. Podría ser que fueseis nuestra salvación, y sería un regalo caído del cielo. Pero también podríais no ser de fiar. No os conocemos y solo las promesas de comida y refugio puede que no sean suficientes para plantar la semilla de la confianza en nosotros. Creo que entenderás que desconfiar de un extraño es de lo mas sensato a día de hoy. Y como no nos das ninguna explicación, como bien has dicho, pues tendremos que comentar si decidimos confiar en ti ciegamente o no.

Siempre desde el máximo respeto y sin animo de parecer listillo. Pero no has hecho o dicho nada que nos haga confiar en ti o en tu abad. De modo que tendremos que debatir o votar que hacemos, pues no soy nadie para decidir por mis amigos.

Mi rostro denota desconfianza. La gente que te presiona para tomar una decisión cuanto antes, y además con promesas que parecían demasiado buenas para ser verdad, no me inspiraban ninguna confianza. Comida, cama, agua caliente, todo gratis, pero tenéis que venir ya. Le resta valor a que queramos debatirlo y deja claro que no es el lugar por la tormenta. A mi no me gusta y me huele a trampa desde lejos. En lo mas profundo de mi, espero equivocarme, que todos prefieran ir al refugio y que sea el Eden que nos describe. Pero lo cierto es que no me fio ni un pelo. Su agresividad, su prepotencia, no son el comportamiento ni la actitud de alguien que quiere ayudar. Es la actitud de un timador, de un ladrón.

A mí personaje le cae mal y no se fía. Pero no lo expresa y pretende ser amable para no cerrarse puertas.

Simplemente intenta calmarlo disculpándose pero no cede porque quiere comentarlo con los demás.

Es decir. Pretendo caerle mejor bajándome los pantalones pero solo por si de verdad tuviese la capacidad de ayudarnos. Aunque no me gusta un pelo. Por eso pienso una cosa pero digo otra.