Partida Rol por web

A la mañana siguiente despertáis descansados. Por suerte, lo de ayer con el jabalí sólo quedó en un susto. Cubrísteis el cadáver con tierra, al igual que todo el rastro de sangre hasta el refugio durante el camino de vuelta. Durante la cena ya soltábais carcajadas recordando la cara de miedo de Gaspar y su intento fallido de trepar al árbol.

Clemente debería llegar hoy, tal como os anunció ayer Tulio. El día amanece nublado, quizá llueva.

En cuanto el jabalí se desplomó, miré aliviada a Sunhee. Está mejorando mucho con esos cuchillos! Qué alivio tenerla cerca.

Me giré y vi a Gaspar medio colgando de un árbol, y me pareció verle ruborizarse. Si no fuera por lo cansadísima que estoy, me reiría a carcajadas. Nuestro machote escapando mientras las chicas menudas se cargan a los zombis... 

En cuanto el peligro evidente termina, me arrodillo en el suelo abatida. Necesito comer algo y descansar. El tema de la Pulga me tiene muy cabreada, y la mañana de caza de hoy me ha pasado factura.

Con la rodilla aún clavada en la tierra, me quito los guantes, el chaleco, y saco de mi carcaj algunas flechas de peor calidad. No puedo más con tanto peso y tanta incomodidad, tengo calor y me encuentro agotada.

¿Nos vamos, chicos?

El camino de vuelta me destrozó del todo. Caí redonda en el suelo y esperé mientras mis amigos hacían la cena. Afortunadamente ayudaron a esta inválida y me acercaron la comida. Estaba tan cansada y enfadada que apenas hablé, pero me reconfortaba muchísimo escucharles charlar y reír. 

Dormí de un tirón como un tronco, y me desperté con las fuerzas completamente renovadas y dispuesta a empezar bien el día. Traje agua limpia al refugio de la fuente, y esperé al sol a que mis amigos se despertaran.

Bueno, eso había sido embarazoso pero estamos todos bien. Me descuelgo del árbol con el semblante muy serio para evitar la vergüenza. Recojo las cosas de Nara para ayudar a cargarlas, luego las dejaré en el refugio.

Al llegar Nara decide dormir directamente así que me hago cargo de despellejar y cocinar la pata. Tendremos comida para un par de días. Cuando la cena está lista despertamos a la cazadora y llenamos un poco la panza. Todo lo ocurrido en el día me ha quitado un poco la angustia de la pérdida de La Pulga.

A la mañana caliento agua y sigo a Nara afuera. El sol está agradable y disfrutamos de una de las últimas mañanas soleadas que nos quedan en el futuro inmediato. Aquí es donde empiezan las bromas sobre el día anterior, primero me hago el ofendido, en vano ensayo excusas sobre cómo planeaba saltar desde el árbol sobre la bestia, no me creen. Luego llegan las risas, es que la escena fue comiquísima. Así pasamos la mañana de buen ánimo. Luego comienzo a preparar algunas verduras para acompañar la pata y esperar a nuestra visita.

Fue muy gracioso ver a Gaspar ruborizado; pero, a decir verdad, su estrategia había sido buena a pesar de no haber conseguido trepar ni 1 metro. Aunque nuestro compañero debía saber que no tenía nada que temer teniéndonos a Nara y a mí a su lado, ¡pjé! ¡Éramos las mejores asesinas de bichos cojos, feos y descerebrados del mundo! 

—¡Nada puede pararnos, Nara! 

​​​​Y es que esa sensación de adrenalina... hacía tiempo que no lo sentía. Sin embargo la adrenalina dejó paso al cansancio cuando tuvimos que emprender el camino de vuelta a casa. Una vez allí, reímos y disfrutamos del descanso antes de acostarnos y dormir.

A la mañana siguiente me desperté de un salto, y fui directa a hacer el desayuno para mis compañeros. Nara estaba aún cansada, así que le preparé el plato más grande: algunas verduras, frutos secos y una infusión de hierbas... A Gaspar le hice algo parecido, y conmigo lo que sobró. Luego, desayunando, me dediqué a pensar cómo preparar el jabalí.

