Partida Rol por web

Salís del refugio y empezáis a subir la ladera de la montaña. Si os dais prisa llegaréis al Refugio Dorado antes de que se haga de noche. Rut está seria y no habla desde que salís de Hoke. Va marcando un ritmo muy fuerte, y te cuesta seguirla.

Respeto el silencio de Rut aunque la verdad es que a ansiedad me está comiendo por dentro. Me guardo todo tipo de comentarios que se me ocurren. Me limito a tratar de acompañar su paso. Sólo rompo el silencio con una propuesta práctica. – No viajemos por el camino, vayamos algunos metros a un costado por si nos vigilan o nos esperan. Me gustaría ver el lugar donde fueron atacados hoy por si hubiera alguna pista.

- Sí. Vamos por el bosque. Tú no te canses, aún queda mucho camino.

Rut te habla seca. Está cansada, o nerviosa, o a saber... pero está claro que no está tan cariñosa como hace un rato.

La caminata es dura, pero el entusiasmo y las ganas de llegar a Refugio Dorado me mantienen entero. Rut está muy seria, no la culpo, ha pasado por cosas terribles en las últimas horas. Seguramente al llegar a la seguridad del refugio se relajará y podremos hablar.

Rut camina deprisa monte arriba, es como si intentase cansarte, o a lo mejor es que tiene que quemar esa rabia de haber perdido a Tulio. Por suerte para ti, estas semanas en Hoke, con las nuevas construcciones, te has puesto en forma (más aún).

Antes de llegar al refugio, con las últimas luces del día, Rut se vuelve hacia ti, en un claro del bosque, lejos de todo, en mitad de la niebla. Pensabas que ese momento romántico iba por fin a llegar, pero su rostro no muestra esa ternura y ese calor que mostraba antes. en su lugar hay otra cosa, otro sentimiento, que no terminas de entender. Rut sujeta su machete en una mano, ni te has dado cuenta, y por fin lo entiendes. Rut ha matado a Tulio, y ahora te matará a ti.

El primer machetazo que te suelta va directo a tu nuevo abrigo. Te pilla por sorpresa. El tajo es importante, pero no llega a rozarte la piel. Su mirada es de rabia, de furia, y te sonríe con ironía al ver que no brota sangre de tu pecho.

- Oye, no. ¿Qué sucede? – Balbuceo mientras las piezas empiezan a caer en mi cabeza. Tengo el abrigo con un tajo impresionante y aun así no termino de comprender lo que está pasando. Llevo la llave inglesa en las manos pero no me sale el reflejo de atacar. En cambio retrocedo todo lo que puedo procurando interponer un árbol entre Rut y yo. – Rut, ¿Por qué?

Su cara se descompone, abre los ojos y sonríe. Te da la impresión de que empieza a mostrar su verdadera cara:

- No sabéis lo que está a punto de llegar. Yo tengo una misión.

Te asesta otro golpe, y te hace otro tajo en el abrigo, aunque tampoco te hiere.

Dejo de rodear el árbol. No es la traición, el engaño, lo que me hace levantar la llave inglesa sobre mi cabeza. Ni siquiera el desengaño, la desilusión, la frustración del momento anhelado trunco ponen mis cos manos en la herramienta. La hija de puta mató a Tulio. Esa repentina certeza me llena de ira. Ayudan las ganas de sobrevivir y su mueca, no reconozco Rut en esa expresión ni en sus palabras que apestan a frater.

Rut se mueve en círculos, marcando sus pasos en la nieve. Ya es casi de noche. Tu golpe es directo, cargado con toda tu rabia. Elle te devuelve un machetazo.

- No tienes nada que hacer, pequeño.

Sonríe.

Ataqué con fuerza pero me he desprotegido. Ahora sangro. "Pequeño", eso fue humillante, pero sé que le dolió el golpe. - Mataste a Tulio a traición, no hubieras podido con él. Así actuan, frater de mierda.

Golpeas a Rut, pero en su mochila. Tu golpe no le hace absolutamente nada. Ella aprovecha tu movimiento para volver a hacerte un feo corte con el machete.

- Tulio era un débil. Igual que tú. La vida es la única salida para los débiles.

La pelea no me conviene por ahora. La cosa va mal. Se mueve rápido y me golpea con facilidad. Trato de interrumpir su giro a mi alrededor embistiendo con mi arma, intentando que retroceda ante mi ataque.

Tu maniobra de evadir el combate no te sale muy bien, y tropiezas. Rut aprovecha esta oportunidad para, sin ninguna piedad y demostrando un odio desmesurado, asestarte un golpe que te destroza la cara. Intentas cubrirte con la mano libre y también te corta ahí. Estás perdiendo mucha sangre, te notas débil. En estas circunstancias te es muy difícil enfrentarla y mucho menos vencerla.