—Hoy podríamos preparar un estofado —les dije a mis compañeros, pero entonces se me encendió la bombilla y la preocupación asaltó mi mente—. Por cierto, ¿no creéis que se ha convertido muy rápido? Apenas han sido unos minutos lo que tardamos en ir hasta él. Nara, ¿comprobaste que no tuviera ninguna herida salvo la de la flecha al cazarlo? ¿Ninguna mordedura extraña? 

Me sentía un poco aguafiestas, pero empezaba a temer que el jabalí hubiera sido infectado antes de que Nara lo cazara. En ese caso, ¿sería sano comerlo? 

Justo cuando Sunhee plantea la inquietante cuestión de si ese trozo de carne está contaminado o no, de sí debéis comerlo o no, oís el chirriar de la puerta en la verja norte. Salís al exterior del refugio y veis a Clemente acompañado por otras tres personas, una joven atlética y segura de sí misma, un hombre fuerte y cansado y una niña asustada. La niña se aferra a la mano del hombre, que porta una gran mochila. La joven parece formar parte de la milicia de la urbe.

- Buenos días -saluda el alguacil de Moraime- me alegro mucho de veros, chicos, aunque Nara parece algo cansada. ¿Va todo bien por aquí?

La expectativa por la llegada de Clemente crece conforme pasan las horas. Le debemos mucho a ese hombre, tal vez la única persona en el mundo que se preocupe por nosotros. ¿La única persona o también José?, me dio por preguntarme en ese momento.

El ruido de la puerta nos hizo poner de pie a todos. Salgo apresurado a recibir a Clemente pero por un instante me freno en seco. Son más de lo que esperábamos, reconozco de inmediato al Alguacil y me tranquiliza, además hay una niña. La sensación que me detiene no es de alerta, es sentir momentáneamente invadida nuestra pequeña burbuja familiar. Hasta ahora la interacción con otras personas nos ha sido difícil, en general. Pero, oigan… vienen con una chica.

Avanzo con una sincera sonrisa para saludar a Clemente aunque miro sin lograr disimulo, aunque lo intento, a todos sus acompañantes. – Bienvenido, Clemente. Te esperábamos ansiosos. Por acá todo está en orden aunque nunca falta una pequeña aventura y risas. Hemos estado trabajando mucho. Entren, hay agua caliente para tomar algo.

-Hemos tenido un pequeño altercado con un jabalí zombi, pero ya me encuentro mejor. 

Le contesto sonriendo a su pregunta, ya que me alegro mucho de verle. Clemente significa acción y noticias del exterior, y eso me llena de adrenalina.

Yo soy Nara - me dirijo a los demás con curiosidad, y miro a Sunhee para que se presente.

Mis compañeros no parecieron tan preocupados como yo por el tema de la carne de jabalí, y eso tal vez me tranquilizó. Si de verdad hubiera sido infectado antes de haber sido cazado por Nara, mi compañera se habría dado cuenta. A ella nunca se le escapaba nada, así que podía confiar en que estaría bien. 

Con la llegada de Clemente y de sus acompañantes, sonreí y me levanté de mi asiento para saludarles. 

—¡Hola, Clemente! —exclamé a modo de saludo, aunque luego caí en la mirada de Nara para que me presentara a nuestros nuevos invitados—. Hola-hola. Yo soy Sunhee. ¿Cómo estáis?

La mujer parecía decidida, en cierto modo me recordó a Nara; el hombre era fuerte, lo que me recordaba a Gaspar; y la niña... ehm, era más bien pequeñita, lo que me recordaba a... bueno... En fin, que además de pequeñita, parecía asustada, así que me acerqué a ella y me puse de cuclillas para estar a su altura e intentar tranquilizarla. 

—Hola, guapa~ —dije en tono alegre mientras esbozaba una sonrisa—, ¿cómo te llamas tú?

Me preguntaba si tal vez eran familia... la mujer parecía formar parte de la milicia, pero el hombre y la niña parecían ser padre e hija. 

- Yo soy Rut. -dice la chica sonriendo, notando la mirada de Gaspar.

La chica, joven y atlética, parece acompañar a Clemente. Es bastante atractiva y su presencia os transmite energía.

- Yo... me llamo Antón. -se presenta, dubitativo y serio el altísimo hombre.- Ella es mi hija, Made.

Llama la atención que alguien tan alto y fuerte pueda parecer tímido. Cuando miráis a Madeixa, se aferra al pantalón de su padre; y cuando Sunhee se agacha y le habla, hunde su cara contra la pierna de su padre, extremadamente tímida, e incluso miedosa cuando Nara nombra al jabalí zombi.

- ...gracias por acogernos. -os agradece Antón, con un hilo de voz, abrazando a su hija. Las caras de los dos son tristes, apesadumbradas, cansadas.

- Eso supera con creces nuestros problemas al cruzar la carretera. -responde al comentario del jabalí, pero sin darle mucha más importancia.- Antón y Madeixa son dos amigos que pasarán aquí un tiempo. Os ayudarán a poner en marcha este lugar antes de que empiece a llegar el resto. -se da cuenta de vuestras caras interrogantes- ¿Hablamos dentro? Empieza a hacer frío.

Ya dentro, os sentáis en los sillones, sillas y banquetas en torno a la mesa junto a la chimenea. Rut se apresura a alimentarla con varios leños. Antón se sienta en un pequeño taburete algo retirado, y Made se queda de pie, junto a él, abrazándole con fuerza. La niña aún no ha pronunciado ni una palabra. Clemente se sienta en una posición central, mirando alrededor, mirando el refugio y lo que habéis estado haciendo, y mirándoos a vosotros. Parece satisfecho y contento con lo que ve. Y también parece divertirse con vuestras caras de curiosidad tras su frase de afuera.

Cuando entramos dentro, tomé asiento en una de las banquetas. No esperaba para nada que la llegada de Clemente trajera consigo nuevos... ¿habitantes del refugio? En un principio, la noticia me sorprendió, aunque rápidamente esbocé una sonrisa. ¡Cuántos más fuéramos, más fácil sería todo! Además, Antón, aunque serio, parecía buen hombre; y Made era una chica de lo más adorable.

El refugio era grande, así que podríamos acogerles sin problemas.

—¿Tenéis hambre? —pregunté mirando a todos los presentes—. ¿Queréis comer algo?

Tenía curiosidad por saber qué más quería Clemente; así que, aunque fuera a la cocina por algo de comida, no tardaría ni un segundo en volver. No me quería perder ni una palabra de la conversación que se iba a dar.

Entro al refugio con sentimientos encontrados. Nuestra burbuja familiar se ve invadida un poco, pero me pone muy contento que haya más gente con nosotros aquí. Anton parece buena gente y se nota que necesita cobijo. Estos pensamientos no llegan claros, todo está distorsionado con la presencia de Rut que no me deja concentrarme en otra cosa. Una vez dentro me aseguro de sentarme junto a la chica. Hay muchas cosas que quiero hablar con Clemente pero justo ahora no me interesan tanto.

- Entonces, - Digo a Rut – ¿ustedes se quedarán con nosotros? Porque es la mejor noticia que nos han traído hasta ahora.

Cuando Sunhee pregunta si tienen hambre Made sale de detrás de su padre y la mira. Luego mira a su padre, y vuelve a mirar a la joven buscadora. No dice nada, ni cambia su expresión. Pero está atenta. Antón sencillamente asiente: - Gracias. -dice el hombre, que sentado en el taburete casi sobrepasa a Sunhee de pie.

La joven mira a Gaspar divertida, siempre mostrando una sonrisa y una mirada curiosa. Le mira sentarse a su lado, le mira el pelo bajo ese sombrero, que parece gustarle, le mira divertida cuando el mecánico hace esa pregunta dirigida a todos pero mirándola a ella.

Sin embargo es Clemente quien responde: - Por ahora Antón y la pequeña Made se quedarán con vosotros. Rut y yo debemos volver antes de levantar sospechas en Moraime. Buena idea Sunhee, comamos algo y luego os contaré mis planes.

Clemente se levanta, y al mismo tiempo os indica a todos que permanezcáis sentados. Va con Sunhee a la cocina (que tampoco es que esté más lejos, más bien es un ensanche de la sala) y vuelve con lo que le haya dado la chica. Luego os sentáis todos a compartir y disfrutar de la comida. Parece que el alguacil está disfrutando generando expectación.

Mientras coméis Rut roza tu mano al coger algo de la mesa.

No sabes si ha sido adrede o no, aunque ella parece no darle importancia.

La niña no deja de mirarte con los ojos abiertos como platos durante la comida.